Lunes 16 de octubre a las 6:00 a. m. Un grupo de casi 25 estudiantes —de siete diferentes carreras vinculadas a la salud— ya se encontraban con sus maletas listas para iniciar su viaje y llegar a una de las comunidades de Costa Rica que más se destaca por tener un acceso restringido a los servicios de salud: Limón.
Con los más altos valores humanistas, ni el frío de la mañana, el cansancio, la elevada carga académica, o el extenso recorrido debido al cierre de la Ruta 32, desmotivaron a estos jóvenes estudiantes para que desde tempranas horas se echaran al hombro diversidad de equipos médicos —desde estetoscopios para escuchar el corazón y glucómetros que permiten medir el azúcar en sangre—, hasta piojos gigantes de espuma, mosquitos de algodón y serpientes de plástico, con el objetivo de brindar charlas educativas de prevención a una comunidad que así lo pidió.
¿La necesidad? Más que evidente. Si quiere comprobarlo, tan solo basta con que usted mismo recuerde el tema de las listas de espera o revise los datos del Ministerio de Salud sobre la cantidad de casos de dengue que imperan en el cantón. Al día de hoy, Limón es una de las zonas más afectadas por esta enfermedad con más de 729 casos confirmados. Por lo tanto, no había dudas.
El conocimiento, la disposición y las manos de cada estudiante se alistaron para iniciar una intensa faena que al final estuvo llena de grandes satisfacciones. ¡Y qué bueno que fue así!, porque al concluir los tres días de trabajo, cada uno de ellos —con la camisa de la UCR bien puesta— ayudaron a cambiar la vida de varios limonenses que, como bien lo dijo Xinia Rose Stewart, llevaban meses esperando por una valoración, o bien, para comprender mejor su enfermedad. Xinia, en su caso particular, esperó semanas por un electrocardiograma.
“La feria de la salud que hicieron acá en Limón me pareció muy interesante porque tienen a los estudiantes que están en medicina y a las enfermeras que, si bien están practicando, ya tienen conocimientos adquiridos que nos están expresando. Aparte de eso, nos están ayudando con esa lista de espera tan grande que tiene la Caja. Yo ahora me voy a hacer el electro que tenía tiempo de estarlo esperando en la Caja”, compartió Xinia.
En cuestión de minutos, el mismo sentir de Xinia se vio representado por una multitud de personas. Tan solo en el primer día, casi 70 usuarios hicieron fila frente al centro de simulación móvil de la Escuela de Enfermería de la UCR para saber cómo estaba su corazón, su presión arterial, sus niveles de azúcar, el estado de gestación del bebé o para que se les tomara una muestra que les permitiera detectar de forma precoz el cáncer de cuello uterino.
Así, rápidamente el Parque Balvanero Vargas se convirtió en una pasarela aún más efervescente del sabor caribeño, impresionantes afros, agua de pipa en abundancia y personas orgullosas de su cultura que jamás dudaron en regalar una sonrisa. Si algo quedó claro es que, en definitiva, lo mejor de Limón es su gente y la UCR debía corresponder.
La docente Hanna Sanabria Barahona, de la Escuela de Enfermería, incluso tomó la decisión de dejar sus comidas de lado para responder a la enorme fila que tenían al frente.
La meta estaba clara: el pueblo limonense era lo primero. Esta era la prioridad de la UCR y para eso fueron con una feria de la salud que no dejó a nadie atrás. Incluso, la población migrante, representado por un grupo importante de venezolanos, pudieron conocer cómo estaba su condición de salud y qué podían hacer para mejorarla con base en sus propias realidades.
“Nuestros esfuerzos se dirigieron a que las personas con acceso limitado de recursos tuvieran una atención de cuidado humanizado con valoraciones completas de enfermería, control de signos vitales, medición antropométrica —medidas corporales de peso y talla— y electrocardiografía. Somos un equipo de casi 30 personas que trabajamos voluntariamente con el centro de simulación móvil para trasladarnos a las zonas del país que nos requieran”, compartió Sanabria.
Por supuesto, ninguna vida hubiese sido transformada sin el aporte de la Sede del Caribe, que ayudó a orquestar un complejo grupo de colaboradores adicionales, empresas privadas y organizaciones no gubernamentales que también aportaron servicios a bajo costo o gratuitos como odontología, análisis de sangre para conocer el riesgo de cáncer de próstata y de optometría orientada a identificar miopía, astigmatismo, entre otros padecimientos visuales.
“Con esta feria culmina un fuerte trabajo que la Universidad y la Vicerrectoría de Acción Social han logrado hacer para dar respuesta a una de las necesidades principales de la comunidad limonense, lo cual es el tema de la salud con diferentes servicios de atención y de educación gratuitos o a muy bajo costo para la comunidad. Estamos muy contentos porque la gente ha sido muy receptiva y agradecida con el trabajo que hemos venido haciendo”, manifestó Alejandra Tenorio Madrigal, docente en la Sede del Caribe y colaboradora en la organización de la feria.
Siete áreas del conocimiento realizaron un inigualable trabajo para ayudar a que las personas más vulnerables puedan acceder a la salud.
