Entre los mitos tradicionales irlandeses, uno de los más terroríficos para las parejas que recién habían tenido un bebé era el de los changelings o niños cambiados. Según las tradiciones orales, a veces las hadas secuestraban a los infantes más hermosos y los intercambiaban por uno de sus congéneres que, en muchos casos, era una criatura vieja (Irish Post, 2021). La sorpresa y el horror de los padres debían ser mayúsculos al encontrar en la cuna del recién nacido a un duende malhumorado, deforme y arrugado que imitaba pobremente la apariencia y gestos del bebé original.
Un fenómeno similar se puede percibir en el mundo de la literatura relativamente actual. No es extraño encontrar en los estantes de literatura para adultos de las librerías obras que ostentan portadas con tipografías y colores llamativos, además de ilustraciones que parecen dirigirse más al público infantil que a los mayores de edad. Sin embargo, el fenómeno no se limita a las apariencias. En realidad, existen obras literarias para el público adulto que, al igual que los duendes irlandeses, se apropian de elementos estéticos propios de la literatura infantil en su forma y contenido. Tres ejemplos son la novela La mecánica del corazón, de Mathias Malzieu (2017); la novela corta La historia del señor Sommer (The Story of Mr. Sommer), de Patrick Süskind (2001); y el libro de cuentos Fábulas para nuestro tiempo (Fables for Our Time), de James Thurber (1995).
Las tres obras anteriores adoptan recursos asociados a la literatura infantil, en su estructura narrativa y en su estilo de lenguaje, para desarrollar situaciones o temas propios de la vida adulta, lo que los convierte en auténticos changelings en la cuna literaria.
Los changelings literarios adoptan diversos elementos asociados a la literatura infantil en la actualidad. Entre estos recursos, es frecuente notar su utilización de marcos narrativos de aventuras, fábulas o cuentos de hadas, aun cuando los últimos no fueran dirigidos originalmente a la niñez (Craig, 2006).
Además, los textos “impostores” se sirven de un lenguaje, argumentos y personajes sencillos, aunque no simplistas, muy similares a los que se encuentran en las narraciones para las personas menores de edad, según se afirma con frecuencia: “Las novelas infantiles se escriben en un lenguaje más simple y a menudo canalizan nuestras respuestas emocionales por medio de comentarios o hasta dirigiéndose a nosotros —pero eso no las hace simples” (Craig, 2006). Entre las figuras literarias preferidas por la literatura infantil es común encontrar la personificación, un recurso fundamental para las fábulas. Los changelings literarios también se sirven de este recurso, como se verá a continuación, al abordar las obras.
La mecánica del corazón, de Mathias Malzieu, es un ejemplo de una narración de corte fantástico y con aventuras abundantes. Atrapa la atención desde su inicio, cuando describe el día más frío de Edimburgo, el 16 de abril de 1874. Dicha fecha marca el nacimiento de Jack, el protagonista de la novela: “Los viejos especulan que podría tratarse del día más frío de la historia. Diríase que el sol ha desaparecido para siempre. El viento es cortante, los copos de nieve son más ligeros que el aire. ¡BLANCO! ¡BLANCO! ¡BLANCO! Explosión sorda. No se ve más que eso” (Malzieu, 2017, p. 11).
Luego, los lectores se enfrentan al elemento más fantástico de la novela: el recién nacido Jack posee un corazón dañado y Madeleine, la partera que adopta al bebé cuando su madre se marcha, sustituye el corazón del infante por un reloj de péndulo. Junto con el reloj, vienen tres reglas que el protagonista debe cumplir para conservar su vida: “Primero, no toques las agujas de tu corazón. Segundo, domina tu cólera. Tercero y más importante, no te enamores jamás de los jamases. Si no cumples estas normas, la gran aguja del reloj de tu corazón traspasará tu piel, tus huesos se fracturarán y la mecánica del corazón se estropeará de nuevo” (Malzieu, 2017, p. 35). Como se puede notar, la novela incluso parece contener una idea moralista, lo cual, aunado a su temática fantasiosa, cabría a la perfección dentro del marco de la literatura infantil.
