En esta entrevista conversamos con Esteban Sánchez Solano, Dr. en Ciencias de las Religiones y coordinador de la Cátedra Ibn Khaldun de Estudios del Medio Oriente y África del Norte, de la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica, sobre el rol de la religión en el conflicto histórico entre Palestina e Israel.
–¿El antagonismo religioso es la piedra angular en el origen del conflicto entre Palestina e Israel?
–Esteban Sánchez: “Pues para muchos sí existe. Hablan de un antagonismo entre el mundo cristiano, judío y musulmán para convivir. La idea de esa convivencia es también tramposa, porque son sociedades que viven con ciertas jerarquías establecidas por la religión.
Durante el siglo XIX, el elemento del nacionalismo en Europa tiene un factor étnico-racial para establecer cuál es esa unidad social. Allí es donde el antisemitismo como ideología, particularmente en el mundo germánico, centro de Europa, comienza a ser mucho más fuerte y se comienza a consolidar la sospecha, hacia la nación judía, de que no se va a integrar a una unidad nacional. Como resultado, se dan las experiencias de persecuciones contra los judíos a fines del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Ante esto, un sector del judaísmo, sobre todo del norte de Europa, con poca relación desde el punto de vista social y cultural con el mundo del judaísmo del Medio Oriente, y que vivían en reinos musulmanes, son quienes proponen desde un punto de visto social, étnico y completamente europeo, la creación de un Estado para los judíos.
En 1896, el escritor y político húngaro, Theodor Herzl, es el primero que formula teóricamente un texto sobre la creación del Estado de Israel, ya que en la década de 1890 el antisemitismo llegó a un plano demasiado alto, desde el cual la persona judía era vista como un problema y Europa comenzó a hablar del "problema judío". Es a partir de allí que las comunidades judías del norte de Europa comienzan a pensar: ¿dónde sería para los judíos el lugar para ese Estado? Estas comunidades hacen una asociación con el Israel de la antigüedad y comienzan a gestar el proyecto, el cual debe de ser en Palestina. La idea del retorno o de vincularse a Palestina como el espacio del reino de la antigüedad de Israel, tomó fuerza. La relación con el Israel de la antigüedad nunca desapareció del todo de las comunidades judías que se dispersaron (la diáspora), y también ya existían comunidades más allá de Palestina en la antigüedad.
Realmente lo que se hace es el uso de la justificación religiosa, pero desde el punto de vista demográfico la población que habitaba Palestina era en su mayoría musulmana, y también había población judía y cristiana propiamente de la zona".
-¿Entonces quienes propusieron ese llamado retorno para crear el Estado de Israel en Palestina, ¿qué tanto conocimiento tenían de la zona y de su diversidad religiosa?
-ES: “Quienes lo propusieron eran una población que ni siquiera había tenido vínculo con ese territorio. Fue la creencia, y no el espacio geográfico donde se vivía, lo que definió la relación cultural. Esto fue fundamental en el judaísmo de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX en Europa, ante la persecución que vivían y de la condición de ser vistos como un problema.
Ya para 1895 fundan la Conferencia Sionista y desde allí el proyecto de crear el Estado de Israel es clarísimo. Una declaración en 1917 del ministro británico de relaciones exteriores, Balfour, favorecía la creación de una nación para los judíos en Palestina, porque necesitaba el apoyo de la comunidad judía en Inglaterra a favor de la guerra. Fue una declaración, no un tratado, no un instrumento jurídico que obligue a los actores involucrados a respetar un texto que es un acuerdo como tal entre países o estados, etc.
Esa declaración del ministro británico le dio empuje a la Conferencia Sionista y a todas las ramificaciones que fue teniendo el sionismo y a toda la organización sionista mundial, para establecer a nivel material la presencia de todas esas comunidades en Palestina, dando como consecuencia una relación tensa con la población Palestina que veía la llegada de poblaciones que nunca habían vivido allí. Como resultado de los acuerdos de paz de la Primera Guerra Mundial, el administrador del territorio es Gran Bretaña y el proceso migratorio de los judíos hacia Palestina continúa. Ya para la década de 1930, para los palestinos es clarísimo el proyecto de los judíos.
A nivel geopolítico se hace un uso de la justificación religiosa para establecer un proyecto sobre la creación del Estado de Israel, el cual es 100 % secular, es decir opuesto a lo espiritual o divino en su concepción, porque dentro del sionismo surgieron líneas plenamente religiosas que sostenían el proyecto como tal. Pero, también hay muchas líneas religiosas dentro del judaísmo opuestas a la creación de dicho Estado y que hoy en día son voces críticas; voces que expresan que Israel no representa la reproducción de la creencia religiosa como tal, sino que es un artefacto político. La Sociedad de las Naciones, antecesora de la ONU, fue uno de los espacios que generó el camino para la conflictividad que aún hoy se mantiene en la zona”.
-En torno a este histórico conflicto se nos habla de antisemitismo y antisionismo. ¿Por qué son conceptos relevantes para tratar de entender esta conflagración?
La Cátedra Ibn Khaldun nace en el 2009 como un esfuerzo interdisciplinario de las facultades de Letras y Ciencias Sociales y de las escuelas de Estudios Generales e Historia de la Universidad de Costa Rica. Su actual coordinador es el Dr. Esteban Sánchez Solano, profesor de la Sección de Historia de la Cultura, de la Escuela de Estudios Generales.