Foto: Anel Kenjekeeva.Para el Dr. Jean Carlo Segura Aparicio, docente de la Escuela de Medicina, son estas las acciones que conectan con las personas más vulnerables las que verdaderamente representan la esencia de la UCR. Él es el más vivo ejemplo.
Con un carisma innegable, no es raro ver a este joven médico, junto con el Dr. Jorge Vargas Carmiol, microbiólogo, ponerse sobre su espalda la mochila roja de su botiquín para liderar a cientos de estudiantes cada año y así ayudar a distintas comunidades del país que sobresalen por sus bajos índices de desarrollo humano como lo son Chomes, San Vito o Limón.
Como alguna vez dijo Albert Einstein: “educar con el ejemplo no es una forma de educar, es la única”, y tanto el Dr. Segura como el Dr. Vargas lo hacen todos los días con su labor. El verlos trabajar por quienes no tendrían otra opción, si no fuese por los proyectos de acción social, es el ejemplo más claro de humanismo para las y los estudiantes en formación quienes, al graduarse, tendrán en sus manos la enorme posibilidad de transformar vidas.
Angie Vargas Campos, estudiante de Medicina de quinto año, es una muestra fiel de ese resultado. Sin necesidad de contabilizar horas para un TCU, ella y su novio decidieron tomar un bus al salir de su guardia a las 5:00 p. m. del Hospital México y llegar a la 1:00 a. m. a Limón para brindar su granito de arena. El agotamiento no les importó e igual estaban ahí.
Es en esa entrega genuina y desinteresada de los estudiantes cuando, desde la docencia, se puede decir: “lo estamos haciendo bien y una nueva generación aún más sensibilizada se está dando al país”.
“Esta feria en Limón fue una sorpresa. Yo no esperaba que tantas personas llegaran. La experiencia ha sido muy enriquecedora aunque nos cerraron la 32 y tuvimos que venirnos por Turrialba. Duramos seis horas en el bus, pero luego, el ver tanta gente necesitada de un electro, de una glicemia, de una toma presión o que simplemente quería ser escuchada, me abrió mucho los ojos. Esto es muy distinto a lo que uno vive en hospitales centrales. En las rotaciones he visto que hay médicos que se enojan porque un paciente llega tarde o que interrumpe la consulta. Sin embargo, después uno se da cuenta que esa persona hizo un recorrido de seis horas para llegar a San José, que la mamá soltera tuvo que ver quién le cuida los hijos o sacar dos días de trabajo para llegar al Hospital México. Ahí es cuando uno se percata de lo que realmente importa”, narró Angie Vargas.
Varias de las experiencias fueron descritas por los jóvenes como sorpresivas e indescriptibles. Si no, que lo diga la misma Tiffany Quirós, estudiante de Promoción de la Salud, quien por primera vez en su vida tuvo que explicarle a una persona ciega cómo era un piojo. Con gran calidez, ella guió las manos de esa persona en el piojo de espuma que traían desde la Escuela de Medicina mientras le explicaba las características y formas de prevenir a este frecuente parásito.
Otros alumnos, en cambio, tuvieron que maximizar sus habilidades para entender lo que requerían las personas sordas que solo hablaban lesco. La vivencia, simplemente, no tuvo límites.
“Nos hemos topados con múltiples casos, desde personas que no conocen sobre una enfermedad como la diabetes, hasta aquellos que tenían la presión alta y no lo sabían. Esto es súperimportante porque generamos un impacto en la atención en la salud y enfatizamos que estar en control es algo importante para que, en un futuro, no lleguen a tener problemas que le dificulten su calidad de vida”, expresó Astrid Brenes, estudiante de tercer año de Enfermería.
La feria concluyó el miércoles 18 de octubre a las 5:00 p. m. Un total de 197 personas recibieron de manera gratuita una valoración completa de enfermería: monitoreo de signos vitales, medición antropométrica como peso y talla, así como el cálculo de los niveles de azúcar en la sangre.
Además, se realizaron 70 citologías para detectar de forma precoz el cáncer de cuello uterino o cérvix y más de 150 electrocardiogramas.
Limón fue solo una más de las comunidades que se unieron a la gran lista de zonas del país con las que la UCR ha trabajado a lo largo del año.
La Escuela de Enfermería ya ha estado en Turrialba, áreas indígenas, Ipís y Buenos Aires de Puntarenas, mientras que la Escuela de Medicina también se sostiene en localidades indígenas y zonas como Chomes y San Vito, principalmente.
Las atenciones son parte de la iniciativa “Tejiendo Redes” que implementa la Vicerrectoría de Acción social desde el 2022 y se llevan a cabo en coordinación con las sedes de la UCR, los gobiernos locales, las organizaciones no gubernamentales y entes privados.
En total, más de 50 estudiantes de las carreras de Salud Pública, Enfermería, Medicina, Diseño Gráfico, Ingeniería, Educación y Comunicación, así como docentes del área, intervinieron en esta última acción. También, se espera llegar a otras zonas de gran vulnerabilidad social como Upala, Desamparados y Guácimo.
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