José Gómez Miranda recuerda muy bien cómo inició todo. Según narra, él solo hizo una única elección, “una muy mala” que lo llevaría a tener una vida como una persona habitante de la calle. “Lo mío fue el alcoholismo y todo empezó por tomar una de las peores decisiones en mi vida”, recordó.
Afortunadamente, hoy la vida de don José es diferente. En el Club de Paz él encontró una nueva posibilidad, un espacio para dormir y un nuevo comienzo. “Fue una puerta abierta cuando muchas se cerraron” y una esperanza en la cual ahora también están presentes las y los estudiantes de Odontología de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Con la gabacha bien puesta y un carisma innegable, ellos y ellas acompañan a José, y a muchos otros que lo necesitan, en su proceso de renacer al brindarle una atención bucodental de primer nivel, una nueva sonrisa, salud y, por supuesto, mucha ilusión.
“Hay cierta gente que nos quiere excluir y uno se pregunta por qué, si ya las malas decisiones lo hicieron y eso sería un castigo doble. Por eso, gracias a ustedes y a la UCR que colaboran con la asociación misionera del Club de Paz porque, ¡diay!, nosotros, sea como sea, somos gente también”, manifestó José.
La labor que realizan las y los estudiantes de Odontología se efectúa desde el 2020 en el Hospital para Indigentes Sagrado Corazón de Jesús, como parte del curso de Externado Clínico (sigla O-6004).
En ese recinto, y bajo supervisión docente, las y los jóvenes brindan diversidad de procedimientos dentales que van desde revisiones y prótesis, hasta restauraciones, tratamientos de nervio, calzas, exodoncias e incluso tamizajes para apoyar en el diagnóstico del cáncer oral.
Ese último aporte ha sido fundamental. El Dr. Luis Alonso Madriz Montero, coordinador de este externado clínico y docente del Departamento de Odontología Social de la UCR, explica que desde que la UCR inició su labor se han diagnosticado a dos personas con sospecha de lesiones cancerosas, mismos que han sido referidos exitosamente a hospitales públicos del país para su debido tratamiento oncológico.
Por supuesto, a esa contribución también se le debe sumar cerca de 250 procedimientos dentales realizados, la entrega de 25 prótesis y casi 110 atenciones clínicas. Todo lo anterior sin ningún costo para la persona usuaria ―pues la UCR cubre el precio de los materiales― y, además, proporciona la mano de obra mediante la labor de jóvenes que cursan el último año de la carrera de Odontología.
“Hemos sido un puente de apoyo muy importante entre el Club de Paz y los pacientes para poder devolverles, no solamente la salud bucodental, sino también la sonrisa como dice la gente. Es regresar y volver a ver a este tipo de personas que, por tanto tiempo, han sido invisibilizadas. Que la UCR esté aquí es parte de una lucha constante de acción social, de investigación y de estar constantemente previniendo situaciones a fin de mejorar lo que tiene el paciente”, enfatizó el Dr. Madriz.
¿El gran aliado en todo el proceso? Una atención humanizada encabezada, en su más pura esencia, por sus propios estudiantes. Esa calidez se hace visible en el rostro de cada persona atendida que no duda en agradecer. Mauricio Rodríguez Torres, compañero de José, es un ejemplo vivo de ello.
“La atención ha sido muy profesional, la ayuda que nos brinda los profesionales ha sido muy buena y el trato ha sido muy cálido, como si estuviera pagando, muy bueno”, comentó Rodríguez.
El vínculo con el hospital para las personas sin hogar también le permite a las y los estudiantes de Odontología de la UCR romper estigmas, ampliar sus conocimientos y robustecer sus habilidades clínicas. Desde el punto de vista del Dr. Madriz, esto es esencial.
De acuerdo con el docente, el estar ahí, en medio de una población altamente vulnerable, le ofrece al estudiante una oportunidad única de desarrollarse como un gran profesional, honesto, ético, completamente integral y más sensible ante las situaciones humanas. Es entregar el conocimiento, pero también el corazón; ver a la persona y olvidarse del estigma.
“Por lo general, uno no está en contacto con la población que habita en la calle y esto tanto para mí como docente, como para mis estudiantes, nos permite sensibilizarnos a ese calor humano que deberíamos de tener. A veces las historias que uno escucha, sobre cómo llegaron hasta donde están, cómo se le ha ayudado y cómo ha ido mejorando su vida en los últimos meses, realmente toca el corazón. Entonces, uno se da cuenta que una de las cosas más importantes por la que estamos aquí es para proyectarnos, ayudar y brindar la mejor calidad profesional que podamos dar en la Universidad”, manifestó el Dr. Madriz.
Ana Marcela Salazar Solís, estudiante de último año de la Facultad y quien actualmente rota en ese hospital, concuerda. Ella compartió que, en el tiempo que lleva en la rotación, ha logrado ver pacientes que llegan con condiciones bucodentales bastante deterioradas. Algunos, incluso, con lesiones en lengua que se pueden atribuir a los traumas que sufren debido a sus adicciones.
“Ellos tienen muchos problemas de encías por las adicciones que llevan y por la falta de higiene bucodental que tienen, así que esta experiencia para mí ha sido muy enriquecedora. He aprendido mucho sobre el contexto que viven estas personas y eso ha impactado mucho lo que yo traía de la Facultad a lo que se da en la vida real, y más, con personas que no tienen las mismas oportunidades que todos nosotros”, dijo Ana Marcela Salazar.
Actualmente, solo un estudiante rota en este hospital para personas sin hogar cada dos meses y, en el caso específico de Ana Marcela, ella concluirá en mayo del 2023 para darle lugar a otro de sus compañeros. El Dr. Madriz expresó que el objetivo es que este espacio donde está la UCR presente continúe vigente por muchos años más.
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