Tiene 42 años, es oriundo de Alajuela y un profesional que no titubea en ningún momento para decir que lleva la farmacia en el alma.
Así es el Dr. Luis Esteban Hernández Soto, un hombre cuya pasión por la ciencia queda en total evidencia al mirar su curriculum, experiencia laboral y trayectoria académica para confirmar con claridad que, cada una de sus palabras, se suelen transformar en acciones cumplidas.
Como un auténtico hijo de la educación pública, graduado de la Escuela Ascensión Esquivel Ibarra, del centenario Colegio Instituto de Alajuela y luego de la Universidad de Costa Rica (UCR), primero como estudiante regular y luego como exbecario en el programa de movilidad académica, el Dr. Hernández reconoce el temple, la fortaleza, la determinación y la perseverancia como parte de sus pilares de vida.
Ahora, con esos mismos pilares, asumirá una de las tareas más significativas de su carrera académica: liderar —desde la decanatura— a una de las facultades más antiguas de la UCR y del país: la Facultad de Farmacia, que tiene más de 120 años de existencia.
El Dr. Hernández se mantendrá en el puesto como decano por un periodo de cuatro años. Sus nuevas funciones fueron asumidas este 2023 y se extenderán hasta el 2027.
En ese tiempo, el farmacéutico buscará cumplir tres objetivos clave: consolidar un sistema interno de gestión de la calidad de la carrera, iniciar la evaluación del plan de estudios para lograr una nueva acreditación y fortalecer la cohesión de grupo dentro de la unidad académica.
“Quiero que en estos cuatro años de gestión todas las personas que integran la facultad se sientan como una unidad, como un reloj donde cada pieza funciona engranada para avanzar. El trabajo que importa no es solo del decano, es el de todos, desde el que limpia hasta el que imparte docencia, investiga o realiza acción social. El trabajo de todos colabora con la formación de los futuros profesionales que estarán al servicio del país. Por eso, esa integración del personal, así como el fortalecimiento de los procedimientos, son parte de los cimientos que deseo dejar. Mi deseo final es fomentar un personal motivado y generar un ambiente de cohesión para que ese relojito llamado facultad funcione perfectamente”, mencionó el Dr. Hernández.
Con un tono muy amable y una gran calidez humana, el Dr. Hernández decidió brindar unos minutos para presentarse, comentar su curriculum y explicar cuáles serán sus prioridades de gestión, así como el tipo de Facultad que desea dejar como legado a la UCR y al país antes de concluir su periodo.
—Dr. Hernández, primero queremos conocerlo un poco. Usted estudió Farmacia en la UCR, ingresó en 1999 y, posteriormente, desarrolló sus estudios de doctorado en España. ¿Cómo fue ese camino de preparación académica?
—Luis Esteban Hernández Soto (LEHS): “Yo estudié la carrera de licenciatura en Farmacia en esta universidad. Posteriormente, hice mis estudios de maestría en Cuidados Paliativos en la Universidad Católica de Costa Rica.
Durante ese momento de mi carrera profesional, mi ámbito de acción estuvo más enfocado en la farmacia asistencial, la cual implica la atención a personas usuarias de medicamentos. Sin embargo, para ese entonces ya me gustaba mucho trabajar con la población adulta mayor.
Gracias a la visita de un profesor externo, que vino de invitado a la UCR, se me dió la oportunidad de ir a la Universidad de Navarra, España, y hacer unos módulos de especialización sobre atención farmacéutica y farmacoterapia en la población adulta mayor.
Esa experiencia fue maravillosa porque, adicional a mi formación en paliativos —el cual mira a una población en estado terminal o con condiciones de vida limitada— pude hacer esta especialización en una población que va en aumento. Luego, al concluir la especialización, la directora de la maestría de Atención Farmacéutica en Geriatría me ofreció hacer el doctorado allá mismo.
