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Leonardo Sancho Dobles, docente de la Escuela de Estudios Generales Laura Rodríguez Rodríguez

‘La caída del águila’, de Carlos Gagini: la “rara avis” de la novela costarricense

1 nov 2022Artes y Letras

Al través de Gagini

Carlos Gagini (1865-1925) es quizás el intelectual más prolífico y más notable que ha habido en la cultura costarricense. Se le reconoce por ser el precursor de la lingüística y de la lexicografía nacional por su Diccionario de barbarismos y provincialismos del año 1893, el cual posteriormente dará forma a su célebre Diccionario de costarriqueñismos publicado en 1919, la piedra angular de los posteriores estudios lingüísticos. Además, en el área de los sistemas lingüísticos, se dedicó al estudio de las lenguas vernáculas y también se destacó como esperantista.

Por otra parte, posee una considerable cantidad de investigaciones y de publicaciones sobre antropología, psicología, gramática, historia, pedagogía; también incursionó en la creación literaria como poeta, novelista, cuentista, dramaturgo y ensayista. 

Explorar apenas una veta de su vasta producción intelectual es el fin de esta nota.

 

Portadas de Al través de mi vida y del Diccionario de barbarismos y provincialismos de Costa Rica, ambos de Carlos Gagini, y Carlos Gagini, vida y obras, de Carlos Jinesta. Imágenes: cortesía del autor.
 

Su novela La caída del águila se publica en 1920, justamente un año antes de la conmemoración del Centenario de la Independencia de Costa Rica. En ella se pueden percibir claramente los ecos del periodo de Independencia, así como referentes precisos de la Campaña Nacional de 1856 y 1857, y a otros movimientos políticos, filosóficos y culturales entre los que se destacan las voces de próceres e intelectuales que van desde Simón Bolívar, José María Morelos, Juan Rafael Mora, José Cecilio del Valle, Francisco Morazán hasta José Martí, José Enrique Rodó y Rubén Darío, por citar pocos.

 

De izquierda a derecha, Rubén Darío, José Martí y José Enrique Rodó. Imágenes: cortesía del autor.

La riqueza polifónica e intertextual de dicha novela, puesta en escena dentro de las características de la narrativa de la ciencia ficción, hace que se convierta en lo que se denomina una “rara avis”, es decir una extrañeza, en el devenir de la narrativa y de la novela costarricense, precisamente porque “se ha obviado la excepcionalidad de la novela en el contexto de la literatura costarricense, más preocupada por la introspección y los valores domésticos” (Ríos, 2012, p. 25).

Las novelas de Carlos Gagini El árbol enfermo, del año 1918, y La caída del águila, junto con la novela El problema, escrita por el guatemalteco Máximo Soto Hall y publicada en 1899, conforman lo que en la historiografía de la literatura costarricense se ha reconocido como un conjunto de temática antiimperialista, pues “constituyen una peculiar trilogía en donde el motivo de la seducción erótica se utiliza como representación simbólica del proceso de ‘absorción’ cultural, económica y política en Costa Rica por parte de los Estados Unidos, país que se perfilaba después de 1898 como la nueva metrópoli y el nuevo poder que desplazaba a Europa” (Quesada, 2008, pp. 28-29).

 

Retrato de Carlos Gagini y portada de La caída del águila. Imágenes: cortesía del autor.

Sobre La caída del águila es oportuno citar a Carlos Jinesta, el primer biógrafo de Carlos Gagini, quien ofrece una particular y acertada síntesis de sus características:

La novela está ataviada de misterios y sorpresas. Con acorazados, submarinos, aeroplanos y otras máquinas de guerra, los Caballeros de la Libertad infligen derrotas a los norteamericanos. Logran la obstrucción del Canal de Panamá.  Hay visiones, supervisiones, videncias, en el libro. Se unen los pueblos contra el bando esclavizante. Triunfan de la opresión, en fuerza de fraternidad, de federalismo, del conocimiento de la virtud de sus afanes, que les congrega en bélicos sacrificios, para ofrecerlos por último a la raza, a la paz, al trabajo, al progreso, bajo la enhorabuena de los cielos. La leyenda del Tesoro de la Isla del Coco sigue adquiriendo resonancia a lo largo del tiempo, para sortilegio de nuestra historia (Jinesta, 1936, p. 21).

