Para Lara Solórzano Damasceno, docente de la Escuela de Lenguas Modernas, es importante aprender otros idiomas para ampliar el conocimiento del mundo, pero el aprendizaje no debe ser por obligación, sino un disfrute para la persona.
Foto: Anel Kenjekeeva.Lara Solórzano Damasceno habla fluidamente cinco idiomas y tiene un dominio intermedio de dos más. Crecer en un ambiente multicultural y plurilingüe la ayudó a incorporar de manera natural el portugués, el español y el inglés. Degustar estas tres lenguas le abrió el apetito por más. Así fue como por iniciativa propia buscó aprender ruso y francés. Posteriormente, se fue a vivir a Eslovaquia, donde desarrolló habilidades de comunicación en eslovaco y polaco.
“Dominar varios idiomas me ha abierto muchas puertas, sobre todo como profesora de idiomas, intérprete y traductora. Con eso me he ganado el pan. Pero también me ha abierto las puertas a un mundo más rico, a conocer mayor diversidad de personas, de pareceres, más acceso a bibliografías, a conocimiento. En ese sentido, hay ocasiones en que se desea investigar un tema, pero no hay suficiente en español o en inglés, entonces se puede buscar en otra lengua. Esa es una de las cosas más valiosas. Esto también me abre muchas puertas a muchas áreas de conocimiento y enriquecer esa parte de conocer perspectivas y personas. El acceso general a la cultura, a otros cines, a otras literaturas”, destacó Solórzano, quien es profesora de portugués en la Escuela de Lenguas Modernas.
Según relata, su contacto con las lenguas ha sido muy orgánico y nunca aprendió un idioma por necesidad, sino por el propio gusto de conocerlo y ampliar sus horizontes culturales. Si bien considera que, actualmente, el aprendizaje de una segunda lengua es importante para integrarse a la vida social y económica de un país, no es imprescindible, sino que depende de los intereses de cada persona. Sin embargo, sí es categórica en señalar que el aprendizaje de un nuevo idioma siempre será muy conveniente, sea cual sea.
La docente considera necesario la existencia de una lengua franca, pero no hegemónica. Explica que una lengua franca permite que las personas intercambien sus conocimientos y opiniones, pero sin la existencia de una imposición. En este sentido, señala que inglés se está comportando como una lengua hegemónica porque no solo se está utilizando para facilitar el comercio internacional, sino que su uso se está volviendo obligatorio para tener acceso a ciertos ámbitos y para que las personas sean reconocidas como parte de un grupo.
Lara Solórzano Damasceno, docente de la Escuela de Lenguas Modernas
Entre otras manifestaciones, Solórzano apunta que esta hegemonía idiomática se percibe mucho en los contenidos que se encuentran el Internet, lo cual enfrenta a las personas a una doble barrera: primero, la cibernética, porque no todo el mundo sabe manejar una computadora y hacer una búsqueda específica en la web y, luego, la del lenguaje, porque se calcula que más de la mitad de las publicaciones que circulan en la red están en inglés.
“Al final, el idioma que impera no solo es eso, es la cultura, es el poder económico, el idioma es el canal para que este imperio pueda desplazarse más fácilmente. Es triste ver a la lengua como eso, porque cada lengua tiene mucha riqueza que ofrecerte a nivel poético, a nivel literario y cultural, todas las lenguas son una delicia, al menos para mí. Pero está siendo utilizada como instrumento de dominación”, lamentó Solórzano.
Lara Solórzano Damasceno, docente de la Escuela de Lenguas Modernas
Al respecto, la académica aclara que el inglés, como lengua, no tiene nada de malo. Son las políticas lingüísticas con las que se promueve su uso las que pueden incurrir en una discriminación social hacia las personas que no lo hablan. De ahí que considera de vital importancia que el país se comprometa en la práctica con el discurso de que Costa Rica es un país plurilingüe y multicultural, empezando con las lenguas autóctonas y sin dejar de lado otras lenguas extranjeras, aparte del inglés. Pero que el proceso de aprendizaje no sea algo impuesto desde el sistema educativo, sino una vía de disfrute.
Para Solórzano, la Escuela de Lenguas Modernas estimula el plurilingüismo y la multiculturalidad hasta cierto punto, porque ofrece cursos de muchos idiomas, pero solo dos figuran como carreras completas. Asegura que el portugués ha crecido mucho en el interés de la gente por aprenderlo y en la demanda de las empresas. En este sentido, considera que podría convertirse en una nueva opción de carrera dentro de la Escuela.
Por otro lado, señala que la Universidad podría apoyar más decisivamente la enseñanza de otros idiomas, más allá de solo ofrecer el espacio físico a las embajadas de algunos países para impartir cursos de sus lenguas. En este sentido, considera que podrían ofrecerse cursos de distintos idiomas que sean económicamente accesibles a todo público, así como invertir recursos en el desarrollo de un proyecto de extensión social que se dedique a promocionar las lenguas y sus culturas.
Lara Solórzano Damasceno, docente de la Escuela de Lenguas Modernas