Ellos son los profesores M. Sc. José Vargas Hidalgo, arquitecto (izquierda), y M. Sc. Luis Durán Segura, antropólogo, ambos de la Escuela de Arquitectura de la UCR y creadores del taller archivo.ciudad.arquitectura. Foto Laura Rodríguez.

En agosto del año 2022, gracias a un concurso interno de la Escuela de Arquitectura (EA), iniciamos un nuevo taller de diseño que se interesó por estudiar diferentes documentos del San José de la segunda mitad del siglo XX.

Este taller, archivo.ciudad.arquitectura como lo nombramos, pertenece al último año de carrera y ocupa, desde entonces, buena parte de nuestras labores docentes e investigativas.

La idea principal, con la que partimos un arquitecto y un antropólogo interesados en la historia, fue poner en valor el archivo como herramienta proyectual, esto es, la reanimación del archivo como dispositivo que permite pensar y desarrollar diferentes proyectos especulativos para la capital costarricense.

La lectura de autores como Michel Foucault, Michel de Certeau y Jacques Derrida, en este camino, nos ha proporcionado ideas sobre el archivo como un sistema político, económico y cultural.

Las contribuciones recientes de Beatriz Colomina, Suley Rolnik y Albena Yaneva nos han llevado a entender el archivo no como un depósito de cajas repletas de hojas decoloradas y de objetos polvorientos, como tradicionalmente se imagina, sino como una plataforma para problematizar las relaciones entre el pasado, el presente y el futuro de la ciudad y la arquitectura. Y el aporte de Mark Wigley, en particular, nos ha motivado a concebir el archivo como un recurso para promover prácticas experimentales de diseño.

Sobre esto último, en archivo.ciudad.arquitectura impulsamos ejercicios de experimentación visual y escritural que, de manera inicial, intentan diferenciarse de las entregas convencionales de un taller de diseño (un análisis de sitio, un programa o un anteproyecto). Estos ejercicios, por consiguiente, han implicado la identificación, sistematización, apropiación y manipulación de los archivos considerando sus cualidades simbólicas, funcionales, informativas, materiales y formales.

Se premia así una labor de conceptualización y representación, que invita a las personas estudiantes a crear nuevos acercamientos productivos al archivo para hacerlos aparecer en sus reflexiones sobre ciudad y arquitectura.

El taller se ha interesado por adoptar una metodología de seminario, basado en un ambiente de cooperación, una suerte de laboratorio común, en donde las personas estudiantes han tenido la posibilidad de, por un lado, abordar sus intereses personas e inquietudes académicas construidas a lo largo de su formación, y por el otro, construir colectivamente sus aprendizajes por medio del diálogo y de la realimentación.

Esta apuesta pedagógica ha permitido consolidar compromisos y posiciones compartidas sobre las temáticas tratadas, y ha hecho que las personas estudiantes se involucren de manera activa en sus propios procesos de investigación y creación.

Actualmente, en archivo.ciudad.arquitectura nos encontramos explorando los archivos de un edificio particularmente significativo de la década de los ochenta: el OMNI, diseñado por el arquitecto Álvaro Rojas Quirós en 1978 e inaugurado en 1982.

Ese edificio, a diferencia de los centros comerciales de extensión horizontal de la década de los setenta, como el Centro Comercial del Guadalupe de 1973 y Centro Comercial del Sur de 1979, propuso un desarrollo vertical con un novedoso programa arquitectónico que albergó oficinas y estacionamientos en los pisos superiores, y locales comerciales y servicios varios en los inferiores.

La exposición de archivos arquitectónicos se encuentra actualmente en el primer piso del edificio de la Escuela de Arquitectura. Foto Laura Rodríguez.

No sobra decir que el OMNI permanece en la memoria colectiva de muchas personas que, como nosotros, lo visitaron en la década de los noventa por la oferta de entretenimiento que ofreció (restaurantes, cines, salas de juegos, etc.).

En su momento, el OMNI destacó por innovar con materiales, tipologías arquitectónicas y formas de vinculación con el espacio urbano.

Primero, al utilizar mallas espaciales de tubo metálico que sirvieron de estructuras ligeras para cubiertas y cielos, y el uso del concreto expuesto que aprovechó las ventajas plásticas y estéticas de este material. Segundo, al proponer un espacio en el interior del edificio a manera de plazoleta y utilizar zonas intermedias cubiertas dando una sensación de espacio semiabierto. Y, tercero, al eliminar parcialmente los controles de acceso para provocar una circulación diagonal con salida a una calle (Calle 3) y a una avenida (Avenida 1).

Una de las características de este taller es que fue ideado como un espacio de laboratorio, en el que las y los estudiantes pueden intercambiar analizar las propuestas recopiladas, compartir conceptos y experimentar propuestas que amplíen su formación académica. Foto Laura Rodríguez.

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En el taller disponemos de un amplio archivo del edificio. Más de 50 croquis, planos, cortes, elevaciones, maquetas, notas y fotografías facilitadas por el mismo Álvaro Rojas Quirós, quien además ha compartido con las personas estudiantes, dentro y fuera de las aulas, sus recuerdos de esta obra.

Un ejemplo de los ejercicios que se han realizado en el taller. Foto Laura Rodríguez.

Una imagen del interior del OMNI en 1982. Foto cortesía de Álvaro Rojas Quirós.

El conjunto de documentos fue digitalizado con ayuda del Laboratorio de Fabricación Digital de la Escuela de Arquitectura y dispuesto para la exploración de las personas estudiantes por medio de plataformas virtuales.

Un dibujo de la perspectiva del edificio OMNI de 1978. Imagen cortesía Álvaro Rojas Quirós.

Por ahora, los trabajos han recurrido a propuestas de reconceptualización radical del objeto edilicio y su contexto inmediato, utilizando diferentes medios audiovisuales como el diagrama, el mapeo, el dibujo, el collage, el video, la musicalización, entre otros.

Algunas procesos de trabajo retrospectivo y prospectivo, que han surgido en el inicio de este taller, son: las transformaciones del edificio en distintos periodos de crisis económicas; las posibles respuestas de los objetos arquitectónicos antes futuros próximos y lejanos; las rupturas y continuidades de espacios comerciales; las políticas de la obsolescencia y el abandono; la apertura del edificio a las contingencias de la vida urbana; los efectos de las remodelaciones y renovaciones en la calidad espacial; y las posibilidades de la reprogramación y el rediseño.

El balance de esta experiencia, aunque preliminar, nos ha reafirmado la importancia de los archivos en la enseñanza de la arquitectura. Los archivos nos remiten a las maneras en qué pensaron y modificaron nuestros entornos y, por lo tanto, son una fuente invaluable para el conocimiento histórico.

Sin embargo, los archivos también propician prácticas de diseño que permiten experimentaciones sobre lo imaginado y lo realizado, lo construido y no construido, lo conservado y lo destruido, lo permanente y lo temporal.

Esta riqueza brinda la oportunidad de fomentar intercambios y lecturas propositivas del archivo no solamente como “fondos” antiguos, sino como detonante de vocaciones creativas. Creemos que los archivos necesitan una lectura a contrapelo como afirmó Walter Benjamin. Los archivos necesitan ser reconsiderados como una excusa para narrar el pasado de manera alternativa y para conjeturar políticamente los porvenires.

En la Sala de Exposiciones de la Escuela de Arquitectura, temporalmente, se encuentran tres paneles y una mesa de madera que pueden ser visitados y que funcionan como registro “vivo” de estos procesos de trabajo con los archivos.