El argumento de la novela es sencillo. En el año 1925, el secretario de Marina de los Estados Unidos Mr. Albert Adams y su comitiva, entre los que se encuentran su hija Fanny y Henry Cornfield el prometido de esta, mejor conocido como Jack, arriban a Sandpoint, la antigua Puntarenas, para realizar una visita a la colonia de Costa Rica.

Por sugerencia de Fanny, los norteamericanos deciden llevar a cabo una exploración a la Isla del Coco. Ahí son secuestrados por la sociedad secreta llamada “Los caballeros de la libertad”, un grupo liderado por el costarricense Roberto Mora e integrado por tres centroamericanos, un japonés, un alemán y un mexicano. También participan un filipino y un colombiano, quienes, aprovechando las tecnologías más sofisticadas, han organizado una armada internacional para bloquear el canal de Panamá y derrocar al imperio yanqui. A lo largo de la novela también se llevan a cabo acalorados debates y se desarrolla el romance entre la hija del ministro y el líder del grupo libertador.

“Como el científico que emprende lleno de fe un experimento”

La trilogía de las novelas en la que se ha ubicado a La caída del águila está permeada por características del naturalismo, de la novela científica, experimental o novela de tesis. Lo anterior se puede rastrear en los argumentos que esgrimen los personajes en torno a la superioridad e inferioridad de las “razas” humanas y el determinismo o el destino manifiesto: “Gagini organiza todo un discurso reivindicativo de la autodeterminación centroamericana que se manifiesta urgentemente, primero en la injusta ocupación norteamericana y, segundo, en los derechos históricos de la raza latina y las nobles voluntades políticas que se han manifestado desde la independencia de la región” (Coto, 2020, p. 6).

Los rasgos de la narrativa naturalista se complementan y articulan con elementos de la ciencia ficción, pues la novela recrea otras realidades a partir de los avances tecnocientíficos en tiempos y espacios imaginarios. “La caída del águila destaca por ser uno de los textos de ciencia ficción más originales publicados en la América Latina de la primera mitad del siglo XX” (Molina, 2020, p. 1).

En el caso del experimento que lleva a cabo Gagini, lo componen algunas características de las novelas 20.000 leguas de viaje submarino y La isla misteriosa. Sin embargo, el personaje Roberto Mora, quien lidera a “Los caballeros de la libertad”, argumenta que “no pretendemos pasar ante ustedes como personajes de una novela de Julio Verne…” (Gagini, 2021, p. 150).

 

Mapa de la isla misteriosa y planos del submarino Nautilus, de Julio Verne. Imágenes: cortesía del autor.

Es singular el hecho de que en el periodo entre el siglo XIX y el XX en el país se sucedieran una serie de expediciones científicas de carácter geográfico y biológico a la Isla del Coco, algunas dirigidas por Henri Pittier (Cortés, 2008), quien fuera cercano también a Carlos Gagini, pues escribieron en conjunto el Ensayo lexicográfico de la lengua Térraba, publicado en 1892.


Mapa de la Isla del Coco, de 1943 (colección de mapas de la Biblioteca Perry-Castañeda, Universidad de Texas), disponible en Wikimedia Commons para uso libre. Imagen: cortesía del autor.

 

El afán de describir la naturaleza, de investigar, de explorar y de experimentar —más allá de la creación y descripción de mundos imaginarios en los que puede suceder lo imposible— es lo que también define a La caída del águila como una “rara avis” en el sentido científico del término.

Retrato de Julio Verne y portada de Veinte mil leguas de viaje submarino (Vingt mille lieues sous les mers). Imágenes: cortesía del autor.
 

 

“El águila vio eso desde arriba y lo aprovechó…”

En algunas páginas de la novela El problema, de Máximo Soto Hall, uno de los personajes explicaba las razones de la superioridad de unas naciones sobre las otras y justificaba la injerencia de la mano de obra y del capital norteamericano en las repúblicas centroamericanas como un destino manifiesto, pues “El águila vio eso desde arriba y lo aprovechó…” (Soto, 2021, p. 54).

Así lo expone también en la novela de Gagini el personaje del ministro de Marina de los Estados Unidos, quien argumenta que se trata de un mandato de la naturaleza, la ley del más fuerte y del destino, porque Así lo exige la moral; es preciso que las leyes morales se cumplan con la exactitud de las físicas, y que los pueblos degenerados, indignos de habitar estos ricos territorios, cedan el puesto a la raza más sana, más fuerte y emprendedora” (Gagini, 2021, p. 114).