Así fue como también hice el doctorado llamado Medicamentos y Salud, en la Universidad de Navarra, el cual me permitió adquirir las destrezas de investigación en el tema concreto de los factores asociados a los cambios de medicación en la población adulta mayor institucionalizada.
A mi regreso a Costa Rica inicié la licenciatura de docencia universitaria en la UCR. Consideré que esta formación era un pilar importante para mejorar la formación de nuevos profesionales. Como docente en la Facultad, reflexioné que necesitaba los insumos de la parte pedagógica y de formación, por lo que decidí entrar a esta licenciatura de la cual me falta un curso y la tesis.
Las materias del plan de estudios me ayudaron mucho a planificar los cursos que imparto desde los objetivos de aprendizaje a nivel pedagógico y de evaluación; es decir, de lo que uno busca que aprenda la persona estudiante.
Sin embargo, sí te puedo decir que vi que el aprendizaje iba más allá. La licenciatura no solo me enseñó la parte pedagógica, de educar al estudiante de Farmacia, sino que también me enseñó a cómo educar mejor a un paciente para que haga un uso correcto de sus medicamentos”.
—Ahora, cuénteme un poco sobre su camino profesional y de las experiencias que más le marcaron.
—LEHS: “Después de graduarme quedé vinculado a la Facultad de Farmacia de la UCR porque me gustaba mucho la docencia. Algunos profesores vieron en mí a alguien que podía aportar en este campo y me dieron la oportunidad de brindar temas en algunos cursos de la carrera. De esta forma, empecé a laborar aquí. También, trabajé en el Centro Nacional de Información de Medicamentos (Cimed-UCR). Ahí fui asistente farmacéutico y compaginaba la parte docente.
En conjunto con la labor docente, también trabajé en un hospital privado durante dos años y, después, cuando me surgió la oportunidad de estudiar afuera, decidí quedarme trabajando para la universidad.
Algo que recuerdo con mucho cariño era que, cuando fui estudiante, hacía trabajos de verano sustituyendo al personal técnico en las farmacias de la Caja Costarricense de Seguro Social. Yo soy de Alajuela, entonces estuve trabajando en las farmacias y Ebáis mediante sustituciones de periodo de vacaciones. Eso me ayudó mucho a conocer el mundo farmacéutico y me ayudó a aprender el trabajo en equipo y la atención de pacientes.
Para mí fue muy importante ver todas las partes del proceso de dispensación de medicamentos, desde en qué condición llegaban los paciente y con qué humor entregaban la receta, hasta observar todos los otros procesos: como el acopio de los medicamentos de la receta, su revisión por parte del farmacéutico y, finalmente, cómo se dispensaba el medicamento al paciente.
Esa experiencia me ayudó a ver y entender el proceso. En algunas ocasiones el farmacéutico me decía: ‘bueno, vos que sos estudiante venga a ver cómo hago esta revisión’, y yo aprendí cómo lo hacía. Sin duda, fue una gran experiencia que consolidó aún más mi gusto por la farmacia, porque te comento que al ingresar a la UCR yo seleccioné dos carreras diametralmente distintas. Una era Psicología y la otra era Farmacia.
Aunque no estudié Psicología, puedo decir que me he dado cuenta que sí se necesita conocer cómo la persona usuaria del medicamento concibe su medicación y su salud para poder ayudarle de una manera más acertada. Al final, creo que hice un complemento de ambas partes”.
—¡Qué interesante, doctor! Veo que usted tenía una gran claridad del camino que quería recorrer en la farmacia desde joven. Pero, ¿por qué decidió escoger justamente esa profesión de tantas que imparte la UCR e, incluso, de la misma carrera de Psicología que indicó antes?
—LEHS: “Claro. Vea, Jenniffer, yo soy hijo 100 % de la educación pública y siempre lo he dicho porque me siento orgulloso.
