En el 2022 hicieron la prueba de diagnóstico de matemática 2838 estudiantes que desean seguir diversas carreras en la Universidad de Costa Rica (UCR), pero solo 116 (un 4 %) logró pasar el examen que evalúa conocimientos sobre precálculo.
Este es uno de los síntomas más notables de los problemas que afrontan aquellos alumnos recién llegados a la educación universitaria y que son evaluados por la Escuela de Matemática sobre sus conocimientos y habilidades en esta disciplina.
Se trata de más de 13 500 personas que anualmente son atendidas por esta unidad académica, de áreas como salud, ingeniería, economía, química, física, geología y geografía, quienes requieren aprobar varios cursos de matemática. De lo contrario, no pueden avanzar en sus carreras.
El Diagnóstico Matemático (DIMA) se efectúa desde el 2015 y examina si los estudiantes cuentan con las bases necesarias para enfrentar los cursos de precálculo y cálculo, explicó Daniel Mena González, coordinador de la prueba.
“Este año la situación no mejoró, más bien disminuyó la cantidad de estudiantes que realizaron el DIMA, ya que esta prueba no es obligatoria”, lamentó.
El curso de precálculo fue una solución que la Escuela de Matemática dio para nivelar a los alumnos y alumnas de primer ingreso que optan por carreras en las cuales la matemática es un requisito fundamental.
Sin embargo, las cifras son elocuentes y muestran una realidad que los jóvenes arrastran desde la primaria y la secundaria. A criterio de los especialistas de la UCR, la deficiente formación en matemática, que representa un gran abismo entre el colegio y la universidad, se ha venido profundizando en los últimos años, inclusive desde antes de la crisis sanitaria.
“La problemática estaba en su hervor máximo antes de la pandemia”, afirmó Floria Arias Tencio, directora del Departamento de Educación Matemática de dicha escuela.
Para la docente, la universidad debe atender con suma urgencia este problema y declararlo de interés institucional, con el fin de brindar acompañamiento a esos estudiantes y destinar los recursos necesarios.
“La universidad debe mirar la calidad de la educación en los niveles precedentes. No podemos desentendernos, sería una gran irresponsabilidad, argumentó.
Los jóvenes de las últimas generaciones que ingresan a la universidad no tienen ni las habilidades ni los conocimientos en álgebra, funciones, geometría y estadística básicas. Tampoco poseen una buena comprensión lectora, habilidades de expresión escrita y verbal y de trabajo en equipo, que son indispensables durante la preparación universitaria y profesional. A esto se suma, recalcó Arias, el hecho de que la tecnología no la utilizan como fuente de conocimiento y aprendizaje.
“Nunca fui mal estudiante, siempre me gustó bastante la matemática y cuando iba a ingresar a la UCR pensé en estudiar Ciencias Actuariales, una carrera muy fuerte en matemática. Pero en ese paso hubo un cambio bastante drástico del concepto que yo tenía de lo que es matemática y a lo que me enfrenté. Nunca pensé que el cambio iba a ser tan grande”, comentó Francisco Hidalgo Porras, un estudiante universitario que abandonó la carrera en la UCR.
Hidalgo procedía de un colegio público y de una zona rural. Aunque logró pasar precálculo, los problemas vinieron después con el curso introductorio de la carrera.
Arias explicó que los alumnos llegan a la universidad con una idea muy diferente a la concepción universitaria sobre qué es matemática, cómo se aprende y se estudia.
La docente en educación matemática advierte que la formación en esta área en la secundaria es sumamente algorítmica, mecánica y memorística. Además, con un uso indiscriminado de la calculadora.
Asimismo, se destina poco tiempo al estudio de esta disciplina, el escaso conocimiento didáctico-matemático de los docentes en primaria y secundaria y el divorcio entre los programas académicos y los tiempos escolares.
“Los tiempos asignados para la enseñanza de la matemática no permiten el cumplimiento de la metodología de trabajo por medio de la resolución de problemas, que propone el nuevo programa (establecido en 2012)”, puntualizó.
Además, se prioriza la atención de contenidos en vez del desarrollo de habilidades y de la construcción del conocimiento, que le permita al estudiante enfrentarse luego a un trabajo más independiente de aprendizaje.
“Estamos graduando a docentes de matemática que no tienen el conocimiento para ser profesionales independientes, creadores de buenas situaciones de aprendizaje y críticos de los programas y textos”, advirtió la especialista.
Se ha identificado también que los jóvenes no desarrollan en su etapa escolar y colegial la responsabilidad sobre su autoformación y la autogestión del aprendizaje y de la información, lo cual a su juicio es grave.
Las principales consecuencias que saltan a la vista ante la baja promoción en los cursos de matemática son en primer lugar que los alumnos desisten en estudiar la carrera que habían planeado o abandonan las aulas universitarias.
Para Mena, “esta problemática les mina la confianza y la autoestima. Hay personas que ni siquiera completan la primera evaluación del curso de precálculo”.
