Actualmente, en Costa Rica, existen alrededor de 454 000 microempresas, las cuales generan el 30,7 % del total del empleo del país, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Estas se caracterizan por ser negocios pequeños, que surgen en el núcleo familiar y desarrollan actividades en todos los sectores de la economía.
Según la Encuesta Nacional de Microempresas de los Hogares 2022 del INEC, la gran mayoría de estas microempresas trabajan en la informalidad (desde la perspectiva del modelo económico tradicional), ya que ejercen labores sin estar inscritas como empresas con cédula jurídica (alrededor del 57%), o no tienen una contabilidad formal (80 %).
Sin embargo, desde otro enfoque económico, por algunas de sus características y por los principios que utilizan para generar recursos, una gran parte de estas microempresas pueden ser consideradas como expresiones de la Economía Social Solidaria. Este es un modelo que permite la inserción sociolaboral de poblaciones a las cuales se les dificulta tener empleo formal, como las mujeres, las personas adultas y adultas mayores, el sector campesino y agropecuario.
De acuerdo con el Estado de la Nación 2022, la crisis económica y social, provocada por la pandemia y agravada por los conflictos bélicos y la inflación, ha reducido las posibilidades de encontrar empleo, principalmente en poblaciones como las mujeres y de personas adultas mayores, así como aquellas que realizan labores menos calificadas, lo que amplía su vulnerabilidad social. Además, se vislumbra en el país una persistente desigualdad en el ingreso, así como la pérdida del poder adquisitivo en los hogares.
“El porcentaje de personas desempleadas que llevan más de un año buscando trabajo aumentó de un 13 % a un 22 % entre los cuartos trimestres del 2019 y 2021. Este indicador aumentó en todos los grupos de población, y en 2021 fue mayor en las mujeres (30 %) y en la población mayor de 35 años (29 %)”, señala dicho informe.
Es por esto por lo que estas poblaciones vulnerabilizadas han encontrado en la economía social solidaria y en los principios de cooperación, asociatividad, autogestión, autonomía e independencia una oportunidad de llevar sustento a sus hogares y de generar bienestar en sus comunidades, como una respuesta a la crisis económica.
La Fundación para la Calidad de Vida para las personas con Cáncer (FuncaVida), forma parte de las organizaciones que hallaron en el emprendimiento y en la economía social solidaria una forma de concretar sus sueños y metas.
Esta es una organización sin fines de lucro que tiene como principal objetivo la atención integral y la reinserción sociolaboral de los pacientes supervivientes de cáncer de todo el país.
La Fundación para la Calidad de Vida para las personas con Cáncer (FuncaVida), forma parte de las organizaciones que hallaron en el emprendimiento y en la economía social solidaria una forma de concretar sus sueños y metas.
Actualmente, esta organización beneficia a un total de 84 personas sobrevivientes de cáncer y acoge a otras 30 personas voluntarias, con proyectos que promueven los estilos de vida saludables y el mejoramiento de la calidad de vida de estas personas y su entorno cercano.
La Fundación es el único centro diurno del país que brinda opciones de promoción de la salud, alimentación, psicología, fisioterapia y de reinserción laboral, a pacientes sobrevivientes de esta enfermedad que provienen de lugares como San Ramón, Esparza, Puntarenas y Desamparados.
Su modelo de atención integral es único en la región y se sostiene gracias a las alianzas estratégicas que la fundación ha establecido con diferentes instituciones públicas, tales como la Caja Costarricense de Seguro Social, la Junta de Protección Social, las universidades públicas y privadas, algunas empresas y otros patrocinadores.
Para generar recursos propios, la Fundación tiene proyectos activos como la Feria de Artesanías del Hospital México, en la cual se les brinda la oportunidad a las personas sobrevivientes de cáncer de impulsar sus emprendimientos o de trabajar en alguno de los puestos de ventas. También cuenta con el proyecto de comercialización de su marca propia de café (Funcafe); y produce un programa de televisión, en alianza con TeleUno de San Ramón.