Yo estudié en un colegio y en una escuela pública. La escuela es la Ascensión Esquive Ibarra y luego estuve en el Instituto de Alajuela. Al graduarme decidí ingresar a la Universidad de Costa Rica y, como te decía, yo puse como primera opción Farmacia y, por supuesto, había una segunda opción. En esa puse Psicología. Las dos eran opciones muy fuertes para mí y bueno, me aceptaron a la primera.
No voy a negar que dos personas influyeron bastante en mi decisión final fueron mis tías, Rosa Julieta y Carmen. Ambas trabajaban como técnicas de farmacia. Una en la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) y la otra en una farmacia de comunidad privada.
Si bien mi familia no tenía farmacia propia o legado farmacéutico —como otros de mis compañeros de generación que sus padres abuelos eran farmacéuticos—, sí tenía esas dos tías que estaban en ese campo. Gracias a ellas pude observar su labor. Además, yo vi en la farmacia la oportunidad de ayudar. Yo sé que puede sonar muy romántico, pero así lo vi como niño de escuela.
Pude ver cómo mis tías eran buscadas por personas para recibir asesorías y recomendaciones. Muchas veces escuché decirles: ‘Voy a consultarle al farmacéutico tal o cual cosa’. Y luego ellas decían qué les podría funcionar y la gente se iba muy agradecida.
Me encantó ver cómo uno podía ayudar a alguien, cómo se podía tener ese contacto directo con la gente y que luego regresaran porque lo que hiciste les ayudó mucho. En la farmacia de comunidad hay un factor muy importante y es que muchas de estas farmacias están en un barrio y la gente se conoce entre sí. Permite crear vínculos y confianza. Esta parte romántica me gustaba y me hacía pensar que me gustaría hacer algo así para ayudar a la gente.
Farmacia tenía ese abanico amplio de posibilidades, desde la atención directa al usuario del medicamento hasta la formulación del medicamento por sí mismo. Toda esta gama de conocimiento, y el trasladarlo al paciente, fue algo que me gustó mucho y que me terminó de orientar”.
—Entonces, su ingreso a la carrera fue un momento que vivió con gran felicidad.
—LEHS: “Totalmente. Llevé la noticia a casa y fue muy gratificante. Sin embargo, sí hay una historia que al día de hoy la digo con nostalgia. Una de mis tías, la que te comenté que trabajaba en farmacia de comunidad, falleció justo antes de conocer si yo había entrado a la carrera.
No te lo voy a negar, eso me afectó emocionalmente al inicio de mi carrera. El saber que aquella persona que era un referente importante en mi vida no iba a estar para poder contarle, fue como una espinita que me quedó en el corazón. Pero ya luego uno madura, pasa el tiempo y te das cuenta de que, tal vez, donde esté, ya se dio cuenta”.
—Con el recuerdo de su tía fallecida, usted ingresa a la carrera de Farmacia e inicia un largo camino de aprendizaje que lo lleva a estar hoy aquí. ¿Qué fue lo más importante que vivió durante sus años de estudio y que marcará, de alguna forma, su liderazgo en la decanatura?
—LEHS: “El haber tenido la beca 11. Así se le conocía a la máxima categoría de beca en aquel tiempo. Ahora es la beca 5. Mi familia es de clase media en la que trabajamos para hacernos cargo de los gastos, como la mayoría de familias.
Si bien Farmacia no es una carrera con un alto costo económico de compras de equipos como otras carreras de salud, sí es necesario el acceso a libros y literatura actualizada. Por eso, si hay algo que agradezco demasiado a la universidad, es su sistema de bibliotecas y que, al tener beca 11 durante todos mis años de estudio, me permitió solicitar por préstamo semestral los libros que se requerían.
Por eso, ahora veo este puesto en la decanatura como una forma de retribuir a la universidad y a la sociedad lo que durante los años de estudio me dio. Yo recuerdo ir por tiquetes a la oficina de becas para luego cambiarlos por almuerzos en el comedor universitario. Viví esas filas enormes en el comedor y lo que era comer en 10 minutos para poder llegar rápido al laboratorio.
