Escuela ubicada en la Península de Osa (foto con fines ilustrativos).
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.Los incentivos económicos muestran ser un recurso valioso para incrementar entre un 8 % y 22 % la probabilidad de que las personas docentes acepten trabajar en zonas desfavorecidas.
Sin embargo, los resultados de una investigación llevada a cabo por la Universidad de Costa Rica señalan que combinar incentivos financieros con otro tipo de apoyos, como recursos pedagógicos adecuados o la posibilidad de colaborar con otros docentes experimentados, puede elevar la aceptación en más de un 30 %.
Estos son dos de los resultados de una investigación presentada durante la exposición de la profesora de la Escuela de Economía de la Universidad de Costa Rica (UCR), Valeria Lentini Gilli, quien hizo referencia a datos publicados en la revista Economic Analysis Policy. Esta presentación se realizó en el marco de la conferencia Evidencia sobre evaluaciones en Educación en Latinoamérica y el Caribe - Costa Rica, realizada por la UCR y el Jameel Poverty Action Lab Latinoamérica (J-PAL)
Ambas conclusiones coinciden con evaluaciones rigurosas realizadas en diversos países de América Latina y evidencian la necesidad de contar con un enfoque más integral para combatir la falta de personal docente en áreas rurales y económicamente deprimidas.
El estudio identificó que las condiciones adversas en estas zonas, como la falta de infraestructura, los bajos salarios y la distancia hacia los centros urbanos, imponen importantes sacrificios personales y familiares a los docentes.
Todas estas dificultades reducen la posibilidad de que el personal docente se interese en trabajar en zonas desfavorecidas y complican la retención de quienes ocupan plazas en esos centros educativos.
Además, las diferencias para atraer profesores entre esas escuelas y colegios con respecto a otros ubicados en lugares más accesibles perpetúan la desigualdad para optar por una educación de calidad en perjuicio las regiones más vulnerables del país.
“Esto hace que la persona docente tenga que hacer sacrificios familiares y profesionales, lo que les motivan a movilizarse rápidamente”, comentó Yanira Xirinachs Salazar, directora de la Escuela de Economía e investigadora participante del estudio.
Según Xirinachs, la rotación constante de docentes en estas áreas afecta también gravemente la continuidad del proceso educativo. Esto porque no se logra un vínculo duradero entre maestros, estudiantes y sus familias, lo que es clave para fomentar un ambiente de aprendizaje estable y eficaz.
Atraer docentes a trabajar con buenos salarios y otros beneficios en las remuneraciones son pasos firmes para solucionar este embrollo. Sin embargo, estos, por sí solos, no son suficientes para retener docentes en zonas rurales o desfavorecidas.
De acuerdo con la investigadora de Economía, se ha demostrado que maestras y profesores tienden a abandonar estas posiciones con relativa rapidez si no se acompañan de otras medidas complementarias, como oportunidades de desarrollo profesional o apoyo emocional y social:
Lo anterior, expresa Xirinachs, refleja una necesidad urgente de revisar el sistema de reclutamiento docente implementado por el Ministerio de Educación Pública (MEP), que en su estado actual no parece adaptarse a las complejidades de las diferentes regiones del país.
En este mismo análisis, la investigación de la UCR sugirió que la revisión del proceso de asignación de plazas y una mejora en los criterios utilizados para seleccionar docentes serían los primeros pasos para mitigar este problema. También propuso que se diseñen incentivos más allá de lo financiero, como trabajar con pares altamente calificados, la provisión de recursos educativos y tecnológicos o dar opciones de vivienda prestada o transporte que hagan más atractiva la permanencia en estas zonas vulnerables.
Algunos de estos incentivos de movilidad pueden atraer docentes con vocación e interés de trabajar en escuelas y colegios de bajo rendimiento donde pueden marcar una diferencia, a la vez que se reduce la dependencia de opciones exclusivamente salariales. Esto también aportaría flexibilidad al sistema administrativo del MEP para ofrecer incentivos de acuerdo con sus capacidades financieras.
La investigación señala que el sistema actual de asignación de plazas hace que las zonas más vulnerables sean actualmente seleccionadas por docentes jóvenes o con menos experiencia, quienes a menudo ven estas posiciones como temporales, antes de trasladarse a áreas más favorables.
Los efectos de este problema en la estabilidad del personal educativo no solo se reflejan en la falta de continuidad docente, sino también en la creciente brecha educativa que afecta de manera directa la movilidad social del estudiantado.
Además, la presencia duradera de maestros comprometidos y capacitados puede hacer una diferencia significativa en el rendimiento académico de los estudiantes, así como en su permanencia en el sistema educativo. Estos profesionales juegan un papel crucial en acompañar y motivar al alumnado, fomentando su interés por el aprendizaje y evitando la deserción escolar.
La permanencia del estudiantado en las aulas dentro de zonas económicamente deprimidas no solo es un reto para el país, sino que forma parte de los problemas que enfrentan los diversos países latinoamericanos.
Así lo enfatizó María Paz Monge, gerenta de Políticas Públicas y Comunicaciones de J-PAL, quien señaló que existen dos desafíos extraídos de las investigaciones llevadas a cabo por su organización: la asistencia del estudiantado en las escuelas y colegios, pero también que el aprendizaje sea efectivo y de calidad.
Según la vocera de J-PAL, otro factor que afecta el proceso de aprendizaje es la uniformidad en la transmisión de los contenidos para todos los grupos , en lugar de tomar en cuenta las capacidades o falencias de cada estudiante.
Por esa misma razón, comentó que la combinación de enfoques pedagógicos personalizados ha generado mejoras tangibles en el aprendizaje. Un ejemplo de lo anterior son las adaptaciones que toman en cuenta el nivel de conocimiento que cada estudiante ha captado previamente, particularmente cuando se trata de personas con rezagos en áreas básicas, como matemáticas o lectura.
En términos de permanencia escolar, los resultados también apuntan a la importancia de involucrar a las familias en el proceso educativo. A través de programas comunitarios y de tutorías escolares, se busca crear un entorno en el que tanto el estudiantado como sus familias comprendan el valor de la educación a largo plazo, disminuyendo así los índices de abandono escolar.