Pintura sobre pared, la técnica de pintar en murales, transformar espacios grises en espejos y tejidos sociales. Al aire libre, bajo el sol o cielos nublados, las líneas, formas, volúmenes y luces, trazo a trazo, brochazo a brochazo, van definiendo historias, símbolos e imágenes que, en las comunidades donde se ubican, recuperan memorias, identidad y pertenencia. Mientras tanto, en los estudiantes que los pintan, estas experiencias forjan crecimiento y aprendizaje.
El proyecto de Trabajo Comunal Universitario “Arte Público” (TCU-472) busca integrar el arte en comunidades a través de murales participativos, destacando su enfoque en involucrar a niños y jóvenes en el diseño y realización de las obras para reflejar las vivencias de la comunidad. Así lo describió el coordinador del proyecto, Pablo Bonilla Elizondo.
A lo largo de más de 30 años, el proyecto ha crecido en demanda, y ha desarrollado murales en comunidades y escuelas de todo el país, especialmente en localidades como Cartago y Desamparados.
Para Bonilla, el principal valor del proyecto radica en su contribución a la seguridad ciudadana, ya que la mejora de los espacios públicos, mediante procesos participativos, genera una apropiación y cuidado. Esto conlleva una mayor uso del espacio, mejor aprovechamiento del entorno público y comunidades más activas.
“Un niño o un joven que participa en pintar un mural a los cinco o seis años, siete años, tiene un relato sobre ese mural que puede compartir con otros jóvenes o con otras personas. Se trata de generar una producción que es simbólica, pero también con una pertenencia comunitaria en la construcción de esos relatos”, relató Bonilla.
Un mural de esta naturaleza genera una plusvalía, pero no en términos capitalistas, sino en el desarrollo de afectos: las personas que los crean fortalecen su relación con el espacio y con quienes lo comparten, concluyó.
En Buenos Aires de Puntarenas, dentro del territorio indígena de Térraba, el proyecto, en conjunto con Leonardo Porras Cabrera, funcionario del Ministerio de Educación Pública, intervino con dos murales en las escuelas de las comunidades de Bijagual y Sabana.
Porras destacó que el mural en Bijagual fue parte de un proceso por visibilizar la cultura y el arte visual lingüístico indígena, involucrando a niños y miembros de la comunidad en el diseño y ejecución. Esto ha fortalecido su identidad y conexión con el legado cultural.
"El primero que hicimos fue como en el 2000 y el segundo que hicimos creo que fue en el 2017 o 2018. Entonces ya hay niños que ya están en una etapa super más adulta y vacilan porque todavía están los nombres ahí en el mural y que el mural está muy intacto y todo, pero la verdad que fue una experiencia bonita porque fue un reto”, comentó.
La serpiente en la laguna, resaltó Porras, es una imagen de una narración tradicional térraba que fue incorporada en el mural y que ahora es un referente para los niños y niñas de la escuela.
Eduardo Román Calvo, estudiante de arquitectura, describe su experiencia en el proyecto de Arte Público como una oportunidad para explorar la relación entre la arquitectura y el arte, y cómo estas sisciplinas intervienen en los espacios. Su participación se concentró en la creación de un mural en la comunidad de Guadalupe, en Cartago.
Uno de los retos de este mural fue que una persona en condición de calle pintó varios elementos en parte de los paños del muro. En el diseño general, se decidió incorporar parte de esa intervención, así como elementos representativos de la comunidad.
Según lo descrito por Román, la intervención artística mejoró el ambiente de la localidad, ya que las personas comenzaron a circular más por las aceras y alrededores, limpiaron la basura y la maleza, y, con esto, mejoraron las condiciones del paisaje. Incluso, los propietarios de los terrenos circundantes embellecieron sus propiedades.
"Es lo que nosotros llamamos en arquitectura la acupuntura urbana, que es cuando hay un lugar muy complicado de solucionar, uno lo que puede hacer es puntitos de solución… con esos puntitos que uno va aliviando, entonces que se generen como auras alrededor de los puntos; entonces lentamente cambia la dinámica y ya no hay tanta gente con actitudes negativas o basura”, concluyó Román.
En Cartago, Marta Brenes Jiménez, funcionaria de la Biblioteca Pública de Juan Viñas describió cómo el mural pintado hace 3 años en la fachada de las instalaciones transformó visualmente el espacio y cambió la percepción de la biblioteca, destacándola como un espacio cultural significativo.
También, resaltó que la población utiliza el mural como fondo para fotografías, fortaleciendo así su sentido de identidad y pertenencia.
El diseño se desarrolló en conjunto con el grupo de adultos mayores que asisten a actividades organizadas por la biblioteca. Se añadieron elementos significativos de la comunidad, como el parque, la iglesia y una empresa azucarera. Además, los adultos mayores elaboraron mosaicos personalizados.
"Después del mural, la gente ve más y se queda observando, inclusive, se toman fotos ahí también. La gente se ve muy representada, y el mural le cambió mucho la fachada a la biblioteca, que antes parecía una casa común", declaró Brenes. Desde estonces, las visitas a la biblioteca han aumentado debido a su mayor visibilidad, concluyó.
Cristina Vietto Fernández, estudiante de Diseño Gráfico, participó activamente en varios murales, especialmente en el diseño del mural en la urbanización Kiria, en Desamparados. Afirmó que disfruto de las giras y convivencias con sus compañeros y compañeras, lo que permitió fortalecer el trabajo en equipo y crear vínculos significativos.
Por otra parte, el mural fue un reto para su capacidad de síntesis visual, ya que enfrentó muchas solicitudes de la comunidad, lo que complicó el proceso creativo. Sin embargo, logró simplificar y organizar las ideas para adaptarlas a las necesidades de la comunidad.
"El arte tiene mucho peso. Me gusta pensar que con un poco de pintura sí se pueden cambiar cosas, enriquecer espacios y hacerlos más valiosos", señaló la estudiante.
Para Vietto, el poder del arte radica en transformar entornos abandonados, volviéndolos más atractivos y promoviendo el cuidado colectivo. "Cuando hay un elemento que embellece el entorno, la gente le pone más cariño", finalizó.
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