-ES: “Hablamos de un uso plenamente politizado de los dos conceptos, lo cual es muy peligroso. El sionismo es la formulación como tal del proyecto del Estado judío. El término de Sion, en función de este vínculo con el espacio geográfico de Palestina, es el que toman ellos como tal. Podemos considerarlo como una expresión del pensamiento de los judíos de Europa del siglo XIX.
Hay una politización ante el proyecto de ese Estado, porque no existía necesariamente dentro de las comunidades judías en Europa, que vivieron directamente las persecuciones, la idea de crear un Estado para sí mismos. Había más bien toda una discusión dentro de las comunidades judías de cómo establecer con los Estados Modernos vínculos que se estaban construyendo.
Entonces, el sionismo como movimiento político tuvo que empezar a convencer a las comunidades judías de toda Europa, y a nivel mundial, de que el proyecto del Estado de Israel en Palestina podía ser una realidad, ya que Palestina sostiene simbólicamente la propuesta.
Por otro lado, el concepto de semita tiene sus problemas porque es un término que se vuelve académico, intelectual, científico, para establecer las unidades culturales de pueblos de la Antigüedad que se denominan semitas y que geográficamente coinciden con lo que sería el Medio Oriente. Se comenzó a denominar a esos pueblos culturalmente con ciertos vínculos en término de origen de la lengua, de prácticas culturales y religiosas. Establecer ese vínculo con los judíos de manera específica y no con otros pueblos semitas se da en el siglo XIX.
Ya para el periodo entre 1870 y 1880 se comienza a formular el concepto de antisemita que fortalece la idea de incompatibilidad de los judíos con un proyecto político moderno. Se comienza a insertar el elemento racial en medio de pinceladas con el elemento religioso. Establecen que no hay ningún vínculo con el origen cristiano, haciendo al cristianismo una cosa y al judaísmo otra cosa; cuando el cristianismo como corriente religiosa surge como una ramificación del judaísmo. Entonces lo que era una política religiosa en el mundo antiguo, se vuelve un elemento político/racial en el siglo XIX en Europa".
-Lo religioso ha estado presente entonces, de una u otra manera, a lo largo de este conflicto. ¿Una argumentación religiosa qué tanto pesa a la hora de definir escenarios jurídicos, políticos?
-ES: “Acudir a los textos sagrados de una religión en concreto para explicar un fenómeno, se vuelve un problema, porque es establecer que la escala de valores de esos textos sagrados es válida para establecer una discusión sobre algo jurídico que no, necesariamente, se está contemplando desde esa perspectiva.
A mí me genera cierta inquietud cuando, a nivel constitucional, jurídico o internacional, se establece que hay una potestad de discutir algo desde un plano netamente de una escala de valores religiosos. La ficción jurídica moderna de los siglos XVII, XVIII Y XIX es hacer la separación de ese universo religioso. Como proyecto político, hacer una separación entre el universo espiritual y el universo civil, a nivel administrativo y a nivel político, funciona. Pero los contenidos de lo religioso juegan todavía su papel.
Las posturas de quienes son digamos propalestinos, sus lecturas, son lejanas de argumentaciones religiosas. Lo podemos ver en las grandes manifestaciones de personas en ciudades como Londres o Nueva York, por citar un par de ejemplos. El sustento de sus argumentaciones no está en el universo de lo religioso.
Por su parte, quienes favorecen a Israel han hecho también movilizaciones en diferentes ciudades, y ahí ha estado latente el universo de lo religioso como si existiera una afinidad de lo cristiano con lo judío; lo cual para mí es una ironía en tanto los siglos de persecución que el mundo cristiano desarrolló contra los judíos.
¿Cómo le doy legitimidad a una acción en función de un Estado que, en el caso de Israel, funciona hoy como un Estado Moderno, donde lo religioso tiene su protección, pero no es lo que define la naturaleza de lo jurídico del Estado? Lo religioso entonces es un instrumento en este conflicto”.
-Finalmente, profesor, desde su quehacer como académico de la UCR, investigador y director de esta Cátedra, ¿por qué desde la academia debemos hablar de temas como el que hemos abordado en esta entrevista?
-ES: “La Universidad es un espacio de desarrollo, de producción académica, intelectual y científica, sobre los fenómenos sociales como el que estamos viendo. Es nuestra obligación y deber discutirlo con perspectivas que no necesariamente van a ser compatibles con otras. La Universidad tiene que abrirse a ese espacio de análisis y ha sido el espíritu desde su creación. Se han discutido diversos temas y ahí encontramos perspectivas muy diversas a partir de un mismo fenómeno. La universidad no es monolítica.
En esa discusión debemos tomar en cuenta los fenómenos concretos y las variables. Asimismo, alguien puede hacer el análisis desde los derechos humanos, otro desde cómo circula la información en los medios de comunicación, otro desde la acción militar, etc. El espacio universitario debe fomentar esa discusión y que la recepción que se haga genere debate o discusión, o confrontación, en términos de ideas. Esto es parte de la naturaleza de la Universidad”.
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