El 15 de junio se conmemora el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez y Día Nacional contra el Abuso, Maltrato, Marginación y Negligencia hacia las Personas Adultas Mayores, como un llamado de atención a los Estados y sociedades por la defensa de los derechos de las personas mayores y el goce de sus libertades fundamentales. Al respecto, en esta fecha es pertinente reflexionar sobre conceptos que, lastimosamente, no se encuentran alejados de nuestra realidad: abandono, maltrato, negligencia y discriminación; los cuales pueden conllevar a situaciones de abuso económico, social, psicológico, sexual y patrimonial, según sea el caso. De acuerdo con el II Estado de Situación de la Persona Adulta Mayor en Costa Rica (II Espam), publicado por la Universidad de Costa Rica y el Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (Conapam), dos de cada cinco personas mayores de 65 años han percibido ser víctimas de violencia y una de cada diez reporta haber sufrido discriminación.
En este sentido, se torna necesario discutir acerca del edadismo, definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como los estereotipos (cómo pensamos), los prejuicios (cómo sentimos) y la discriminación (cómo actuamos) hacia otras personas o hacia sí mismo, por razones de edad. Ciertamente, la definición no es exclusiva para personas de edad avanzada, sin embargo, son las más afectadas y estas conductas pueden conducir a otras como las citadas en el párrafo anterior. Cabe destacar que este fenómeno se puede presentar a nivel institucional, interpersonal o autoinfligido. De acuerdo con el Informe Mundial de Edadismo, publicado por la OMS (2021), una de cada dos personas es edadista hacia las personas mayores. Por tanto, es necesario observar, analizar y recapacitar acerca de su origen y, sobre todo, identificar cuáles medidas se pueden implementar en procura de la defensa de los derechos humanos, independientemente de las condiciones personales, económicas, sociales o culturales.
El citado informe destaca tres estrategias para reducir el edadismo: desarrollo y cumplimiento de políticas y legislación, intervenciones educativas e intervenciones de contacto intergeneracional. En el país, la normativa se ha ido desarrollando durante las últimas décadas y ha estado acompañada de acciones estatales y de otras instancias para la defensa de los derechos de las personas mayores, con el fin de promover su bienestar en la sociedad. Se destacan como ejemplos de estas instancias el Conapam, los Consultorios Jurídicos de la Universidad de Costa Rica y la Asociación Gerontológica Costarricense, entre otros.
En cuanto a la segunda estrategia, el II Espam igualmente señala las tareas pendientes en relación con la educación para el envejecimiento e indica que persiste una imagen negativa asociada a la vejez, la cual es más marcada para las mujeres. Asimismo, señala que estos imaginarios son construidos desde la niñez. Por esto, el país debe trabajar por reforzar la educación como fuerza transformadora de la sociedad, con un enfoque integrador, que permita conceptualizar al envejecimiento como un proceso que transcurre a lo largo de todo el curso de la vida. También es necesario que se incorpore a las distintas generaciones en un diálogo sobre la dignidad y el respeto de cada etapa. De esta manera se logrará cumplir también con la tercera estrategia de manera sinérgica.
La educación para el envejecimiento debe ser una educación para la vida y no debe circunscribirse en la comprensión de los procesos biológicos, debe trascender hacia el reconocimiento del individuo y de la colectividad, reconociendo en cada persona y en cada etapa su valor y responsabilidad para, de esta manera, construir relaciones reales basadas en el respeto, sin caer tampoco en visiones idealizadas, que son igualmente lesivas para el entorno. Para esto, es necesario trabajar desde la infancia y retomar los aprendizajes de quienes ya se encuentran en otras edades, en aras de deconstruir y reconstruir la sociedad que merecemos.
El Programa Institucional para la Persona Adulta y Adulta Mayor (PIAM) ha trabajado en iniciativas y proyectos socioeducativos dirigidos a personas mayores de 50 años desde 1986, esto le ha dado la oportunidad y el privilegio de defender el aprendizaje a lo largo de la vida, generar espacios para el conocimiento y el reconocimiento de sus participantes, favorecer el intercambio intergeneracional desde un ámbito académico y compartir con actores sociales en el desarrollo de los conceptos de vejez y envejecimiento desde una visión más práctica y cotidiana. Debido a esto, desde el programa exhortamos a generar más espacios de aprendizaje de, para, por y con personas mayores, que incorporen a distintas generaciones, como medida para combatir el edadismo y ayudar a construir sociedades más justas, inclusivas y dignas.
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