Por otra parte, La historia del señor Sommer, de Patrick Süskind, representa otro ejemplo de una novela para adultos que fácilmente se confunde con una para menores. Cuando se habla de literatura infantil, es común escuchar que “su temática y contenido deben ser apropiados para la experiencia y el contexto de los lectores” (Huck, 1964, p. 467). En este sentido, es bastante frecuente que los protagonistas de las novelas para menores sean niños o niñas, como es el caso de La historia del señor Sommer. La novela comienza con las reminiscencias del narrador sobre su infancia, salpicadas con un poco de fantasía:
Yo apenas medía un poco más de tres pies con cuatro pulgadas, mi calzado era un diez para niños y era tan liviano que podía volar —no, no es una exageración, yo podía volar en realidad— o casi, o digamos que tenía la habilidad para hacerlo, si me enfocaba mentalmente y lo intentaba con todas mis fuerzas. Puedo recordar la vez que definitivamente volé, era un día de otoño en mi primer año escolar… (Süskind, 2001, p. 3).
La descripción anterior bastaría para que la mayoría de los lectores asuman que se hallan ante una obra dirigida al público infantil, idea que se refuerza con la candidez del relato, pues el narrador no escatima en contar sobre su afición por subir a los árboles, sus paseos por el bosque y su frustración con las lecciones (de piano, en su caso). Todas las experiencias anteriores se encuentran muy cercanas al contexto infantil.
Fábulas para nuestro tiempo, de James Thurber, se convierte en otro “impostor” de la literatura infantil. Su título induce a creer que se trata de relatos infantiles, pues las fábulas actualmente se enmarcan en la literatura para menores de edad. El libro, además, cumple los requisitos fundamentales de este tipo de relatos: las narraciones son cortas, se sirve de la personificación y al final de cada fábula aparece una moraleja. Adicionalmente, la obra incluso contiene referencias indirectas a cuentos de hadas, como en el caso de “La niñita y el lobo”: “Una tarde un gran lobo esperó en un bosque oscuro a que llegara una niñita que cargaba una cesta de comida para su abuela” (Thurber, 1995, p. 3).
Finalmente, el lenguaje del libro es sencillo y posee estructuras fácilmente asociables a la literatura infantil, como el inicio “había una vez” (Thurber, 1995, pp. 7, 19, 25, 45) o “no hace mucho tiempo atrás” (Thurber, 1995, pp. 15, 37). La simplicidad de los personajes y de las descripciones también contribuirían para enmarcar el libro como un exponente de literatura infantil: “Había un león que anhelaba las alas del águila, así que le envió un mensaje al águila pidiéndole que viniera. Cuando ella llegó a la guarida del león, él le dijo: «te cambio las alas por mi melena»” (Thurber, 1995, p. 13). Ante la sencillez del lenguaje y de los personajes del libro, que se suma a las características mencionadas con anterioridad, no sería raro afirmar que, efectivamente, se trata de una obra para niños.
El caso es que, cuando se analiza su contenido con detenimiento, es posible percatarse de que La mecánica del corazón, La historia del señor Sommer y Fábulas para nuestro tiempo no se dirigen al público infantil, sino a los adultos. Por consiguiente, las dos novelas y el libro de cuentos se pueden considerar auténticos changelings literarios.
Charlotte S. Huck (1964) afirma que la literatura infantil se diferencia de las obras para adultos en la temática que aborda y asegura que “no contiene los libros «enfermos» de la literatura para adultos actual sobre encuentros sexuales, introspección mórbida e intriga política” (p. 467). La investigadora también describe los personajes en las obras infantiles como “dignos de imitarse” y recalca la ausencia de muertes en los libros de misterio para menores (p. 467). Las dos novelas y el libro de cuentos, en términos de contenido, tratan temáticas altamente complejas, socialmente controversiales o vistas como tabúes que se presentan de manera directa y abierta, no solapadamente.