Entonces, esas ayudas de la universidad, la colaboración mensual que te daban para copias, pases del autobús y demás, lo agradezco montones. La Universidad siempre iba más allá con muchos servicios que necesitaba.
En el puesto en el que me encuentro creo que da la posibilidad de agradecer mucho más y dar de regreso a la universidad y a la sociedad costarricense lo mucho que hicieron por mí”.
El Dr. Hernández desea posicionar a la Facultad de Farmacia como una unidad que forma profesionales de alta calidad. También como un espacio interno que puede apoyar a otras escuelas y decanaturas de la universidad que desarrollen investigaciones relacionadas con fármacos.
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.—Bueno, doctor, como usted mismo lo indica, ya está aquí, como decano, para iniciar este proceso de retribución. ¿Cuáles son sus principales enfoques o áreas prioritarias de trabajo?
—LEHS: “Gran parte del proyecto es continuar y mantener las acreditaciones que nos han permitido dar prestigio a la universidad.
Para mí, la acreditación es un plan real de mejora a lo interno; es decir, no solo para cumplir con un requisito o un compromiso, si no como algo que verdaderamente nos permite una mejora continua para asegurar la excelencia.
Nosotros, incluso, como plan de mejora, decidimos gestionar un sistema de calidad interno con procesos bien definidos. Aquí, todas las partes y procesos son vitales, desde estudiantes hasta administrativos y docentes, por lo que es importante que cada uno de nosotros lo tenga claro. Esta mejora de la calidad en los servicios de la unidad académica es una propuesta durante este periodo, e implica un trabajo en equipo arduo y continuo.
Varios procesos son los requeridos para permitirle al personal docente, administrativo y cuerpo estudiantil crear un ambiente en el que entendamos bien la lógica de los procedimientos y nos sintamos parte del procedimiento. No algo que esté aislado de profesores o que se vea como que solo el personal administrativo lo hace y que, por lo tanto, no le toca al resto. Queremos que se vea como un engranaje de todos juntos.
Si el estudiante tiene una necesidad, que sepa que nosotros estamos aquí presentes y vamos a procurar hacer una mejora para él y también para la sociedad. El otro factor al cual estamos abogando es evaluar el nuevo plan de estudios que entró en vigencia en el 2016.
De esta manera, son dos puntos las áreas prioritarias de trabajo: lograr una nueva reacreditación a través del compromiso de mejora (al consolidar el nuevo sistema de calidad a lo interno que queremos implementar) y, el segundo, iniciar la evaluación del plan de estudios para mejorar la formación del estudiante, a fin de que este se ajuste a las necesidades de la sociedad.
Con la formación que caracteriza a la Universidad de Costa Rica, humanística e integral, buscamos que ese estudiante y profesional que sale a la sociedad se integre adecuadamente y pueda ajustarse a las nuevas necesidades que se le avecinan”.
—¿Nuevas? ¿Cuáles podrían ser algunas de esas nuevas necesidades que se le avecinan y que ustedes ya tienen identificadas?
—LEHS: “Por ejemplo, todo lo que es salud digital e inteligencia artificial. Este es un reto importante para el área de la salud. Sabemos que no es algo que nos va a sustituir, pero está allí y debemos analizar cómo nos complementa.
Incorporar esta parte de digitalización de la salud como algo nuevo nos plantea ofrecer al estudiante habilidades y destrezas ajustadas a esta realidad, a fin de poder entregarle a la sociedad un profesional de vanguardia en el campo de la farmacia”.
—Precisamente, ese es el tipo de perfil de estudiante que ustedes desean entregarle a la sociedad.
