El informe del Estado de la Educación del 2021 fue contundente: Costa Rica vive la peor crisis educativa de toda su historia, y las desigualdades entre la educación pública y la privada se agravan ante la falta de evaluación educativa.
“Se desconoce la magnitud del apagón educativo: la ausencia de evaluaciones nacionales evita implementar planes de nivelación basados en evidencia”, cita el informe.
¿El resultado del informe? Un sistema costarricense que opera a ciegas, sin datos sobre lo que aprenden los estudiantes, sus principales deficiencias y sin el perfil real de los aprobados en cada uno de los niveles educativos. El panorama que se aproxima es incierto.
“Lo más preocupante de este contexto es lo que actualmente no sabemos”, comentó la Dra. Jacqueline García Fallas, directora del Instituto de Investigación en Educación de la Universidad de Costa Rica (INIE-UCR).
La Dra. García explicó que los mecanismos de evaluación de calidad son indispensables para asegurar la responsabilidad social que el país tiene con la sociedad y con las personas que están en formación.
Con estos mecanismos se puede saber hacia dónde van los estudiantes, el trabajo y con cuáles capacidades cuenta el país. Además, ayuda a conocer los retos, los vacíos y los espacios requeridos para mejorar la equidad y la inclusión social.
Pero, para lograrlo, se necesita aplicar instrumentos. El hecho de que las pruebas de Fortalecimiento de Aprendizajes para la Renovación de Oportunidades (FARO) no se efectuaran de la forma prevista afectó de manera importante. Para la Dra. García, dichos abordajes eran un primer acercamiento e implicaban una modalidad distinta de entender la evaluación educativa y sus resultados.
“Si se hubiesen aplicado de mejor manera, las pruebas FARO hubieran generado una buena experiencia. La evaluación educativa se puede analizar desde muchas perspectivas y una de ellas implica evaluar el proceso educativo de forma diferente, no por contenido, sino por habilidades. Sabemos que la evaluación tradicional para el estudiante, a través de pruebas nacionales estandarizadas por contenidos, dejó a cientos de jóvenes de secundaria sin obtener su título. Esto ha carecido las oportunidades de trabajo para muchos jóvenes”, afirmó la Dra. García.
La Dra. García indicó que las pruebas estandarizadas dejaron en evidencia su incapacidad para asegurar la calidad en educación. En cambio, lo que sí demostraron, es que han excluido a muchos estudiantes. Así, lo que el país requiere es agilizar un cambio que ya inició sus primeros pasos, pero que no ha sido tan sencillo de implementar.
El proceso de generar una política curricular enfocada en las habilidades de los y las estudiantes, también implica evaluar el proceso educativo de una forma muy distinta a la típica evaluación por contenidos. Es decir, se requieren pruebas innovadoras y, en este sentido, todo un ecosistema de actores está implicado. La primera es la evaluación docente.
“Esto no es fácil. Será un proceso que nos llevará a otro ritmo y esto fue lo que más interrumpió la pandemia. La evaluación docente es esencial para que no sea una cuestión de criterio de la persona directora del centro educativo, sino que incorpore otros elementos del perfil docente. Esto está en proceso y en esta administración se deja una propuesta de cambio en el desempeño docente. Se avanzó en decisiones muy importantes que ahora deben tomarse en cuenta”, aseguró García.
En la actualidad, hay muchos modelos para hacer evaluación educativa y medición de los aprendizajes que no son solo cuantitativos, sino también cualitativos. Pero, a fin de lograr lo anterior con éxito, hay que formar al profesorado con habilidades orientadas a hacer una evaluación con enfoques y estrategias acordes a la política educativa y curricular propuesta.
“La evaluación es muy compleja. Es necesario ir valorando la congruencia y que el modelo educativo y el evaluativo coincidan con el modelo pedagógico previsto en la política educativa curricular. Los mecanismos de evaluación deben tener rigurosidad técnica, ser transparentes y permitir tener una visión macro, meso y micro de los procesos involucrados en todo el sistema educativo. Yo abogo mucho por los modelos de evaluación de política pública y una nueva mirada formativa nos puede permitir agendar hacia dónde evaluar”, dijo García.