La metáfora del ave rapaz que devora a sus presas es el motivo literario para relacionar la política internacional norteamericana de finales del siglo XIX y principios del XX y comprender los significados del “Gran Garrote”, la “diplomacia del dólar” y la “diplomacia de las cañoneras”; la política del “buen vecino” que protege su “patio trasero”, así como las doctrinas que llevan los apellidos de “Monroe” y “Wilson”, mediante las cuales los Estados Unidos ejercieron su poderío en la región. Así describe el personaje Roberto Mora la geopolítica del momento:

Ustedes después de ayudarnos contra nuestros adversarios cuando todas las probabilidades de triunfo estaban de nuestra parte, se unieron a ellos y produjeron nuestra ruina. ¿Por qué? Porque el comercio alemán gracias a su activa labor y superioridad y baratura de sus artículos se había adueñado de casi todos los mercados de la América Latina, con notable detrimento de las manufacturas norteamericanas. “América para los yanquis” es la doctrina Monroe; “el mundo entero para los yanquis” fue más adelante la doctrina Wilson (Gagini, 2021, pp. 134-135).

 

Caricatura de la política del Gran Garrote. Imagen: cortesía del autor.

 

Entre los años 1894 y 1917 sucedieron varias invasiones de los Estados Unidos a naciones latinoamericanas, precisamente las ocurridas en 1898 a Cuba y Puerto Rico marcan el fin del imperio español y el inicio de otro horizonte de dominación económica, militar y política.

En ese lapso, los norteamericanos dirigen la separación de Panamá de Colombia, se inaugura el canal interoceánico en el istmo en 1914 y Nicaragua es ocupada hasta el año 1933. En el panorama mundial se llevan a cabo la Revolución Mexicana, la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa.

En el campo intelectual latinoamericano este efervescente contexto histórico y político originó una serie de textos fundamentales para comprender el devenir de las naciones latinoamericanas y sus habitantes. Surgen propuestas como “Nuestra América” (1891), del cubano José Martí, quien propone que no debe existir el odio de razas porque no existen las razas y aboga por un mayor auto y reconocimiento entre los pueblos americanos, además de otras ideas.

Por otra parte, el uruguayo José Enrique Rodó en el ensayo “Ariel” (1900) “contrapuso en términos raciales el utilitarismo estadounidense, cuya democracia materialista no era el modelo a seguir, con el idealismo latinoamericano, sustentado en la estética de la Grecia clásica y en la superioridad moral del cristianismo” (Molina, 2020, p. 1) como una estrategia para oponerse a la denominada “nordomanía”. Finalmente, el nicaragüense Rubén Darío, particularmente con su poema titulado “Oda a Roosevelt” del año 1905, establece en el discurso lírico las diferencias entre las culturas norteamericana y latinoamericana, una materialista y la otra espiritual.

Aunque la perspectiva de la novela La caída del águila exponga el problema de la soberanía de las naciones desde un punto de vista regional, también es oportuno tener presente que en Costa Rica en el año 1884 se firma el contrato Soto-Keith, con las respectivas concesiones de las que se verá favorecido Minor Cooper Keith.

En 1890 se inicia la construcción del ferrocarril al Atlántico, con miras a convertirse en una vía de comunicación interoceánica; en 1899 se funda la United Fruit Company con todas las implicaciones que ha significado en la historia de las repúblicas bananeras en cuanto al expansionismo, el enclave y la consecuente pérdida de soberanía. Y, finalmente, en 1919 es derrocado el régimen dictatorial de Federico Tinoco.

Por otra parte, también conviene recordar que hacia la segunda mitad del siglo XIX en el país se gestaba la construcción de la nacionalidad y se realizaron proyectos ideológicos, culturales, políticos e imaginarios que procuraban consolidar una “identidad” nacional costarricense.

Entre mares, canales, estrechos y ríos

En la novela de Gagini, uno de los espacios en los que se centra el conflicto es en el canal de Panamá, pues quien controla esa vía también domina el comercio y la comunicación entre Oriente y Occidente.

La posibilidad de una ruta que comunicara finalmente ambas partes del mundo había sido un sueño desde que Vasco Núñez de Balboa descubriera el mar del Sur en 1513. Ese fue el proyecto que llevó a cabo Magallanes pocos años después cuando logra atravesar el estrecho que luego llevaría su nombre.