—LEHS: “Sí. Deseamos entregarle al país profesionales de vanguardia que tengan el conocimiento pero también toda esa parte actitudinal de carácter humanista, que no los convierte solo en administradores del conocimiento, y de las habilidades adquiridas, sino en profesionales capaces de contextualizar todo lo que sabe con el usuario que tiene al frente, que puede ser desde un paciente hasta personal a cargo.
Si nuestros profesionales asumen el cargo de director de planta en una industria farmacéutica, por ejemplo, deben tener personal a cargo con el cual hablar. Por lo tanto, también queremos dejar una impronta humanista en estos profesionales y en la toma de decisiones. Deseamos que el humanismo quede impreso en cada uno de nuestros estudiantes egresados y parte de eso lo podemos lograr con la malla curricular”.
—Adicional a esas metas, ¿tiene pensado trabajar otros objetivos?
—LEHS: “Además de estas metas o proyectos comentados, otro objetivo es continuar en la búsqueda de soluciones y alternativas a las necesidades de la unidad académica en el contexto actual. A veces uno piensa que cuatro años pueden ser bastante, pero la verdad es que ese tiempo es poco mientras se va entendiendo la dinámica universitaria. Este contexto particular de recortes que vivimos nos lleva a hacer lo mismo o más, con menos dinero, y sin duda implica un reto.
Algo que se avecina es saber cómo podemos irnos ajustando, en medio de esos recortes, para mejorar lo que le ofrecemos al estudiante y que el cuerpo docente esté suficientemente capacitado.
Actualmente, tenemos a varios de nuestros compañeros fuera del país capacitándose. Me alegra decir que, en tan solo 20 años, hemos evolucionado en el nivel de formación que tenemos todos los docentes, con posgrados nacionales e internacionales en prestigiosas universidades.
Por ende, algunos de los logros que queremos durante esta gestión de cuatro años es mantener los procesos de mejora de la calidad bien entendidos y correctamente estructurados para que se puedan llevar a cabo desde la parte estudiantil, así como por las distintas comisiones que conforman a esta unidad académica y ajustarnos al contexto actual”.
—¿Cree que eso también les ayudaría a construir la manera en como ustedes desean que la población costarricense vea a la Facultad de Farmacia?
—LEHS: “Completamente. Queremos que la población costarricense vea a la Facultad de Farmacia de la UCR como un ente mediador de la educación farmacéutica que aporta, desde los proyectos de investigación y acción social, hasta nuevo conocimiento para la comunidad costarricense.
Por ejemplo, actualmente algunos compañeros de la Facultad trabajan en el proyecto del jardín botánico el cual incluye, entre otras cosas, plantas medicinales. La idea es que quienes lo visiten puedan ver parte de las plantas que se consideran que tienen cierta utilidad terapéutica y que se han usado tradicionalmente por los costarricenses. Ahorita se trabaja en cómo pueden organizarse estas visitas y a qué público dirigirlas.
Otro ejemplo son las asesorías que se brindan desde el Instituto de Investigaciones Farmacéuticas (INIFAR), centro de investigación adscrito a la Facultad, donde trabajan algunos de nuestros docentes brindan asesorías a pequeñas y medianas empresas para la mejora de la calidad de los productos que elaboran. También, el Centro Nacional de Información de Medicamentos (CIMED), que brinda información a la población costarricense en materia de medicamentos.
En estos y otros proyectos nuestros estudiantes tienen la posibilidad de participar y contribuir a su formación profesional de altísima calidad, que le facilite insertarse a la sociedad y generar cambios positivos para el país.
Con gran orgullo hemos notado que nuestros egresados se colocan en posiciones importantes y en puestos de relevancia dentro de las industrias, o dentro del ámbito público como la Caja Costarricense de Seguro Social, y son generadores de cambio. Por lo tanto, también me gustaría consolidar un programa de egresados para saber dónde están y qué proyectos o labores tienen.
