El Dr. Pablo Rodríguez Solano de la Escuela de Estudios Generales, la Dra. Vanessa Smith Castro de la Escuela de Psicología, el M.Sc. Bryan Fernández Solano de la Escuela de Química y las M.Sc. Carolina María Navarro Bulgarell de la Escuela de Trabajo Social, son ejemplos de excelencia desde cada uno de los pilares sustantivos de la UCR: acción social, investigación y docencia. Foto: Laura Rodríguez.
La frase es clara: sin cacao no hay chocolate. Las decenas de carreras, los centros de investigación, los resultados de proyectos y, por supuesto, el aprendizaje del estudiantado (objetivo principal), no sería posible sin el valioso recurso con el que cuenta la Universidad de Costa Rica: su personal docente.
Desde 1994 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) determinó que cada 5 de octubre se celebraría el Día mundial de las y los docentes. Lo retos son constantes y múltiples. En breves palabras: ¿qué significa ser “profe” en la UCR?
Significa horas de esfuerzo para tener un alto perfil académico, ya que la institución cuenta con un 21,9% de profesores con doctorado, un 42,6% con maestría y un 10,6% con especialidad; es decir, cuatro de cada cinco tienen un posgrado. No obstante, la identidad de una persona docente de una universidad pública como la UCR va más allá de su experticia como profesional. Tiene que ver con sus capacidades en investigación, su vinculación y aporte con la realidad del país y la mejora continua de sus procesos de enseñanza aprendizaje, con su vocación.
“Reconozco que estoy en una posición de privilegio, porque tengo medio tiempo en investigación. La mayoría de los colegas tiene que dar cuatro o cinco cursos, estar en comisiones, y además, tratar de investigar y publicar en el tiempo que les queda”, afirma la Dra. Vanessa Smith Castro, del Instituto de Investigaciones Psicológicas. Smith participa en este momento en seis investigaciones, algunas en calidad de investigadora principal y en otras como colaboradora.
“Los resultados de nuestras investigaciones han permitido orientar la política pública y han contribuido al diseño de intervenciones, programas educativos, campañas de información y libros de texto en áreas como la equidad de género en contexto educativos, la prevención de la discriminación racial y étnica, la atención a población refugiada y migrante, la integración social de la población adulta mayor y la atención de la salud mental, entre otros.”
Al día de hoy, hay 1100 personas en la institución reportadas con carga académica para realizar investigación en todas las áreas del conocimiento aunque, como Smith lo indica, la cantidad de docentes dedicados a esta tarea es mucho mayor. De acuerdo con datos suministrados por M.Sc. Andrea Marín Campos, de Unidad de Gestión de la Calidad de la Vicerrectoría de Investigación, se registran 1945 personas investigadoras activas y 1831 proyectos, programas y actividades de investigación.
Este esfuerzo colectivo genera conocimiento para la ciudadanía y un impacto que trasciende los límites del campus universitario. “Muchos de los conceptos que yo enseño los ilustro con mi propia investigación. Eso es genial, ya los y las estudiantes pueden ver que eso que están aprendiendo no son contenidos extraños que se producen en otras partes del mundo y que estamos aquí repitiendo datos”. Sus grupos de alumnos pueden trabajar con bases de datos y aprender las técnicas estadísticas con información actualizada y de primera mano de Costa Rica.
Otros proyectos y dinámicas universitarias también benefician a la sociedad. Por ejemplo, los proyectos de docencia. Este fue el caso de “Código Azul frente al COVID 19 en la docencia universitaria presencial: reanimación de los procesos académicos virtuales en la Escuela de Trabajo Social”, iniciativa a cargo de la M.Sc. Carolina María Navarro Bulgarelli (directora) y M.Sc. Karina Warner Cordero (coordinadora de la comisión de docencia).
Este proyecto nace en el contexto de pandemia. Uno de sus objetivos promover el trabajo colaborativo. Gracias al esfuerzo docente y estudiantil y la articulación con múltiples instancias internas, como por ejemplo el Programa Interdisciplinario de Estudios y Acción Social de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia (PRIDENA) y la Oficina de Divulgación y externas como el Patronato Nacional de la Infancia, Casa VIVA y el Ministerio de Educación Pública se publicó el material educativo “Aprendiendo sobre derechos: caja de herramientas para el abordaje de niñas y niñas desde trabajo social”, que ahora es utilizado por el MEP para dar a conocer una ley en materia de familia para infantes de 6 años.
A lo interno, este proyecto de docencia concluido sentó las bases para fortalecer un plan de desarrollo docente para que se “reconozca y visibilice que la docencia va mucho más de la formación académica. Queremos personas sensibles, con una comprensión de las vivencias de los demás, con alto perfil académico, pero con esta dimensión humana bastante fortalecida”, enfatiza Karina Warner. Además de apoyar al estudiantado y docentes a transitar ese momento (pandemia) con sesiones individuales y grupales, se instauraron nuevas prácticas relacionadas y cambios para atender la salud integral de los y las estudiantes en coordinación con los Centros de Asesoría Estudiantil en diversos cursos.