Sin embargo, la posibilidad de circunnavegar la tierra a través de dudoso estrecho (Urtecho, 1948) o de un canal por el río San Juan, entre Nicaragua y Costa Rica, ha sido una quimera que se remonta a hace poco más de cuatro siglos desde que en el año 1620 Diego de Mercado escribiera un documento dirigido al rey Felipe III en el que plantea la posibilidad de un canal interoceánico que comunicara los puertos de San Juan del Norte y San Juan del Sur por el río San Juan y la laguna de Granada (Peralta, 1887).

Posteriormente, poco más de dos siglos después, en 1826, Alexander von Humboldt se refiere también al tema de una posibilidad de comunicación entre ambos mares (Humboldt, 2011). Ese mismo proyecto se retoma en la región después de la expulsión de William Walker. En 1857 representantes de los Gobiernos de Inglaterra y Francia invitaron al presidente Juan Rafael Mora y su comitiva a un viaje exploratorio a bordo de los buques “Andrómeda” y el “Vixen”, de bandera francesa e inglesa respectivamente, para conocer la zona y analizar las posibilidades de un contrato o concesión para lograr dicha empresa.

Manuel Argüello Mora en el escrito titulado “Canal de Nicaragua” (1898) ofrece una crónica pormenorizada del viaje y de los obsequios que los ingleses y franceses ofrecían a los presidentes centroamericanos y sus comitivas. Máximo Soto Hall en la novela El problema describe el canal de Nicaragua como una “Venecia moderna, con una sola calle anchísima, limitada por dos grandes océanos” (Soto, 2021, p. 6).

En el mundo ficticio de la novela de Gagini esa es la razón por la cual las naciones centroamericanas vuelven a estar unidas, como lo fuera la Federación casi un siglo atrás, pero en otras circunstancias y con otras condiciones, ya que “El peligro de que alguna poderosa nación europea practicara otro canal a través de Nicaragua inspiró al presidente Wilson la idea de unir las cinco repúblicas del istmo bajo la administración de un presidente que fuera hechura suya, y la unión se realizó sin consultar el voto de los respectivos pueblos, que han sabido caer, a lo menos en sus tres quintas partes, con dignidad y entereza, después de sembrar sus campos con mil cadáveres de los infames invasores” (Gagini, 2021, p. 136).

El escenario geopolítico en el que se movilizan los personajes de la novela, sus intereses y las ideas que representan, las de mundo ficticio y las de realidad histórica, es el que lleva a “Los caballeros de la libertad” a bloquear esa codiciada vía de comunicación y de transporte. Así lo reclama Roberto Mora:

¿Por qué abrieron ustedes el canal, pisoteando los derechos de la república de Colombia? —añadió con vehemencia—. No fue para facilitar las comunicaciones mundiales, sino para favorecer exclusivamente los intereses del Águila del Norte. Si a través de esa vía pudiesen abrazarse todos los pueblos, yo no la obstruiría; y si no la arruino del todo, aunque puedo hacerlo, es porque confío en que dentro de poco estará abierta al libre tráfico de todas las naciones (Gagini, 2021, pp. 176-177).

El canal de la hipótesis y de la idea, el de Nicaragua, así como el de la ficción novelada y también el de la realidad, el de Panamá, es sobre el que se organizan y articulan las acciones en La caída del águila.

La potencia secreta de los nombres

Así como la japonita, “el explosivo más terrible concebido por el ingenio humano” (Gagini, 2021, p. 157), los nombres que utiliza el autor a lo largo de la novela, y también sus combinaciones, son la clave fundamental para desentrañar el sentido del texto. No solamente los nombres de los personajes, también los de los acorazados y submarinos funcionan a manera de pequeños detonantes de significado. El juego es sencillo, la lectura comienza en las orillas de “Sandpoint” y, conforme se va adentrando y sumergiendo en las páginas de la novela, las referencias y alusiones pueden representar los diversos nombres y se van haciendo cada vez más profundas y cifradas. 

Los acorazados, o “dreadnaught”, de los norteamericanos llevan los nombres de las naciones invadidas u ocupadas por los Estados Unidos como Panamá, Nicaragua, Puerto Rico, Haití, California, México, Balboa y Salvador. Obviamente, los nombres de las embarcaciones Washington y Mackinley también significan referencias directas a los presidentes George Washington y William McKinley, el predecesor de Theodore Roosevelt y quien desempeñara un papel preponderante en la guerra hispano-estadounidense.

