En la Costa Rica de finales del siglo XIX e inicios del XX muchas personas indígenas colaboraron en la recopilación de información sobre sus culturas y lenguas. La mayoría de ellas se mantienen anónimas, pues los individuos no indígenas con quienes colaboraron no consignaron sus nombres. Sin embargo, conocemos de casos como los de Tomás Otárola, Florencia y Gregoria Lyon, John Taylor y Juan Salas para Talamanca; Francisco Navas para Térraba y Santiago para la zona de Guatuso. Sus nombres en español o inglés no deben hacernos dudar de su pertenencia a un pueblo indígena, pues en esa época no era inusual que tomaran o se les dieran nombres foráneos.
Hubo uno de estos indígenas que fue el más reconocido en su época entre las personas del Valle Central y múltiples viajeros y científicos extranjeros. Se llamaba Guillermo Gabb o William Gabb. Este no era el William Gabb originario de Estados Unidos que visitó Talamanca a inicios de los años 1870 para hacer estudios geológicos. Guillermo Gabb o simplemente Gabb, como nos referiremos a él aquí, era su hijo, nacido en Talamanca de madre bribri.
Podría pensarse que tener un padre extranjero lo hacía “menos” indígena, pero no es así. Debido a que su madre era una mujer bribri, llamada Florencia, Gabb pertenecía a un clan (un grupo de parientes que se consideran descendientes de un ancestro común). En el pueblo bribri, esta pertenencia clánica se hereda por línea materna todavía el día de hoy. Si una mujer bribri tiene clan, sus hijos e hijas forman parte de ese mismo clan, independientemente de quién sea el padre.
Pertenecer a un clan es uno de los criterios clave, aunque no el único, para ser reconocido como parte del pueblo bribri. Gabb aprendió el bribri como su lengua nativa, aunque con el paso del tiempo dominó el inglés y el español. Es más, siendo adulto demostró que se consideraba parte del mundo indígena, pues asumió un puesto ritual de rango medio conocido como bicacra ('bikákala' en bribri), cuyas funciones eran parecidas a la de un maestro de ceremonias. Para llegar a ser reconocido como bicacra era necesario pasar por un intenso proceso de aprendizaje de la cultura bribri, que iniciaba normalmente desde la infancia.
Cuando tenía cerca de once o doce años, Gabb se fue a vivir al Valle Central, porque había recibido una beca del Gobierno de Costa Rica para estudiar (en su época no había ni escuelas ni colegios en Talamanca). Después de unos años tomó la decisión de regresar a su tierra natal y, como decía un josefino amigo suyo, se convirtió “en un indio más indio que los demás”. Vivió allí el resto de su vida, se casó con una bribri llamada Aurelia Sánchez y tuvo hijos e hijas.
Gabb llegó a ser muy conocido fuera del mundo indígena. Tenía habilidades y conocimientos que lo hacían llamativo para personas del Valle Central o de otras regiones del mundo que estaban interesadas en saber más sobre cómo eran Talamanca y su gente. En particular, era muy importante que manejaba varios idiomas y conocía asuntos de otras culturas.
Gabb creció con su tía materna Gregoria, que era bribri, y con su tío político, que era un comerciante estadounidense llamado John H. Lyon. Gabb se tomó muy en serio su herencia indígena, como ya lo comentamos. Además, de su tío político seguramente aprendió inglés y otros elementos de la visión de mundo de un estadounidense de esa época. Cuando vivió en el Valle Central perfeccionó su dominio del español, aprendió a escribir y se familiarizó con la cultura de esa región. Luego regresó a Talamanca.
Conocer otros idiomas y otras culturas le dio una excepcional capacidad para comunicar datos sobre su idioma y su cultura a gente de otros lugares. Él podía explicar esos temas usando conceptos y referentes que resultaban familiares para esos foráneos. Llevar a cabo dicha traducción cultural era una labor intelectual por mérito propio, que lo hizo un excelente mediador intercultural. Sumémosle a eso que conocía a muchas personas en Talamanca que podían darle buenos datos y, además, le gustaban las actividades intelectuales tales como la escritura y la lectura de libros y de prensa.