Esto fue lo que vivió Francisco Hidalgo, de 23 años, quien actualmente trabaja y estudia en una universidad privada. “Mis sentimientos eran de frustración y desmotivación hacia la matemática. Es que es un tipo de pensamiento muy distinto a lo que uno aprende en el colegio y eso a muchos estudiantes nos cuesta procesar”, aseguró Hidalgo.
El joven completó únicamente el primer curso de la carrera de Ciencias Actuariales luego de haberlo repetido varias veces y cuando llevaba el segundo decidió abandonar sus estudios y trabajar.
Esta exclusión del sistema universitario -consideró Arias- se continúa agravando porque a la universidad le hace falta efectuar una lectura del perfil de ingreso de los estudiantes e implementar un plan de transición.
Afirmó que con ese objetivo la Escuela de Matemática se ha reunido desde el 2020 con autoridades y direcciones de las escuelas cuyos alumnos requieren cursos de matemática. La mayor urgencia la representan las generaciones de 2022 y 2023.
Al respecto, Hidalgo opinó que hace falta “más tiempo” para procesar el cambio de la secundaria a la Universidad. “Se podría dar más información desde el colegio y luego también en la universidad sobre la matemática que uno tendrá que enfrentar para estar en un campo más parejo”, agregó.
Arias y Mena concuerdan en que este es un problema país que no lo puede resolver la UCR sola, sino todos los actores involucrados de manera conjunta. “Mi esperanza es que se establezcan alianzas entre los diferentes actores de este proceso”, manifestó Mena.
“Hemos aprendido que no se puede seguir por el mismo camino. Quizás todavía no tengamos todas las respuestas claras, pero en ese proceso estamos”, manifestó la experta en Educación Matemática.
En su criterio, hay que crear espacios de lectura del contexto y de escucha de las personas y actores sociales que forman parte del proceso educativo de la matemática.
La primera actividad a corto plazo será hacer un conversatorio con estudiantes de primer ingreso de la carrera de Educación Matemática para conocer su experiencia en los últimos cuatro años y tomar algunas medidas. Asimismo, crearán un plan de transición y de atención al rezago en la formación profesional debido a la pandemia de los universitarios de segundo, tercero y cuarto año de carrera.
Se ha observado que los estudiantes desarrollaron durante la emergencia sanitaria unas formas de aprendizaje y de estudio diferentes a las que se utilizaban antes del 2020. “En este momento hay que hacer una transición de la virtualidad a una nueva presencialidad, porque no se puede desechar la virtualidad, nos dejó muchos aprendizajes”, añadió la profesora.
Ambos docentes de matemática están convencidos de que los cursos de precálculo y cálculo tienen que transformarse. Este es un reto que la Escuela de Matemática tiene por delante.
Algunas iniciativas de la Escuela de Matemática que aportan a la enseñanza y aprendizaje de esta disciplina son las siguientes:
-Carrera de Educación Matemática: se abrió en el 2017 como una solución a largo plazo.
-Olimpiadas Costarricenses de Matemática (Olcoma): es un proyecto anual dirigido a estudiantes de secundaria.
-Trabajo Comunal Universitario (TCU): "Mejoramiento del rendimiento académico de matemática en la secundaria" de la Escuela de Matemática.
-TCU: "Éxito en Matem: potenciando a nuestros futuros estudiantes", del Centro de Investigación en Matemática Pura y Aplicada (Cimpa).
También hay varias propuestas con un impacto a corto plazo, que tienen la finalidad de democratizar la buena formación matemática, por medio del aprovechamiento de las herramientas tecnológicas.
-Comunidades de Aprendizaje Matemático (CAM): promueven la construcción conjunta del conocimiento matemático. Este proyecto nació en el 2018 a raíz de la huelga de educadores. Ofrece de forma virtual charlas, cursos y talleres a estudiantes de quinto grado a undécimo año y a docentes de la educación pública, así como a encargados de familia.
- Campus: es un programa de televisión producido en el 2021, junto al Canal Quince UCR, para brindar clases de matemática. Desarrolla el tema de las funciones, por ser uno de los de mayor dificultad e importancia.
-Matem virtual: es una extensión del programa Matemática para la Enseñanza Media, que las universidades públicas ofrecen en los colegios que se inscriban, tanto públicos como privados. En este caso se enfoca a la atención de estudiantes que no tengan la ayuda de un profesor o profesora en su colegio, así como para docentes.
En el 2019 participaban 69 colegios del país en Matem: 19 (28 %) eran colegios públicos y 50 (72 %) colegios privados.
-Nivelación en matemática: se implementó en el 2021 y 2022 para todas las personas que hicieron la prueba de admisión y que requieren llevar cursos de matemática. Se abrieron cinco cursos para precálculo y cinco para Cálculo I con la participación de 14 profesores voluntarios y 30 estudiantes de diferentes carreras, durante dos meses.
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