Dentro del modelo, también destaca la agencia de Turismo FuncaViajes, el cual se constituye como la única opción de Turismo Social para la Salud y el Bienestar Integral de la región. Este proyecto se ejecuta gracias al apoyo del Instituto de Turismo de Costa Rica (ICT), desde el año 2015. Esta iniciativa tiene como objetivo principal brindarle al paciente superviviente de cáncer la opción de viajar con fines terapéuticos, independientemente de si cuenta o no con los recursos para hacerlo. En caso de que el paciente no cuente con los medios para sufragar los gastos del viaje, la fundación le brinda la oportunidad de generarlos por medio de los diferentes proyectos con los que cuenta.
Además, la organización se sostiene gracias al aporte de 30 personas voluntarias, quienes donan su tiempo; así como por medio de la realización de diferentes actividades, como bingos, rifas, ventas, bailes, ferias, entre otros.
Muchas de las integrantes de FuncaVida son mujeres emprendedoras. Para ellas, la feria de artesanías es de suma importancia, ya que no solo es el lugar donde comercializan sus productos, sino que trascienden a un espacio donde se empoderan, hacen terapia, conocen a otras pacientes oncológicas y brindan un mensaje optimista.
Por eso, su principal reto fue enfrentarse al cierre de su principal punto de venta debido a las restricciones sanitarias de la pandemia. Esto implicó el desafío de buscar nuevas formas para vender y dar continuidad a sus proyectos.
En ese momento, la Universidad de Costa Rica (UCR), por medio del Programa de Economía Social Solidaria, de la Escuela de Sociología, se convirtió en un aliado estratégico para que FuncaVida pudiese poner en marcha una tienda en línea, así como aprender a crear contenido para las redes sociales. Esto les permitió captar nuevos clientes por medio de su página web y de internet.
Además de esta estrategia, estas mujeres también implementaron algunos ajustes en sus ideas de negocio, tales como vender productos que la gente requería con mayor apremio en esos tiempos (como comidas, productos para celebraciones especiales...), así como retomar las ventas en sus comunidades cercanas.
Sin embargo, desde su perspectiva, el apoyo institucional de la UCR fue clave para que lograran enfrentar con éxito la crisis económica.
Además de esta experiencia en pandemia, ellas describen que la relación entre FuncaVida y la Universidad de Costa Rica ha sido muy beneficiosa, ya que ambas instancias han trabajado juntas en brindar las herramientas de capacitación necesarias para que las personas adultas, adultas mayores, voluntarias y supervivientes de cáncer puedan consolidar sus proyectos de emprendimiento y generar sus propios ingresos.
Por ejemplo, desde diferentes grupos de trabajo comunal universitario de la UCR, la fundación ha logrado consolidar charlas y capacitaciones en las áreas de terapia física, nutrición, enfermería y otros. También se han realizado diferentes proyectos de investigación sobre el modelo de FuncaVida.
Más recientemente desde proyectos específicos y cursos (sociología, nutrición, trabajo social), el Programa de ESS (Proess) también impulsa el conocimiento y visibilización del concepto de Economía Social Solidaria, por medio de diferentes trabajos finales de graduación de estudiantes y desde la acción social.
Desde el punto de vista económico, las mujeres forman parte de las poblaciones más vulnerables del país. Según el Informe del Estado de la Nación 2022, ellas junto con las personassituación de estas poblaciones jóvenes y las de menos calificación, se encuentran en desventaja a la hora de buscar y encontrar empleo.
Dicho informe señala que la se agravó tras la pandemia, más aún si se toma en cuenta que el país no cuenta con una política nacional de empleo con enfoque de género.
“La probabilidad de que las mujeres consigan empleo es de un 37 % versus un 63 % de los hombres. Lo que explica por qué ellas representan el 54 % de las personas desempleadas”, señala el Estado de la Nación 2022.
