En el centro de la recién remodelada plazoleta de la Facultad de Letras se encuentran los bustos de la pintora Margarita Bertheau y de las escritoras Eunice Odio y Yolanda Oreamuno.
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.Decir que la Facultad de Letras está cumpliendo 50 años es correcto hasta cierto punto, porque, si bien fue en 1974 que se creó como parte de un proceso de reorganización universitaria, sus orígenes se remontan a 1814, cuando se fundó la Casa de Enseñanza de Santo Tomás en San José. Ahí se impartieron de manera regular los cursos de Filosofía y Gramática para la división superior y, posteriormente, se ofrecieron cursos optativos de Latín, Inglés y Francés.
Cuando este centro de estudios adquirió el rango de universidad en 1843 también se establecieron las cátedras de Filosofía y Gramática castellana y latina, las cuales legitimaron las que ya venían funcionando y, más adelante, surgieron las cátedras de Literatura e Idiomas, entre los que figuraban el alemán, el griego, el italiano, el francés y el inglés.
Al cerrarse la Universidad de Santo Tomás en 1888, los estudios de Filosofía, Castellano, Literatura, Francés, Inglés, Griego y Latín se refugiaron en los nacientes Liceo de Costa Rica y Colegio Superior de Señoritas, donde estuvieron a cargo de educadores europeos traídos para esos efectos, así como de académicos e intelectuales costarricenses.
Las Letras tuvieron que esperar más de 50 años para retornar a una casa de estudios superiores. Fue hasta 1940 que, con la fundación de la Universidad de Costa Rica, se creó la Escuela de Filosofía y Letras, compuesta por las secciones de Filología e Historia, las cuales se unían en las ciencias de la Filosofía y la Sociología. Para entonces, se ofrecían los grados de licenciatura y doctorado en Letras y Filosofía.
El documento constitutivo de esta Escuela destaca que fue creada “para cumplir la doble misión de estimular y dirigir la cultura por medio de los estudios superiores de humanidades y dar al país el cuerpo de profesores que han de servir en los colegios de segunda enseñanza y en la Universidad misma”.
Diez años después, se empezó a desarrollar una iniciativa denominada Escuela de Temporada, la cual impartió cursos de inglés y francés a partir de 1954. Ese mismo año, la Asamblea Universitaria aprobó una reorganización institucional que incluyó la creación de la Facultad de Ciencias y Letras, a la que fue incorporada la antigua Escuela de Filosofía y Letras. Este cambio terminó de hacerse efectivo en marzo de 1957.
Esta nueva estructura organizó a las disciplinas por departamentos. De esta manera, se estableció el Departamento de Filología, Lingüística y Literatura, el cual amplió sus funciones en 1962 con la incorporación de la sección denominada “Otras Lenguas”, herencia de la desaparecida Escuela de Temporada. Sin embargo, un año después se le elevó de rango y se constituyó el Departamento de Lenguas Extranjeras, en vista de sus características particulares de formación y la necesidad de ofrecer cursos de lenguas extranjeras a los nuevos cuadros profesionales.
En cuanto a Filosofía, inicialmente funcionó como una comisión permanente que ofreció cursos a los demás departamentos, pero pronto se convirtió en un Departamento independiente y se consolidó como tal.
Pasaron dos décadas y el crecimiento de la Universidad obligó a que se pensara en una nueva estructura organizativa. Así fue como en 1974 se disolvió la Facultad de Ciencias y Letras para dar paso a una serie de Facultades y Escuelas agrupadas en grandes áreas del conocimiento. De esta manera, se creó la Facultad de Letras, la cual abriga desde entonces a las Escuelas de Filosofía, Lenguas Modernas y Filología, Lingüística y Literatura.
Posteriormente, surgió el Instituto de Investigaciones Lingüísticas (INIL), el Instituto de Investigaciones Filosóficas (INIF) y el Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas (Ciicla).
Entre las múltiples labores que ha realizado la Escuela de Filología, Lingüística y Literatura a lo largo de las últimas cinco décadas destaca la creación de sistemas lingüísticos para diversos pueblos indígenas de Costa Rica y zonas aledañas del Caribe. A partir de ahí, ha elaborado diccionarios, publicaciones periódicas y material didáctico para estas comunidades.
Por su parte, la Escuela de Filosofía no ha cesado en su objetivo de fortalecer los estudios profesionales universitarios en el ámbito humanístico y ampliar el horizonte cultural de quienes se dedican a las Letras o a las Ciencias. Por medio de los cursos de ética profesional, esta unidad académica contribuye con la formación de la conciencia social y moral de todas las generaciones estudiantiles próximas a integrarse al mercado laboral.
En cuanto a la Escuela de Lenguas Modernas, ha seguido respondiendo a las necesidades de un país inmerso en las demandas multiculturales y plurilingües producto de la globalización. Adicionalmente, está liderando a nivel de todo el continente el tema de la evaluación de lenguas extranjeras, sobre todo en inglés, español y francés por medio de la inteligencia artificial.
El documento “Facultad de Letras. Historia, Quehacer e Impacto nacional”, en el que se basa el presente artículo, finaliza su primera sección diciendo que:
Para ahondar en los detalles de la historia y actualidad de la Facultad de Letras puede descargar la reseña completa en este enlace.
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