Al costado de la Biblioteca Carlos Monge Alfaro, dos amigos conversan:
—Mae, ¿cómo le fue con la tesina?
—Más o menos. Bryan no hizo su parte.
—Ese mae es un guindado, ¿verdad?
—Pero la parte de Sofi sí quedó muy bien.
—Esa mae sí le pone bonito.
—Mae, y vos ya redactaste los objetivos del brete que estamos haciendo juntos.
—¿Tiene que llevar objetivos?
—Mae, no te hagás el maje.
No en pocas ocasiones hemos escuchado conversaciones en las cuales la palabra "mae" es la protagonista. Al igual que "pura vida", "tuanis" y "chiva", el "mae" se convirtió en una expresión asociada con la identidad lingüística costarricense.
¿De dónde salió este término? O mejor dicho ¿de dónde salió su antecedente "maje"? Nuevamente, estamos ante un caso de préstamo interdialectal; específicamente del español mexicano. Nuestros lectores recordarán que en la primera entrega de Palabrajeando hablamos sobre el "pura vida": un "emigrante léxico" que llegó a nosotros desde el país azteca.
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Así como ocurrió con esta última frase, el cine mexicano fue el medio por el cual se difundió la palabra en cuestión. El Dr. Víctor Sánchez Corrales, filólogo y lingüista, la ubica en el filme Vuelven los García (1947), largometraje en el que actuaron los famosos Pedro Infante y Sara García. Tal profesor también señala la influencia de otras películas cómico-satíricas de Cantinflas y Tin-Tan, actores que representaban al personaje "pachuco" y su cultura.
Examinemos un poco la vida de esta palabra.
“Maje” está presente en diferentes variedades del español de América: en México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Por lo general, en los primeros cuatro países, el término prácticamente se ha restringido a un uso referencial peyorativo, es decir, el hablante lo emplea para referirse a alguien a quien considera tonto.
Luego de analizar varias obras lexicográficas, el Dr. Sánchez reúne las diferentes acepciones de “maje” en cada país (véase la nota 1). En México, significa tonto, ingenuo y persona a quien se le va a robar. También se le da el sentido de “engañar” (“hacer el maje a alguien”) y de “fingir ignorancia o ingenuidad” (“hacerse el maje”). En Guatemala, equivale a tonto. En Honduras, también significa tonto, persona que trabaja y nombre que se le da a la víctima de algo. En El Salvador, aparece con las acepciones de tonto, engañar (majear), alguien que se deja utilizar o que se deja engañar. En Nicaragua, resaltan los conceptos idiota, tonto, pusilánime, mentecato, interlocutor (en el trato coloquial), individuo y persona indeterminada. Asimismo, se destaca como apelativo para referirse a alguien (hombre o mujer) con quien se tiene mucha confianza.
En síntesis, de México a El Salvador sobresale el sentido peyorativo del vocablo. Si bien el valor despectivo también se encuentra en Nicaragua y Costa Rica, en estos países existe la acepción de “maje” para hacer referencia a una persona indeterminada o para dirigirse al interlocutor en el plano coloquial. Por el momento, solo en Costa Rica se registra la variante “mae” como marca sociolectal y término que ha ampliado su significado, contexto y usuarios. A continuación, lo observaremos con más detalle.
Como veremos, nuestro “maje” comparte algunos rasgos con el “maje” de otros países, pero también se diferencia. El Dr. Sánchez nos comenta que la primera documentación de esta palabra se encuentra en El glosario del argot costarricense (1953), de Francisco Villegas. En esta obra, se registra “maje” con dos acepciones: ser necio (ser maje) y hacerse el tonto (hacerse el maje).
Siete años después, desde el antiguo presidio de San Lucas, el escritor José León Sánchez Alvarado, culmina el Glosario del hampa en Costa Rica (1960), documento que firma con el nombre de José León Córdoba Sánchez. En dicho documento, el Dr. Víctor Sánchez ubica el segundo registro de “maje”, cuyo uso se circunscribe al habla hampesca con el significado de tonto.
En el antiguo contexto del hampa costarricense, se consideraba que alguien era un “maje” cuando no pertenecía a este grupo. “No concede el hampa el privilegio de inteligencia, de astucia, de valor, de hombría, a ninguna persona fuera de su círculo”, señala el glosario citado por el profesor Sánchez. Igualmente, el término aludía al campesino en su “condición de víctima fácil del hampa”, menciona el lingüista.
En el estudio del Dr. Sánchez, vemos que el uso de la palabra “maje”, como expresión propia del habla hampesca, se registra aún en un análisis de 1977 (El lenguaje del grupo hampesco costarricense, de Édgar Rodríguez Bolaños). El significado sigue siendo el mismo: tonto.
Es hasta 1985 que el filólogo Miguel Ángel Quesada Pacheco documenta el empleo de “maje” como expresión utilizada entre hombres jóvenes (no pertenecientes al hampa) para llamarse entre sí (“maje, ¿pura vida? / Todo bien, maje”). Y su significado (olvidémonos por un momento de “tonto”) es “muchacho”, “joven” o “tipo”.
En este punto, vemos una ampliación del término: además del uso de “maje” para referirse a otra persona (“aquel maje tiene suerte”), ahora también sirve para apelar a alguien directamente (“maje, tráigame las llaves”). Es decir, un “maje” ya no solo es alguien ajeno a la conversación, sino también la persona con quien se está hablando. En términos lingüísticos, tal palabra tiene un valor referencial y un uso apelativo o vocativo.