Estos acorazados norteamericanos son destruidos por los submarinos, o nautilos, de “Los caballeros de la Libertad” que llevan los nombres de Mora, Cañas y Blanco, evidentes tributos a Juan Rafael Mora, José María Cañas y Máximo Blanco, líderes centroamericanos que defendieron la soberanía de la región ante las fuerzas enemigas de William Walker.

Entre los personajes, el nombre más evidente es el del protagonista Roberto Mora “descendiente del patriota caudillo costarricense que en 1856 rechazó la invasión de los filibusteros yanquis” (Gagini, 2021, p. 131), alusión directa a Juan Rafael Mora Porras. Sin embargo, los nombres de sus compañeros de lucha ofrecen un interesante caleidoscopio de referencias cifradas y juegos onomásticos. 

El Capitán Amaru posee resonancias directas con Tupac Amaru II, el caudillo mestizo que lideró la rebelión contra la monarquía española en el Virreinato del Perú hacia finales del siglo XVIII y, además, su origen podría ser una referencia velada a las migraciones japonesas que ocurrieron en Perú hacia finales del siglo XIX.

Los nombres de los personajes Francisco Valle y Manuel Delgado honran a los próceres de la Federación Centroamericana, pues combinan a Francisco Morazán y a José Cecilio del Valle, el primero, y a Manuel José Arce y Fagoaga y a José Matías Delgado, el segundo. Por otra parte, el nombre de Salvador Morelos obviamente posee ecos del prócer mexicano José María Morelos y es posible pensar que también sea un juego con el nombre de la nación centroamericana.

Finalmente, los nombres que corresponden al grupo de los personajes norteamericanos también representan claves de sentido. Se erigen como cercanos ecos de otros nombres y apellidos, como el del ministro de Marina de los Estados Unidos Mr. Albert Adams, el cual lleva el mismo apellido de John Quincy Adams, uno de los gestores de la Doctrina Monroe. Por otra parte, el personaje del teniente Jack o Henry Cornfield, el prometido de la hija de Mr. Adams, también se podría relacionar con Henry Lane Wilson, quien fuera embajador en México y estuvo relacionado con la caída de Francisco Madero.

No obstante, el nombre más enigmático y significativo es el de Fanny, el cual, por las inquietudes científicas de la personaje, bien podría ser un guiño del autor a Fanny Bullock Workman (1859-1925), la geógrafa, cartógrafa, exploradora, escritora de viajes, montañera y promotora de los derechos de las mujeres y el sufragio femenino.

 

Fanny Bullock Workman (1859-1925), geógrafa, cartógrafa, exploradora, escritora de viajes, montañera y promotora de los derechos de las mujeres y el sufragio femenino. Imágenes: cortesía del autor.

De ser así, Gagini les estaría rindiendo un homenaje a las mujeres, sus luchas sociales de principios del siglo XX y los espacios que poco a poco han conquistado en las ciencias y, por supuesto, el derecho al sufragio. Además, el autor estaría proponiendo una imagen de personaje femenino muy distinto a Margarita y a Emma de El árbol enfermo y El problema, respectivamente.

Los nombres utilizados en La caída del águila son metáforas, sinécdoques, alegorías y alusiones en un contexto histórico, geográfico, político y científico sumamente complejo que da cuenta de las conquistas de derechos políticos, a las luchas sociales y a la defensa de la soberanía.

Ideales, utopías y ucronías

El espacio y el tiempo siempre han significado grandes enigmas para la humanidad cuando se elaboran pensamientos sobre la infinitud y la eternidad. Reflexionar sobre estas dos circunstancias ha hecho posible fabular sobre otros espacios y tiempos, que solamente tienen sentido como ideales y que, en un modo condicional, podrían ser posibles. 

La caída del águila pone en escena la utopía (Herrera 2018a y 2018b) y la ucronía como ejes fundamentales de su argumento, pues se adelanta cinco años a la fecha de su publicación y ubica los acontecimientos un quinquenio después. El personaje principal de la novela se ve a sí mismo como un caballero idealista que procura el bien común y se describe como “un Quijote que se sacrifica por sus semejantes, sin utilizar sus inventos en provecho propio” (Gagini, 2021, p. 223); su proyecto experimental y científico no se circunscribe a submarinos, islas misteriosas, bloqueos de vías de comunicación geoestratégicas, derrocamiento de ejércitos enemigos, restablecimiento de la dignidad de los pueblos subyugados y un largo etcétera, Roberto Mora declara que

Yo quisiera ver la tierra ocupada por centenares de pueblos libres y felices, saneada y cultivada, capaz de contener y de alimentar una población que no se multiplicara estúpidamente como ahora; desearía ver a los hombres todos equilibrados, exentos de vicios, disfrutando plácidamente de la vida, sin guerras, ni pestes, ni penas. Moriré sin ver realizadas mis aspiraciones (Gagini, 2021, p. 224-225).

