Hoy, cuando cierto sector de la sociedad está dispuesto a sacrificar las letras, las artes y las ciencias sociales en el altar de las ciencias exactas y la tecnología, Yordan Arroyo Carvajal decidió estudiar filología clásica, y lo está haciendo al más alto nivel: en la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca, un centro de estudios superiores con más de 800 años de existencia, el cual ha sido testigo de la evolución del idioma y la literatura desde tres siglos antes del surgimiento de la ciencia moderna.
Solo para tener una referencia acerca de la antigüedad de esta Casa de Estudios, cuando nació el autor referente de las letras españolas, Miguel de Cervantes Saavedra, en 1574, la Universidad de Salamanca ya contaba con 356 años de existencia, y es hasta ahora que un costarricense cursa un doctorado en estudios clásicos ahí. Se trata de un hijo de San Ramón de Alajuela, cuna de grandes poetas y amantes del idioma.
Pero el trayecto que llevó a Yordan hasta el Viejo Continente no fue fácil, sino que estuvo lleno de obstáculos y desafíos, los cuales logró superar a base de perseverancia e insistencia, convencido de que las letras son su vida y que morirá “emborrachado de libros”.
Con su título de Bachillerato en la Enseñanza del Español y Literatura bajo el brazo, comenzó a buscar una beca para especializarse en filología clásica en Europa, en vista de que la apertura del posgrado en Costa Rica debía esperar a que tuviera un mínimo de solicitantes. Tocó varias puertas y se le abrieron dos: una en España y otra en Portugal. Con viento en popa, el Atlántico parecía ser fácilmente navegable. Sin embargo, ocurrió lo nadie en el mundo esperaba: la pandemia por COVID-19.
Las medidas sanitarias hicieron que una de las universidades clausurara las residencias estudiantiles, mientras que la otra cerró por completo la recepción de nuevos estudiantes. Así las cosas, Yordan tuvo que desempacar sus maletas y aprender a vivir con el desánimo que lo embargaba. Aún así, volvió a postularse al año siguiente, solo que sin grandes esperanzas de ser seleccionado, porque se trata de becas que suelen tener muchos aspirantes.
Sin embargo, contra todos los pronósticos, fue electo y logró empezar su maestría en setiembre del 2021. Una vez finalizada, empezó sus estudios doctorales, no sin antes atravesar por otro desafío. Para optar por una beca para su doctorado debió esperarse un año, tiempo que duran algunas universidades europeas en enviar el título. Sin título, no podía solicitar una beca, y sin beca no podía iniciar sus estudios doctorales.
Ese tiempo lo pudo sobrellevar gracias al apoyo de personas cercanas, entre ellas el poeta Alfredo Pérez Alencart, un poeta bastante conocido en Salamanca, quien le abrió las puertas de su casa. Ahí vivió hasta que le llegó el título y pudo optar por una nueva beca.
Yordan Arroyo Carvajal, egresado de la UCR y estudiante de doctorado en la Universidad de Salamanca
Para alcanzar su sueño, Yordan se dispuso a sacrificar horas de sueño, tiempo con su familia y contacto con el lugar que lo vio nacer desde que ingresó a la Universidad de Costa Rica, porque la carrera de Filología Clásica solo se imparte en la Sede Rodrigo Facio. Fue así como combinó estudios entre la esa sede y la de Occidente, en San Ramón de Alajuela. Al menos tres días por semana debía salir de su casa cuando aún reinaba la oscuridad en el firmamento para pasar todo el día en la sede de la UCR en San Pedro de Montes de Oca. Los demás días, incluyendo los sábados, llevaba cursos en la sede de San Ramón.
“Creo que esa persistencia viene de ahí, de ese sistema educativo por el que yo opté. Eso me ayudó a ser más comprometido, a ser más disciplinado, a entender el término de la lejanía, porque cuando uno viaja ya tiene que desarraigarse cada vez más de la familia, ser un migrante en su propio país, porque para la gente que viene de las periferias, como San Ramón, Puntarenas, Limón y San Carlos, el brinco a la Rodrigo Facio es un vértigo, es encontrarse con compañeros y profesores distintos, con asuntos diferentes”, señaló Arroyo.
El paso a una sede con grandes edificios, con un sistema de aulas diferente, con metodologías de aprendizaje nunca experimentadas y con un trato interpersonal distinto al que estaba acostumbrado pudo sobrellevarlo gracias al incentivo que recibió de algunos docentes que recuerda con cariño y admiración. Entre ellos, destaca a Gabriela Cruz Volio y a Mijail Mondol López, ambos graduados de universidades alemanas, quienes dejaron una huella en su formación y lo inspiraron a perseguir su sueño al otro lado del Atlántico.
