Costa Rica es un país nutrido por múltiples poblaciones migrantes, desde tiempos antiguos hasta la actualidad.
De acuerdo con el Censo Nacional de Población y Vivienda de 2011, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la población extranjera residente en Costa Rica es el 10% de la población del país (385,899 personas). El 74.6% proviene de Nicaragua (287,766 personas), seguido por Colombia (4.3%), Estados Unidos de América (4.1%), Panamá (2.9%), El Salvador (2.4%), y la República Bolivariana de Venezuela (1%).
En el cantón de Upala, en la frontera norte de Costa Rica con Nicaragua, se ha configurado una población transfronteriza que se caracteriza por tener nexos culturales, sociales y económicos en territorios entre ambas naciones. Además, es uno de los 10 cantones con los índices de desarrollo humano más bajos del país, padece de muy poca presencia estatal y alta exclusión social, desregulación migratoria e informalidad. Es por eso que la Universidad de Costa Rica (UCR) desarrolla el proyecto de acción social ED-3441 "Fortalecimiento de espacios para la promoción, defensa y exigibilidad de derechos en Upala", con el objetivo de fortalecer procesos organizativos y construir ciudadanías sólidas. Así lo describe Eugenia Boza, coordinadora del proyecto.
En otras palabras, el proyecto brinda herramientas para que las comunidades y organizaciones trabajen en identificar y satisfacer sus necesidades, desarrollar habilidades de organización e incidir en las instituciones para demandar atención estatal en las áreas que les competen, agregó Boza.
Desde el año 2019, las acciones del proyecto se han concentrado en el distrito de San José de Upala, especialmente en las comunidades de Los Ledezma, Valle Bonito y Pueblo Nuevo, donde se trabaja con los líderes y lideresas de grupos organizados, personas involucradas en procesos de trabajo con niños, niñas y jóvenes locales, así como mujeres promotoras contra la violencia. Aborda la capacitación y el acompañamiento en procesos organizativos en comunidades, promoción de derechos y el desarrollo de habilidades blandas, como comunicación asertiva, trabajo en equipo y resolución de conflictos, fundamentales para el fortalecimiento de la cohesión comunitaria.
En la comunidad de San José de Upala, se han desarrollado procesos concretos como la fundación de una asociación de desarrollo local para, posteriormente, establecer una feria de agricultores en las áreas comunes para el intercambio de productos.
Boza destaca cómo en Valle Bonito asesoraron en la conformación de una Asociación de Desarrollo y cómo sortearon un inconveniente legal ya que dependían administrativamente de la asociación de Cuatro Bocas. "El fin no es solo estabilizar legalmente las organizaciones sino tener elementos, herramientas y habilidades para reconocer sus necesidades, priorizar aquello que les toca atender; determinar qué le toca a las instituciones del estado y cómo se puede atender esa situación para que justamente este proceso de promoción, defensa y exigibilidad de derechos no sea realizado por la Universidad de Costa Rica, sino como universidad brindar herramientas para que sea la gente la que lo haga", concluyó Boza.
Por su parte, Inés Estrella Wilson de nacionalidad nicaragüense, dirigente comunal de Valle Bonito de San José de Upala, asegura que el proyecto en el que ha participado durante cinco años, le ha brindado una serie de herramientas tanto personales, como la comunicación asertiva y gestión emocional; como colectivas, como liderazgo, empoderamiento de los derechos, elaboración de documentos, trámites y roles para cada persona dentro de una organización.
Además se trabaja en conjunto con otros proyectos de la UCR como por ejemplo el TC-607 Comer Orgánico en el que el estudiante de Derecho Tomas Pereira fue vital para gestionar el recurso de amparo que solicitó la reparación de la Escuela de Los Ledezma y el TC-666 Dialogando el presente: recuperando la memoria histórica de las organizaciones políticas subalternas cuyos estudiantes apoyan en las actividades para niños y niñas.
Fuera de la Universidad se han realizado acciones con organizaciones como Senderos, y la Red de Mujeres contra la Violencia, que está integrada por mujeres que se capacitan en el centro de Upala y se forman como voceras contra la violencia y posteriormente van a las localidades a desarrollar nuevas actividades.
Para Boza el papel esencial del proyecto es ser un puente entre las comunidades y las instituciones, asegurando la presencia y participación de aquellas entidades que deben tener una presencia activa en Upala.
En ese sentido, Wilson destaca el factor movilizador que trajeron los conocimientos y nexos compartidos en el proyecto: “El proyecto ha logrado transformar mi comunidad porque somos más unidos, participamos más en el empoderamiento de las mujeres, en visualizar una nueva comunidad en la valoración de nuestras costumbres y raíces” concluyó .
El proyecto inició en el año 2016 como respuesta a la afectación dejada por el paso del Huracán Otto en la zona norte.
En 2018, el estallido social en Nicaragua aumentó los flujos migratorios, afectando directamente a Upala y ejerciendo presión sobre las condiciones de esa población transfronteriza.
En 2019, el trabajo del proyecto se concentró en 3 comunidades de San José de Upala: Los Ledezma, Valle Bonito y Pueblo Nuevo.
La pandemia puso énfasis en el cuidado de los lazos, así como en el monitoreo de necesidades y la activación de medidas para garantizar la seguridad alimentaria.
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