El Primer Informe del Estado de Situación de la Persona Adulta Mayor en Costa Rica ya lo anunciaba: existe el reto de aumentar la oferta y apoyar las oportunidades de participación para las personas adultas mayores, sin distinción de área de residencia, género o condición socioeconómica.
Ese mismo informe también señaló que hay una clara concentración de las oportunidades de participación, principalmente del ámbito educativo, alojadas en la Gran Área Metropolitana (GAM). Por lo general, quienes acceden a estos espacios son mujeres menores de 65 años con algún grado de preparación académica.
Y, como si las oportunidades sectorizadas no fueran suficientes, la situación se complica debido al poco financiamiento. Ese I Informe también aseguró que el 92 % de los grupos para personas adultas mayores autofinancian su quehacer.
Desde la voz de varias personas especialistas, la realidad actual no es muy distinta. La pregunta ahora es: ¿qué está pasando? ¿Por qué dichos espacios de participación han tenido un crecimiento lento a nivel país si se aproxima un aumento importante de la población adulta mayor? Un total de cuatro expertos brindan su criterio a continuación.
Aunque varios expertos afirman que hay mejoras y el país cuenta con más espacios de participación, del 2008 (cuando se divulgó ese primer informe) al 2022 todavía gran parte de las oportunidades de participación para las personas adultas mayores se siguen concentrando en el GAM, específicamente, en las zonas de mayor desarrollo social.
Fabián Trejos Cascante, gerente general de la Asociación Gerontológica Costarricense (Ageco), concuerda. Para Fabián, las oportunidades de participación, entendidas como aquellos espacios que se ofrecen para que las personas adultas mayores puedan integrarse en diferentes actividades fuera de su hogar, han incrementado, pero, “definitivamente, siguen estando concentradas en la Gran Área Metropolitana”, afirmó.
Norma Lau Sánchez, coordinadora del Programa de Investigación en Envejecimiento (Proinve), del Instituto de Investigaciones en Salud (Inisa), de la UCR, respalda el criterio de Fabián. Lau ha liderado por más de 14 años este programa que analiza el fenómeno del creciente envejecimiento de la población costarricense. Además, realiza importantes acciones en salud, así como la apertura de nuevos espacios de participación en beneficio de las personas adultas mayores.
“Yo considero que las oportunidades de participación están incrementando para esta población, pero todavía muchas de ellas están concentradas en las partes centrales de los cantones y no así en la periferia. Desde la experiencia del Proinve, nosotros trabajamos en Los Guido y vemos que son muy pocas las oportunidades que tienen”, compartió la investigadora.
No obstante, Lau reflexiona un detalle adicional: si bien los espacios de participación están aumentando, ¿desde dónde se están generando? Para la especialista, la respuesta (encontrada desde el macroproyecto investigativo interdisciplinario “Situación de la Persona Adulta Mayor de Los Guido de Desamparados, San José-Costa Rica”) no es muy alentadora: muchas de esas acciones parten de la buena voluntad.
“Hay muchos esfuerzos de las comunidades que se hacen desde la buena voluntad, sin ningún criterio gerontológico o de salud propiamente. Muchas son actividades recreativas y he recibido llamadas de que un adulto mayor se les desmayó o tuvo un accidente porque no tomaron en cuenta el lugar donde están haciendo las actividades, ni un profesional que los oriente”, apuntó Lau.
El impacto de que los espacios de participación estén concentrados, en su gran mayoría en las áreas de mayor desarrollo socioeconómico del país, afecta de manera importante en términos de prevención y promoción de la salud.
En el I Informe de la Persona Adulta Mayor se explica que los espacios de participación permiten que las personas adultas mayores generen nuevos vínculos que refuerzan el acompañamiento, la autoestima, la recreación y la actividad física. Cada uno de esos componentes es clave para ayudar a prevenir enfermedades y tener una vejez activa, alegre y plena.
Pero no solo eso, sino que la conformación de grupos también da la posibilidad de que estas personas tengan una red de capital social a la cual pueden acceder con confianza y compromiso si su economía o salud sufre algún debilitamiento.
Por lo tanto, que una cifra importante de los espacios de participación se siga concentrando en algunas zonas, no solo exacerba las desigualdades, sino que también limita las posibilidades de que cada persona adulta mayor pueda sostener estilos de vida saludables y la generación de alianzas que les permita, incluso, salir de momentos difíciles.