Yordan Arroyo Carvajal, egresado de la UCR y estudiante de doctorado en la Universidad de Salamanca
El alejamiento con su familia en razón de sus estudios en San José fue tan solo un entrenamiento para lo que experimentaría años después, cuando se encontró en Salamanca, España, totalmente solo, frente a otra cultura y con los limitados recursos de una beca. Recuerda que los primeros meses fueron “brutalmente duros” y que requirió de mucha fortaleza mental para dar la talla como estudiante en medio de su soledad y de una realidad ajena.
Y como si no fuera poco, el Viejo Continente lo recibió con el intenso frío de los últimos meses del año que, como bien lo había leído Yordan del poeta Antonio Machado, profundizaba los sentimientos de tristeza. “Ese frío incrementa esa soledad, incrementa ese vértigo, incrementa ese ardor de la ausencia de mi familia, de mis seres queridos, de la comida. Entonces, hay que ser muy fuerte emocionalmente y sacar las garras y mentalizarse en que estoy aquí para cumplir un sueño y resistir”, rememoró.
Según reconoce, el verdadero significado de la palabra “resistencia” lo descubrió cuando cursó Humanidades en la UCR. Ahí reforzó su gusto por la literatura, mientras que la historia y la filosofía abrieron su mente a tal punto que desechó muchas ideas y concepciones que traía de la educación secundaria para empezar de cero, montarse en el caballo de la criticidad, empezar a cabalgar en el mundo de la investigación y no conformarse con lo visto en clase.
Yordan resalta que este rasgo característico de quienes dicen “Soy UCR” le ayudó muchísimo para tener el nivel educativo que le demandó de entrada la Universidad de Salamanca. Además, agradeció la magnífica formación en métodos de investigación que recibió en su carrera porque le ha facilitado sus investigaciones de maestría y doctorado. Con lo que le ha tocado “fajase durísimo” es con el latín y el griego porque, como es de esperar, no hay punto de comparación porque, mientras en Costa Rica son materias que se estudian solamente si la persona escoge estudiarlas en la universidad, en España las imparten desde la escuela primaria.
Para Yordan, el estudio del latín y del griego no se limita al aprendizaje de dos lenguas, sino que, al igual que las matemáticas, consiste en construir pensamiento abstracto y, por ende, en diseñar un modelo de ciudadano que elabore sus propias herramientas para buscar alternativas y solucionar problemas. Adicionalmente, asegura que se obtiene mayor seguridad y capacidad de expresión.
“Como centroamericanos, debemos sentirnos muy orgullosos de esa formación que tenemos en la UCR. Ahora, con la coyuntura que está pasando contra el sistema, debemos defenderlo, porque no puede ser posible que quieran destruir un sistema tan importante. Yo puedo dar fe de que los mismos profesores en España reconocen el nivel de formación que hay en Costa Rica, y saben de la existencia de un grupo de personas que, aunque pequeño, está muy interesado en Grecia, en Roma, en lo que llaman estudios clásicos, y destacan el nombre de Costa Rica en ese sentido”, aseguró.
Yordan Arroyo Carvajal, egresado de la UCR y estudiante de doctorado en la Universidad de Salamanca
Yordan tiene muy claro su objetivo. Por eso desde su llegada a Salamanca no ha parado de estudiar y de aprovechar todas las oportunidades que se le han presentado para complementar su formación con otras experiencias, como la beca que está disfrutando en estos momentos en la Fundación Antonio Gala, la cual le permitirá desarrollar sus habilidades literarias en un internado de nueve meses, donde intercambiará experiencias con los demás participantes de España, México y Cuba. Su consigna es compartir con los demás compañeros becarios la poesía costarricense y centroamericana, convencido de que debe ser un vocero de la cultura de esta pequeña porción del continente americano, pródiga en literatura maravillosa, pero muy desconocida a nivel mundial.
Si bien Yordan no ha regresado a Costa Rica desde setiembre del 2021 por razones económicas, eso no ha sido obstáculo para mantener una fuerte conexión con el país. Siempre procura mantenerse informado del acontecer nacional y apegado a la literatura y a sus profesores. Con regularidad lo invitan a impartir talleres virtuales de escritura creativa y del formato de citación APA. También participa en todos los congresos de la UCR sobre estudios regionales y alimentando su revista literaria con nuevas reseñas e investigaciones.
Una entrada económica adicional nunca está de más, sobre todo si se vive solo en Europa y con una beca de subsistencia. Por eso, de vez en cuando Yordan acepta revisar una tesis, un trabajo que le generó bastantes ingresos mientras estudiaba en Costa Rica. Según cuenta, el hábito de que un profesional en filología revise una tesis antes de ser presentada es un rasgo muy costarricense que ha sido elogiado por las amistades que ha hecho tanto de Europa como de otros países de Hispanoamérica.
