El régimen alimentario y las situaciones agrarias de la actualidad sugieren un cambio en la concepción de los sistemas alimentarios. Esto, principalmente porque las cadenas de abastecimiento de alimentos a escala mundial son controladas por políticas económicas que definen lo que se debe producir, cómo se debe producir y donde se debe producir alimentos.
La problemática radica en que estas decisiones son tomadas desde una concepción del alimento visto como una simple mercancía. Es decir, se trata de decisiones cuyo objetivo es garantizar una acumulación de poder desigual, que deja en segundo plano el valor de los alimentos y de la alimentación y nutrición, lejos de tomarse decisiones que permitan avanzar en la garantía del derecho humano a una alimentación adecuada, saludable y sostenible.
Esta forma de abordar el tema alimentario, ha generado una desconexión entre las formas de producir y de consumir alimentos, situaciones que se traducen en los problemas de disponibilidad y acceso a los alimentos, pilares fundamentales para favorecer la seguridad alimentaria y nutricional. El en caso de la disponibilidad de alimentos, sufrimos de una dependencia de alimentos importados con un gran desestimulo a la agrobiodiversidad local, territorial o nacional y, en el caso del acceso a los alimentos, es evidente el alza en los precios, lo que dificulta la diversificación alimentaria que es necesaria para una adecuada nutrición humana. Adicionalmente, existe una tendencia al privilegio de asegurar el buen funcionamiento de los mercados internacionales, pero no se incentivan los mercados locales, solidarios o las ferias del agricultor que se encuentran más cerca de nuestras comunidades.
Aunque pareciera no existir una solución que enfrente esta complejidad de forma integral, la buena noticia es que existen abordajes que permiten fortalecer sistemas alimentarios más saludables y sostenibles. Esto es posible a partir de la Agroecología, principalmente porque está se refiere a un conjunto de ideas, prácticas, modos de vida, saberes populares y conocimientos científicos que privilegian nuestra relación como seres humanos con la naturaleza, a la vez que valora el alimento desde una perspectiva multidimensional que va más allá de la forma mercantil. Esto se debe a que la Agroecología permite conectar las formas de producir alimentos con las formas de consumirlos, visualiza la relación producción- consumo y favorece vínculos entre personas y sus territorios, tomando en cuenta los ecosistemas y la agrobiodiversidad que es necesaria para una nutrición adecuada, sostenible y saludable.
La Agroecología además lleva la bandera de la soberanía alimentaria y esto permite pensar en el tema alimentario desde las situaciones que se viven en los territorios y comunidades. Permite que las formas saludables de producir alimentos se beneficien de semillas sanas, por medio de insumos biológicos que nutren a las personas y al suelo, fundamental para nuestra vida en la tierra. Al mismo tiempo, la Agroecología nos relaciona con un lugar, un territorio, grupos de personas que tienen prácticas alimentarias y tradiciones que generan identidad. La Agroecología privilegia la proximidad y desde ahí valora la construcción social de mercados más solidarios que buscan ofrecer alimentos diversos con identidad. Todo esto sucede porque la Agroecología valora el alimento que tiene un origen y un saber hacer de los procesos relacionados a los alimentos y, esa procedencia es importante para generar vínculos entre personas, entre lo rural y urbano, entre productores y consumidores.
Fortalecer los sistemas alimentarios agroecológicos es una labor que se favorece principalmente desde la gobernanza democrática local, esto permite aprovechar elementos de la naturaleza de forma respetuosa como el agua, los suelos, los bosques, dar valor a los patios, las huertas, las ferias y mercaditos, estimular las economías solidarias, aprovechar el intercambio de alimentos entre las familias, el compartir sabores, el combinar recetas, mezclar alimentos para favorecer la sinergia de nutrientes, reafirmar tradiciones que nos identifican y que generan una memoria afectiva cuando la comida es parte de la memoria entre las generaciones.
La Agroecología significa una forma de garantizar el derecho humano a la alimentación, porque asocia aspectos éticos, sociales, ambientales, económicos, políticos y de salud que son requeridos para avanzar hacia sistemas alimentarios saludables y sostenibles. Esta forma de concebir el sistema alimentario, no solamente envuelve a las personas productoras de alimentos, sino que además las identifica como personas consumidoras que producen con el objetivo de alimentarse mejor y de generar bienestar para sus familias y comunidades. Desde el lado de las personas consumidoras de alimentos agroecológicos, también existe una transición hacia la adopción de un consumo más sustentable, el cual no solamente tiene que ver con un cambio de comportamiento y de los valores; sino que, además se trata de generar cambios en la sociedad que requieren de la acción colectiva.
Las formas de producción, consumo y abastecimiento de alimentos son desafíos que enfrentamos como humanidad, precisamente por la concepción limitada de utilizar los alimentos como un bien cualquiera que forma parte de mesas de negociación, en donde lo que obtiene más atención es el precio y la cantidad. Aun teniendo conocimiento de que coexisten formas de tratar a los alimentos y a la alimentación, es posible avanzar. Y, ese avance implica generar cambios de paradigma que se sustentan en la conformación de redes alimentarias que integran valores y que requieren de un sistema institucional que se adapte y favorezca los sistemas alimentarios agroecológicos existentes; es decir, las políticas públicas pueden alimentarse de las múltiples experiencias exitosas que se desarrollan a favor de la agroecología, para generar estrategias que permitan promover, fortalecer y multiplicar sistemas alimentarios más saludables y sostenibles.
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