“Desde el Proinve hemos visto que estas participaciones impactan de gran manera la salud y autoestima de las personas adultas mayores; es decir, su sentimiento de bienestar en cuanto a la integración a la familia, el respeto que van adquiriendo en la sociedad y en una mayor autodeterminación para reclamar sus derechos a la salud. Estos espacios, sin duda, tienen una gran relevancia para su empoderamiento”, expresó Norma Lau.
Con el aporte de las y los especialistas, queda claro que las oportunidades de participación son importantes, aún más ante el contexto actual de envejecimiento exponencial de la población.
Pero, si son tan importantes, ¿por qué dichas oportunidades de participación han tenido un crecimiento tan lento a nivel país? La respuesta para el Dr. Fernando Morales Martínez, decano de la Facultad de Medicina de la UCR, es clara: falta de financiamiento.
El Dr. Morales, médico cirujano y especialista en Geriatría y Gerontología por la Universidad de Edimburgo, manifiesta que, en los casi 37 años que laboró para el Hospital de Geriatría y Gerontología Raúl Blanco Cervantes, él y su equipo siempre estuvieron combatiendo esa concentración de oportunidades en las urbes.
“Si bien es cierto que hay más adultos mayores en las áreas urbanas, también hay adultos mayores en las áreas rurales y, a veces, con situaciones muy dramáticas y muchos de ellos desamparados. Las personas jóvenes migran a la ciudad y entonces dejan atrás a sus mayores. Esto es un fenómeno de muchos países y nosotros no escapamos de eso”, expuso el Dr. Morales.
El médico, quien además estuvo por dos períodos de cuatro años liderando el Consejo Nacional para la Persona Adulta Mayor (Conapam), indica que por mucho tiempo se ha trabajado por dotar a las áreas más rurales con estos tipos de espacios que le permitan al adulto mayor estar activo e integrarse a una sociedad que, en ocasiones, busca excluirlo. Sin embargo, lo que más detiene el progreso es la falta de compromiso presupuestario.
“Hay personas que tratan de decir que no se ha hecho nada. La verdad es que sí se ha hecho mucho en nuestro país. Lo que pasa es que se tienen apoyos a medias. ¿Qué quiero decir con esto? Bueno, que las personas que le dicen a uno que lo van a apoyar después dicen que no hay recursos. Ahí se va truncando, y eso ha sido una constante en las administraciones políticas”, explicó.
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La postura del M. Sc. Jaime Fernández Chaves, director del Programa de Posgrado de Gerontología de la UCR, no dista de lo mencionado por sus colegas.
Él señala que es muy coherente pensar que las oportunidades de participación para las personas mayores se sigan dando en los lugares con mayor índice de desarrollo social. A nivel de política pública esto ya se sabe y, justamente, han nacido algunas propuestas que aspiran a generar cambios.
“En el Segundo Informe de Situación de la Persona Adulta Mayor del 2020 hay una tabla que menciona los compromisos internacionales que asume Costa Rica a partir del 2008 relacionados con financiamiento, nuevas leyes y modificaciones de leyes que buscan mejorar el entorno en el cual se está desarrollando esta población. Esto es muy importante porque se están generando oportunidades desde un punto de vista estructural”, expresó Fernández.
Desde la perspectiva de Ageco, lo ideal es que esos nuevos espacios que se generen promuevan el envejecimiento activo. Esto no significa que sean para que las personas estén en movimiento, sino para que puedan mejorar su salud, sus ingresos y hasta su educación permanente.
“El envejecimiento activo logra menores índices de mortalidad, mejores mecanismos de estabilidad emocional y de condición física, no estar tan agobiados por la soledad y, por supuesto, mejorar sus relaciones”, comentó Trejos.
Para la y los especialistas aquí entrevistados, el camino por recorrer aún es largo. Si hay algo claro es que los desafíos por enfrentar siguen vigentes. “Para todo el esfuerzo que hemos hecho, todavía estamos lejos de lo que debería ser lo óptimo. Yo creo que lo que debemos tener en Costa Rica todavía no lo tenemos. Hemos avanzado, sí, pero no ha sido el avance meteórico para el esfuerzo que hemos hecho y yo doy fe de eso. Necesitamos más compromiso y personas que realmente quieran hacer las cosas”, concluyó el Dr. Morales.