Sus estudios de maestría los aprovechó para compartir la literatura costarricense y centroamericana con sus profesores y compañeros, para quienes fue toda una grata revelación. Su trabajo de tesis giró en torno a las Penélopes en la poesía costarricense. Es decir, la presencia de este personaje de La Odisea en poetas como Mía Gallegos, una autora que cautivó a uno de sus profesores, quien no dudó en incluirla en su lista de escritores de gran calidad.
Su investigación le abrió puertas para dictar un curso en la misma Universidad sobre la presencia de Medea, personaje de la mitología griega, en la literatura costarricense y centroamericana. Además, fue invitado por la Universidad de Valencia para dictar un seminario sobre los mitos griegos en la literatura de Centroamérica, actividad que inició explicando la ubicación de América Central y los países que la integran, ante el desconocimiento generalizado de su público.
En su doctorado está ampliando su investigación de maestría. De ahí que está hurgando sobre la presencia del personaje de Penélope en la poesía escrita en lengua castellana de América Latina y España.
“Lo que uno estudia no debe ser solo para cumplir un trámite y para obtener un título, sino tratar de que eso le sirva para la vida. Ahora yo me encuentro investigando el tema del franquismo y del posfranquismo porque, curiosamente, en esa época, el personaje de Penélope, de La Odisea, de Homero, fue muy importante. Muchos hombres que se iban a la guerra incentivaron la idea de que ellos eran Ulises y la mujer se quedaba en la casa esperándolo. Hay muchos textos en ese contexto. Tal es el caso de Francisca (Paca) Aguirre y su poemario de 1970. Hay que analizar el marco en el que ella se inscribe, un contexto que invisibilizaba y le quitaba muchas posibilidades a las mujeres, hay que sentarse y entender por qué este tipo de personas rompen con esa visión. Entonces es una Penélope que ya no quiere esperar, es una Penélope que se opone a los esquemas conservadores del franquismo”, adelantó Arroyo.
En este sentido, advierte el surgimiento de nuevos fascismos en el mundo y la importancia de que las personas se nutran de la historia para no repetir las atrocidades que se cometieron bajo regímenes que empezaron con palabras y discursos muy convincentes, pero que, en el fondo, tenían muy malas intenciones. “Para evitar esto se puede recomendar buenas lecturas a la gente y advertirle que lo que estamos viendo tiene índices de un posible fascismo, de un posible régimen autoritario. Estamos a tiempo de abrir los ojos. Para después ya es tarde”, alertó.
Yordan Arroyo Carvajal, egresado de la UCR y estudiante de doctorado en la Universidad de Salamanca
Contrario al imaginario que aprendió desde niño de cómo es la gente en España, a Yordan le ha resultado asombroso descubrir la cantidad de dialectos, lenguas y distinciones lingüísticas que hay en España. Por ejemplo, no es lo mismo escuchar cómo habla un andaluz que un gallego, y hay grandes diferencias entre al acento de un canario y un catalán.
Su afinidad por las artes y las letras las trae consigo desde niño. No obstante, cuando llegó el momento de escoger una carrera optó por Medicina e hizo el intento de ingresar a ella en dos ocasiones, sin resultados positivos. Pero cuando una puerta se cierra, otra se abre. El dilema vocacional le permitió redescubrirse y explorar un camino que le ha resultado sumamente placentero.
“Recuerdo que un trabajador social de la UCR me había hecho un test. Él me dijo que mi perfil le arrojaba que yo quería trabajar con personas y que mi sueño de salvar vidas también podía ser el de un educador, porque tenía que tomar en cuenta que el educador también salva vidas a través de la palabra. Eso también me lo dijo el profesor Manuel Alvarado Murillo, un profesor de Puntarenas, a quien admiro muchísimo. Cuando me mostraron una lista de carreras y vi Literatura, yo me fui ahí”, recordó.
Una vez en la carrera de Enseñanza del Castellano y la Literatura, se enamoró del griego, del latín y de las historias mitólogicas de las antiguas Grecia y Roma. Fue ahí cuando sus profesores lo animaron a estudiar Filología Clásica en la Sede Rodrigo Facio y Yordan abrazó aquella invitación con tanta fuerza y pasión que no ha habido impedimento alguno que lo haya detenido en su crecimiento académico. En aquel momento, significaba conseguir los recursos económicos para financiarse dos carreras en dos sedes diferentes. Más adelante, a buscar becas que lo llevaran al lugar donde hoy se encuentra.
