A finales de la década del 90, en los talleres de grabado de la UCR, la inquietud y la necesidad de abrirse un espacio como nóveles grabadoras, llevó a Carolina Córdoba y a Sila Chanto a plantearse la posibilidad de formar un grupo para crear y exponer. A esta iniciativa se unió Marcia Salas y finalmente Rebeca Alpízar. Así nació el colectivo Grana.
Más de 20 años después, el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) las reunió para exponer nuevamente sus obras y gracias a la exhibición Grana, Taller de Estampa obtuvieron el Premio Nacional Francisco Amighetti en Artes Visuales 2021 en otras categorías.
El jurado otorgó el reconocimiento por “poner en evidencia la importancia histórica del archivo y reconocer el aporte al medio artístico costarricense de un colectivo integrado exclusivamente por artistas mujeres, que propiciaron una exploración mediática en el ámbito de la gráfica en el campo expandido”.
Carolina, Marcia y Rebeca comentaron que cuando iniciaron con Grana, se plantearon desde un principio y en consenso, la dirección que querían tomar y las propuestas a desarrollar.
De esta manera, lograron romper los moldes de la academia y experimentar de forma más libre. Así sus propuestas artísticas tienen como base la estampa, pero utilizando otro tipo de soportes como telas, mezclas con otras técnicas como la fotografía, usando el café como tinta o creando piezas únicas.
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Sin darse cuenta quebraron esquemas y abrieron el camino a nuevas grabadoras.
Al ver hacia atrás, reconocen que de manera individual no habrían sido tan poderosas como lo fueron como grupo, especialmente al colocar la sororidad como el valor que las cobija y guía.
Así mismo, cada una con estilo y técnicas propias ofrecía un abanico de oportunidades para diversos gustos. Pero no solo fue en lo artístico, también gracias a sus personalidades y a que tenían muy bien definidas sus habilidades blandas, esto les permitió complementarse y posicionar su trabajo a través de diversas exposiciones que realizaron a lo largo del tiempo que estuvieron juntas.
El reencuentro las tomó incompletas, pues Sila Chanto falleció en el 2015. No obstante, lograron que estuviera presente con su obra, gracias a que recopilaron trabajos de la artista que cada una tenía dentro de sus patrimonios.
“Nos encargamos de que Sila estuviera ahí. Cada una con el patrimonio que teníamos de ella y la participamos con mucho respeto”, señaló Marcia Salas.
Al recibir este premio sienten que fue la oportunidad idónea para exponer de nuevo, acercarse a un público que no las conocía, reconocer que su obra sigue teniendo vigencia aún más de dos décadas después y que son parte de un movimiento plástico que rompió esquemas.
También fue muy importante pues es darle el valor en su justa dimensión a lo que hizo Grana y colocarlas en el lugar histórico que les corresponde, más allá de lo que digan o no digan los libros de historia del arte contemporáneo en el país.
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