“¡Hacer yunta!” es una frase que refleja muy bien el trabajo entre la Universidad de Costa Rica (UCR) y el sector productivo y externo a la academia. Ese quehacer conjunto es posible gracias a la Dirección para la Promoción de la Innovación y Vínculo para el Desarrollo (Diprovid), entidad por medio de la cual esta casa de enseñanza busca establecer relaciones ágiles, efectivas y eficientes con dicho grupo.
El fin principal de esa “yunta” es lograr la transferencia de conocimientos y tecnologías, la incubación o aceleración de negocios y el apoyo a la asociatividad empresarial como herramienta para la escalabilidad de las empresas.
Partiendo de ese objetivo, se gesta el Programa de Creación de Consorcios de Empresas Regionales y Agentes Culturales (Crea-C), el cual brinda una primera línea de apoyo técnico, capacitación y seguimiento a las micro, pequeñas y medianas empresas (pymes), así como a los micro, pequeños y medianos productores (pympas), para que por medio de modelos de asociación creen un plan de trabajo y crecimiento conjunto, y una segunda línea de apoyo con acceso a fondos no reembolsables del Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD).
Crea-C utiliza la figura asociativa del consorcio empresarial o consorcio pyme, como también se le conoce. Esta es una herramienta especialmente útil para afrontar el reto de la escalabilidad y el acceso a nuevos mercados, partiendo del trabajo colaborativo para mejorar la competitividad entre las empresas locales. Dicho programa cuenta ya con dos ediciones y está por abrirse la tercera convocatoria para nuevos proyectos. En estas dos primeras ediciones, encontramos consorcios que destacan y que han logrado impactar positivamente en su localidad. Tal es el caso de La Yunta, en Sarchí, de Alajuela, una agrupación de seis empresas que reúne, principalmente, a mascareros y artesanos de la región.
El origen del consorcio y marca La Yunta les ha permitido vender su trabajo en ferias de emprendimiento a nivel nacional, así como en otros espacios de comercio, desde un lugar o instalaciones conjuntas, lo cual les acorta los costos de participación y promoción. Esto también les permite articular sus esfuerzos de mercadeo para posicionar a la zona y a su marca en uno de los epicentros artísticos y culturales del país.
“Todo nuestro entusiasmo lo canalizamos en este proyecto de la UCR. El respaldo de la Universidad, y que nos hayan tendido la mano, nos permitió convertirnos en un grupo de empresarios que trabajan juntos. El proyecto supo irnos moldeando hasta formar este consorcio que hoy es medallita de Sarchí. Somos un referente en Sarchí en términos de sostenibilidad e identidad para otros emprendimientos”, expresó Andrés Meza Madrid, de Café Sombra Verde.
“La UCR nos enseñó la planeación, el diseño de marca, el marketing y otras muchas cosas que necesitábamos. Y, entre nosotros, también aportamos lo que cada miembro de La Yunta tenía de experiencia, de ideas, de aportes, que al final nos beneficiaba a todos los miembros para que pudiéramos avanzar juntos por el bien de todos”, agregó Meza.
¿Cooperar o competir? He ahí el dilema…
Con agrupaciones como La Yunta, se logra comprender el alcance positivo del programa. El modelo asociativo del consorcio permite acceder a nuevos y más amplios mercados, optimizar procesos y ofrecer nuevos o mejores productos y servicios que, de forma independiente, no se podrían desarrollar.
Los participantes de Crea-C pasan por un proceso de postulación y selección, evaluado por expertos en diversas áreas que forman parte de los equipos de trabajo de las organizaciones socias del programa. Los proyectos deben vincular su negocio con aspectos culturales, históricos o de producción local.
“Llegué a este consorcio pensando que quien no arriesga no gana. Este proyecto de la UCR me ayudó enormemente, con decirle que gracias a él pude mejorar la estructura física de mi tallercito y tenerlo como lo tengo hoy. La Yunta ha sido para mí un gran avance, porque caminar una sola es muy difícil. Nos acompañamos y aprendemos con nuestras diferentes experiencias como artesanos”, mencionó Dixie Cambronero Chaves, del taller de creación de velas de forma Luminarte.
“Nosotros aprendimos mucho con la UCR, con las capacitaciones y tareas para trabajar y avanzar juntos. Yo les digo que si la UCR ofrece este apoyo hay que tomarlo, porque es un empujón muy fuerte, porque le enseñan a uno lo que es trabajar en grupo, hasta saber administrar lo que llega para seguir adelante”, añadió Cambronero.
Cuando un proyecto ingresa al programa, se diseña un plan de trabajo individual para la iniciativa según sus necesidades específicas, el cual es desarrollado por el equipo del consorcio. Este plan se complementa con un esquema de inversión a partir de los fondos no reembolsables del SBD, los cuales permiten realizar inversiones estratégicas en áreas como maquinaria, diseño de marca, insumos de producción, mercadeo y mejora de infraestructura, entre otras, de acuerdo con las necesidades del grupo.