La historia del señor Sommer, por ejemplo, difícilmente podría considerarse una obra infantil debido a la complejidad de sus referencias al discurso científico y al arte. La novela, concretamente, usa el lenguaje musical (Süskind, 2001, p. 85) y la física de una manera que requiere conocimientos por encima de los que la niñez puede manejar: “La Primera Ley de la Gravedad de Galileo que dice que la distancia caída equivale a la mitad del producto de la gravedad por el tiempo al cuadrado (d = ½ g x t2), y por lo tanto tomó exactamente 0.9578262 segundos” (Süskind, 2001, p. 8).
Además de lo anterior, no debe omitirse que el joven narrador consideró el suicidio: “¿Qué hacía yo en semejante mundo para empezar? En un mundo tan cruel y bajo. ¡Que todos se ahoguen en su propia crueldad! … Ya había tenido suficiente. Iba a darle un beso de despedida al mundo. Iba a matarme. En ese momento” (Süskind, 2001, p. 91). Aunque él no concreta su propia muerte, el señor Sommer sí se suicida ante la mirada y pasividad total del muchacho (Süskind, 2001, p. 123). Estos elementos temáticos resultan o muy complejos para el público infantil o totalmente inapropiados para la niñez.
La mecánica del corazón, por su parte, tampoco resulta apropiada para quienes no han alcanzado la mayoría de edad, aunque, curiosamente, se produjo una película animada de la obra (Jack y la mecánica del corazón, 2007) en la que se eliminaron o se suavizaron los aspectos temáticos de la novela propios para adultos, entre ellos el crimen, el sexo y la violencia. Por ejemplo, el protagonista se encuentra en el tren con un hombre que escribe una carta y le pide un consejo para el amor. El hombre responde que no tiene suerte en ese campo. Los lectores más adelante se dan cuenta de que se trata de Jack el Destripador, que escribe cartas con sangre (Malzieu, 2017, p. 61).
Además, las referencias a la prostitución y al sexo son frecuentes en la obra: “Anna y Luna son dos prostitutas que nos han visitado en más de una ocasión con sus vientres hinchados” (Malzieu, 2017, p. 36). Las descripciones sobre las actividades sexuales de ambas mujeres en la obra son directas:
Anna y Luna no se presentan nunca con las manos vacías, siempre traen un ramo de flores robado en el cementerio o la levita de algún cliente muerto durante el coito...
Entre todas las palabras maravillosas que me enseñan, mi preferida siempre será cunnilingus. … Cunnilingus, Cunnilingus. ¡Qué maravillosa palabra!… Para mi cumpleaños me regalaron un hámster. Le puse Cunnilingus. “¡Cunnilingus, amor mío!”, canturrea siempre Luna mientras repiquetea en los barrotes de su jaula con las uñas pintadas (Malzieu, 2017, p. 37).
En conjunto con las referencias sexuales, la obra no minimiza las descripciones de violencia. A diferencia de la película, donde el percance del ojo de Joe (el rival amoroso del protagonista) ocurre producto de un accidente, en el libro el protagonista es totalmente culpable: “Lo agarro por la nuca y estampo su rostro entre mis agujas… Suelto a mi presa; Joe grita como un caniche al que le hubieran roto una pata. La sangre se escapa entre sus dedos. No experimento la menor compasión” (Malzieu, 2017, p. 51). Como se puede apreciar, la obra literaria se distancia mucho de lo convencionalmente aceptable para menores de edad.
Por último, el libro de cuentos Fábulas para nuestro tiempo también se puede clasificar como un changeling literario más. Debe notarse que la fábula, por su contenido de corte didáctico y moralista, se halla firmemente asociado a la literatura infantil. En este sentido, el título del libro hace creer que se trata de una colección de relatos instructivos para la niñez actual, o al menos la de los años cuarenta, cuando el libro fue publicado por primera vez. Del mismo modo, las ilustraciones, dibujadas por el mismo autor, con su sencillez e inocencia aparente, refuerzan dicha idea. Sin embargo, el contenido de las fábulas está dirigido a las personas mayores, pues incluye estructuras estéticas como la sátira (que critica desde la religión hasta la sociología), además de temas sociales cuestionables para la niñez: el alcoholismo, la violencia a nivel personal y los conflictos bélicos o políticos.
