Hoy en día ninguno de nosotros tiene dificultades en aceptar que no existe una verdad única, y estamos abiertos a cuestionar cualquier postura que tienda a imponerse como criterio absoluto de veracidad por medio de posiciones hegemónicas y de carácter discriminatorio. Existe una clara apertura a la escucha de voces de sectores que en otros momentos fueron marginados por presentar una visión diferente de lo que ellos consideraban como su verdad. Este es, sin duda, un elemento sumamente positivo, el cual desde la academia se ha asumido como una tarea primordial para iluminar las diversas discusiones presentes en la sociedad contemporánea.
No obstante, es necesario realizar una distinción fundamental, ya que no es lo mismo la crítica dirigida hacia una noción de verdad construida desde una visión dogmática y anquilosada, ajena a la realidad de muchas personas, que la negación de la existencia, necesidad y validez de la noción de verdad. Esta impugnación a la verdad, en su esencia misma y a su vigencia en las relaciones cotidianas, es comúnmente conocida como posverdad, fenómeno que plantea importantes retos y desafíos a las Humanidades, tal como detallamos a continuación.
La posverdad puede concebirse como un diagnóstico de la situación que enfrenta la sociedad actual, en la cual se evidencia un cuestionamiento de la fiabilidad del saber mismo y una incertidumbre en torno a los fundamentos que guían la acción humana. Debido a su actualidad, aún se encuentra pendiente la revisión de aspectos claves de su estudio, tales como su delimitación, valoración y definición de perspectivas. Específicamente puede afirmarse que este término alude de manera directa a la superación de la verdad, de la cual se aduce que ha sido superada por elementos de orden más prioritario como los intereses particulares, los sentimientos y el manejo del poder, esto incide en la pérdida de incidencia de los ámbitos intelectuales y sociales.
Cabe mencionar que se trata de una manifestación cultural de orden transversal, que no se limita a la filosofía, sino que se encuentra presente en diversos espacios: la comunicación social, la tecnología, el derecho o la política. Por lo que su abordaje debe realizarse desde una perspectiva interdisciplinar.
Implica también el uso de otras categorías conceptuales novedosas, como pseudo mentiras, poshistoria, translibertad, hechos alternativos y orden mundial, entre otros. Es de vital importancia tomar en cuenta que, si la verdad ha sido cuestionada en su nivel más profundo, se justifica de alguna manera el uso de la mentira y el engaño en los diversos contextos sociales, tal como se visualiza en no pocos ejemplos presentes en las redes sociales. En esta línea, Juan Antonio Nicolás, catedrático de la Universidad de Granada y director de una variedad de proyectos de investigación sobre esta temática, distingue nueve dimensiones de la posverdad[1] que se encuentran íntimamente relacionadas, y de las cuales se pueden considerar de especial atención para las Humanidades las siguientes.
Dimensión lingüística – comunicativa. Desde la posverdad se comprende la proliferación de noticias falsas (fake news, bulos) presentes en diversos ámbitos comunicativos, no solamente en el periodístico, sino también en espacios propios de las redes sociales, como en los argumentos de muchos youtubers o influencers. Además, existe un control en el flujo de la información, pues puede hablarse de consorcios internacionales que imponen sus propios criterios y filtros a la información divulgada.
Dimensión sociológica - política. En relación estrecha con la dimensión anterior, se evidencia una influencia directa de la posverdad en la conformación de la opinión pública, por medio de la manipulación de la información con el objetivo de alcanzar intereses particulares. Significa que la difusión de información falsa puede llegar a incidir en la toma de decisiones políticas, en este caso sería la neutralización de la verdad en beneficio de un grupo político concreto. Aspecto que toma proporciones diversas, incidiendo desde la aprobación de un proyecto político- económico, hasta la elección de la presidencia de un país.