Lo anterior evidencia que el verdadero proyecto, la lucha y el ideal del personaje es alcanzar la justicia social y la equidad entre las personas y entre las naciones.

La “rara avis” de la novela costarricense

En su reciente publicación, se retoma la trascendencia de la novela, se incluye un prólogo, un glosario y un trabajo de anotación. En esta oportunidad, la editora afirma que:

La caída del águila se plantea como una recreación de la Campaña Nacional de 1856-1857, pues Carlos Gagini se basa en las amenazas de la colonización de Walker y la campaña por la liberación centroamericana.  Gagini apela a dicha campaña militar, por ser piedra fundacional del proyecto nacional costarricense trazado por la élite liberal e impulsado a partir de 1880 (Ríos, 2021, p. XXII).

Esta novela va mucho más atrás de los años de la Campaña Nacional, se remonta al proyecto fallido de la Federación Centroamericana y a las diversas gestas independentistas llevadas a cabo a lo largo de todo siglo XIX. El primer biógrafo de Gagini afirma “novela que la casa editorial Trejos Hermanos lanzó a la circulación en 1921” (Jinesta, 1936, p. 21), entonces es posible considerar que La caída del águila fue concebida como un aporte más, en el campo del pensamiento, a las conmemoraciones del Centenario de la Independencia, en el contexto de la pérdida de soberanía que se experimentaba por la presencia de las garras y los tentáculos del imperialismo y del capital norteamericano en las naciones americanas.

En el texto se encuentran desperdigados “referentes intertextuales y contextuales están anclados a una realidad ya lejana a nuestro siglo XXI” (Ríos, 2021, p. XXXVIII).  Desde el año 1920, no se ha vuelto a publicar una novela que tenga las características de La caída del águila con su polifonía, intertextualidad y ambivalencia; sus alusiones, alegorías y juegos onomásticos; sus referencias históricas, geográficas, políticas, literarias y filosóficas que la distinguen, sin duda alguna, como la “rara avis” en la narrativa costarricense.

Bibliografía

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Herrera Valenciano, Minor. (2018a). Construcción discursiva de la utopía en La caída del águila de Carlos Gagini. Saga. Revista de Letras, 9, 1-27.

Herrera Valenciano, Minor. (Julio-diciembre 2018b). Tradición clásica y utopía en La caída del águila, de Carlos Gagini. Revista Letras, 64, 51-72.

Humboldt, Alexander von. (2011). Zentralamerka-Centroamérica. San José, Costa Rica: Editorial UCR.

Jinesta, Carlos. (1936). Carlos Gagini vida y obras. San José, Costa Rica: Librería e Imprenta Lehmann.

Molina, Iván. (2020). De cómo Carlos Gagini se adelantó a Philip K. Dick en imaginar la destrucción de los Estados Unidos. Del pasado y del presente, 1-52.

Peralta, Manuel María de (comp.). (1887). El canal interoceánico de Nicaragua y Costa Rica. Bruselas: Imprenta de Ad. Mertens.

Quesada Soto, Álvaro. (2008). Breve historia de la literatura costarricense. San José, Costa Rica: Editorial Costa Rica.

Ríos, Verónica. (2011). Releyendo La caída del águila de Carlos Gagini: la mediación científica y la nostalgia de una novela antiimperialista de ciencia-ficción. Istmo, 23, s. p.

Soto Hall, Máximo; Gagini, Carlos; Ríos, Verónica (edit. lit.). (2021). El problema / La caída del águila. Edición anotada. Edición literaria, prólogo, glosario y notas Verónica Ríos Quesada. Colección Debates del Bicentenario. San José, Costa Rica: Editorial Costa Rica y Editorial de la Universidad de Costa Rica.

Urtecho, José Coronel. (1948). La comunicación interoceánica en Centroamérica. Cuadernos Hispanoamericanos, 3, 443-455.

Leonardo Sancho Dobles
Profesor de la Escuela de Estudios Generales
leonardxdjdo.sancho  @ucrdwhx.ac.cr

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