Dr. Luis Gómez Alpízar, director de la Escuela de Agronomía.
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.La Escuela de Agronomía tiene su origen en la creación de la Escuela Nacional de Agricultura (ENA) en 1926, para la enseñanza, a nivel superior, de la agronomía. En 1940, con la fundación de la Universidad de Costa Rica, la ENA se incorpora a la Universidad de Costa Rica como Facultad de Agronomía. En 1974, después del tercer congreso universitario en 1973, la Facultad de Agronomía se divide en tres Escuelas, una de ellas la Escuela de Fitotecnia. El 26 de abril de 1974 se realizó la primera asamblea de la nueva Escuela y en ella se eligió, como su primer director, al Dr. Primo Luis Chavarría Córdoba, de ahí que estemos celebrando los 50 años de la constitución de nuestra Escuela. En el año 2006, la Escuela de Fitotecnia cambia su nombre a Escuela de Agronomía.
La Escuela de Agronomía, por tanto, cuenta con una amplia historia y una larga trayectoria académica, en la que ha logrado cumplir con su objetivo de creación, formar profesionales capacitados y comprometidos con la optimización de la agricultura, una actividad que ha sido fundamental en la evolución de nuestra sociedad. La agronomía, no solo es una disciplina científica, sino una ingeniería y una fuerza motriz que ha impulsado el progreso humano, marcando hitos cruciales en nuestra historia.
En estos 50 años, la Escuela ha otorgado un total de 4466 títulos entre Bachillerato y Licenciatura, aquí en la Sede Rodrigo Facio. Pero también, desde su constitución, la Escuela ha mostrado un compromiso con la regionalización. La carrera de agronomía se ha impartido (desconcentrada) en diferentes sedes y recintos, entre ellas las sedes de Guanacaste, Occidente y Atlántico y los recintos de Liberia, Santa Cruz, Grecia, San Ramón, Limón y Turrialba, donde se ha entregado un total de 914 títulos. En la sede de Guanacaste en Liberia y la sede del Atlántico en Turrialba, la carrera de agronomía ha estado presente por más de 40 años. Actualmente, la población estudiantil presente de la Escuela, está distribuida en partes iguales, 50% hombres y 50% mujeres, luego de que en sus primeros años fue predominantemente una población masculina.
Nuestros graduados y graduadas han liderado el desarrollo del agro costarricense, contribuido a la seguridad alimentaria y a la diversificación de las exportaciones del país. Durante estos 50 años hemos sido testigos de sus aportes a nivel nacional, regional e internacional, inicialmente en la producción de granos básicos, caña de azúcar, café y banano, luego asumiendo el reto de la diversificación agrícola (plantas ornamentales, palmito, raíces y tubérculos, vainilla y recientemente piña, entre otros), enfrentando en cada caso los retos impuestos por las plagas y enfermedades, el mercado y más recientemente el cambio climático.
Han sido las y los embajadores de nuestra misión, llevando consigo las herramientas disciplinares y humanísticas desarrolladas aquí, pero también con la mentalidad de formación constante ya que reconocemos que el saber no es concluyente ni estático, sino un proceso continuo de construcción, y confiamos en que nuestros graduados sigan cultivando su crecimiento personal y profesional, enriqueciéndose y aportando a la agricultura a medida que avanzan en su trayectoria. Para ello la Escuela ha inscrito un proyecto de educación continua para nuestra población graduada.
Ante el surgimiento de los procesos de acreditación de la calidad universitaria, la Escuela decidió, desde hace más de 12 años, entrar al proceso de acreditación de la carrera de Agronomía ante el SINAES, a fin de certificar los estándares de calidad de ésta en beneficio de nuestra población estudiantil. A la fecha, cuenta con una tercera re-acreditación y estamos en el proceso de la cuarta.
Con relación a la investigación y la acción social, el personal docente de nuestra Escuela, adscritos a las diferentes unidades de investigación, han hecho aportes significativos, que incluyen nuevas variedades de cultivos (tomate, chile dulce, papa, papaya, etc.), métodos de análisis de suelos y foliares, de granos y semillas, diagnóstico de plagas y enfermedades (incluidas técnicas moleculares), micropropagación de plantas (plantas de papaya 100% hermafroditas, aguacate, bambú, entre otras), nuevos sistemas de siembra (hidroponía, coberturas vegetales, manejos de arvenses) y sistemas de producción de semilla de alta calidad (papa, papaya, chile y tomate), para mencionar algunos.
