En conmemoración del Día Mundial del Ambiente, el 6 de junio, con ayuda de estudiantes, funcionarios, niños y niñas se sembraron 125 árboles en las instalaciones deportivas o finca 3 de la UCR.
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.Los corredores biológicos interurbanos tienen un enorme impacto en la conservación de la biodiversidad y en nuestra calidad de vida, ya que facilitan la movilidad de diversas especies de flora y fauna, limpian el aire que respiramos y el agua que consumimos, contrarrestan el efecto de isla térmica de la ciudad y nos dan oportunidades de recreación.
“Con el desarrollo de las ciudades surge un reto que es conectar la poca trama verde y los pocos reductos de árboles, bosques y ríos, incluso parques municipales que van quedando. Para responder a este reto, en Costa Rica se empezaron a desarrollar los corredores biológicos interurbanos”, explicó la Lcda. Emilia Martén Araya, gestora de la Unidad de Gestión Ambiental y representante de la UCR en el comité local.
Desde el año 2018 la Universidad de Costa Rica participa en el Comité Local del Corredor Biológico Interurbano del Río Torres Reserva de la Biosfera (CBIRT-RB), con el fin de apoyar la recuperación del río Torres y fortalecer el corredor biológico que presta importantes servicios ecosistémicos al Gran Área Metropolitana (GAM). Para este 2022, la institución aportará mil árboles que contribuirán a la arborización de este corredor y otros espacios.
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Las ciudades necesitan más árboles que permitan conectar parques y avenidas arborizadas, jardines de casas, parches de bosques y bosques a lo largo de los ríos y otros espacios verdes.
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.Los corredores biológicos interurbanos como una figura de gobernanza, reúne a varias ciudades y municipios y diversos actores públicos y privados y organizaciones sociales que trabajan para recuperar la trama verde y reducir la contaminación por residuos sólidos y aguas residuales de los ríos que desembocan el Río Tárcoles (el río más contaminado de Centroamérica), entre ellos el río Torres, el María Aguilar y el Tiribí.
Estos corredores permiten conectar áreas verdes entre espacios urbanos con el objetivo de conservar la biodiversidad permitiendo que la flora y fauna pueda trasladarse de un lugar a otro a pesar de los asentamientos humanos. Gracias a ellos, diversas especies de mamíferos, reptiles, aves e insectos pueden desplazarse entre sus hábitats. Además, potencian los servicios ecosistémicos que las personas reciben de la naturaleza.
Gracias a su vivero, la UCR se ha convertido además en un socio estratégico para municipalidades, Asadas y comunidades organizadas que participan en la recuperación de la trama verde del corredor biológico interurbano del Río Torres otorgándoles árboles adecuados para la siembra. A ellos la UCR les dona árboles, mediante una acción planificada, asegurándose de que los solicitantes tengan las capacidades para cuidar y asegurar la sobrevivencia de los mismos.
En esta labor la Universidad trabaja con socios estratégicos que comparten la misión de fortalecer los corredores biológicos. Entre ellos, la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL), por medio del ingeniero forestal, Sergio Feoli Boraschi, con quien se comparten criterios tanto para la recolección de semillas para los viveros de ambas instituciones como para las siembras.
Los ingenieros forestales, Sergio Feoli (CNFL) y Héctor Espinoza (UCR), comparten el criterio de que recuperar árboles, no sólo por sus funciones dentro del ecosistema, sino por su valor histórico y cultural
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.Los árboles para las ciudades tienen características particulares: deben tener una alta tasa de sobrevivencia, mínimo 1 metro de altura para sembrarlos, que al crecer sus raíces no afecten las aceras y que su altura no llegue a estropear el cableado eléctrico.
El Ing. Feoli reconoció que la producción de árboles de la UCR está muy bien llevada, con árboles de especies adecuadas para la ciudad y con una altura óptima para la siembra y un buen manejo en vivero. La Compañía y la Universidad procuran producir árboles de más de 1 metro de altura para lograr éxito de conectividad dentro los corredores biológicos interurbanos.
“Desde el comité local vimos el potencial como Universidad de fortalecer la producción de árboles nativos de calidad para la ciudad, pero además vimos la necesidad de producir árboles para el bosque ripario o bosque ribereño y los pocos lotes que quedan con cobertura vegetal a la orilla de los ríos que tienen mucho potencial para recuperar la conectividad biológica”, acotó Martén.
Esta tarea se lleva a cabo en el vivero institucional ubicado en Santa Ana donde la Unidad de Gestión Ambiental (UGA) reproduce árboles nativos que se adaptan a las condiciones de la ciudad. Este año, se donarán 400 árboles a la Municipalidad de Montes de Oca para sembrarlos en el Parque del Este, 100 a la Municipalidad de San José para el Polideportivo Aranjuez, 50 a la organización Amigos del Río Torres para plantarlos en la comunidad de Cipreses de Barrio México, 50 a la organización Somos Cultura y 100 a la comunidad de Hatillo.
Estudiantes de territorios indígenas también se hicieron presentes para sembrar árboles en la UCR, al mismo tiempo, entregaron a la institución semillas de sus comunidades para que sean reproducidas ene el vivero institucional.
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.Además, el 6 de junio durante la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente, se plantaron 125 árboles en las instalaciones deportivas de la UCR. Otras donaciones a comunidades de La Garita de Alajuela (125) y Talamanca (100) completarán un total de 1 000 árboles que se sembrarán en este año.
Con respecto a la siembra en la UCR, el experto Sergio Feoli Boraschi, señaló: “La idea de estas siembras es lograr procesos de conectividad. El corredor al final lo que busca son procesos donde haya intercambio genético, de esta manera, se mejoran los servicios ecosistémicos y la calidad de vida”.
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La UCR cuenta con más de 8 millones de metros cuadrados (800 hectáreas, equivalente a 11 veces el parque Metropolitano la Sabana) de los cuales más de 7 millones corresponden a áreas no construidas, bosques, fincas y áreas verdes ubicadas en diversos puntos del país que representan una gran oportunidad para sembrar árboles.
“El vivero que tenemos en Santa Ana ha sido todo un ejemplo de cómo producir árboles nativos que nos permitan también utilizarlos en la arborización de los 8 millones de metros cuadrados que tenemos bajo la responsabilidad de proteger”, acotó el vicerrector de Administración, don Roberto Guillén Pacheco.
La coordinadora de la Unidad de Gestión Ambiental (UGA), la Ing. Kathia Elizondo, detalló que el vivero que surgió como una necesidad para la compensación de los proyectos constructivos, ahora se encuentra en una nueva etapa que permite la producción de árboles para contribuir a la arborización de los corredores biológicos, sedes y recintos universitarios, entre otros espacios.
“Del 2019 acá hemos aumentado la capacidad del vivero en un 50 %, entonces ya estamos produciendo alrededor de 4 000 árboles y la idea es que el próximo año tengamos entre 5 000 y 6 000 árboles en producción”, apuntó el Ingeniero Forestal Héctor Espinoza, coordinador del vivero institucional.
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