Dimensión psicológica. En un escenario saturado de información, el individuo se ve afectado en su capacidad de discriminar entre la veracidad y la falsedad. Por lo que en no pocas ocasiones se tiende a aceptar lo que previamente se considera como fiable, generando un conformismo acrítico y una mayor resistencia hacia aquello que puede generar cuestionamiento o ruptura con los saberes establecidos.
Dimensión histórica- literaria. Las distorsiones a la verdad son evidenciables cuando cierto grupo de poder realiza su propia reconstrucción de la historia, imponiendo su propia visión de los hechos. Aspecto que puede llegar a la negación de hechos históricos claves en la construcción de un pueblo, con tal de alcanzar sus propios intereses. De ahí que no sea casualidad que los gobiernos dictatoriales utilicen este mecanismo para ejercer una represión sobre los medios de comunicación, imponiendo sus propias instancias oficiales.
De acuerdo con estas dimensiones, se nos permite elucidar algunas conclusiones relacionadas directamente con las Humanidades y la pertinencia de una formación general y crítica acorde con los tiempos que corren.
La verdad que ha sido superada es la proveniente de la racionalidad moderna ilustrada. La verdad posee múltiples aristas y expresiones, por lo que es necesario enfatizar que la concepción de verdad que actualmente se encuentra en crisis, es la que históricamente ha acompañado a los postulados de la modernidad. Fruto de los cuestionamientos a los presupuestos, que han llevado a la construcción de una razón de orden instrumental, tal como lo han denunciado autores como Horkheimer o Marcuse.
Verdad y posverdad conviven en la sociedad actual. Quiere decir que la verdad como elemento configurativo del ser humano no ha desaparecido del contexto social. Aún en medio de un horizonte plasmado de noticias falsas y apropiaciones del saber con intereses particulares, es posible visualizar elementos relacionados con el estatuto de la verdad culturalmente congruentes con el bien.
Necesidad de profundizar en las diversas concepciones actuales de la verdad. Desde pensadores como Nietzsche o Heidegger son visibles de nuevas aproximaciones a la verdad estructuradas en torno a aspecto no estrictamente racionales como la vida o el arte. Autores como Juan Antonio Nicolás y María José Frápolli han realizado una clasificación en la que hablan de siete tipos de verdad presentes en la reflexión filosófica contemporánea[2]
La clave radica en tomar de estas nuevas visiones los aportes que más enriquezcan la reflexión y el análisis. Posiciones como la de Xavier Zubiri que asume los sentimientos y la voluntad como aspectos claves de la intelección o Ignacio Ellacuría con una propuesta de verdad elaborada desde el marco de la experiencia e iluminada por la realidad histórica, pueden enriquecer esta discusión[3] y posicionar el valor de la dignidad humana ante esta afrenta. da: Comares, 2022).
Formación crítica desde las Humanidades. Desde la enseñanza de las Humanidades acogemos la necesidad de un saber crítico ante la mentira y la falsedad presente en el discurso público. Donde se promueva la verificación de los datos recibidos y una correcta utilización de los recursos tecnológicos, a partir de la colaboración en la construcción de una posición personal ante los diversos problemas contemporáneos. Esta es la misión que perseguimos y el compromiso que mantenemos con el mandato estatutario de contribuir con el desarrollo de pensamiento crítico.
([1] Cf. Juan A. Nicolás, “Posverdad: cartografía de un fenómeno complejo”, Diálogo filosófico, 105 (2019): 302-340. Véase también su artículo “¿Posverdad? No gracias”, en La posverdad o el dominio de lo trivial, edi. por Lourdes Flamarique y Claudia Carbonell (Madrid: Encuentro, 2019), 32-58.)
(2Cf. Juan A. Nicolás y María J. Frápolli, Verdad y experiencia (Granada: Comares, 1998), 1-44.)
(3 En este sentido pueden analizarse las reflexiones sistematizadas en torno a la dimensión práctica de la verdad por José M. Chillón, Ángel Vera y Luca Valera, Verdad práctica. Un concepto en expansión ((Granada: Comares, 2022).
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