Tal vez es muy ilusorio pensar que en cuatro años tengamos un diagnóstico de nuestros egresados en su totalidad. Pero iniciarlo y reconocer su labor es una forma también de visualizar a la sociedad que ellos han progresado y que están en estos proyectos, en parte, gracias a la universidad.
Con eso llego al siguiente compromiso de mejora: visualizar dónde están nuestros egresados. Ellos generan un gran apoyo a la sociedad, que tal vez no es un apoyo directo a la unidad académica, pero sí es una forma de proyectarnos porque son parte de nuestra unidad y le aportan al país”.
Por ser una unidad académica centenaria, la Facultad de Farmacia siempre ha sido un referente en materia de farmacia a nivel nacional e internacional. Esto es resultado de su compromiso, excelencia y mejora continua sostenido en el tiempo.
Foto: Foto histórica.—Ahora quiero tocar un punto sensible: salud mental. En los últimos años, la Universidad de Costa Rica se ha enfocado mucho en el tema de salud mental, ¿tienen ustedes algún plan contemplado para este campo?
—LEHS: “Bueno, este es un campo que no involucra únicamente a la Facultad, sino a toda la UCR. Primero, porque no solo viene el estudiante con algún posible déficit en cuanto a la adquisición de conocimiento que les puede generar estrés y frustraciones, sino también déficits en la forma en cómo aborda las situaciones adversas que viven.
Para afrontar eso, inicialmente estamos tratando de proyectar algunos cursos de nivelación para que el estudiante de primer ingreso haga evaluaciones de conocimiento previo y así pueda llevar cursos de nivelación que le permita, de alguna forma, no frustrarse en la carrera.
Muchos de nuestros estudiantes llevan Cálculo varias veces y lo pasan a la tercera vez. Esto podría deberse a que sus bases no eran suficientes y podría evitarse realizando un diagnóstico previo que le permita tomar la decisión de nivelar o continuar en el plan de estudios como se tiene previsto. Esta es una idea con la población de nuevo ingreso.
Otro componente son las técnicas de estudio, el manejo del tiempo y la adquisición de habilidades para la vida. Algunos de los estudiantes repiten las técnicas que llevaban en el colegio y descubren que la universidad es otro mundo. Si cubrimos estos puntos, podemos darle a los jóvenes herramientas que les proporcione la posibilidad de afrontar una carrera demandante como lo es Farmacia. Esto aliviaría al joven para que no se le haga una bola de nieve cuando se le juntan los desafíos académicos, con sus problemas personales y familiares, que al final lo desbordan emocionalmente”.
—Sería, entonces, dar a conocer las opciones existentes de la universidad y las posibilidades que tiene el estudiante para afrontar situaciones de crisis en su vida académica y personal. ¿Es así?
—LEHS: “Sí. Queremos que el estudiante sepa todas sus opciones. Una es que puede decidir cómo desea cursar el plan de estudios y en qué condiciones. Puede ser que al ingreso de la carrera todo vaya muy bien y es a la mitad de la carrera cuando las cosas colapsan.
Inician los problemas con la familia, los económicos, con la pareja y, además, debe mantener la demanda de los cursos. Todo lo anterior confluye y hace que el estudiante no vea la luz. Por eso, otro objetivo es trabajar con los profesores consejeros y que ellos puedan identificar situaciones particulares en sus estudiantes.
Me parece que el profesor consejero se ha convertido solo en aquel que aprueba la matrícula, cuando como docentes podemos dar más. Hemos hablado entre nosotros y pensamos que hay indicadores claros como, por ejemplo, cuando un estudiante repite mucho un curso. Por lo tanto, es cuestionarse: ¿qué hay detrás de eso? ¿por qué está pasando?, y que el docente invite al joven a acercarse al profesor consejero para buscar una solución, según corresponda. Podríamos hacer un plan de acción individual o poner un alto si la situación es desbordante.
