¿Son importantes para nuestra sociedad las investigaciones desarrolladas por las ciencias sociales en la Universidad de Costa Rica? Sí, sin duda, son tremendamente importantes y decisivas para la existencia de nuestro modo de vida y su mejoramiento. Eso es así, aunque, de entrada, algunos grupos políticos y económicos se posicionan en términos negativos frente a esa pregunta, pero dicho posicionamiento se debe más a la falta de conocimiento sobre el objeto de estudio de las ciencias sociales, así como a la pobre visión de cómo se originaron y sobre su incidencia social. Pero la investigación en ciencias sociales es de gran utilidad para entender la multiplicidad de fenómenos que ocurren en la Costa Rica actual y de crear diagnósticos sobre los problemas sociales nacionales que, prestándoles la atención debida, sirven enormemente para resolverlos. Al mismo tiempo, desde hace muchas décadas, los críticos políticos de las ciencias sociales argumentan que en sus aulas se adoctrina a los jóvenes, una acusación que deja ver lo poco que saben esas personas sobre las metas de la ciencia en general.
El conocimiento científico en Occidente nació al plantearse preguntas sobre la naturaleza y la humanidad, sin pensar en que existían diferencias radicales entre una y otra esferas. A finales del siglo XV, ese conocimiento se comenzó a especializar en dos vías: un tipo de análisis físico que envolvía procesos químicos, biológicos y físicos que luego se entendieron como ciencias naturales y otra clase de estudio que partía de la filosofía y la metafísica y que se fue desarrollando hacia la lógica, los estudios morales y la epistemología, hasta derivar en los dos procesos de análisis que dieron origen a las ciencias sociales durante la Ilustración: la inducción y la deducción. De la recolección de documentación y su análisis y evidencia aparecieron así, en el siglo XIX y en el XX, las ciencias políticas, la economía, la sociología, la antropología, la geografía, la psicología, el trabajo social y la historia.
Desde entonces, las ciencias sociales se construyen sobre métodos no experimentales, fundamentalmente, lo cual las diferencia de aquellas que se autodenominan naturales. Su objeto de estudio trasciende sus límites y se relaciona con otros objetos y siempre se entiende en dimensiones globales, a pesar de que puedan analizar fenómenos en pequeña escala. Además, los estudios de las ciencias sociales se volvieron fundamentales desde el siglo XIX para entender el pasado, el presente y el futuro. Su lógica analítica, como en ciencias naturales, tiene el propósito de mejorar la condición humana. Ese sentido de lucha por sociedades inclusivas y menos desiguales hace que cualquier científico, social o natural, tenga un compromiso moral (antes que político o utilitarista) con la sociedad en la que trabaja y, por eso, diversos científicos sociales se comprometen en luchas sociales y ambientales como parte de su propio trabajo de investigación. Por eso, no es cierto que las ciencias sociales adoctrinan; su sentido fundacional es el mismo de la ciencia en general: mejorar la humanidad y la vida de hombres y mujeres en un contexto ambiental y animal que debe protegerse. No hay diferencia en eso en la ciencia. Así, la ciencia busca construir metodologías interdisciplinarias que permitan una aproximación más global y compartida a los problemas sociales y naturales y, por eso, no deben verse de forma separada.
En el caso de la investigación social en la Universidad de Costa Rica, su papel ha sido clave desde la década de 1940 para interpretar los cambios nacionales y sus variantes. La investigación en ciencias sociales permitió visualizar las particularidades del modelo de desarrollo social costarricense y advertir que ese modelo se adelantó por mucho a las discusiones sociológicas latinoamericanas de las décadas de 1960 y 1970. La profundización en ese análisis ha permitido que se hayan esclarecido las principales formas de inclusión y exclusión social desarrolladas en el país durante la segunda mitad del siglo XX y las primeras dos décadas del siglo XXI, rindiendo una serie de evidencias y conclusiones sobre la sociedad actual que son determinantes para poder enfrentar la actual pandemia global por la COVID-19 y la crisis económica y recesión que conlleva.
La investigación social en Costa Rica ha sido fundamental para: advertir las transformaciones socioeconómicas sufridas por el campesinado y los sectores urbanos en Costa Rica; determinar el impacto ambiental de las urbanizaciones y los cambios en el paisaje; advertir los motivos y formas de las luchas sociales, sindicales, de diversidades sexuales, feministas, ambientalistas, generacionales, juveniles y de otra diversidad de grupos; precisar las causas estructurales de los aciertos del modelo costarricense, pero también de sus problemas; explorar las visiones culturales sobre la política, lo electoral, el caudillismo, la institucionalidad democrática; dilucidar las transformaciones económicas producidas por el nuevo modelo de desarrollo aparecido después de 1980 y los efectos sociales de una economía concentrada en la producción de turismo y de productos con un tremendo impacto ambiental y social como la piña; guiar las vías de contacto con las diversas comunidades indígenas del país, informar sobre sus condiciones sociales y luchar por cambios en la desigualdad histórica que ha mantenido a esas sociedades excluidas del desarrollo y la comunidad nacional; precisar la heterogeneidad de visiones sobre el país que lo vuelven multicultural; advertir el legado histórico-cultural de las poblaciones de afrodescendientes, sus luchas contra el racismo, así como contribuir en el reconocimiento de su peso en la nación costarricense; advertir las llamadas tribus urbanas y el papel del desarrollo de la desigualdad socioeconómica en la extensión del comercio de drogas ilegales y las problemáticas sociales como la violencia; reconocer las migraciones internas y desde el exterior por las que se enriquece la sociedad costarricense y descifrar las formas de comunicación y relación producidas por esas migraciones; desarrollar investigaciones sobre los medios de comunicación y el papel de las redes sociales en la configuración de la opinión pública; determinar las formas de lucha institucionales contra la segregación, la separación cultural, los discursos de odio y otras formas que roen nuestro pegamento socio-cultural; mapear los cambios sufridos por el país a nivel geográfico y en el uso de los suelos y dar pautas sobre cómo balancear esos cambios en beneficio de lo humano y lo ambiental; explorar en términos históricos la forma en que la sociedad costarricense se ha transformado en doscientos años de vida independiente y analizar con esa evidencia el presente, de forma que se puedan dar consejos sobre el futuro...
En fin, la lista anterior, sin ser exhaustiva, da muestras de lo valioso de la investigación social desarrollada en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica y su compromiso con la ciencia en general y con el desarrollo de una mejor humanidad en particular. A todo esto, hay que agregar, que esa investigación social le sale muy barata a la sociedad costarricense, pues los científicos sociales investigan con muy poco financiamiento y en un porcentaje muy pequeño de uso de los recursos económicos de investigación de la UCR, a pesar de ser la facultad que tiene uno de los mayores porcentajes de proyectos de investigación registrados en la Universidad de Costa Rica. El mejoramiento de la democracia, la inclusión social y cultural y, en general, de nuestro país es consecuencia directa de la investigación en ciencias sociales.
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