Un ejemplo concreto de sátira, aunque todo el libro se puede calificar como una, es la fábula “El búho que era dios”, pues en ella se critica la religión con un tono humorístico para ofrecer la siguiente moraleja al final “Se puede engañar a mucha gente la mayor parte del tiempo” (Thurber, 1995, pp. 33-34).
Otro ejemplo concreto de escritura satírica, esta vez dirigida en contra de las encuestas propias de la sociología, es la fábula “La mosca bastante inteligente”. En ella, una mosca rechaza la invitación de una araña porque no ve más moscas en la telaraña, pero el insecto decide posarse en una superficie donde ve posadas muchas moscas. Para su desgracia, desciende sobre papel atrapamoscas y la moraleja nihilista de la fábula es “no hay seguridad en los números ni en nada más” (Thurber, 1995, p. 11).
Además, el libro presenta los devastadores efectos del alcoholismo en las familias cuando habla de un oso alcohólico cuya esposa se hallaba enormemente afligida y cuyos hijos le temían mucho. Al final, el oso se reforma y se convierte en un orador contra el alcoholismo que, además, practica una rutina de ejercicios constante. Por desgracia, el resultado de sus acciones es exactamente el mismo que cuando bebía constantemente (Thurber, 1995, p. 31). Finalmente, el texto menciona conflictos bélicos —como la Segunda Guerra Mundial (Thurber, 1995, p. 43)— o políticos —como problemas limítrofes (Thurber, 1995, p. 53)—. Para las audiencias de menor edad, todos estos contenidos serían bastante confusos.
Después de esta breve descripción, una pregunta pertinente sería cómo actuar ante este trío de changelings literarios si uno está a cargo de un menor de edad. En la Irlanda medieval, los bebés considerados producto del intercambio mágico (debido a malformaciones físicas o problemas mentales) enfrentaban una suerte muy triste: eran golpeados, abandonados o incluso asesinados (Irish Post, 2021). ¿Quiere decir que los tres textos anteriores, o los otros que sean como ellos, deben atacarse, entregarse al olvido o censurarse porque atentan contra el desarrollo de una niñez sana?
En realidad, existe una manera menos drástica de tratar con los changelings y recobrar al bebé secuestrado:
Un enfoque más humano era forzar al changeling a reírse o hacerlo expresar sorpresa, lo que —según la creencia popular— expondría su verdadera identidad y obligaría a sus padres sobrenaturales a llevárselo. Un truco común era realizar los preparativos en presencia de la criatura para destilar cerveza o cocinar un estofado en cáscaras de huevo… Típicamente, el changeling responde sorprendido que él es tan viejo como un bosque cercano, pero nunca ha visto un prodigio como ese (Ashliman, 1997).
El método anterior puede aplicarse a los changelings literarios. En lugar de entregarlos a la censura o atacarlos injustamente por dañar a la niñez —debe recordarse que estas obras están dirigidas al público adulto—, es necesario abordarlas como obras para los mayores de edad, lo cual expondrá su naturaleza y permitirá ahondar en las razones e implicaciones de su estética ambivalente.
Los changelings literarios, como manifestación literaria, existen por una razón. Al igual que el proverbial lobo cubierto con piel de oveja, las tres obras analizadas, gracias a su disfraz infantil, pueden infiltrarse en la psique adulta para abordar temáticas desde la inocencia de la niñez. Esto crea un acto persuasivo en dos esferas: la emocional, a través del tono de los textos, y la cognitiva, como resultado de la sátira abundante en las obras. La persuasión con emociones se logra porque el uso de recursos propios de la literatura infantil establece un grado de identificación a través de la nostalgia.