Para el cumplimiento del plan de trabajo e inversión, se brinda un seguimiento técnico y financiero permanente por parte del equipo de la Unidad de Escalamiento y Asociatividad para el Desarrollo (Crece). Este proceso impulsa a las personas empresarias a establecer un sistema de trabajo, compra y desarrollo mucho más exacto, eficiente y en consonancia con los requerimientos técnicos del SBD y la Universidad.
Es en la primera etapa del programa que se inscriben formalmente como consorcio empresarial. Al final del periodo de inscripción, cada proyecto es evaluado por una mesa de expertos, internos y externos a la Universidad, para definir cuáles son aceptados en el programa.
La Universidad considera importante fortalecer las capacidades de las personas empresarias; por eso, las ayuda a enfrentar los retos logísticos, técnicos y de formalización. Esto se complementa con el acceso a fondos no reembolsables, lo cual les permite mejorar sus equipos, optimizar sus espacios de trabajo y desarrollar esquemas de promoción para sus productos o servicios.
Luego, en la etapa de ejecución del plan de trabajo, cada grupo desarrolla el prototipado del consorcio y procede formalmente con su inscripción ante el Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC). Además, se elabora la marca y se establece la estrategia de mercadeo que adoptará el consorcio.
Posteriormente, los grupos son evaluados para pasar a la segunda etapa, en la que podrán invertir en otros aspectos estratégicos para el desarrollo de los negocios. Por ejemplo, la compra de insumos, maquinaria o herramientas de trabajo, mejora de infraestructura, entre otros.
Por último, después de que se ejecuta el programa, se da la sistematización de los datos mediante informes técnicos y financieros, realizados conjuntamente por los consorcios y el equipo del programa de la UCR.
Dichos documentos ratifican la correcta inversión de los fondos y la viabilidad de los consorcios y su escalabilidad. Luego de los informes, se da un seguimiento anual, durante cinco años, en el que se miden aspectos estratégicos que evidencian la evolución de los negocios.
Voces de una yunta cargada de artesanías con identidad
Luis Madrigal Aguilera, taller Sarchísueños
“Tuvimos el acompañamiento de excelentes profesionales de la UCR que nos enseñaron que, mediante procesos y alianzas, podemos crecer, al punto de que nuestros talleres se transformaron y nuestra mente también. Yo ahora veo el negocio y las posibilidades que tengo, este proceso me ayudó a darme cuenta de todo el trabajo que venía haciendo y que ahora, gracias a la UCR, puedo tener una visión de negocio que antes no tenía. Y, ahora, también entiendo que la tradición debe necesariamente estar convirtiéndose en innovación”.
Andrea Chacón Vargas, taller El Canto, diseño de prendas en la técnica de ornamentación de carretas típicas costarricenses
“Lo más valioso de participar en este proyecto de la UCR ha sido poder trabajar de la mano con artesanos que respetan muchísimo su labor y las tradiciones costarricenses. A pesar de que hay una brecha generacional significativa entre quienes integramos La Yunta, los más mayores nos enseñaron cómo es trabajar con amor por nuestras tradiciones. Y, a la inversa, ellos han aprendido de nosotras, las más jóvenes, que somos más tecnológicas. Por ejemplo, han entendido la digitalización como una herramienta para fortalecer sus negocios. Ha sido un aprendizaje en ambas vías, gracias a que construimos una cadena colaborativa con la guía de la UCR”.
Katia Fernández Mora, taller Souvenir Molina
“Al principio, pertenecer al proyecto de la UCR me dio miedo, porque era mucho compromiso, muchas tareas y reuniones, pero valió la pena. Por medio de mi participación en el proyecto de la UCR y de conformar entonces La Yunta, yo aprendí a valorar mi producto. Ha sido una bendición, mi tiendita no tenía cielo raso, gracias al aporte económico del proyecto ahora tengo cielo raso. Este proyecto de la UCR nos ha motivado a seguir y a no quedarnos estancados. La UCR con este proyecto como que nos activó otra vez y ahora en Sarchí cuando hay algún evento, feria o celebración cultural, invitan a La Yunta, porque el proyecto también nos dio mucha publicidad para que nos conocieran mejor”.
Cinthia Soto Murillo, taller de artesanías en madera Caoba
“Yo antes ya había pertenecido a varios grupos de artesanos, pero como que no era lo mío. Sin embargo, sí me sentí a gusto en el proyecto de la UCR, porque generó una muy buena química entre todos. Aprendimos muchas cosas nuevas, nos dieron un monto de dinero y cada uno de nosotros aportó otra parte, y nos enseñaron a administrarlo para que La Yunta fuera algo a largo plazo realmente. Esa conciencia la logramos gracias al acompañamiento de la UCR. Todos trabajamos en pro de todos, ya tenemos aliados y en Sarchí nos reconocen como un grupo”.
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