La voz de al persona estudiante, en muchas ocasiones, es la medida para determinar la calidad de sus maestros y maestras. “El profesor Bryan ha sido uno de los mejores profesores con los que he tenido la oportunidad de recibir clases en todas las universidades que he estado. Soy graduado de ingeniería informática de la ULACIT, estudiante de segundo año de Biología en la UCR y de tercer año de Filología. He estado en la UCR, UNA y ULACIT, y pienso que el profesor Bryan es un profesor de élite”, enunció Rolando Cerdas Delgado.
El profesor Bryan Fernández Solano de la Escuela de Química, quien imparte Química General I y II, transformó totalmente su curso durante la pandemia. Este esfuerzo implicó que su trabajo se triplicara, diseñó sus clases basándose en aprendizaje por indagación guiada orientada a procesos, aula invertida, aprendizaje basado en problemas y método de caso, así como evaluaciones contextualizas en temas actuales.
Así mismo, Fernández realizó una intervención didáctica basada en neurociencia que indica que la motivación favorece el aprendizaje. Esta, llamada “¿Cómo se siente hoy?”, se desarrolló junto a su colega la M.Sc. Heilen Arce Rojas, y consistió en que en "diferentes momentos de la lección, por medio de Mentimeter, se permite que las personas estudiantes escriban una respuesta a esta consulta, resultando en un espacio de liberación, catarsis y hasta humanismo, arrojando resultados muy interesantes”.
Gloriana Valerio Quirós, estudiante de Microbiología de tercer año, consideró que las clases de este docente apasionado estaban caracterizadas por “que nos permiten analizar y discutir con nuestros compañeros. Me parece sumamente enriquecedor porque va más allá de saber la materia, nos enseña a aplicarla en nuestras futuras profesiones. El entorno de la clase promueve la participación critica, es ameno y con una comunicación muy acertada”.
“Es un profesor muy atento. Domina mucho los temas que enseña y no tiene ningún tipo de problema en explicar múltiples veces el mismo concepto con tal de que todos en la clase entiendan. Siempre está disponible para atender consultas relacionadas a su área de estudio, e incluso saca tiempo extra para ayudar a los estudiantes con cuestiones de laboratorio que no le corresponden a él. Tiene completamente la vocación para ser educador", afirmó Andrés Chinchilla López, de tercer año de Ingeniería Química.
Luis Diego Chacón Loría, quien cursa segundo año de la carrera de Microbiología y Química Clínica, agregó que "este tipo de actitudes lo motivan a uno como estudiante, porque lo hacen sentir a uno valorado, y dan a entender que el profesor verdaderamente tiene interés por lograr que uno aprenda adecuadamente, y que no da clases únicamente por salir del paso".
En general, las evaluaciones de los y las estudiantes al desempeño del profesorado en la UCR son positivas: en los últimos tres semestres evaluados el 70% muestra notas superiores a 9 y solo un 5% obtiene notas menores a 7, de acuerdo con la Licda. Lorena Kikut Valverde, coordinadora de Evaluación Docente del Centro de Evaluación Académica.
“La acción social es la praxis humanista, es la práctica de los principios humanistas aplicados. La acción social es el desarrollo de esa relación dialógica con la comunidad, aporta al desarrollo y crecimiento de las comunidades, por medio de la transferencia de conocimiento y trabajo”, asegura el Dr. Pablo Rodríguez Solano, docente de la Escuela de Estudios Generales.
Esa conexión con las comunidades es palpable en números: 904 personas tienen asignadas al menos una hora para actividades de acción social en la institución. Al día de hoy, la Vicerrectoría de Acción Social contabiliza 187 Trabajos Comunales Universitarios TCU, 170 proyectos de Extensión Cultural y 375 proyectos de Extensión Docente. En dichos espacios hay participaciones individuales y colectivas.
Rodríguez imparte un curso de Estudios Generales, uno de Seminario de Realidad Nacional, es coordinador de la Comisión de Acción Social, trabaja en dos investigaciones y lidera el TCU “Remembranza: Comunidades y Bicentenario” que busca por medio de la memoria y de la salvaguarda del patrimonio, empoderar a las comunidades para definir quiénes quieren llegar a ser.
Este TCU completa el ciclo de formación humanista en la institución que va desde los cursos de Estudios Generales, pasando por los Seminarios de Realidad Nacional, los repertorios, los cursos de artes y las deportivas. Para él, es una oportunidad para destacar “la importancia de la inter y transdisciplinariedad, trabajo mucho ese aspecto en los estudiantes. ¿Cuál es la importancia de lo que estudian? No solamente para hacer dinero sino cómo se inserta esto en la realidad y en el contexto en el cual vivimos. Cómo lo que yo estudio se vincula con las otras carreras.”
Gracias a esta visión, muchas personas estudiantes siguen vinculadas más allá del TCU, desarrollando otros proyectos o trabajos finales de graduación. “Si uno es muy creativo en términos de la propuesta de ideas y dispuesto a escuchar a sus estudiantes, por supuesto que siempre estará muy lleno de trabajo", expresó Rodríguez.
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