La mesa redonda comenzó con un tema de gran preocupación: el rápido envejecimiento poblacional de Costa Rica.
Para las y los expertos, el país está envejeciendo y más rápido de lo esperado. La tradicional pirámide poblacional, que durante décadas mostraba una base ancha compuesta por población joven, y una cúspide estrecha de adultos mayores, se está invirtiendo.
Este cambio demográfico no es simplemente un fenómeno estadístico: es una transformación estructural que impacta de lleno en el sistema de salud, las pensiones, la economía y la planificación pública.
En palabras de la Dra. Olga Arguedas, exdirectora del Hospital Nacional de Niños, “el país está enfrentando un agotamiento del bono demográfico”. En otros términos, se está acabando la cantidad de personas que están más activas laboralmente, lo cual es vital para sostener la seguridad social.
“Ni siquiera llegamos a la tasa de reemplazo, o sea, no logramos sustituir al óvulo y al espermatozoide”, expuso la Dra. Arguedas. En efecto.
El Dr. Fernando Morales profundizó que la tasa global de fecundidad ha caído a niveles históricos: apenas 1.3 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo poblacional.
Al mismo tiempo, dijo el Dr. Morales, la esperanza de vida es una de las más altas de América Latina, con una edad promedio de 81 años y una baja tasa de mortalidad de seis personas por cada 1 000 habitantes.
Si bien ese es un logro que refleja décadas de inversión en salud pública y calidad de vida, también representa un reto mayúsculo: las personas viven más, pero los últimos años de vida suelen transcurrir con enfermedades crónicas, dependencia funcional y alta demanda de cuidados médicos especializados, comentó el geriatra.
“Nos tenemos que sentir muy orgullosos del aumento de la expectativa de vida, porque eso muestra la solidez de nuestro sistema, pero yo soy especialista en preocuparme por cosas y, entonces, a mí lo que me preocupa es cómo nos va a tocar vivir esa última década de la vida antes de irnos al cielo”, aseveró la Dra. Arguedas.
La pediatra comentó que la Unidad de Estadística y Dirección Actuarial de la CCSS hizo un estudio que mostraba que, aunque la esperanza de vida ronda los 80 años, la vida saludable se reduce a unos 70.
En pocas palabras, hay una década entera en la que muchas personas vivirán con condiciones que requieren atención médica constante, medicamentos costosos, terapias de rehabilitación o cuidados paliativos. Esto supone una carga financiera y logística que el sistema aún no está preparado para asumir.
“Estamos viviendo más, pero no necesariamente mejor”, alertó la Dra. Arguedas. Y si la Caja no se prepara con anticipación para esta ola gris, el resultado será un sistema de salud desbordado, amplias listas de espera y una atención cada vez más fragmentada.