Por ejemplo, el tema del suicidio en La historia del señor Sommer se enmarca dentro de los recuerdos de la agridulce infancia de un narrador adulto, lo cual contribuye a que la obra genere un impacto diferente en quien lee el texto, ya que todas las personas guardan tanto memorias positivas como negativas de su niñez. En el momento en que el narrador, un niño entonces, ve al señor Sommer caminar con paso decidido y adentrarse en el lago para ahogarse, su pasividad no se condena porque, al tratarse de un menor, uno la justifica, lo cual convierte al lector en cómplice. Esto no sucedería con tanta facilidad si el narrador hubiera sido un adulto indiferente cuando el atribulado anciano se sumergió en el agua.
Por su parte, La mecánica del corazón manifiesta la complejidad de la vida al presentar un mundo plagado de ambigüedades morales. En la vida, no es fácil apegarse a reglas, sin importar cuán simples parezcan ser. El ser humano, para su dicha o desgracia, siempre acabará transgrediendo los códigos de conducta, aun si su propia vida se encuentra en juego por hacerlo.
La sátira, por su parte, apela a la cognición mediante lo que Sun (1994) denominó “la metáfora de la gran cadena”:
En el caso de la sátira que emplea personajes animales, el satirista intenta persuadirnos de alguna perspectiva del comportamiento humano o naturaleza esencial forzándonos a reconciliar la imposibilidad de los animales que actúan como seres dotados de razón, no simplemente trazando las características de los animales en las de los seres humanos. En otras palabras, no existe división entre el intento de persuasión y el uso de los personajes animales que constituyen dicho intento persuasivo (Sun, 1994, p. 54).
En otras palabras, la fusión de los animales con los comportamientos humanos en las fábulas de Thurber, por ejemplo, les permite a los adultos alejarse de su propia humanidad para juzgar al personaje animal en un acto circular donde el juicio finalmente cae sobre quien lee.
Como hizo notar Maharg (1984) con respecto a las fábulas de Thurber, gracias a su enmascaramiento, los changelings literarios exponen, desde la inocencia de la niñez, las falsedades de esas distinciones claramente definidas entre lo correcto y lo incorrecto, el vicio y la virtud, lo apropiado y lo permitido y, en el proceso, hacen añicos la cuna de las creencias establecidas por la tradición que muchos adultos aceptan sin cuestionamiento. Al final, la fealdad y modales grotescos de los changelings en la cuna pueden resultar una manifestación hiperbólica de las realidades adultas que algunas personas prefieren ignorar.
NOTA: Todos los textos, originalmente en inglés, citados fueron traducidos por los autores.
Referencias bibliográficas
Ashliman, D. L. (1997). Changelings: An essay. Consultado el 3 de enero, 2022. https://sites.pitt.edu/~dash/changeling.html.
Craig, A. (2006, octubre). Adult versus children’s fiction. Amanda Craig. Amandacraig.com. Consultado el 29 de abril, 2014. http://www.amandacraig.com/pages/childrens-book-reviews/articles/adult-vs-childrens-fiction.htm.
Exploring Irish mythology: Changelings. Irish Post. (Diciembre 21, 2021). Consultado el 2 de enero, 2022. https://www.irishpost.com/life-style/exploring-the-irish-mythology-changelings-170347.
Huck, C. S. (1964, mayo) Children’s literature –Defined. Elementary English. Vol. 41, número 5. págs. 467-470.
Maharg, R.A. (1984). The Modern Fable: James Thurber's Social Criticisms. Children's Literature Association Quarterly. Vol. 9, número 2, págs. 72-73. doi:10.1353/chq.0.0097.
Malzieu, M. (2017). La mecánica del corazón. Penguin Random House.
Scott MacLeod, A. (1983). Censorship and children's literature. The Library Quarterly, Vol. 53, número 1. págs. 26-38.
Sun, D. (1994). Thurber’s Fables for Our Time : A Case Study in Satirical Use of Great Chain Metaphor. Studies in American Humor, Vol.1, págs. 51–61. http://www.jstor.org/stable/42573304.
Süskind, P. (2001). The Story of Mr. Sommer. Fox, Finch & Tepper.
Thurber, J. (1995). Fables for Our Time. Harper Perennial.
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