Si usted hoy tiene entre 30 y 40 años, esta información le interesa, pues será parte del 1 000 000 (un millón) de adultos mayores que vivirán en el 2050. Para ese entonces, requerirá de los servicios del sistema de salud y programas preventivos para mantener una buena calidad de vida en su vejez.
Actualmente, nuestro país se destaca por tener uno de los índices más altos de esperanza de vida al nacer, del continente americano. Para los y las costarricenses, la esperanza de vida es de 80,3 años para ambos sexos (77,7 para los hombres y 82,9 para las mujeres), de acuerdo con las estimaciones internacionales del 2019.
Cuanta más edad logre alcanzar la población, mayores serán las demandas en los servicios de atención de la salud, ya que conforme avanza la edad las personas pueden padecer de dos o más enfermedades crónicas y tienen más probabilidades de discapacidad, advierte el II Informe Estado de Situación de las Personas Adultas Mayores en Costa Rica, realizado por el Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (CONAPAM) y la Universidad de Costa Rica (UCR).
El envejecimiento de la población está ocurriendo rápidamente, tendrá un impacto importante en la salud y pondrá una presión añadida al sistema de servicios de salud, señala el informe “Estudios de la OCDE sobre los Sistemas de Salud Costa Rica”.
Este reto recae en las familias, las instituciones públicas y, principalmente, en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) como administradora del seguro de salud y encargada de la prestación de servicios asistenciales en los tres niveles de atención sanitaria. Llegó el momento de indagar el tema.
"El envejecimiento de la población está ocurriendo rápidamente, tendrá un impacto importante en la salud y pondrá una presión añadida al sistema de servicios de salud", señala el informe Estudios de la OCDE sobre los Sistemas de Salud Costa Rica.
La rapidez del incremento del envejecimiento demográfico es un factor de gran relevancia para la sostenibilidad del sistema de salud, dado que, las personas de 65 años o más registran mayores tasas de uso de los servicios que brinda la CCSS. Además, requieren tratamientos más costosos y prolongados debido a la incidencia de enfermedades crónicas, así como estancias hospitalarias más largas.
Este grupo poblacional tiene mayores probabilidades de presentar discapacidad, se enfrenta a la presencia de varias enfermedades simultáneas, a la disminución de la capacidad funcional y fragilidad, así como a cambios psíquicos y sociales. Por esto, requieren de atención multidisciplinaria.
El aumento en la demanda de los servicios de salud por parte de la población mayor es una tendencia que se viene observando desde hace más de una década.
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El II Informe del Estado de Situación de las Personas Adultas Mayores en Costa Rica señala algunos cambios que ya están ocurriendo y ponen presión sobre el sistema. Por ejemplo, entre el 2008 y el 2018 se registró un aumento del 64 % en las consultas de personas de 65 años o más. Este es un crecimiento que, además, se registra en otros servicios de la CCSS, como en atención de urgencias (64 %) y en ingresos hospitalarios (48 %).
Según datos recientes de la CCSS, las personas adultas mayores demandaron en el 2020 y el 2021 más de 2 000 000 (dos millones) de atenciones cada año, dadas en el servicio de consulta externa (2 288 440 en 2021 y 2 649 391 en el año siguiente). En esos dos años, sumaron más de 120 000 ingresos hospitalarios (54 875 y 66 014) asociados principalmente a enfermedades del sistema circulatorio y otras.
Esta demanda aumentada impacta también servicios como farmacia y laboratorio, según lo muestra el informe. Entre el 2005 y el 2018, la proporción de exámenes de laboratorio y de medicamentos que son recetados para las personas de 65 años y más pasó de un 12 % a un 21 % y de un 11 % a un 32 %. ¡Ahora imaginemos que en el 2050 estas cifras podrían multiplicarse por cuatro!
Estamos ante una paradoja. En el futuro cercano el sistema de salud deberá atender a más personas en edad avanzada con tratamientos más costosos, pero cada vez recibe menos ingresos debido a dos factores principales: la morosidad del Estado (y de entes privados) con la Caja y el efecto de una baja proporción de población joven cotizando a la seguridad social.
El crecimiento de la informalidad también afecta los ingresos de la CCSS. La última Encuesta Continua de Empleo publicada en enero del 2022 mostró que casi la mitad de la población trabajadora (el 45,7 %) se dedica a labores informales. Es decir que, en total, unas 966 000 personas no están contribuyendo al sistema de salud.
