Así lo concluyó un equipo internacional de investigación en el que participa Gabriela Arguedas Ramírez, bioeticista y docente de la Escuela de Filosofía de la Universidad de Costa Rica. De acuerdo con Arguedas, este grupo logró determinar que “la prueba de fuego de la pandemia” no la superaron ni los organismos internacionales, ni las compañías farmacéuticas, ni los gobiernos de las grandes economías del mundo, ni los países más pequeños, ni la Organización Mundial de la Salud, ni el conglomerado que trabajó para orientar el tema de las vacunas. Es decir, nadie.
“Lo que podemos decir es que la solidaridad fue solo, en efecto, retórica, porque no hubo política pública sanitaria basada en la solidaridad finalmente. Eso no ocurrió. Aunque dijeran que lo iban a hacer, no pasó. […] Y sigue siendo así porque la pandemia no se ha acabado. Sigue siendo ‘sálvese el que pueda’. Sigue muriendo gente. Estamos más bien retrocediendo. Si uno analiza la política sanitaria costarricense retrocedimos a punto cero, no hay nada en este momento”, sentenció Arguedas.
Gabriela Arguedas Ramírez, bioeticista y docente de la Escuela de Filosofía
Para ello, el grupo se propone hurgar en todos los rincones del planeta para descubrir muestras concretas de solidaridad y el significado que le otorgan al término diversas culturas alrededor del orbe, en particular aquellos grupos históricamente marginados. A partir de esa información no solo se quiere llegar a una definición puntual, sino definir un camino para que la narrativa de la solidaridad en la salud global no se quede en una expresión de buena voluntad, sino que guíe la acción y oriente la toma de decisiones prácticas.
“Creo que parte de nuestro proyecto es poder crear un vocabulario que permita desnaturalizar una serie de argumentos y razonamientos profundamente antiéticos, éticamente inaceptables, pero que se han ido normalizando. Esto es algo que yo añadiría, no es algo que hayamos discutido formalmente en el grupo, pero he llegado a la conclusión de que, conforme pasa el tiempo y nos vamos alejando de la Segunda Guerra Mundial, hay muchas cosas que la gente parece haber olvidado y el olvido es el primer problema y no solo aquí.
“Hay decisiones de política sanitaria o de ética de la salud pública que se tomaron en Suecia, en Holanda, en Canadá, en varios países del norte global, que son absolutamente atroces, y para mucha gente estaba bien, para mucha gente no había razón para indignarse y eso es una llamada fuerte de atención; cuando se están tomando decisiones con los mismos principios y los mismos tipos de razonamiento con los que operaron los campos de concentración en la Alemania nazi y no pasa nada, y la gente no se asusta, no se incomoda moralmente, algo anda mal, algo anda mal”, advirtió Arguedas.
El proyecto de investigación se denomina Moving Beyond Solidarity Rhetoric in Global Health: pluriversality and actionable tools (Moviéndose más allá de la retórica de la solidaridad en la salud global: pluriversatilidad y herramientas viables) y ganó un financiamiento por más de tres millones de libras esterlinas por parte de Wellcome Trust Discovery, organización abocada al mejoramiento de la salud por medio del apoyo financiero a la investigación, el liderazgo de políticas y campañas de defensa y la construcción de alianzas globales.
Arguedas explica que el proyecto es una investigación filosófica con aplicaciones prácticas, el cual utilizará una metodología específica para recuperar ideas, formas de razonamiento y tradiciones filosóficas que no han sido reconocidas históricamente como parte del pensamiento de la humanidad. En este sentido, el equipo se propone ir más allá del marco tradicional del pensamiento occidental contemporáneo y explorar con diferentes grupos sociales, actores y áreas del conocimiento sobre el significado de la solidaridad.
A partir de esas nociones y prácticas de solidaridad que podrían estar ocultas por diversas formas de exclusión y discriminación el equipo investigador procesará la información y las experiencias para construir una conceptualización robusta y potente de término que permita desarrollar una herramienta práctica para la toma de decisiones en contextos de crisis de salud global, bajo el entendido de que no puede haber salud global sin justicia y sin una ética claramente definida.
Gabriela Arguedas Ramírez, bioeticista y docente de la Escuela de Filosofía
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