Hagamos una metáfora: imaginemos que la Universidad de Costa Rica (UCR) es un gigantesco vivero que produce todo tipo de plantas (que son los resultados de todas las investigaciones que se realizan) para colocarlas en floristerías y tiendas, pero también para que puedan ser adquiridas por el público en general para sus jardines. El problema es que, al florear, a muchas de ellas prefieren no entregarlas, sino solo dejarlas en los estantes del vivero (es decir, solo para publicación en las revistas), donde pueden ser visitadas por las especialistas pero sin que una parte importante de la comunidad pueda darles mayor uso.
Pues esto es lo que ocurre con una gran cantidad de investigaciones que genera la UCR. Por eso, a un año de su creación, la Dirección de Promoción de la Innovación y Vínculo para el Desarrollo (Diprovid) se plantea la necesidad de que esas “plantas” vayan más allá de los escaparates y lleguen a quien más las requiera. Pero para conseguir esto, se necesita de un intermediario que conecte la producción del vivero con su comunidad y ello implica una restructuración del sistema de innovación y posicionamiento, tanto en la producción como en la transferencia de conocimiento.
El objetivo de este cambio en la “promoción” de estas “macetas” es que puedan llegar en mayor medida y con mejor efectividad a todos los sectores, sin importar su organización: instituciones o grupos sociales organizados que las puedan aprovechar, sin que esto signifique perder la autoría intelectual de quienes producen el conocimiento.
Para el director de la Diprovid, Alberto Cortés Ramos, aunque la UCR viene desarrollando procesos de transferencia de conocimiento desde hace mucho tiempo, el problema radica en que persiste una cultura institucional de investigación que tiene como objetivo principal que sus resultados sean publicados en revistas especializadas, dándole poca relevancia a lo que sucede después de ahí. Él señala además la necesidad de incentivar al personal de investigación para que una parte de sus estudios tengan una orientación más aplicada desde el propio momento en que se plantea el problema a resolver.
La Diprovid reúne a diferentes instancias que están adscritas a este sistema de la UCR que tiene diferentes funciones, pero todas ellas persiguen un mismo fin: que el vivero mantenga la producción de plantas, pero que también éstas sean cada vez más atractivas y útiles para sus eventuales interesados. En otras palabras, esta dirección pretende fortalecer el aporte a la sociedad costarricense y al sector externo por medio de la transferencia de conocimiento y tecnología para la innovación desde la Universidad de Costa Rica. En este sistema se incluyen instancias como la Agencia Universitaria para la Gestión del Emprendimiento (AUGE), Unidad de Gestión y Transferencia del Conocimiento para la Innovación (Proinnova) y Unidad de Escalamiento y Asociatividad para el Desarrollo (CRECE), entre otras.
Cortés recordó que el surgimiento de la Diprovid en junio del año pasado responde a un reordenamiento y a una gestión más estratégica y conjunta de la transferencia de conocimiento desde la comunidad científica al sector externo a la universidad.
Este “enorme vivero” de conocimiento, marca UCR, es también el más grande de Centroamérica. Esto hace que sus flores no solo sean las más numerosas, sino también las de mejor calidad en promedio. Este nivel de producción permite crear no solo una cobertura más amplia de personas o sectores interesados, sino asegurarse de que sus resultados podrán tener más impacto.
Cortés insistió en que el nivel de las investigaciones realizadas en la UCR, en conjunto con la organización de las diferentes instancias que componen a la Diprovid, crea una sinergia que da una enorme cantidad de posibilidades aplicadas al país, tanto para el sector productivo, como para el ámbito público y de organizaciones sociales. Todo lo anterior gracias a que la UCR, al ser una universidad completa, puede generar conocimiento aplicado para cualquier actividad que se desarrolla en el país.
Otra elemento importante de innovación de la Diprovid, destacada por su director, es que su gestión se basa en la aplicación del modelo de la “quíntuple hélice” que busca la interdisciplinariedad y la generación de contactos entre la academia, la sociedad civil, el sector productivo, el sistema político (que incluye al Estado) y el medioambiente.
Además, el enfoque de trabajo bajo el esquema de las cadenas de valor, busca conectar a la comunidad científica con el sector externo por medio de la transferencia del conocimiento, se basa en cinco grandes focos de innovación: tecnología y sociedad, cultura e identidad, agroalimentario y nutrición saludable, ambiente y energía, y salud y bienestar. Además, se incluyen tres elementos muy importantes en la actualidad para promover la movilidad social: una mayor participación de las mujeres, el potencial que tienen las regiones en el país y la sostenibilidad ambiental.
Cortés espera que en el futuro próximo sea posible fortalecer esta transferencia por medio de fondos externos como los que ofrece el Sistema de Banca para el Desarrollo, pero también desde otras fuentes como cooperativas o agencias de cooperación de distintos países, lo cual ya ocurre con el proyecto Hélice UCR, con el que colabora el Proyecto Koica de la República de Corea, con un fondo de $4,5 millones de capital semilla para iniciativas emprendedoras y la vinculación entre la universidad y el sector productivo.
Además, confía en que en el plazo de una década, la UCR haya podido impactar a todos los sectores del país, con un mayor desarrollo tecnológico endógeno. Esto será posible cuando la tecnología producida por esta institución esté a disposición de todos estos campos, a un menor costo del que podrían pagar a otro tipo de sistema. En resumen, espera que la UCR se posicione como una institución líder en el desarrollo de Costa Rica.
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