Este objeto es una de las 60 piezas que el público podrá observar en la exposición: Guayabo: el trayecto de nuestra gente, a partir de este domingo 13 de agosto. Foto cortesía del Museo Omar Salazar Obando.
Hasta hace poco tiempo, la arqueología nacional creía que las poblaciones precolombinas del centro del país (y particularmente, las que habitaban en Turrialba) se alimentaban principalmente de maíz, siguiendo los hábitos de los grupos mesoamericanos. No obstante, los productos que consumían estos habitantes eran mucho más diversos de lo que se pensaba.
Diversas investigaciones realizadas por arqueólogos de la Escuela de Antropología de la Universidad de Costa Rica (UCR) a raíz de las excavaciones de piezas precolombinas en Guayabo, que custodia el Museo Nacional, hallaron restos de plantas leguminosas (posiblemente de frijol) e incluso hasta huesos de peces, estos últimos originarios posiblemente de la costa caribeña de lo que hoy es Costa Rica, según las investigaciones del arqueólogo de la UCR, Gerardo Alarcón Zamora.
El Monumento Nacional Guayabo, que justamente cumple 50 años desde su creación este domingo 13 de agosto, ha sido fundamental como sitio de excavación y estudio de los nuevos hallazgos arqueológicos.
Este lugar cuenta con una extensión de unas 20 hectáreas y se ubica en el distrito de Santa Teresita de Turrialba. Se sabe que estuvo poblado desde mil antes de Cristo (a. C.) hasta el 1400 después de Cristo (d. C.), aunque su época de mayor auge social fue tras el 800 d. C., cuando se construyó la infraestructura que aún hoy se puede observar (en algún momento entre el 900 y el 1100 d. C).
Fue justamente en ese sitio donde, durante la excavación de una tumba, un equipo de arqueología halló cuatro objetos de cerámica que albergaban restos de leguminosas carbonizadas. Esto ofreció una nueva luz sobre el consumo de este tipo de producto, que se cree son frijoles, en esa zona de la Depresión Central del país después del año 300 d. C., según comentó Fernando Camacho Mora, coordinador del Museo Omar Salazar Obando, de la Sede del Atlántico.
Camacho destacó que si bien el frijol, junto con el maíz y el ayote formaban parte de las milpas indígenas mesoamericanas antes de la conquista española, en la región central de Costa Rica no hay rastros de este sistema de siembra, por lo que se pensaba que este no era tan común como se sabe ahora, tras el hallazgo de estos restos.
Por otra parte, los restos del pez fueron hallados durante las excavaciones hechas en un fogón que estaba cerca del basamento o montículo principal del Monumento Nacional Guayabo.
Este descubrimiento de huesos de pescado – y específicamente, un róbalo – tiene, cuando menos, dos datos de gran importancia para la arqueología nacional. La primera ya está dicha: representa la diversidad alimentaria de la que disfrutaban los pobladores de Guayabo. La segunda es que abre el portillo para analizar cómo llegó un pez hasta la mesa de aquella población prehispánica.
De acuerdo con el coordinador del Museo Omar Salazar Obando, existen varias hipótesis, pero ninguna de ellas comprobadas. Una es que los exploradores de Guayabo hayan ido hasta lo que hoy es la costa limonense para pescar estos ejemplares. Otra es que haya existido algún tipo de contacto con otros grupos indígenas que habitaran la zona caribeña y con los que se hiciera algún tipo de trueque de productos hacia y desde Guayabo.
En todo caso, Camacho asegura que, cualquiera que sea la hipótesis correcta, la presencia de este pez en Guayabo habla de una unidad cultural que primaba en la zona caribeña.
Las investigaciones arqueológicas hablan de un largo periodo de poblamiento en Turrialba, que empezó incluso hace 15 mil años con la llegada de los primeros grupos humanos nómadas en el país y que no se ha detenido hasta la actualidad. De hecho, parte de los hallazgos que iniciaron de la década de los 70 del siglo pasado relacionados con los objetos del Museo Nacional que estarán en la exposición, arrojan nuevas luces en la forma como se pobló el valle de Turrialba.
Por ejemplo, entre estas piezas se observa una combinación de tecnologías: una lítica (o de piedra) que venía del norte de América y otra, también lítica, que provenía de Sudamérica. Esto queda en evidencia en las lanzas de cacería, que incorporaban elementos como las puntas clovis (propias del norte), y las puntas tipo cola de pez (originarias del sur), lo que refleja las influencias y la diversidad en el poblamiento de esta zona del país.
El coordinador del Museo situado en la Sede del Atlántico además evidenció que la gran variedad de materiales, como piedra, jade, cerámica y oro, habla de las distintas habilidades que fueron adquiriendo aquellos pobladores desde hace incluso 4 mil años atrás y que son la viva muestra de la complejidad que llegó a alcanzar aquella sociedad.
Camacho informó que en la exposición también será posible admirar objetos relacionados con la conquista española en la zona, propios del siglo XVI, como collares de vidrio entregados por los europeos a las poblaciones autóctonas.
Pese a esta gran cantidad de datos relacionados con aquellas sociedades precolombinas, aún se desconoce con exactitud cuántas personas pudieron haber habitado Guayabo o incluso Turrialba antes del establecimiento del Imperio Español en este territorio.
Como homenaje a los 50 años de la creación del Monumento Nacional Guayabo, el Museo Omar Salazar Obando inaugurará este domingo 13 de agosto una exposición con 60 objetos precolombinos extraídos de Guayabo y Turrialba.
Este montaje, llamado Guayabo: el trayecto de nuestra gente, es una coproducción entre la Sede del Atlántico, la Escuela de Antropología de la UCR y el Museo Nacional. Muchos de los objetos que el público podrá observar serán expuestos por primera vez en Turrialba, con información que data desde inicios del siglo XIX hasta la actualidad. La directora del Museo Nacional, Ifigenia Quintanilla Jiménez, destacó la relevancia que tiene esta muestra como un homenaje a las culturas ancestrales que habitaron Guayabo y todo el valle turrialbeño.
Entre los tipos de artefactos y piezas que se podrán observar, destacan los grandes objetos, como mesas o lápidas; hasta otros más pequeños, relacionados con el consumo de alimentos y la comida en sí. La exposición estará abierta al público hasta el 24 de agosto del 2024. Su horario será de lunes a viernes, de 8:30 de la mañana a 12 mediodía y de la 1 a las 4:30 de la tarde.