A través de su vida Gabb brindó información de gran calidad a todo tipo de personas: misioneros católicos y protestantes, funcionarios estatales costarricenses, investigadores nacionales e internacionales. También les sirvió como traductor a indígenas que no hablaban español o inglés y lo necesitaban para comerciar o hacer trámites, entre otras actividades. Es importante notar que él no fue un simple comunicador de información, sino que llevó a cabo sus propios aportes intelectuales.
Lamentablemente, no toda la obra de Gabb ha llegado hasta nuestros días, o por lo menos no se ha encontrado rastro de todo aquello que, según se dice, escribió o tenía la intención de escribir. Así, por ejemplo, a inicios del siglo XX, León Fernández Guardia (hermano menor del famoso Ricardo Fernández Guardia) aseguraba que Gabb había compilado un diccionario trilingüe español-bribri-brunca, el cual se habría perdido tras su muerte.
Este mismo intelectual afirmaba en otra nota periodística que Gabb le había prometido corregir y ampliar la información acerca de diversos aspectos de la cultura bribri, pero no consta en ninguna parte que haya llegado a hacerlo. Del mismo modo, el misionero alemán Vicente Krautwig afirmó, a finales del siglo XIX, que Gabb le ayudó a revisar y corregir la doctrina cristiana que redactó en cabécar, pero no se sabe nada del paradero de este texto y, en todo caso, aunque lo tuviéramos, posiblemente resultaría difícil discernir cuánto de la composición de la obra se le debe al intelectual bribri.
Básicamente, entonces, conocemos de sus capacidades como traductor, consultor lingüístico y, más en general, como persona que reflexionaba concienzudamente sobre su lengua y su cultura por dos textos, ninguno de los cuales consigna explícitamente su autoría.
El primero de ellos consiste en la descripción más detallada de la lengua bribri aparecida en el siglo XIX: Die Sprache der Bribri-Indianer in Costa Rica (“La lengua de los indios bribris en Costa Rica”), publicada en alemán en 1898 por el erudito suizo Henri Pittier. Pittier reconoció que el diccionario que incluye en su obra se lo debía, en gran medida, a Gabb. También comentó que la conjugación de los verbos en bribri la obtuvo a partir del trabajo con este y con otro colaborador bribri (John Taylor) y afirmó que Gabb le escribió “frases” en bribri, con lo cual dejó constancia de que Gabb podía escribir su lengua, aunque, a su parecer, dichas frases estaban construidas de forma muy apegada al español.
Ha de destacarse que Pittier incluyó el nombre en su libro de estos dos indígenas con quienes trabajó, algo que no ocurre en las obras de quienes lo precedieron, como William Gabb padre y monseñor Bernardo Augusto Thiel. No obstante, en la obra de Pittier no figura con detalle cuál información proporcionó Gabb (pese a ello, sabemos, por ejemplo, que los datos que se incluyen acerca de los clanes bribris de la época se deben a Gabb, lo cual consignó el autor suizo en una publicación anterior a la de 1898, pero no en esta).
Además de ello, el hecho de que el libro de Pittier se haya publicado en alemán y no se haya traducido al español hasta hace poco sin duda ha incidido no solo en su poca divulgación en nuestro medio, sino también en el desconocimiento del aporte de Gabb como consultor lingüístico.
El segundo texto que nos concierne es obra en su totalidad (o, al menos, en su gran mayoría) de Guillermo Gabb. Tampoco se especifica su autoría, pero tenemos certeza de que él fue quien lo escribió gracias a que así lo hacen constar distintas fuentes, como el misionero protestante español Francisco de Paula Castells, el investigador alemán Walter Lehmann y el misionero protestante estadounidense Raymond Schlabach. Se trata del Evangelio según san Juan, traducción del español al bribri de dicho evangelio. La traducción fue comisionada por la Sociedad Bíblica Británica e Internacional, una organización protestante, bajo el cuidado del ya mencionado Castells.
Más allá del interés en esta obra desde una perspectiva religiosa, su relevancia radica en que se trata con toda seguridad del primer texto escrito por un hablante nativo del bribri, en una época en que esta lengua no se había grafizado (es decir, no se había llevado al formato escrito) más que para propósitos de documentación lingüística y etnográfica, pero no para servir como recurso para la propia comunidad indígena.