Yo, por ejemplo, tengo una experiencia positiva con un estudiante que repetía por tercera vez la materia de Química Orgánica. Yo le indique la existencia de los planes de acción individual, que lo valorara y que, si quería hablar conmigo, podía hacerlo. Ese estudiante llegó y me comentó su situación. Resultó que el muchacho había experimentado el fallecimiento de un familiar y emocionalmente le estaba afectando. Esto lo estaba haciendo perder el curso”.
—¿Y cómo se resolvió?
—LEHS: “Se hizo un plan de acción individual. El estudiante se comprometió a ir a las horas de consulta, realizar los ejercicios que le dejaba la profesora y aprobó el curso.
El estudiante aprendió a manejar esa pérdida que tuvo de su familiar y luego ese aprendizaje se vio reflejado en los cursos más complejos de nuestra unidad académica. El chico superó esos cursos con notas muy altas. Para mí, él es el mejor ejemplo de cómo a veces lo que vive un joven es meramente circunstancial y no es por su capacidad como estudiante.
También recuerdo a otro estudiante que perdía algunos cursos y le ofrecí lo mismo, que se acercara. Él me expone un caso complejo. Básicamente, estaba usando la beca para subsistir y ayudar con las compras de los alimentos en su casa. Así que ese dinero no lo estaba usando en los pases del autobús y poder venir a clases porque lo utilizaba para comprar la comida en la casa y venía solo a las actividades obligatorias. Esto hacía que él se perdiera de cosas importantes de la materia.
La situación se solucionó con apoyo de sus compañeros de clase y el estudiante al final egresó. Entonces, es ver qué posibilidades hay. Quizá no le vamos a solucionar todo el problema económico al estudiante, pero por lo menos es darle una alternativa. Es orientar al estudiante ofreciéndole opciones: referir a la Oficina de Bienestar y Salud, al Centro de Asesoría Estudiantil (CASE), o alguna de los organismos, porque muchas veces no ven esa vía”.
—¿Y ya tienen un plan para cumplir con ese objetivo de salud mental?
—LEHS: “Capacitarnos como docentes sobre las vías existentes y los posibles apoyos para que se los comuniquen a sus estudiantes. Nuevamente, sería un trabajo en conjunto para que, como profesores consejeros, podamos brindar esa ayuda.
También, fomentar las capacitaciones en primeros auxilios psicológicos. En el pasado hemos recibido algunas, pero creo que debemos continuar en esa línea para identificar signos en el estudiante. Que los jóvenes sientan ese apoyo y que no vean su situación como un fracaso, sino que evalúen las causas y las posibles soluciones de manera que el alumno logre cierta estabilidad emocional y mental, que le facilite superar las situaciones”.
—Ya para concluir, Dr. Hernández, al finalizar los cuatro años, ¿cuál es ese tipo de facultad que a usted le gustaría heredar a la sociedad costarricense?
—LEHS: “Una facultad que sea un motor de la sociedad costarricense, que aporta profesionales de altísima calidad y que está mejorando a sí misma, mejorando su infraestructura a pesar de las dificultades, y que siempre trata de ver si es posible que crezcamos dentro del espacio que tenemos, con todo y limitaciones que sabemos que hay como universidad y con el presupuesto.
La idea es continuar favoreciendo el aprendizaje de las y los estudiantes y mejorar las condiciones del cuerpo docente en cuanto a espacios y equipamiento. Repito, sé que las condiciones actuales son más restrictivas y que el contexto en el que estamos es de muchos recortes. No obstante, igual tenemos que proponernos seguir avanzando.
En estos cuatro años vamos a tratar de estructurar y progresar con lo que tenemos, tanto a nivel del plan de estudios como a nivel de la producción académica en investigación y acción social. Estoy convencido que la formación académica es una oportunidad que nos abre puertas y nos facilita desarrollar nuestro proyecto de vida. Por eso, quiero seguir impulsando, con la ayuda de todo el equipo de trabajo, la promoción de la educación farmacéutica como motor del desarrollo profesional”.
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