Es por esta razón, que gran parte de las mujeres excluidas del sistema económico tradicional han encontrado en el modelo de Economía Social Solidaria, una oportunidad para generar recursos y sacar adelante a sus familias. Este modelo les permite dar continuidad a la importante labor que desempeñan en el trabajo de cuidados, y al mismo tiempo desarrollar proyectos, desde un enfoque solidario, inclusivo, y desde los principios de la cooperación, la unión y la asociatividad.
La Universidad de Costa Rica mpulsa el desarrollo de nuevos modelos económicos que benefician a las comunidades, a las mujeres, a las personas adultas mayores y otros grupos, por medio de la labor de la Escuela de Sociología de la UCR, a través del Programa de Economía Social Solidaria (Proess).
En este aspecto, el rol de la Universidad de Costa Rica ha sido fundamental en materia de impulsar el desarrollo de estos nuevos modelos que benefician a las comunidades, a las mujeres, a las personas adultas mayores y otros grupos, por medio de la labor de la Escuela de Sociología de la UCR, a través del Programa de Economía Social Solidaria (Proess).
La economía social solidaria incluye la producción asociativa, los comercios e intercambios justos en mercados locales y nacionales, los cuales fortalecen tejidos económicos en los diferentes territorios, desde un enfoque integral en el que se toman en cuenta las necesidades, las habilidades, los conocimientos, las costumbres y la cultura de los diferentes territorios, así como la protección del medio ambiente.
Estos modelos económicos (algunos ancestrales y otros nuevos) permiten la inclusión sociolaboral y el desarrollo de proyectos por parte del sector campesino, mujeres emprendedoras, personas adultas mayores y territorios indígenas, quienes trabajan de forma conjunta en asociaciones, cooperativas y otras organizaciones, desde los principios de cooperación, ayuda mutua, gobernanza democrática y participativa, autogestión, equidad, autonomía e independencia.
Gran parte del trabajo de los proyectos del Proess consiste en apoyar procesos de unión asociativa, aportar al fortalecimiento en áreas de gestión, organización y mercadeo de estas organizaciones en diversas partes del país.
El Proees también facilita espacios como las ferias, como un encuentro entre organizaciones donde se generan vínculos para construir desde el comercio justo, intercambio de saberes y consumo responsable en búsqueda de un bienestar común.
La Licda. Graciela Mora, cocoordinadora del Proess, explicó que este vínculo universidad- sociedad es de gran importancia, ya que la construcción colectiva de soluciones entre las comunidades y las personas docentes y estudiantes tiene un gran impacto en ambas partes.
Además, el Proess ha acompañado las iniciativas de tres gobiernos diferentes, para el desarrollo de políticas públicas en esta materia, ya que ese es uno de sus objetivos específicos, pero principalmente mantiene un trabajo de acompañamiento a organizaciones en sus territorios. Esto permite tejer el vínculo entre las organizaciones de Economía Social Solidaria y los poderes públicos. Entre esos, más recientemente, también el vínculo con gobiernos locales.
Uno de los principales retos de nuestro país es lograr impulsar y consolidar políticas públicas a favor de la Economía Social Solidaria, como lo han hecho otros como países de la región, tales como México, Colombia, Ecuador y Uruguay.
La Universidad de Costa Rica, por medio de la Escuela de Sociología y del Proess ha sido uno de los principales actores en propiciar que se reconozca y se promueva el fortalecimiento de las expresiones económicas solidarias, las cuales actualmente conviven con formas económicas no solidarias y basadas en el lucro o la acumulación de riqueza.
La economía social solidaria (ESS) ha sido definida en Costa Rica como el conjunto de actividades económicas y empresariales realizadas en el ámbito privado por diversas entidades, grupos sociales y organizaciones para satisfacer el interés colectivo y de las personas que las integran, así como el interés económico en general de los territorios donde se ubican.
