¡Los números son alarmantes! En el año 2020, producto de la pandemia, 181 personas adultas mayores fueron abandonadas en los hospitales y reubicadas por el Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (Conapam). Esta cifra aumentó de enero a mayo del 2022 a 350, evidenciando que la sociedad costarricense todavía no adquiere conciencia sobre el no abuso, maltrato, marginación y negligencia contra esta población.
En la Universidad de Costa Rica (UCR), el Programa Institucional para la Persona Adulta y Adulta Mayor (PIAM) de la Vicerrectoría de Acción Social busca contribuir con la sociedad para que estas manifestaciones de violencia contra la población adulta mayor sean cada vez menos. En este proceso, la educación es de fundamental importancia.
“Si nosotros a través de la educación llevamos un mensaje a la sociedad, ese mensaje va a calar, no solamente en las generaciones que en este momento son mayores, sino en las generaciones que están por venir y que, conforme vayan creciendo, van a tener una nueva visión acerca de lo que es la vejez y, como tal, el proceso de envejecimiento” afirmó Sofía Elena Segura Cano, coordinadora del PIAM UCR.
Sin embargo, los datos numéricos nuevamente ponen al descubierto la violencia que viven día a día, porque “2 de cada 5 personas mayores perciben ser víctimas de violencia o discriminación”, según datos del II Informe Estado de Situación de la Persona Adulta Mayor en Costa Rica.
“Una vida libre de maltrato significa tener el apoyo incondicional de los hijos, el apoyo de la esposa y el amor de ellos, para estar en un ambiente seguro. Una vida libre de maltrato significa tener la posibilidad de reunirme con mis amigos, comentar, hablar y disfrutar del aire”, expresó Elías Rodríguez Chaverri, estudiante del curso Plantas Medicinales del PIAM.
El objetivo es eliminar toda muestra de violencia por medio de la defensa de los derechos que, de por sí, tiene cada ser humano que habita en el planeta. El problema de la sociedad es que entre más edad tiene una persona, la población cree que su ser íntegro se desvanece, colocando estereotipos que perjudican a las personas adultas mayores. Así lo explican diversas investigaciones que tratan de eliminar el edadismo.
“Todos los derechos son importantes, pero el derecho a la educación nos resulta fundamental y es uno por los que hay que trabajar porque brinda el espacio a las personas adultas mayores para aumentar sus conocimientos en todas las realidades que existen en el contexto del ser humano, pero mucho más importante en el tema del conocimiento de sus propios derechos y cómo hacerlos efectivos”, afirmó Emiliana Rivera Meza, directora ejecutiva del Conapam.
Adriana Garrido Quesada, Lorena Quirós Calderón y María Luz Barquero Carvajal asisten todos los miércoles a las clases de esgrima del PIAM. Mientras tanto, ese mismo día a esa misma hora en el edificio de Educación Continua de la UCR, cinco personas adultas mayores están recibiendo clases de francés conversacional y, a la par de esta aula, unos 15 estudiantes de este rango de edad reciben una clase de plantas medicinales. A unos dos kilómetros de ahí, específicamente en una de las aulas del PIAM, comparten -alegremente- unas 13 señoras en la clase de artesanías y manualidades.
Todos estos cursos van tras la misión del PIAM, la cual “promueve el derecho a la educación a lo largo de la vida y el fomento de las relaciones intergeneracionales.”
“Si nos ponemos a hablar de lo que puede ofrecer el PIAM y de lo que ha ofrecido en todos estos 36 años, creo que estaríamos hablando de una historia larga, porque ha sido pionero de lo que es educación para personas adultas mayores. Su función ha sido clave dentro de la sociedad costarricense, a la vez que promueve la generación de entornos de aprendizajes para que las personas puedan venir y cumplir con una serie de expectativas”, explicó Segura.
Al inicio, el PIAM reunía a unas 300 personas, sin embargo, esa cantidad aumentó a 3 000 estudiantes antes de la pandemia. Durante el aislamiento, las funcionarias de este programa buscaron la forma de mantener la vinculación con la población matriculada. Hoy, poco a poco, retoman la presencialidad, en busca de mejorar la calidad de vida de cada una de las personas adultas mayores que forman parte de la familia universitaria.
Mientras la UCR, por medio de PIAM, realiza esfuerzos para contribuir a una sociedad sin maltrato para las personas adultas mayores, las alumnas expresan el significado de una vida sin maltrato: “Significa lo que debería ser siempre: ¡No debería de existir una vida con maltrato!”, puntualizó Garrido.