Quiero también resaltar los Trabajos Finales de Graduación y el Trabajo Comunal Universitario (TCU) que realizan el estudiantado de la Escuela, el primero para obtener su título de licenciatura y el segundo para apoyo a las comunidades. Ambos han sido clave en la proyección de la Escuela a la comunidad agrícola nacional, desde pequeños productores a empresas de exportación.
Un aniversario, especialmente el de los 50 años, nos permite hacer una pausa para mirar al pasado, los retos enfrentados y los logros alcanzados durante estas cinco décadas. Nuestros docentes-investigadores y nuestros estudiantes han trabajado para abordar los desafíos de la agricultura, adaptándose a los cambios sociales, políticos y económicos que han marcado el curso de nuestra sociedad. Pasamos de un enfoque de cultivos, particularmente granos básicos, café, banano y caña de azúcar, a un enfoque por sistemas, en el que los y las graduados(as) pueden enfrentar la producción aún de cultivos emergentes. A lo largo de estos 50 años, la malla curricular ha sido dinámica. Se han introducido conceptos y cursos para adaptarse a las nuevas realidades como: agricultura sostenible, agricultura orgánica, agroecología, manejo integrado de plagas, sistemas de producción, biotecnología agrícola, salud de suelos, emprendimiento e innovación, ambientes protegidos, microbiomas, bioinformática, agricultura regenerativa y agricultura 4.0, así como cursos de ornamentales, piña, paisajismo, entre otros y el desarrollo intencionado de habilidades y actitudes, lo que conocemos como habilidades blandas, todo con un abordaje holístico.
Metafóricamente y de manera apegada a nuestro contexto, podemos decir que la semilla que se plantó en aquel entonces ha germinado, crecido, florecido y dado frutos para nuestra sociedad.
Esta celebración también es un momento para mirar al futuro, que se presenta incierto, en un mundo que enfrenta desafíos alimentarios globales, cambio climático, una creciente población y la irrupción de la Inteligencia Artificial, por mencionar algunos.
El crecimiento poblacional, aunque desacelerado, con relación a otras épocas, proyecta una población mundial de cerca de 8500 millones de personas en 2030 y de 9700 millones en 2050, por lo que será necesario producir más alimentos, de manera eficiente y sustentable.
El cambio climático, por su parte, afectará indudablemente la producción y la productividad agrícola de diferentes maneras, dependiendo de los tipos de prácticas agrícolas, sistemas y épocas de producción, cultivos, variedades y zonas de impacto, con efectos directos e indirectos.
La seguridad y soberanía alimentaria, así como la justicia social, están ante el reto de disminuir las desigualdades. Producir suficientes alimentos de manera sustentable es un imperativo; pero igualmente lo es que todos y todas puedan tener acceso a ellos y que los sistemas de producción provean bienestar económico y social.
El futuro profesional en agronomía deberá ser capaz de enfrentar estos escenarios, técnica y socialmente. Como escribió Víctor Hugo “El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad".
La Escuela de Agronomía cumple 50 años y ha aprovechado las oportunidades y formado profesionales valientes y capaces, estoy seguro de que en los próximos 50 años hará lo mismo, aún ante nuevos tiempos, tecnologías y entornos. La innovación, la resiliencia y la adaptación constante serán clave, y confío en que nuestra Escuela seguirá liderando el camino. Después de todo, la nuestra es una profesión de la esperanza, el que siembra siempre espera cosechar, muchas veces se siembra con esfuerzo y lágrimas; pero siempre se cosecha con alegría.
Seguimos trabajando con el mismo espíritu de compromiso y excelencia, para que, en los próximos 50 años, podamos mirar atrás con satisfacción y orgullo, como lo hacemos hoy, y mirar hacia adelante con esperanza, con la certeza de que la Escuela de Agronomía seguirá generando conocimiento y contribuyendo al progreso de Costa Rica.
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