Desde esta perspectiva, la economía social solidaria es clave para la región, en tiempos de creciente desigualdad, ya que permite la inclusión sociolaboral y el desarrollo de proyectos económicos, de grupos sociales que han sido vulnerabilizados históricamente por el modelo económico tradicional, como lo son las mujeres, las juventudes, los pueblos originarios, personas con algún tipo de discapacidad física o cognitiva.
Según datos del Estado de la Nación 2022, a estos grupos sociales son los que más se les dificulta conseguir un empleo, principalmente a las mujeres y a las personas jóvenes, ya que en el país existe una brecha de oportunidades laborales para personas de baja calificación (nivel educativo), población que representa el 70 % de la fuerza de trabajo del país. Esta brecha se agravó con la pandemia.
A pesar de que en el país existen otras figuras que apoyan el cooperativismo y el trabajo de las comunidades, con instancias como el Infocoop y el Dinadeco, otras formas de intercambio solidario, comercio justo y de asociatividad no son fomentadas o apoyadas por estas instancias específicas (por ejemplo, las asociaciones bajo la ley 218). Por esto, urge trabajar el tema de política pública en materia de economía social solidaria que incluya a las diversas formas jurídicas bajo las que se integran las organizaciones que desarrollan esta economía.
En el 2015, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social creó la Dirección de Economía Social Solidaria. Ese mismo año, el Gobierno, por medio de la reforma al decreto ejecutivo N.° 39089, declaró de interés público y nacional el fomento, creación, desarrollo y formalización de los grupos, organizaciones y empresas de la economía social solidaria. A partir de ello, es que la Universidad de Costa Rica, a través del Proess, ha impulsado y acompañado espacios de construcción y ejecución de los primeros proyectos de la Dirección y el Viceministerio de Economía Social Solidaria del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Estas iniciativas permitieron delimitar el concepto de lo que se entiende por economía social solidaria en nuestro país y fueron la base para que, a través de la articulación interinstitucional, se elaborará la Política Pública para la Economía Social 2021-2025.
Durante ese mismo periodo, el Ejecutivo lanzó el Programa Tejiendo Desarrollo, el cual permitió articular voluntades y canalizar recursos de diferentes instituciones públicas para el fomento de la Economía Social Solidaria, y se gestaron diferentes iniciativas que permitieron apoyar a proyectos concretos en diversos territorios del país.
Sin embargo, pese al trabajo de incidencia de diferentes organizaciones para el reconocimiento de la economía social solidaria en nuestro país, el proyecto de ley marco sobre esta materia no ha sido aprobado por la Asamblea Legislativa.
La M. Sc. Yasy Morales Chacón, cocoordinadora del Proess, señaló que actualmente el principal reto para la institucionalidad costarricense es lograr la implementación de la Política Pública de la Economía Social Solidaria 2021-2025.
“La Política Pública de la Economía Social Solidaria 2021-2025 contempla una actualización del marco normativo referente a estas organizaciones, fomento del financiamiento adaptado, acceso a mercados, formación e investigación. En la ejecución de esta política, las universidades púbicas tienen un papel importante a jugar en la creación de conocimientos sobre este sector, la formación universitaria y externa, y en procesos de acompañamiento desde la acción social a las instituciones y organizaciones de la economía social solidaria”, expresó Morales.
En el 2015, tras identificar que compartían las mismas necesidades económicas y de desarrollo humano, así como las posibles soluciones ante este enorme reto, un grupo de mujeres de Upala decidió unirse para trabajar por un objetivo común: consolidar sus proyectos productivos y ayudar al desarrollo económico de sus comunidades.
De esta forma, nació la Asociación de Mujeres Emprendedoras de Upala (Amecup), organización que impulsa el emprendimiento con enfoque de género. Por medio de esta, varias personas, algunas resilientes de violencia (patrimonial, intrafamiliar y doméstica), dan forma a sus sueños y fortalecen sus ideas de negocio.
