Grettel Méndez y Mariela Richmond, ambas docentes universitarias fueron galardonadas con el Premio Nacional de Artes Visuales Francisco Amighetti, por la exposición "La Santa Luchona: la patrona de las que luchamos en las calles" lanzada en el marco del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (foto: Laura Rodríguez).
Con la mirada fija en darles voz a todas las mujeres y en reivindicar su rol fundamental en la sociedad, las profesoras y artistas Grettel Méndez Ramírez y Mariela Richmond crearon, junto con la colectiva Las Hartas, la intervención artística “Santa Luchona: la patrona de las que luchamos en las calles”. Esta obra las hizo merecedoras del Premio Nacional de Artes Visuales Francisco Amighetti 2022.
Se trata de una exposición que realizó Las Hartas, en el marco del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo. Esta incluyó una instalación artística, una performance, exvotos (ofrenda pictórica) y una marcha liderada por la figura de “la Santa Luchona”. El fin era retratar, de forma simbólica, política y poética, la fuerza de la lucha feminista y de la defensa contra el patriarcado.
Este proyecto de investigación-creación logró extraer del imaginario colectivo el tema de la espiritualidad y del rito, para traerlos a la actualidad, y de forma metafórica y simbólica proponer e instaurar una figura de alter santa y patrona: “La Santa Luchona”, la cual acuerpa las voces, las forma de ser y de resistir de todas las féminas.
Mariela Richmond, una de las creadoras de la exposición, manifestó que la figura de la Santa Luchona viene a ser un elemento articulador de todas esas voces y una “energía mayor” que acompaña la lucha.
“Ya son más de diez años de trabajar con la temática de la lucha feminista, reivindicando el valor de distintas mujeres que nos hemos topado en el camino. Hemos trabajado con el tema de las mujeres aguerridas, de lo que implica que tomemos las armas para luchar en defensa de nuestros derechos. Pero nos dimos cuenta con este proyecto de que nos hacía falta una fuerza mayor, y eso precisamente es lo que conseguimos con la Santa Luchona, decir que ahora no luchamos solas sino amparadas por una energía que nos protege, y poder decir que la Santa Luchona somos todas, y todas nosotras somos ella”, expresó Richmond.
Además, afirmó que como artistas tomaron prestadas algunas particularidades de los ritos religiosos, como el tema de la santa, la procesión, las letanías y los exvotos, para darles una relectura y hacer una actualización de esos elementos y adecuarlos al tema de la lucha feminista.
“Hemos sido invisibilizadas históricamente, y en el momento en que nosotras como mujeres creamos otras narrativas, como el caso de la Santa Luchona (que es un espejo de lo que vivimos todas), podemos hacer que existan figuras femeninas fuertes que sean como nosotras queremos que sean y no como la construcción social ha dicho que tienen que ser”, explicó Richmond.
Por su parte, Grettel Méndez expresó que esta intervención artística tuvo la particularidad de trascender, mediante el artivismo, los límites físicos de un espacio como el museo, para expandirse hacia las calles y buscar así colectivizar y proyectar aún más la lucha feminista.
En este sentido, Méndez agregó que el reconocimiento otorgado por el Ministerio de Cultura y Juventud a la Santa Luchona es muy importante, ya que es una forma de dar lugar a nuevas formas de hacer, a la interdisciplinariedad, a la voz femenina y al trabajo en colectivo.
“No es solo un premio, es también darles un lugar a otras formas de hacer, de accionar, de reconocer que las artes están en un lugar mucho más híbrido y que hay posibilidad de cruces de lenguajes. Y, por otro lado, es darles lugar a las luchas feministas, al trabajo de una colectiva de mujeres, en fin, un reconocimiento a una manifestación artística expandida, que en el caso de nosotras empezó en las calles y terminó siendo este trabajo artístico”, dijo Méndez.
La Santa Luchona de la colectiva Las Hartas, conformada por Andrea Gómez Jiménez, Grettel Méndez Ramírez, Mariela Richmond Vargas y Micaela Canales Barquero, fue destacada por el Ministerio de Cultura y Juventud con el Premio de Artes Visuales Francisco Amighetti 2022 “por someter a interrogación la propia ontología de la obra de arte, al incluir acciones performáticas y expresiones callejeras, como parte de una exposición que se encuentra en las cuatro paredes de un museo, pero que al mismo tiempo las desborda”.
El jurado añadió que “esta visión, si se quiere posaurática, de la obra se conjuga, además, con un ideario feminista, una resignificación del ritual religioso y una visión mordaz de lo político y la protesta social que introduce vitalidad y frescura al escenario de las artes visuales costarricenses”.
La curaduría de la exposición estuvo a cargo de Erika Martín y participó Andrea Siliézar, quien esculpió la figura de la Santa Luchona. Igualmente, se contó con el trabajo de las artistas Laura Astorga, Elizabeth Argüello, Mariela Sandí y Ekatherina Castillo, encargadas de crear los exvotos, así como con el apoyo del proyecto Satis.Factory.
Tanto Richmond como Méndez se consideran universitarias de corazón. Para ellas, el espacio de la Universidad de Costa Rica les ha permitido crecer como estudiantes, artistas y funcionarias, y abrirse a un universo de posibilidades de pensamiento y de formas de crear.
Actualmente, ellas coordinan grupos de Prácticas Artísticas y son docentes universitarias. También han estado involucradas en la investigación y la acción social.
Las dos artistas reconocen cómo la academia y la interacción con la diversidad ideológica y de formas de trabajo ha impulsado su visión y su quehacer como artistas.
“Hay una hibridez de pensamiento que nos permite cruzar bordes, de decir de pronto que esto no entra dentro de una casilla, sino que tenemos esta otra posibilidad. Entonces se tejen redes distintas, no solo de personas, sino también de pensamiento. Sabemos que podemos tomar una cosa que tiene un carácter más político y unirla con otra que tiene un carácter más comunitario, con los feminismos, con la investigación. Y mezclarlas es muy rico, porque eso hace que sea un caldero que está todo el tiempo hirviendo. Eso hace que estemos constantemente repensándonos, criticándonos, buscando las posibilidades de enlazar todo”, aseguró Richmond.
“La Universidad me ha dado una visión crítica, y para mí eso es lo más valioso, el tener la posibilidad de reflexión crítica, de tejido interdisciplinar, un pensamiento con una conexión hacia lo social. Y eso es algo que a una luego se le sale después como creadora. Y yo diría que cada pieza o trabajo que he realizado con las artes ha sido el resultado de los diferentes espacios laboratorio que yo he hecho en la Universidad con los grupos artísticos, como docente, como coordinadora de proyectos de acción social. Ahí he puesto en práctica lo que he hecho con las artes y viceversa”, afirmó Méndez.
Desde su perspectiva, la UCR ha sido la plataforma de soporte y la caja de herramientas que les ha permitido desarrollarse como artistas y profesionales, y poner al servicio de la sociedad su quehacer.
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