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Investigadora de la UCR forma parte de proyecto de investigación mundial

En busca de la solidaridad perdida

Equipo ganó un financiamiento para elaborar una herramienta que oriente la toma de decisiones a partir de la solidaridad durante crisis sanitarias globales
23 sept 2022Sociedad

Prueba de PCR a trabajador en la Zona Norte

El personal de salud fue reconocido en todo el mundo por su solidaridad durante la pandemia por COVID-19. Definir la solidaridad puede parecer algo sencillo, pero no lo es… mucho menos ponerla en práctica. Foto con fines ilustrativos de Miriet Ábrego, Semanario Universidad.

Un microorganismo desnudó al mundo entero. Un agente imposible de ver a simple vista profundizó las diferencias entre personas, países y clases sociales. Un virus fue el encargado de aplicar un examen de solidaridad a la especie humana… El resultado: reprobación total.

Así lo concluyó un equipo internacional de investigación en el que participa Gabriela Arguedas Ramírez, bioeticista y docente de la Escuela de Filosofía de la Universidad de Costa Rica. De acuerdo con Arguedas, este grupo logró determinar que “la prueba de fuego de la pandemia” no la superaron ni los organismos internacionales, ni las compañías farmacéuticas, ni los gobiernos de las grandes economías del mundo, ni los países más pequeños, ni la Organización Mundial de la Salud, ni el conglomerado que trabajó para orientar el tema de las vacunas. Es decir, nadie.

“Lo que podemos decir es que la solidaridad fue solo, en efecto, retórica, porque no hubo política pública sanitaria basada en la solidaridad finalmente. Eso no ocurrió. Aunque dijeran que lo iban a hacer, no pasó. […] Y sigue siendo así porque la pandemia no se ha acabado. Sigue siendo ‘sálvese el que pueda’. Sigue muriendo gente. Estamos más bien retrocediendo. Si uno analiza la política sanitaria costarricense retrocedimos a punto cero, no hay nada en este momento”, sentenció Arguedas.

“Las cosas han salido muy mal en esta pandemia no porque no hayamos tenido conocimiento científico, no porque no hayamos desarrollado instrumentos tecnológicos para poder responder al problema. O sea, la falla es ética. La ciencia pudo responder rápidamente. Entonces, ¿qué fue lo que pasó? ¿Por qué si la ciencia respondió rápidamente no hemos salido del atolladero? Y no salir del atolladero significa personas que murieron que pudieron no haber muerto; es decir, es gente que podría estar viva en este momento si las cosas se hubieran hecho bien. Yo creo que eso es una tragedia que está completamente oculta. ¿Cómo es que una muerte prevenible se volvió algo aceptable en la sociedad?”

Gabriela Arguedas Ramírez, bioeticista y docente de la Escuela de Filosofía

Este análisis impulsó al coordinador del Independent Resource Group for Global Health Justice, Caesar Atuire, de la Universidad de Ghana, a crear un equipo investigador con integrantes de distintos países del mundo para conseguir una definición actualizada, robusta y desde distintas áreas del conocimiento de la palabra solidaridad en el marco de una crisis de salud global, como lo ha sido la pandemia por COVID-19.

Para ello, el grupo se propone hurgar en todos los rincones del planeta para descubrir muestras concretas de solidaridad y el significado que le otorgan al término diversas culturas alrededor del orbe, en particular aquellos grupos históricamente marginados. A partir de esa información no solo se quiere llegar a una definición puntual, sino definir un camino para que la narrativa de la solidaridad en la salud global no se quede en una expresión de buena voluntad, sino que guíe la acción y oriente la toma de decisiones prácticas.

“Creo que parte de nuestro proyecto es poder crear un vocabulario que permita desnaturalizar una serie de argumentos y razonamientos profundamente antiéticos, éticamente inaceptables, pero que se han ido normalizando. Esto es algo que yo añadiría, no es algo que hayamos discutido formalmente en el grupo, pero he llegado a la conclusión de que, conforme pasa el tiempo y nos vamos alejando de la Segunda Guerra Mundial, hay muchas cosas que la gente parece haber olvidado y el olvido es el primer problema y no solo aquí.

“Hay decisiones de política sanitaria o de ética de la salud pública que se tomaron en Suecia, en Holanda, en Canadá, en varios países del norte global, que son absolutamente atroces, y para mucha gente estaba bien, para mucha gente no había razón para indignarse y eso es una llamada fuerte de atención; cuando se están tomando decisiones con los mismos principios y los mismos tipos de razonamiento con los que operaron los campos de concentración en la Alemania nazi y no pasa nada, y la gente no se asusta, no se incomoda moralmente, algo anda mal, algo anda mal”, advirtió Arguedas.

Gabriela Arguedas Ramírez, bioeticista y docente de la Escuela de Filosofía

El equipo internacional de investigación del que forma parte Gabriela Arguedas Ramírez cuenta con siete años para desarrollar sus estudios y elaborar el índice de solidaridad para la toma de decisiones en contextos de crisis de salud global. Foto: Laura Rodríguez.

Laura Rodríguez Rodríguez

El proyecto de investigación se denomina Moving Beyond Solidarity Rhetoric in Global Health: pluriversality and actionable tools (Moviéndose más allá de la retórica de la solidaridad en la salud global: pluriversatilidad y herramientas viables) y ganó un financiamiento por más de tres millones de libras esterlinas por parte de Wellcome Trust Discovery, organización abocada al mejoramiento de la salud por medio del apoyo financiero a la investigación, el liderazgo de políticas y campañas de defensa y la construcción de alianzas globales.

Arguedas explica que el proyecto es una investigación filosófica con aplicaciones prácticas, el cual utilizará una metodología específica para recuperar ideas, formas de razonamiento y tradiciones filosóficas que no han sido reconocidas históricamente como parte del pensamiento de la humanidad. En este sentido, el equipo se propone ir más allá del marco tradicional del pensamiento occidental contemporáneo y explorar con diferentes grupos sociales, actores y áreas del conocimiento sobre el significado de la solidaridad.

A partir de esas nociones y prácticas de solidaridad que podrían estar ocultas por diversas formas de exclusión y discriminación el equipo investigador procesará la información y las experiencias para construir una conceptualización robusta y potente de término que permita desarrollar una herramienta práctica para la toma de decisiones en contextos de crisis de salud global, bajo el entendido de que no puede haber salud global sin justicia y sin una ética claramente definida.

“Esta no es la última pandemia del siglo XXI. No hemos salido del COVID-19 y ya tenemos Monkeypox, a la que no se le está dando prácticamente ninguna atención. Parece que no aprendimos absolutamente nada del COVID-19. Y van a surgir más conforme se agraven los efectos del cambio climático y otras crisis, porque siempre tenemos una concatenación de crisis. Van a emerger más crisis sanitarias que pueden ser pandemias o pueden ser de otra naturaleza, pero van a surgir más y, cuidado y si no, van a surgir varias al mismo tiempo. Entonces necesitamos herramientas para hacer mejor las cosas, e insisto, no es la ciencia la que nos está fallando. O sea, no es que pasaron cuatro años y no supimos cuál es el virus ni cómo funciona ni qué podemos hacer al respecto. Eso lo sabemos. Justamente, donde queremos aportar como grupo es en el área más débil de respuesta a una crisis sanitaria.”

Gabriela Arguedas Ramírez, bioeticista y docente de la Escuela de Filosofía

Fernando Montero Bolaños
Fernando Montero Bolaños
Periodista, Oficina de Divulgación e Información
fernando.mopzjznterobolanos  @ucrdzfr.ac.cr

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