Con el apoyo del Programa de Economía Social Solidaria de la UCR, estas mujeres vislumbraron en el trabajo colectivo una solución ante las dificultades económicas y sociales que enfrenta la zona de Upala. Por ejemplo, desempleo, problemas con la conectividad, estar alejadas de la Gran Área Metropolitana, falta de oportunidades de capacitación y formación; aunado al hecho de tener que combinar sus ideas productivas con otros trabajos del hogar y con el trabajo de cuidados.
La Asociación de Mujeres Emprendedoras de Upala (Amecup) es una organización que impulsa el emprendimiento con enfoque de género. Por medio de esta, varias personas, algunas resilientes de violencia (patrimonial, intrafamiliar y doméstica), dan forma a sus sueños y fortalecen sus ideas de negocio.
Según el Atlas de Desarrollo Humano Cantonal 2022 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Upala ocupa en el tercer lugar en la lista de los cantones que encabezan el Índice de Pobreza Multidimensional, lo que significa que es uno de los lugares del país en donde las personas experimentan múltiples carencias en materia de educación, salud, oportunidades de empleo, etc.
Este mismo estudio señala que Upala tiene un índice de Desarrollo Humano medio (72 puntos, de los menores del país) y que la escolaridad promedio de sus habitantes es de 7,1 años; mientras el ingreso per cápita por hogar es aproximadamente de 226 815 colones.
Por esta razón, Amecup encontró en la UCR, en sus profesores y en sus estudiantes, un aliado estratégico para trabajar - en primera instancia - en la consolidación de una figura de trabajo colectivo, como lo es la asociación sin fines de lucro; y luego en la capacitación y formación del talento humano, tanto de la junta directiva de la asociación, como de cada uno de los emprendimientos que son parte de Amecup, con el fin de formular y sostener cada uno de sus proyectos.
Actualmente, la asociación está conformada por diez mujeres emprendedoras, quienes se dedican al procesamiento del cacao y su diversificación en diferentes productos, por medio de la marca Cacacoitica, a la elaboración de jabones artesanales, a los servicios de alimentación, así como a la siembra y comercialización de productos agrícolas, entre otros.
En estos ocho años de trayectoria, las mujeres de Amecup han recibido por parte de la Universidad las herramientas necesarias para consolidar sus emprendimientos, en áreas como fortalecimiento de habilidades blandas, mercadeo, comercialización de productos, gestión, entre otros.
Desde su perspectiva, el aporte más significativo de la Universidad de Costa Rica en sus vidas fue la labor de empoderamiento, de impulsarlas a creer que eran capaces de sentar las bases de sus proyectos productivos, de hacerlos crecer y de sostenerlos, así como de ayudarlas a creer en el trabajo colectivo y en el poder de grupo.
Por otra parte, las miembros de Amecup agradecen a la UCR el apoyo brindado durante el contexto de la pandemia, ya que tuvieron la posibilidad de trabajar junto con las personas estudiantes, en un diagnóstico de sus fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas, así como en un plan de trabajo para enfrentar la crisis.
Otro de los logros más recientes de Amecup fue consolidar la ampliación del negocio de cacao, ya que consiguieron el financiamiento necesario para construir su propia planta de procesamiento, la cual será inaugurada en los próximos meses.
Además de impulsar los proyectos de las diez mujeres de la asociación, Amecup también brinda asesoría y capacitación en temas de emprendimiento a otras pobladoras de la zona que desean iniciar un proyecto productivo, en alianza con las universidades públicas, instituciones estatales, organizaciones no gubernamentales, entre otros.
De esta manera, tanto la UCR como la Amecup contribuyen con el desarrollo económico de la región, pero principalmente con el empoderamiento de las mujeres de las diferentes comunidades de Upala.
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