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Los resultados de un nuevo estudio científico realizado por investigadoras e investigadores costarricenses, el primero de su tipo y publicado en junio del 2024 en la prestigiosa revista BMC Infectious Diseases, señala impactos duraderos del COVID-19 en la salud física y mental de personas que tuvieron la infección.
Los hallazgos son parte del proyecto Respira, en el que participan la Universidad de Costa Rica (UCR), la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), el Ministerio de Salud y la Agencia Costarricense de Investigaciones Biomédicas (ACIB-FUNIN).
La nueva evidencia se obtuvo tras más de dos años de analizar los efectos a largo plazo de esta enfermedad en la población general, como resultado de un seguimiento a 3 000 niñas, niños y personas adultas.
Entre los descubrimientos más significativos, la investigación revela una reducción prolongada en la calidad de vida y la salud de las personas, manifestada por una serie de afectaciones como: mayores limitaciones físicas, reducción de la vitalidad y un aumento del deterioro cognitivo (conocido como "niebla mental").
Los casos de personas no vacunadas experimentaron reducciones prolongadas en su calidad de vida entre los 6 meses a los 2 años después del diagnóstico, especialmente en los casos graves y entre las mujeres. Los casos levemente sintomáticos no mostraron secuelas significativas a largo plazo, cita el estudio.
Además, se determinó que las mujeres y las personas con casos graves de COVID-19 fueron las más afectadas por los impactos prolongados, quienes experimentaron consecuencias significativas y duraderas en su salud.
Esta es la primera investigación en Costa Rica que realiza estimaciones sobre los efectos a largo plazo del COVID-19 con una muestra representativa de la población general.
“Los hallazgos son muy importantes porque nos dan una idea sobre el verdadero impacto del COVID-19 en la población, tanto en aquellos casos que no requirieron internamiento, como en personas que fueron hospitalizadas por la enfermedad. Este reporte es muy valioso y necesario, dado que las características de la pandemia en los países de ingresos bajos y medios son distintas a lo que se observa en los países de ingresos altos. Asimismo, este tipo de estudios son relevantes para informar a las personas tomadoras de decisiones sobre las potenciales cargas en el sistema de salud”, explica la Dra. Cristina Barboza Solís, docente e investigadora de la Facultad de Odontología de la UCR y colaboradora del Proyecto Respira.
El gráfico interactivo muestra la prevalencia de síntomas. La fatiga y la dificultad para respirar fueron significativamente más frecuentes entre los casos que van de los 9 a los 26 meses después del diagnóstico.
En comparación con los controles estandarizados, las y los pacientes reportaron tasas más altas en la sensación de agotamiento (5,5 % más), falta de vitalidad (7,3 % más), sensación de mucho nerviosismo (4,8 % más alto) y confusión mental (6 % más).
Estas diferencias afectaron la vida diaria. El 23,2 % de los casos informaron dificultades para realizar el trabajo u otras actividades.
Para determinar los efectos a largo plazo del COVID-19, las y los investigadores analizaron los síntomas de 641 personas que tuvieron la enfermedad y que no estaban vacunadas.
También se analizaron los casos de 947 personas que no habían sido diagnosticadas con la infección, pero que tenían las mismas características de los casos positivos.
Las personas con COVID-19 reportaron una mayor frecuencia de síntomas como dolor de articulaciones, opresión en el pecho y manifestaciones en la piel, hasta seis meses y dos años después de la enfermedad. Estas sintomatologías fueron atribuidas a esta enfermedad respiratoria y no a alguna otra patología.
“La infección se confirmó mediante pruebas de anticuerpos en muestras de suero de sangre tomadas al momento de la inscripción del estudio. Esta metodología comparativa entre casos y controles fue la que nos permitió atribuir los síntomas e impactos duraderos en la salud, específicamente del COVID-19, y no a otras condiciones de salud”, añade la Dra. Barboza.
Estos nuevos resultados se suman a otros que ya las y los investigadores de Respira han estado efectuando desde meses anteriores, con importantes hallazgos sobre el impacto en cuanto al uso de medidas de protección y la reducción de los contagios.
Asimismo, han divulgado resultados sobre la incidencia real de personas infectadas por COVID-19, el efecto de la vacunación en personas adultas mayores, un análisis en la reducción de hospitalizaciones, así como de fallecimientos, entre otras investigaciones.
“El Estudio Respira nos ha permitido analizar, desde diversas aristas, el impacto que ha tenido el COVID-19 en la población costarricense. Mediante diversos artículos o subestudios hemos podido determinar importantes hallazgos, los cuales nos han permitido conocer más sobre la infección y brindar la evidencia científica necesaria para enfrentar todos los impactos de la pandemia, así como tener acceso a información de valor para la toma de decisiones ante eventuales eventos que amenacen la salud pública”, explica el Dr. Rolando Herrero, director científico de ACIB-FUNIN.
Para el Dr. Alejandro Calderón, el investigador principal de Respira por parte de la CCSS, manifestó que el “estudio ha permitido contar con evidencia científica muy valiosa para la prevención y seguimiento de patologías o condiciones que afectan la salud de la población. Asimismo, Respira ha demostrado lo mucho que se puede lograr, mediante la colaboración interinstitucional y el intercambio de conocimiento. Por ello es sumamente importante que, desde la Caja, continuemos fortaleciendo nuestra capacidad de investigación y, sobre todo, reforzando la relación con organizaciones dedicadas a la búsqueda de soluciones a los grandes problemas de salud pública”.
Lea toda la investigación en https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC11151688/
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