En cada instancia universitaria existe un comité de gestión del riesgo, cuyos integrantes velan por el correcto desarrollo y participación de las personas en el simulacro. Foto Laura Rodríguez.
Para salvar vidas ante cualquier emergencia o situación comprometedora, hay que planear, organizar, trabajar en equipo, realizar prácticas y crear conciencia sobre la importancia de entender y aplicar la gestión del riesgo.
Y es que en Costa Rica nos enfrentamos a eventos naturales, como por ejemplo los temblores que suceden todos los días o inundaciones producidas por las lluvias torrenciales, pero también todas y todos debemos estar atentos ante las situaciones inesperadas que surjan en nuestros lugares de trabajo, en nuestros hogares o en donde sea que nos encontremos.
De ahí que la gestión del riesgo sea un tema que se debe tratar, tanto en el ámbito laboral como dentro del núcleo familiar, para poder cuidar nuestra integridad física y la de todas y todos quienes integren el círculo de contacto social que tenemos diariamente.
Por ello, la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) y las instituciones públicas, las empresas del sector privado, las asociaciones comunales, etc., coordinan en conjunto la cuarta edición del Simulacro Nacional de Evacuación, cuya finalidad es generar conciencia entre la población sobre las condiciones especiales que tiene Costa Rica y cómo enfrentarlas.
El director ejecutivo de la CNE, Sigifredo Pérez Fernández, indicó que este tipo de acciones sirven para determinar los pasos a seguir, de manera sencilla y concreta, para proteger a las personas en casos de emergencia.
“Todas y todos podemos cumplir un papel importante cuando ocurre alguna emergencia. El principio que siempre priva es salvaguardar la vida de las personas ante todo. Trabajamos con el MEP (Ministerio de Educación Pública) en los centros educativos del todo el país, para generar conciencia sobre la gestión del riesgo a futuro y crear una visión diferente en las personas que a futuro tendrán la dirección del país. Hay que motivar a las personas para que formen parte de los comités de emergencias que hay en las comunidades o centros de trabajo”, declaró Pérez.
Toda la logística que conlleva la realización del Simulacro Nacional de Evacuación está dirigida a planificar tareas; aplicar planes, protocolos y procedimientos; organizar a las y los actores y los recursos disponibles; y establecer mecanismos de coordinación.
Asimismo, el objetivo principal es capacitar a las instituciones, empresas o comunidades en la identificación de amenazas y/o riesgos, y generar la construcción de un plan de emergencia para articular la respuesta ante el suceso. Pero además, se pretende que cada persona a la que llegue este mensaje lo multiplique dentro de su entorno familiar.
Toda la información relacionada al Simulacro Nacional de Evacuación, que coordina la CNE, y además para ampliar sobre la temática de la gestión del riesgo, se puede obtener en: Simulacro.cr.
En la Universidad de Costa Rica (UCR) este tema se coordina con la CNE por medio del Programa de Gestión del Riesgo y Reducción de Desastres (PGRRD), que pertenece a la Vicerrectoría de Administración.
En la actualidad lo integran funcionarios de las escuelas de Enfermería, Geografía, Geología y Psicología, además de representantes de la Unidad de Salud Ocupacional y Ambiental, Oficina de Bienestar y Salud, Brigada de Atención Psicosocial en Situaciones de Emergencia, Maestría Profesional en Gestión del Riesgo en Desastres y Atención de Emergencias, Vicerrectoría de Acción Social y Vicerrectoría de Administración.
Dicho Programa es la instancia responsable dentro del ámbito institucional, pero además existen los Comités de Gestión del Riesgo y Atención de Emergencias (COGRAE), que están en cada edificio de todas las sedes y recintos de la UCR.
“Precisamente ese es uno de los resultados más importantes, conformar esos comités gracias a la capacitación que se brindó a un grupo de personas funcionarias, para que conocieran y se apropiaran de los conceptos relacionados con la gestión del riesgo en la UCR. Asimismo, durante estos procesos se desarrollaron acciones para reducir la vulnerabilidad, por medio de medidas preventivas y de mitigación. Esto es fundamental para cumplir con la tarea de mejorar las condiciones de los espacios laborales, de los hogares y de las comunidades a las que pertenecen las y los funcionarios universitarios”, detalló el Lic. Jorge Rodríguez Ramírez, coordinador del PGRRD.
La universidad tiene dos formas de vincularse con la CNE, afirmó Rodríguez: la primera es por medio de los diferentes comités asesores técnicos, en los que participa personal docente de múltiples áreas, con conocimiento y experiencias distintas, y que aportan el criterio técnico necesario para la toma de decisiones.
La segunda es mediante la Subcomisión de Gestión del Riesgo del Consejo Nacional de Rectores (CONARE), en la que hay dos representantes de la UCR. Cuando se presenta una situación de emergencia, se establece comunicación directa con la CNE para identificar cuáles son los recursos que, como universidades públicas, pueden aportar durante las fases de rehabilitación y reconstrucción de las zonas afectadas.
“Todo lo descrito anteriormente da como resultado una intervención coordinada de cada situación de emergencia y que es acorde a las necesidades de las comunidades afectadas y va de acuerdo a los recursos con que dispone cada institución. Por ejemplo, podemos citar a las y los especialistas en diferentes campos o recursos materiales”, mencionó Rodríguez.
Se realizó una reunión con anterioridad en la que se dieron cita todas las jefaturas administrativas, para brindarles orientación y las recomendaciones del caso con la finalidad de completar este ejercicio con éxito, pues la participación de los COGRAE resulta imprescindible para lograr movilizar a todas las personas que están en las oficinas universitarias.
Una vez que se cumple el simulacro de evacuación, las y los encargados recibirán los comentarios respectivos para identificar las oportunidades de mejora y garantizar que los planes de gestión del riesgo estén actualizados, los equipos organizados y que la respuesta a la movilización por alguna emergencia sea oportuna.
“Es importante recordar que con estos ejercicios se ponen en práctica lo que establece el apartado de preparativos y respuesta de los planes de gestión del riesgo, por lo tanto hay que mantener las rutas de evacuación bien identificadas, establecer un punto seguro de encuentro, y tener en consideración a las personas con discapacidad y animales de compañía. Durante el simulacro se debe contar con un sistema de alerta y con un grupo de personas identificadas como parte de los COGRAE, pues ellas y ellos se encargarán de girar las instrucciones para evacuar de forma ordenada y brindar apoyo a las personas que así lo requieran”, subrayó Rodríguez.
Una vez que todos están en el punto de encuentro, se corrobora que todas las personas hayan evacuado la oficina o el edificio, y después dar el aval para regresar.
“Este tema es muy importante debido a que, independientemente del sitio en que las personas se encuentren, puede presentarse una emergencia. Por lo tanto, siempre hay que identificar los riesgos existentes y cómo se pueden enfrentar o reducir. Además, de esta manera se fortalece la resiliencia de la institución y de las personas que comparten en ella, pues entre mayor prevención, mitigación y preparación, mejor será la forma de enfrentar un evento adverso”, concluyó Rodríguez.
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