Frente a este panorama, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recomienda que el país debe reducir la dependencia de los ingresos relativos al empleo y financiar cada vez más su sistema de salud desde el presupuesto general del Gobierno, dado que menos y menos personas están incluidas en el empleo formal.
Diversos estudios coinciden en que, para hacer frente a las demandas de los servicios de salud, la CCSS deberá reducir gastos, principalmente por concepto de remuneraciones, aumentar las contribuciones del Gobierno e invertir en la promoción de la salud y prevención de la enfermedad.
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Para Daniel Quesada Yamasaki, microbiólogo de la UCR, quien realizó el estudio: “Sostenibilidad del seguro de salud en Costa Rica: un análisis multidimensional de su definición”, una de las tres principales medidas para lograr la sostenibilidad del sistema de salud es “apostar por un modelo centrado en la promoción de la salud y prevención de las enfermedades, ya que la evidencia demuestra la capacidad de estos modelos de reducir a largo plazo los costos por atenciones en el segundo y tercer nivel sanitarios”.
De igual forma, la Estrategia Nacional para un Envejecimiento Saludable 2018-2020 señala la necesidad de extender la cobertura de los servicios de salud y redireccionar el enfoque tradicional hacia un enfoque más integral desde la promoción de la salud y la atención primaria en salud (en lo que conocemos como ebáis, que son administrados por la CCSS).
Doña Carmen Vega Cascante, vecina de San Ramón, pronto va a cumplir 65 años y dice sentirse muy bien. Al finalizar su clase de ejercicios bailables, que realiza dos veces por semana en la Sede de Occidente de la UCR, está con toda la energía para continuar su día. Ella tiene la receta para un envejecimiento saludable: se levanta temprano, se toma el tratamiento para la hipertensión, cuida su peso y su alimentación, trabaja en el jardín y hasta convenció a su marido de ir con ella a hacer ejercicios.
Carmen considera que su salud es buena, por el contrario, el 59 % de las personas adultas mayores en Costa Rica consideran que su salud es regular o mala. Entre las personas en situación de discapacidad, ese porcentaje aumenta a un 65%. La percepción de mala salud está relacionada más directamente con la discapacidad y no con enfermedades específicas.
El II Informe del Estado de la Persona Adulta Mayor en Costa Rica destaca que las personas mayores están controlando bien sus padecimientos crónicos y, por lo tanto, viven más tiempo con la enfermedad. Gracias a su buen comportamiento y al sistema de salud se ha logrado disminuir la letalidad de las enfermedades crónicas como la hipertensión y las enfermedades del corazón.
De acuerdo con datos de la CCSS, basados en el “Estudio sobre la carga mundial de la enfermedad 2015 (GBD 2015)”, en Costa Rica las mujeres viven 71 años con salud y 10 con enfermedad, mientras que los hombres viven 68 años con salud y 9 con alguna morbilidad, relacionadas especialmente con las enfermedades crónicas no trasmisibles.
Está claro que, para sentirse bien, se necesita más que controlar las enfermedades. Lo que más importa para definir un envejecimiento saludable es que la persona tenga las capacidades físicas y mentales para hacer las cosas que valora como importantes en su vida cotidiana, según lo define la Estrategia Nacional para un Envejecimiento Saludable 2018-2020.
A doña Carmen le preguntamos, ¿Cuál es su expectativa de vida? Y esto fue lo que respondió:
Doña Carmen Vega Cascante, de 64 años y vecina de San Ramón es estudiante del Programa Integral de la Personas Adulta Mayor de la Sede de Occidente (PIPAMRO) desde el 2018. En este programa ha encontrado una fuente de motivaciòn, actividad fìsica y amistades que contribuyen a mantnerse saludable y positiva.
La Universidad de Costa Rica es una de las instituciones que, desde hace más de 30 años, apuesta por la promoción de la salud a través de modelos como el Programa Integral de la Persona Adulta Mayor de la Sede de Occidente (Pipamro) y el de la Sede Rodrigo Facio (PIAM), los cuales son un ejemplo de la acción preventiva que permite fortalecer la salud física y mental de esta población.
