Las leyendas, los mitos y la historia se conjugan para recuperar sueños e ilusiones de antiguas culturas de todo el mundo para elaborar nuevas quimeras y perseguirlas hasta convertirlas en una realidad. Esto es posible gracias a una publicación que es, en sí misma, un ideal de un grupo de estudiantes de la Universidad de Costa Rica (UCR) que se ha logrado concretar: la revista virtual Quimera.
Según explica Ivannia Victoria Marín Fallas, directora de la revista, Quimera es un proyecto cultural y educativo independiente, generado a partir de la iniciativa de un grupo de estudiantes de la UCR, que pretende difundir arte y conocimiento; no solo de manera virtual o impresa, sino también por medio de la realización de actividades que involucren a los miembros de la comunidad.
Los ejes de la publicación son la literatura, la historia, el folclore y, en general, la herencia de las culturas antiguas y su pervivencia. La revista se edita cada seis meses y es virtual, aunque también se imprimen algunos ejemplares. De acuerdo con Marín, quien es filóloga clásica y actual estudiante de la Maestría Académica en Literatura Clásica, las ganancias obtenidas por la venta de cada número son dirigidas a una organización no gubernamental de bienestar social o animal diferente en cada ocasión.
“Desde la fundación de este proyecto, hemos venido trabajando de manera constante, sin afán de lucro, para incentivar y difundir la creación literaria y el conocimiento de diversas culturas a través de nuestras publicaciones digitales. También hemos organizado actividades como el III Certamen Literario AFL de Mitología Grecorromana, en colaboración con la Asociación de Estudiantes de Filología de la UCR, entre otras actividades”, detalló Marín.
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Asegura la directora que la revista ya ha llegado a 88 países y supera las 45 000 vistas. Los artículos han sido leídos en naciones como Rusia, Italia, China, Brasil, Nueva Zelanda y España, país que registra el mayor número de vistas seguido por Costa Rica y México.
El cuarto volumen de la revista se presentará el próximo 15 de junio en el Centro Cultural de España en Costa Rica, a partir de las 6:00 p.m., y contará con la participación del equipo editorial conformado por Félix Alejandro Cristiá, Victoria Marín Fallas y Masiel Corona Santos. Asimismo, se contará con la presencia de Penélope Gamboa, Xochipilli Hernández, Ulises Paniagua y Xóchitl Cuauhtémoc Xicoténcatl, quienes han generado contenido para la revista.
Para más información podés visitar el sitio de la revista virtual Quimera haciendo clic AQUÍ.
En virtud de las letras que acompañan el presente volumen, nos introducimos en el misterioso mundo vegetal, gracias a ese intento por comprender el Lenguaje arborescente que invoca Josué Rodríguez Calderón en su poema, tal vez con el deseo de atravesar las leyes que han creado los seres humanos y llegar hasta la sencillez a la vez tan compleja a la que alude Xochipilli Hernández. Por este camino podríamos percibir los cambios naturales como un latir –insinúa Xóchitl Cuauhtémoc– que se convierte en memoria, una Ofrenda. Son muchas las maneras de acercarse. ¿Acaso no es el secreto que guarda el sabio abuelo que menciona Hubert Malina? Estos secretos, visibles solo para quien utiliza los sentidos por encima de la razón, reposan entre los árboles que nos recitan Alberto Arecchi y Carlos Belziti, en los Lirios de Pablo Guisado, en la lluvia de Masiel Corona Santos, sobre el maíz. Hablamos de un ser que se metamorfosea a sí mismo.
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Nuestros antepasados tuvieron la valentía de intentar descifrar la síntesis entre lo visible y lo no experimentado, pero no podían hacer más que observar, atentamente. A través del mito, y quizá lo que más nos anima en este momento, el relato, interpretaron y enseñaron los cambios de la naturaleza, como nos recuerda Angélica Santa Olaya en sus Frutos de amor, o Aldo Vicente Favero con su mítica semilla. Tal como aquellos maestros y maestras de las letras universales, que encontraron en el relato la manera de acercarse al mundo fantástico, Ulises Paniagua nos habla de las mandrágoras, y Ricardo Evangelista sobre un niño del bosque que con espanto contempla el hacha del hombre civilizado. De manera similar, Eduardo Honey Escandón recuerda la magia de los manglares, venas de la Tierra que han dado forma a una estructura que se renueva a sí misma, a veces tan fuerte y obstinada como el decidido tronco del que nos habla Penélope Gamboa, y en otras tan frágil como la margarita de María Pérez Yglesias.
Recordando la pasión de escribir para conocer, conocer para investigar, y el investigar para difundir, Patricia Zanatta nos comparte un poco sobre los secretos medicinales de las plantas andinas, que es a su vez la historia de toda una población. A través de un retorno hacia el bosque al que nos invita el ensayo de Carlos Guzmán (Gani), donde no gobiernan las reglas humanas, sino el incesante asombro de los niños, llegamos finalmente a desprendernos del osado pensamiento de que solo podemos aprender de los especialistas y científicos; comenzamos a poner más atención a las hojas, los pétalos, o a los estanques, como nos presenta Mirna Wabi-Sabi, pues a pesar de los increíbles avances de la ciencia, el ser humano aún no es capaz de replicar y predecir todas las facetas del reino natural.
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Estos textos (escritos en español, portugués, mè'phàà, náhuatl y bribri) en conjunto dan cuenta de las distintas manifestaciones del conocimiento y la imaginación, transmitidas por medio de diversos estilos y lenguajes, inspiradas a su vez por todo un mundo que, si adoptamos las creencias de los autores de los cuales nos hemos ocupado, podría tratarse de una sola, enorme, excelsa entidad que no obstante se manifiesta en innumerables formas para que el ser humano pueda comprenderla de diversos modos, y así, quizá, pueda también percibirse a sí mismo como parte del mismo espléndido conjunto.