Tanto la pandemia como la crisis económica que han vivido los hogares costarricenses habrían provocado que seamos alrededor de 141 mil habitantes menos de los que auguraban los cálculos hechos con los datos del último Censo de Población y Vivienda de Costa Rica, realizado en 2011.
Esta fue la conclusión a la que llegó el investigador y estadístico del Centro Centroamericano de Población (CCP), Gilbert Brenes Camacho, la cual podrá ser comprobada con el próximo conteo poblacional, que efectuará el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) en junio de este año.
Según el experto, para el pasado mes de enero realmente en el país hubo 5 047 000 habitantes, en lugar de los 5 188 000 estimados por el INEC para la misma fecha.
Los datos indican que las muertes aumentaron más de lo esperado desde 2016 (y sobre todo durante la pandemia), hubo 57 500 nacimientos menos de lo previsto por la proyección y también se registró un leve descenso en las inmigraciones.
LEA TAMBIÉN: Lo malo y lo bueno del descenso de la población en el país
El primer factor tiene varias explicaciones: la población ha envejecido notablemente, lo que ha hecho crecer también el número de muertes. De hecho, durante los últimos 11 años, se reportaron 11 mil defunciones más que las esperadas. Aunque este fenómeno ya venía presentándose previo a la pandemia – específicamente, desde 2016 –, la aparición del COVID-19 lo aceleró muchísimo más, pues este sector poblacional fue la principal víctima de esta enfermedad durante los últimos dos años.
El segundo tiene dos aristas: una es que la caída en los ingresos de los hogares por la crisis y la pandemia hizo que las familias postergaran la decisión de procrear más hijos; la otra es la posibilidad de que se acentuara el descenso en la natalidad que viene presentando el país desde inicios de siglo, sobre todo desde la implementación de la Ley de Paternidad Responsable.
Según el investigador, el único momento reciente en el que Costa Rica experimentó un descenso poblacional similar fue a finales de la década de los 60 e inicio de los 70 del siglo pasado.
Esta misma crisis económica y las restricciones impuestas por el país para el ingreso de personas extranjeras durante la pandemia también hicieron mella en la cantidad de inmigrantes que entraron y se quedaron en suelo nacional.
De hecho, este fenómeno rompe con la característica de Costa Rica de ser más receptora de inmigrantes que expulsora de población. Desde hace 50 años, el país ha tenido un saldo positivo al restar la cantidad de personas que ingresan a residir versus quienes parten a vivir al extranjero. Pero, desde hace seis años, este fenómeno se redujo considerablemente, al punto de que el número de nacimientos de madres extranjeras en 2020 (unos 12 096) disminuyó en comparación al 2010 (14 146).
Otro factor que pone de manifiesto esta tendencia es la matrícula de estudiantes extranjeros en las escuelas: mientras en 2010 ese número era de 23 427, en 2020 dicha cifra bajó a casi 22 749.
Todo este fenómeno afectaría el cálculo de algunos indicadores. Por citar dos ejemplos, el producto interno bruto per cápita para 2021 sería de $12 149,3 en lugar de los $11 848,4 estimados, o sea, un 2,5 % mayor. Además, la cobertura de vacunación con dos dosis al 22 de marzo de 2022 sería de 78,2 % en lugar de 76,3 %.
LEA TAMBIÉN: Lo malo y lo bueno del descenso de la población en el país