El coordinador del Pipamro, Keven Santamaría, afirma que las investigaciones realizadas con las personas mayores que participan en este programa constatan que realizar actividad física regularmente les da mayores capacidades de equilibrio. Este es un factor protector contra las caídas y accidentes que son frecuentes en tal población y que los lleva a situaciones de discapacidad.
Además, dichos espacios de participación aportan a la prevención de problemas físicos, sociales y psicológicos relacionados con enfermedades psiquiátricas o mentales, las cuales también inciden en una mayor probabilidad de estar en una situación de discapacidad.
La discapacidad afecta a más del 80 % de las personas de 65 años o más que reportan haber tenido un diagnóstico de alzhéimer, depresión crónica, ansiedad crónica u otra enfermedad o trastorno mental. Adicionalmente, más del 40 % de ellas perciben que tienen una mala salud, según el II Informe Estado Persona Adulta Mayor en Costa Rica.
Al respecto, la profesora Auxiliadora Vargas Villalobos, encargada del proyecto “Música, movimiento y salud” y quien posee años de experiencia trabajando con personas mayores, asegura que uno de los principales beneficios de este programa se da a nivel de salud mental, ya que la integración social, la música y el movimiento tiene efectos muy positivos en el ánimo de las personas y previene problemas como la depresión e, incluso, el suicidio.
En el Pipamro se combinan las tres actividades sustantivas de la Universidad: la docencia, la acción social y la investigación. Gracias a este último componente, los docentes-investigadores han aportado datos valiosos para comprender los efectos del ejercicio en esta población y las motivaciones que llevan a los mayores a participar en este tipo de programas.
–¿Qué nos ha enseñado la investigación sobre el balance en la adultez mayor? Keven Santamaría nos detalla:
El coordinador del PIPAMRO, Keven Santamaría, comentó los resultados de una de las investigaciones realizadas con las personas que participan en este programa. Mencionó que en los ùltimos 4 años, en la Sede de Occidente, se han publicado 12 trabajos de investigación relacionados con esta población.
El Pipamro, que nació en 1986, también ha experimentado el aumento acelerado de la demanda de personas mayores de 50 años, como doña Carmen y su esposo que buscan alternativas para mejorar su calidad de vida. El reto es cada vez más desafiante para los organizadores, quienes se enfrentan a una mayor demanda y a la escasez de recursos.
Keven Santamaría señala que este programa, que inició con 50 personas en San Ramón y 18 en Grecia, hoy atiende a más de 500 personas de la zona de Occidente, incluyendo San Ramón, Palmares, Naranjo, Grecia y hasta de Zarcero. Esto ha llevado a aumentar el tamaño de los grupos hasta 65 personas e, inclusive, a 80 personas en el grupo de "Caminata y recreación".
Por ejemplo, la docente Auxiliadora ahora atiende a 130 personas en una mañana: trabaja con 65 adultos mayores a las 7:00 a. m. y con otro grupo de 65 a las 8:00 a. m. Ella preferiría tener grupos más pequeños para darles una atención más personalizada, pero la demanda es muy grande y se trata de ofrecer más cupos, especialmente después de la pandemia.
–¿Cuál debe ser el enfoque para abordar las necesidades de salud de esta creciente población? La educadora física Auxiliadora Vargas opina así:
Auxiliadora Vargas Villalobos, encargada del proyecto “Música, movimiento y salud” del Programa Integral de la Persona Adulta Mayor de la Sede de Occidente (PIPAMRO) aboga por que se inviertan más recursos en la prevención y atención de las personas adultas mayores.
No cabe duda de que este tipo de programas tienen un impacto invaluable en la calidad de vida de quienes lograr acceder a un cupo. Por lo tanto, también ayudan a aliviar la presión sobre el sistema de salud al contribuir con la prevención de enfermedades y discapacidad física y mental.
Mientras que los organizadores analizan e implementan diferentes estrategias para financiar el programa, combinando fondos de acción social, trabajo de instructores voluntarios y el cobro de una suma simbólica por concepto de matrícula, las personas mayores en el gimnasio gritan eufóricas al ritmo de la salsa, el merengue y la bachata. ¿Seguimos? Sí. ¿Paramos? No.
El envejecimiento de la población no va a parar, va a seguir y la gente desea y merece vivir con calidad de vida. La situación del sistema de salud es apremiante y las soluciones están planteadas. ¿Qué harán las instituciones y la sociedad costarricense para enfrentar este enorme reto?
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