“De pequeño, yo era muy futbolista, pero nunca dejé de lado los estudios. Solo por un período de dos años, por dificultades económicas, tuve que salirme de la UCR y luego retorné y ya dejé totalmente el fútbol. Mi sueño era jugar en España. Ese fue mi gran sueño. Luego, dejé el fútbol y me enamoré de los estudios en la UCR, de esas clases impresionantes de filosofía, de historia, de humanidades y ahí entendí que el sueño se mantenía de ir a España, pero ahora iba a hacerlo en el ámbito del estudio.
“Por eso, a partir el 2017 empecé a buscar becas como loco. Yo dedicaba horas. La gente debe comprender que esto no llega a la puerta de la casa, que es gratis. Yo dedicaba horas, en la madrugada, metiéndome a buscar becas, revisando los perfiles, revisando lo que pedían, hasta que cayó la oportunidad, pero fue una oportunidad que se dio a partir de búsquedas y de insistencia”, relató Arroyo.
De niño, Yordan recuerda que en su casa tenían una biblioteca bastante grande que él se encargó de incrementar significativamente apenas empezó a manejar pequeñas cantidades de dinero. Ya en la Universidad las compras de libros se hicieron más frecuentes, al punto de colmar su casa y tener que pedirle a un amigo rescatista literario que resguardara más de la mitad de su biblioteca antes de partir hacia España.
“Recuerdo que en mi biblioteca había mucha literatura infantil. Recuerdo ediciones de Cocorí, un libro con el que me crié y me encantaba, ediciones de El Principito, texto que me encantaba, hacía dibujos de El Principito. Recuerdo toda esta literatura impresionante como El gato con botas, Pinocho, Caperucita. Yo consumí muchísima literatura infantil. Los viajes de Gulliver, que creo que ese es el primer acercamiento con La Odisea, esa fantasía por la literatura de viajes. Por ahí debe quedar todavía registro de esos libros con los que me crié. Era tantísima que era imposible no sentir pasión por ese ámbito”, reseñó.
Pero los libros por sí solos no hacen la diferencia. Junto a ellos, Yordan no olvida a una de sus cinco hermanas mayores, quien era la que le leía cuando él aún no aprendía a hacerlo. También recuerda otro tipo de estímulos familiares hacia las artes y la historia, como cuando lo llevaban a visitar museos.
“No es lo mismo que una persona se forme en un ambiente lector, en un ambiente donde lo estimulen, en donde lo apoyen, en donde lo acerquen a museos, donde lo acerquen a talleres, que un adulto ponga a un niño a hacer dibujos con plastilina o con crayolas, a ver cuentacuentos, a un niño que no tenga esta posibilidad. Yo sí creo que sí pesa mucho el ambiente familiar”, subrayó.
Yordan Arroyo Carvajal, egresado de la UCR y estudiante de doctorado en la Universidad de Salamanca
Conforme Yordan ha ido alcanzado sus anhelos, otros más se agregan a su lista. Su sólida formación en Filología Clásica y su pasión por la literatura lo hacen soñar con convertirse en docente universitario o desempeñarse como embajador o agregado cultural de Costa Rica en España para seguir difundiendo la cultura nacional y convertirse en un puente entre comunidades costarricenses y españolas. Pero el gran sueño de su vida es escribir varios libros sobre la presencia de los clásicos griegos y romanos en autores costarricenses.
“Quizás sea mi proyecto de vida, de morir, una de las cosas con las que más sueño, publicar libros como la lectura teosófica de los griegos en Roberto Brenes Mesén, la lectura de los griegos en Mía Gallegos, la lectura que hacen los integrantes de la Academia Costarricense de la Lengua de textos de autores griegos y romanos. Ese es mi mayor sueño, emprender ese gran camino de investigación y, en la medida de lo posible, también tratar de incorporar a Centroamérica y a Hispanoamérica”, confesó Arroyo.
Yordan es consciente de que la Filología Clásica no tiene tantas oportunidades laborales como otras disciplinas, pero lo más importante para él es estudiar lo que ama. Además, asegura que su carrera lo ha ayudado a enriquecer su léxico y a tener mayor seguridad al comunicarse con otras personas. Para él, conseguir trabajo está en un tercer plano.
“Cierto que la gente no vive de aire, pero no creo que haya dinero que compre el momento mío de estar en una clase de literatura griega, o de mitología griega, o de griego, que todavía sigo y moriré estudiando griego, porque esa pasión que se enciende, eso no lo compra nada, no hay dinero alguno que lo compre. Si uno no siente esa pasión, esa química por ese momento, por esa clase, quizás está en el lugar incorrecto. Ahí sí vale preguntarse: ¿estoy estudiando lo que quiero?”, reflexionó Arroyo.
Yordan Arroyo Carvajal, egresado de la UCR y estudiante de doctorado en la Universidad de Salamanca