Según Naciones Unidas, el cambio climático está relacionado con el 75 % de los fenómenos meteorológicos extremos; el 91 % de todas las muertes por amenazas meteorológicas entre 1970 y 2019, se produjeron en países en desarrollo y se prevé que en 2030, habrá cerca de 1,5 desastres de magnitud significativa al día.
En este sentido, la Universidad de Costa Rica (UCR) con el proyecto Gestión para la reducción del riesgo en comunidades amenazadas del país, trabaja con comunidades que sufren los embates de desastres, para prevenir y reducir los riesgos de estos.
Actualmente el proyecto está trabajando en el cantón de Corredores en las comunidades de Central Campesina y Los Castaños las cuales han presentado alto riesgo socio ambiental como inundaciones, plagas, desigualdad y afectación por el monocultivo de la palma africana.
Según Eleazar Morales Aguirre, docente de la Escuela de Psicología y coordinador del proyecto, las actividades se organizaron en tres ejes: organización a las comunidades, promoción de la salud mental y alianzas estratégicas.
En el campo de la organización se concentra en la capacitación de comunidades en la gestión de la prevención de desastres, con una metodología más formal pero siempre manteniendo espacios de recreación “hemos ido aplicando la creación de mapas de riesgos que nos permite junto con la sabiduría que tienen estas poblaciones sobre su territorio, ir identificando esas zonas de mayor riesgo”, declaró Morales.
Parte del trabajo es guiar a las comunidades en la identificación del origen de este riesgo, como por ejemplo el impacto de la actividad bananera que creó los canales y diques, que volvieron la zona susceptible a inundaciones.
Dentro del ámbito de la salud mental se brindan oportunidades de recreación, juego y deporte, especialmente para la población joven, niños y niñas, adultos mayores, así lo declaró María Ángel Castro Ramírez, estudiante de Psicología y asistente del proyecto. En el caso de líderes comunales las capacitaciones son sobre primeros auxilios psicológicos y resucitación cardio-pulmonar sin dejar de lado los espacios más lúdico-informativos, indicó Castro.
El coordinador Morales destacó las alianzas estratégicas como un tercer eje de trabajo para generar un abordaje interinstitucional y multidisciplinario. “Dentro de las comunidades vulnerabilizadas está muy presente la sensación de abandono de parte de las instituciones del Estado, que solo atiende de forma puntual la emergencia pero las poblaciones quedan sin la posibilidad de recuperarse totalmente luego de un evento”.
Dentro de las afectaciones psicosociales que puede sufrir una población por un evento adverso o desastre se pueden encontrar: estrés, incertidumbre, ansiedad, cuadros de estrés postraumático, pérdidas humanas, materiales y económicas, lo que supone un duelo y una afectación en su cotidianidad.
Cuando la pérdida es colectiva como, por ejemplo, cuando una inundación destruye un puente, hay además una afectación social y económica.
La educación es un elemento que es duramente afectado por los desastres y emergencias del cantón, así lo destacó Yesenia Fernández Matamoros, profesora en la Escuela unidocente de Los Castaños, que señaló como en la pandemia y durante las inundaciones los estudiantes sufren atrasos importantes en el desarrollo educativo.
La desigualdad junto con la desorganización y falta de preparación, profundizan el impacto de cualquier evento adverso sobre las poblaciones y por otro lado una vez que el desastre ha ocurrido, éste aumenta la desigualdad. Sin embargo, Morales destacó como un logro importante, producto del trabajo del proyecto, la creación del 1er Comité Comunal de Emergencia en el que siete comunidades aledañas a Central Campesina y Los Castaños se organizaron para formar esta organización, la cual es parte formal del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo y comenzó el diálogo con varias organizaciones locales para prevenir y gestionar los desastres y emergencias.
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