Con esto no queremos dar a entender que hemos de obviar que el fin último de quienes financiaron la traducción consistía en evangelizar y convertir al cristianismo, con ayuda de este texto, a la población de habla bribri, sino que deseamos subrayar que su elaboración trasciende este propósito, sea que quienes participaron en el proyecto hayan sido conscientes de ello o no.
Además de figurar como muestra de la forma como un hablante nativo del bribri la grafiza por primera vez, echando mano de las habilidades de escritura y lectura que había aprendido en su escolarización, desarrollada en español (y quizás en inglés y otros idiomas), el Evangelio representa el testimonio antiguo más extenso con que contamos de la lengua bribri de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. ¿Por qué esto resulta tan importante? Pues porque los datos más antiguos del bribri se los debemos a investigadores como el estadounidense William Gabb, el alemán Bernardo Augusto Thiel, el costarricense Carlos Gagini o el suizo Henri Pittier, ninguno de los cuales habría alcanzado un conocimiento verdaderamente profundo de la estructura de este idioma, ya sea porque carecían de las herramientas técnicas para emprender tal proyecto a cabalidad o porque no se interesaron más que por realizar descripciones muy someras.
Así las cosas, en el Evangelio según san Juan traducido al bribri por Gabb encontramos a un hablante nativo del bribri desplegando toda su competencia lingüística para llevar a buen término el proyecto de traducción, lo cual implica que en la obra se hallan muestras de mucho vocabulario no documentado por los otros autores, así como de innumerables fenómenos de pronunciación y de gramática que a ellos se les escaparon.
El Evangelio, además, se aparta del formato de recopilación de palabras y oraciones descontextualizadas que se aprecia en la obra de los otros autores, pues lo que hallamos en este caso es un texto, con toda la complejidad que ello implica, así como con toda la riqueza de información acerca de cómo se emplea la gramática y el vocabulario del bribri de modo cohesionado y con la finalidad de cumplir un propósito comunicativo concreto. Por consiguiente, para la investigación lingüística sobre la lengua bribri de finales del siglo XIX e inicios del XX, el valor de esta obra no puede dejar de reconocerse.
Por si esto fuera poco, el Evangelio según san Juan nos revela la competencia bicultural de Gabb. Apuntamos párrafos atrás que Gabb actuó como la fuente principal de muchos investigadores, viajeros y misioneros, pero que pocas veces ha quedado constancia fiel de ello y que aparentemente mucha de la información se ha perdido.
Empero, en su traducción Gabb nos muestra que conocía perfectamente el mundo talamanqueño de su época (incluyendo aspectos de la religión tradicional del pueblo bribri) así como el mundo hispanocristiano (judeo-cristiano, en gran medida, pero conceptualizado por medio del español). Constantemente encontramos huellas de la cultura material e inmaterial talamanqueña en el texto, como evidencia del esfuerzo de Gabb por traducir y adaptar conceptos de un texto bíblico que eran tan ajenos a la cultura bribri, con lo cual se pueden apreciar sus dotes de traductor intercultural.
En 1906 Gabb tuvo en sus manos su traducción, que había sido publicada en Londres, Inglaterra, un año antes. Gabb murió en 1911 y, a pesar de haber sido tan conocido en su época, muy pronto cayó en el olvido. Lo mismo sucedió con su traducción, que, por motivos diversos, parece haber circulado muy poco. No es sino hasta ahora que la obra se ha empezado a analizar con la seriedad y profundidad que merece.
El caso de Gabb nos recuerda que Talamanca, y en general muchos de los territorios que hoy en día forman la república de Costa Rica, han sido multilingües y multiculturales por centurias, aunque nos siga costando reconocerlo. También patentiza que muchas personas indígenas han desempeñado un papel activo como mediadores interculturales desde hace siglos.
Para saber más:
Están en preparación dos volúmenes de una serie titulada “La traducción de Guillermo Gabb del Evangelio según san Juan al bribri y su contexto de producción”. Serán publicados en la serie digital Tsirík, del CIICLA (http://www.ciicla.ucr.ac.cr/node/763)
También ver: “Voz experta: Bribris, cabécares y afrocaribeños en la formación de parejas interétnicas en Talamanca, 1870-1910” por Javier Sánchez Mora (https://www.ucr.ac.cr/noticias/2023/02/06/voz-experta-bribris-cabecares-y-afrocaribenos-en-la-formacion-de-parejas-interetnicas-en-talamanca-1870-1910.html)
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