En Costa Rica hay grupos poblacionales que tienen mayor posibilidad de tener acceso a una computadora, a un teléfono celular o a una tableta que otros. Esto pasa, sobre todo, entre las personas con estudios universitarios, quienes en la última década han contado con 40,6 computadoras más por cada 100 habitantes que aquellas solo con primaria completa.
Esta fue una de las principales conclusiones a las que llegó el Instituto de Investigación en Ciencias Económicas (IICE), de la Universidad de Costa Rica (UCR) en su reciente publicación “Nuevos enfoques para la medición y descomposición de las brechas digitales en Costa Rica”, que fue divulgado este lunes 21 de noviembre.
Para este análisis se utilizaron datos de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) para el periodo 2010-2021, del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), la cual se realiza en julio de cada año y valora diversas variables como género, lugar de residencia, rango de edades e instrucción académica.
Por ejemplo, cuando se trata de poseer un dispositivo móvil, la diferencia entre las personas con estudios de educación superior es de 13,5 veces más por cada 100 habitantes con respecto a quienes solo han cursado la primaria. Es decir, la distancia sigue siendo alta, pero mucho más reducida que en relación con las computadoras.
Pese a estos resultados, Costa Rica destaca en el mundo por tener altas calificaciones en el acceso a las nuevas tecnologías por parte de sus habitantes. Por ejemplo, en 2019 fue el país con la mayor penetración de telefonía móvil en el orbe, mientras que es el tercero de América en cuanto a acceso a internet desde los hogares, con un 86 %, solo superado por Canadá y Chile.
No obstante, esos lugares de privilegio digital no son respaldados cuando se segrega a la población por las categorías mencionadas, como lo revela el documento.
El investigador del IICE a cargo de este estudio, Luis Vargas Montoya, indicó que esto demuestra no solo las enormes diferencias socioeconómicas que hay entre ambos grupos, sino que el nivel educativo en la población define también el acceso a este tipo de aparatos y, colateralmente, también la dificultad de acceso a fuentes de trabajo calificadas. Esto fue aún más evidente en tiempos de pandemia, donde contar con estos artefactos representó la diferencia entre tener trabajo o no.
Curiosamente, esa diferencia no es tan marcada entre quienes tienen únicamente educación primaria y secundaria, donde los segundos poseen 9 dispositivos móviles y casi 17 computadoras más que los primeros, por cada 100 habitantes.
La segunda brecha digital más marcada es la que existe entre las personas que habitan en zonas urbanas versus las que residen en zonas rurales. Cuando se trata de equipos de cómputo, la gente en las ciudades tiene 15 computadoras más por cada 100 habitantes que sus contrapartes del campo.
Este dato se mantiene alto, aún cuando se trata de celulares o tabletas. Ahí, quienes habitan en las zonas urbanas tienen 7,71 aparatos más que quienes viven en las zonas rurales.
Para Vargas-Montoya, esta marcada diferencia en la adquisición de computadoras o dispositivos móviles se relaciona con el escaso impacto que ha tenido en las comunidades periféricas del país el Fondo Nacional de Telecomunicaciones (FONATEL), creado tras la apertura en la telefonía celular que comprendió la firma del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos y que tuvo por fin posibilitar el acceso universal a tecnologías de la información y la comunicación a la población en general.
Cuando se trata de grupos etarios, las distancias digitales más marcadas se dan entre quienes tienen de 15 a 34 años y en el grupo de personas mayores a 60 años. Los primeros tienen 5,83 computadoras y 3,74 dispositivos móviles más por cada 100 habitantes que los segundos. En gran medida, este resultado se da por una menor alfabetización digital y por la falta de apropiación de la tecnología por parte de las personas mayores.
Además, no se observaron diferencias de posesión de estos equipos entre las personas de 15 a 34 años y quienes tienen de 35 a 60 años, ya que ambos son grupos que se han visto expuestas al uso de tecnología desde edades más tempranas.
Una buena noticia que ofrece el estudio es que las brechas digitales por género son casi inexistentes. De hecho, no hay ninguna diferencia entre hogares jefeados por hombres o mujeres y la cantidad de computadoras que poseen ambos. Donde sí hubo un pequeño margen de distancia fue en la posesión de dispositivos móviles. Ahí, los hogares liderados por masculinos tienen 1,56 celulares o tabletas más por cada 100 habitantes que aquellos donde son mujeres quienes los sostienen.
A la vez, el académico del IICE recordó que la brecha digital es un fenómeno en el que inciden muchos factores y que tiene una estrecha relación con otros aspectos socioeconómicos.
Él espera que estos resultados colaboren en la toma de decisiones para la generación de políticas públicas que ayuden a combatir estas distancias en el uso y aprovechamiento de la tecnología, como la generación de fuentes de empleo o la formación de capital humano, entre otras, para construir una sociedad más próspera e inclusiva.