La Escuela de Arquitectura (EA) de la Universidad de Costa Rica (UCR) surge en el marco de una serie de fenómenos regionales, estatales y universitarios. En primer lugar, los nuevos modelos de desarrollo enfocados en profesionalizar y tecnificar algunos sectores de la población, como parte de la modernización económica y social; y, en paralelo, el sector de la construcción nacional crecía y definía el lenguaje material de la arquitectura.
En segundo lugar, la construcción de complejos edilicios de instituciones estatales en la ciudad de San José y en el campus de la UCR generó una profusión de edificios con estilos propios del movimiento moderno. Estos representaban el nuevo modelo de desarrollo del Estado costarricense, cuya estabilidad económica se presentaba con conciencia y expectativas sociales.
Aunado a esto, se daba la insistencia constante de arquitectos como Édgar Vargas, Hernán Arguedas, Jorge Emilio Padilla y Lenín Garrido para que se instituyera la Escuela de Arquitectura. Ellos participaban en el diseño y construcción del campus universitario.
En 1968, el Consejo Universitario aprueba la creación de la primera Escuela de Arquitectura del país. Dos años después, promueve la llegada, como consultor, del Dr. Otto H. Koenigsberger (1908-1999), quien era el director del Department of Development and Tropical Studies (DDTS), de la Architectural Association (AA) de Londres, Inglaterra.
A raíz de la visita de Koenigsberger se organizan reuniones entre autoridades universitarias y el grupo de arquitectos que buscaba el establecimiento de la Escuela. Además, se logra que varios arquitectos reciban becas para formarse en las metodologías londinenses.
Rafael Ángel Felo García, Jorge Bertheau y Édgar Brenes viajaron a Londres y, entre 1970 y 1971, se unieron para gestar el inicio de la Escuela de Arquitectura.
Dichos esfuerzos rindieron frutos para que en agosto de 1971 comenzaran las lecciones en una pequeña aula que se ubicaba en el edificio de Ingeniería, bajo la dirección del Arq. Álvaro Robles. La coordinación del primer curso, denominado Introducción a la Arquitectura, estuvo a cargo precisamente de García, Bertheau y Brenes.
Al siguiente año, la Asamblea de Escuela elige a Felo García como director de la EA. Al principio, la gestión e implementación no estuvo exenta de limitaciones, pues no había espacio para impartir las lecciones y los profesores buscaban cada día dónde encontrarse con sus estudiantes.
Algunas veces, cuando el clima lo permitía, se reunían en los jardines. Además, el Arq. Felo García ideó una forma de guiar al grupo estudiantil: marcó huellas en el suelo hasta llegar al lugar de encuentro.
Primero, creaba las huellas de manera simple, con la marca entintada de una mano cerrada y cinco puntos que representaban los dedos, todo en rojo como color representativo. Así nació el diseño del Pie Arquis, que ha acompañado la historia de la Escuela desde su comienzo.
La precariedad de espacio que experimentó la EA desde su inicio no se solventó durante muchos años, por lo que la comunidad de Arquitectura seguía dispersa dentro de la UCR. Se reunía en los sótanos de Ingeniería y en el edificio de Física Matemáticas.
Pasaron más de cinco años para que se lograra la construcción de un edificio de cinco pisos, en menos de cinco meses, pero no había financiamiento para el cerramiento. El presupuesto era muy reducido, así que se obtuvo el apoyo de empresas privadas para poder cumplir con esta necesidad.
En el punto más alto de la estructura se utilizaron acrílicos de colores provenientes de una donación de la Standard Fruit Company, que ya se estaba desligando de sus negocios en el país.
Durante estas cinco décadas de existencia, el edificio que alberga a la EA se ha ido transformando. Actualmente, ya no tiene los colores que lo caracterizaron por más de 30 años. Por esto, fue objeto de muchos apelativos, incluyendo el de “El arlequín”, aunque siempre mantiene su carácter progresista y transparente.
Desde la primera generación de egresados en 1977, la EA ha graduado hasta la fecha a más de 1 330 profesionales, quienes se desarrollan en muy diversos ámbitos de la disciplina.
Esta escuela ha sufrido transformaciones devenidas por los cambios de los tiempos.
Su primera década fue experimental, tanto por el programa como por la vida universitaria que llevaba el estudiantado. La década de los años ochenta logró estabilizar un espacio de trabajo con un nuevo edificio, y se pudo posicionar y visibilizar la disciplina, que había estado al margen de las demás.
También, a partir de la autoevaluación, se transformó el plan de estudios con el apoyo de los arquitectos ingleses Michael Lloyd y Paul Oliver.
Entre ambas décadas y debido a la inestabilidad política en sus respectivos países, la EA recibió a varios académicos provenientes de diversas partes del mundo, como Chile, Argentina, El Salvador, Nicaragua, Bulgaria, Italia, Inglaterra y Estados Unidos.
Estas personas aportaron a la construcción de una visión conjunta de la arquitectura desde sus propias experiencias y disciplinas de formación, unas estuvieron de paso, pero otras hicieron de la EA y de Costa Rica su casa.
Después de un período de intervención por parte del Consejo Universitario, en la década de 1990 llegó una nueva transformación del plan de estudios, orientado a un perfil profesional más ligado al ejercicio liberal de la profesión que a la lógica integral y desarrollista que tuvieron los planes iniciales.
En dicha década se pone en marcha el Programa de Posgrado en Arquitectura, con la Maestría Académica en Diseño Urbano, lo cual permitió la especialización de sus profesionales. De igual manera, en ese momento existe una producción investigativa en ciernes.
La década del 2000 al 2010 tiene como característica que la Escuela se concentra en la investigación sobre el confort climático, análisis de materiales, planificación urbana y fenómenos relacionados con la arquitectura, entre otras temáticas.
Asimismo, se fortalece el equipo docente y se amplían los ámbitos del conocimiento para responder a los retos de la primera parte del nuevo siglo.
Cabe mencionar que, en el año 2008, la EA se acredita ante el Sistema Nacional de Acreditación de la Educación Superior (Sinaes) y, en el 2015, se suma una nueva acreditación con la Agencia Centroamericana de Acreditación de Programas de Arquitectura y de Ingeniería (Acaai).
La creación de la Revistarquis en el 2010 ha contribuido a divulgar los trabajos científicos elaborados por investigadores formados tanto dentro como fuera del país.
A lo largo de estos 50 años, la EA ha aportado profesionales versátiles, creativos y conscientes de los problemas en derredor de la arquitectura. Se trata de arquitectas y arquitectos que han impactado, tanto el sector privado como el público, en áreas como diseño, construcción, gestión y administración, planificación, gestión territorial, diseño de paisaje, diseño interior y diseño urbano.
Estos profesionales han encabezado las direcciones docentes de varias de las escuelas de arquitectura de universidades privadas y públicas en nuestro país. Son profesionales que dirigen empresas, oficinas de los Gobiernos locales y las secciones de arquitectura e infraestructura de las instituciones públicas.
Hoy, la EA debe seguir transformándose para solventar los efectos crecientes ante el cambio climático, los problemas ambientales, los cambios empujados por fenómenos de la salud, por los aumentos de la población y los modelos de desarrollo actuales. Nuestro reto constante es entender el paisaje y aprovechar las nuevas tecnologías para proponer ideas y proyectos más conscientes con la realidad del país y del mundo.