En los espacios de participación para las personas adultas mayores, la Universidad de Costa Rica constituye un pilar. Si no, que lo diga Vilma Hernández Abarca, adulta mayor de 72 años, quien participa de manera activa en los grupos del Programa de la Persona Adulta Mayor de la UCR (PIAM).
Al día de hoy, la UCR contabiliza cerca de 28 proyectos de educación continua para esta población, así como el PIAM-UCR y el Programa Integral de la Persona Adulta Mayor de la Sede de Occidente (Pipamro), que tienen una variedad de cursos como tecnologías de la información y la comunicación, idiomas, artesanías, manualidades, movimiento humano, estilos de vida saludable, arte y cultura, grupos culturales y conocimientos generales.
También se cuenta con nueve proyectos de trabajo comunal universitario (TCU) que permiten impactar zonas rurales del país.
La academia, desde el eje de docencia, no se ha quedado atrás. Desde el Programa de Posgrado en Gerontología se han realizado varios precongresos regionales con la participación activa de las personas adultas mayores. Gracias a un arduo esfuerzo, los precongresos gestados han logrado llegar a Limón, Puntarenas y Parrita, por mencionar algunas de las zonas beneficiadas.
Pero eso no es todo. Este Programa de Posgrado posee una representación constante en la subcomisión de la persona adulta mayor del Consejo Nacional de Rectores (Conare), la cual se enfoca en dar un apoyo técnico para ayudar al plan de actividades que el Conare está planificando. Lo anterior, sin olvidar a los territorios indígenas, donde hay adultos mayores y cuya población ha sido poco visibilizada.
“La maestría siempre ha procurado tener como eje central a la persona adulta mayor y analizar el proceso de envejecimiento. Desde la docencia, las dos modalidades de la maestría se han mantenido activas en el entrenamiento y en la adquisición de habilidades para hacer una intervención especializada en la población adulta mayor”, comentó Fernández.
Desde el Posgrado, además, se ha permitido que las personas adultas mayores puedan realizar un proceso de construcción sobre el tipo de vejez que desean tener y así sacar el máximo provecho de las oportunidades que ya se empiezan a hacer visibles en la sociedad.
“La participación de las personas adultas mayores en grupos concretos les permite un mejoramiento en su salud física, mejores indicadores para quienes presentan alguna enfermedad crónica y una mejor actitud de la población, en general, hacia el proceso de envejecimiento, así como el fomento de relaciones intergeneracionales en las cuales esta población busca dejarle un legado a las siguientes generaciones y, las más jóvenes, se benefician con sus aprendizajes”, dijo Fernández.
Asimismo, el Proinve-UCR ha trascendido su visión. Si bien es un programa de investigación, también ayuda al mejoramiento de la calidad de vida de la población mayor.
“Hemos apostado por un trabajo realmente humano, integral y holístico, que cubra muchas dimensiones de la vida humana. No solamente por el aspecto físico o para publicar un artículo científico, sino realmente para contribuir como universidad pública. Llegamos a la sociedad con algo concreto y tangible”, señaló Norma Lau.
La investigadora citó que parte de los logros del programa han impactado no solo a las personas adultas mayores, sino también a sus familias, a la comunidad y a los investigadores. Un caso es don Guillermo, que hasta el 2014 logró, por primera vez en su etapa de vejez, contar con una prótesis dental. “Este hombre se transformó, es completamente otro”, destacó Lau.
Asimismo, la Universidad de Costa Rica ha desarrollado una variedad de programas y una serie de cursos de pregrado y grado. Uno es la materia de Geriatría y Gerontología a las y los médicos generales. Hace algunos años, estos estudiantes, y futuros profesionales del país, no recibían ningún tipo de educación al respecto.
“Desde el 2015, las y los médicos y otros estudiantes del área de la salud reciben un curso obligatorio que tienen que aprobar. Además, promovimos la creación de la maestría académica y profesional de Gerontología. Todo esto son acciones conjuntas entre la UCR y la Caja de Seguro Social. La UCR ha aportado muchísimo en este tema”, concluyó el Dr. Morales.
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