Desde el INIE-UCR se han efectuado varias investigaciones orientadas a la evaluación. Actualmente, hay un proyecto que analiza la incorporación de la política educativa y curricular en los procesos de formación docente.
De igual manera, se inició un diagnóstico situacional para analizar el tránsito que vivieron los jóvenes a partir de las huelgas educativas, el huracán Otto del 2017 y la movilización que experimentaron las y los estudiantes durante la pandemia.
La vicedecana de la Facultad de Educación, la Dra. Adriana Venegas Oviedo, expresó que al personal docente siempre se le ha capacitado para prepararse ante una situación imprevista como la COVID-19, que forzó a dos años de virtualidad completa y a un reinicio paulatino a la presencialidad todavía incompleto.
“A nivel de la Facultad de Educación siempre se tuvo el compromiso de que nuestros docentes se estuvieran capacitando. Para ello, teníamos apoyo del programa PROTEA (Programa de Tecnologías Educativas para el Aprendizaje), que forma parte de la Facultad de Educación, y de los compañeros de METICS (Unidad de Apoyo a la Docencia Mediada con Tecnologías de la Información y la Comunicación). El objetivo estaba en poder colaborar con nuestro personal docente en hacer todos los ajustes necesarios sobre el planteamiento de nuevas estrategias o la implementación de técnicas ya estipuladas para la evaluación en función de la nueva realidad, sobre todo, con el uso de nuevas tecnologías. Los cursos como prácticas profesionales las logramos adaptar a esta virtualidad y que se llevaron a cabo con gran éxito. Creo que son experiencias que fueron muy satisfactorias y nos permite valorar estas técnicas y estrategias para el fin último de la educación que es la mejora continua”, afirmó Venegas Oviedo.
Ella agregó que desde esta unidad académica se realizan diferentes esfuerzos para formar un personal docente que esté en la capacidad de resolver las principales necesidades educativas del país, y considera importante la evaluación permanente de quienes aspiran a ser docentes y quienes ya lo son.
“A nivel de la Facultad de Educación tenemos clara la concepción de que la evaluación es un proceso continuo, que tiene que ser sistematizado, darse en diferentes momentos e incluir diferentes estrategias. Siempre nos preocupamos por enfocarnos en cada uno de los cursos desde esta perspectiva. Cuando hay una asignatura que tiene que llevar el estudiantado dentro del plan de estudios, siempre se programan con objetivos, contenidos, actividades de aprendizaje, pero tienen que estar los criterios de evaluación que respondan a los objetivos propios de cada asignatura, en conjunto a un perfil profesional de la persona graduada. Con ello aseguramos el cumplimiento de los planes de estudio de las diferentes unidades académicas que conforman la Facultad de Educación", enfatizó la vicedecana, quien complementó que otros objetivos pasan por una constante mejora de la calidad a través de la acreditación y reacreditación de la carrera ante el Sistema Nacional de Acreditación de la Educación Superior (Sinaes), así como la constante actualización de los planes de estudio, en períodos de entre tres y siete años.
Adicionalmente, hay diferentes parámetros que se toman en cuenta a la hora de evaluar los procesos: las tendencias nacionales e internacionales, así como un marco de cualificación para actualizar los currículos educativos con base en una serie de criterios preestablecidos.
La vicedecana de la Facultad de Educación dio a entender que los datos de los informes sobre el Estado de la Educación siempre son tomados muy en cuenta.
“La evaluación tiene que ser una cultura dentro de nuestro ejercicio profesional y no tiene que ser un dictamen, sino una oportunidad de crecimiento y mejora. Esto nos permite tomar los resultados positivos y no tan positivos a una reflexión permanente que nos permita incluir aspectos de mejora en los diferentes niveles de formación”, concluyó Venegas Oviedo.