Igualmente, observamos un cambio semántico o una ampliación del significado. “Hola, maje” no es equiparable a “hola, tonto”. En un contexto coloquial, el “maje” de ese saludo es un vocativo (amistoso) para dirigirse a la persona, el cual bien puede ser cambiado por otra palabra amigable o por el nombre del interlocutor (“hola, compa” / “hola, Juan”). Por último, los usuarios del término también cambiaron. La expresión ya no se limita a miembros del hampa, sino que se extiende a otros grupos sociales, sobre todo en la jerga juvenil.
Debemos mencionar que la elisión de la “j” en el vocablo (y, con ella, el surgimiento de la variante “mae”) se documentó hasta 1991, en la primera edición del Nuevo diccionario de costarriqueñismos, del profesor Quesada.
Los actuales usos de “maje” y “mae” están registrados por el Dr. Quesada (Nuevo diccionario de costarriqueñismos, 2018, quinta edición) y por la Dra. Gabriela Ríos González (Léxico juvenil costarricense, 2017). El filólogo, al referirse a “maje”, indica que su acepción es “tonto, bobo”, mientras que las locuciones verbales “coger de maje” y “hacerse el maje” significan “engañar, burlar” y “disimular o hacerse el tonto”, respectivamente. Por el contrario, la Dra. Ríos no incluye este término en su lista.
En el caso de “mae”, el profesor Quesada menciona estos significados: “persona indeterminada, de la cual no se sabe su nombre o no se quiere pronunciar” y “vocativo para dirigirse a una persona”. Por su parte, la lingüista Ríos anota las siguientes acepciones: “hombre, mujer”, “apelativo de hombre o mujer”, las locuciones verbales “agarrar de mae” (“tomar el pelo”), “hacerse el mae” (“ignorar que el asunto es con uno”), “seas tan mae” (“no se haga el tonto” o “expresión de incredulidad”), así como la repetición “mae, mae, mae” que evidencia un reclamo por una “actitud impropia”.
De esta manera, observamos que los significados que el Dr. Quesada le da a “maje”, la Dr. Ríos se los da a “mae”. Esto no es de extrañar si consideramos que, actualmente, el vocablo corto es el más extendido”, sobre todo en la población joven.
Recordemos que la transferencia de “maje”, del habla hampesca al léxico juvenil, se dio alrededor de 1980 (probablemente algunos años antes). Es decir, los jóvenes que incorporaron ese término son ahora adultos. Sin embargo, ellos mantuvieron esa palabra “de juventud”. Por eso, es usual escuchar a personas de 50, 60 o 65 años que utilizan “maje” para interpelar o referirse a alguien, además de emplear las frases “no sea maje”, “no se haga el maje”, etc.
Las generaciones más jóvenes heredaron el vocablo y lo hicieron suyo. No obstante, aunque estos hablantes mantienen vivo el “maje”, predomina la variante corta para uso referencial y apelativo.
Así pues, las expresiones mencionadas se han generalizado, ya no son exclusivas del argot juvenil ni tampoco se limitan al habla de los adultos.
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Como hemos dicho, la vida de “maje” en Costa Rica inició en el habla del hampa, y su significado era peyorativo: un “maje” era un tonto, un blanco fácil de ese grupo social. Ahora bien, ¿en qué momento tal término “brincó” de ese sociolecto a una variedad más prestigiosa? ¿Por qué fue adoptado por jóvenes que no pertenecían al hampa? ¿Por qué incorporó otros significados (entre ellos uno relacionado con la amistad)? El Dr. Víctor Sánchez nos ofrece una respuesta: el proceso de construcción identitaria de la juventud favorece la innovación en el lenguaje.
Generalmente, los jóvenes, como grupo social, tienen manifestaciones culturales que cuestionan, de alguna manera, la cultura dominante u oficial. Por tanto, buscan desarrollar modos de vida y costumbres que los diferencien de las generaciones anteriores con las cuales no se identifican.
Este deseo de rebelarse tiene consecuencias en el idioma, pues se adoptan modos de hablar que transgreden la norma lingüística oficial y que se vinculan con grupos sociales que desafían el statu quo. Además, esa manera de expresarse funciona para establecer vínculos con otros miembros del grupo social y para crear un sentimiento de pertenencia.
Tal factor cultural y social fue el que incidió en que “maje” evolucionara del sociolecto del hampa a una variedad lingüística más prestigiosa asociada con la jerga juvenil. A este proceso de “ascenso social” del término, el Dr. Corrales lo llama “hidalguización lingüística”.
Sin embargo, a pesar de que “maje” (y, posteriormente, la variante “mae”) ya no se limitaba al habla hampesca, siempre existía un tipo de restricción en su uso, pues mientras los hombres podían utilizarlo sin problema, el empleo por parte de las mujeres fue muy censurado, sobre todo en contextos conservadores. Hoy, su uso se ha extendido en ambos sexos y es más probable escuchar a las jóvenes enunciando esta palabra.
Nos queda esperar cómo cambiará el uso de “mae” en las próximas décadas y si los hablantes costarricenses mantendrán o desecharán la forma “maje”.
Nota 1: Si desea conocer los autores y las fuentes de las cuales el Dr. Sánchez tomó dichos significados, consulte el artículo “Ma(j)e. De la denotación a la apelación”, mencionado en las referencias.
Referencias
Quesada Pacheco, Miguel Ángel. (2018). Nuevo diccionario de costarriqueñismos. Cartago, Costa Rica: Editorial Tecnológica de Costa Rica.
Ríos González, Gabriela. (2017). Léxico juvenil costarricense. San José, Costa Rica: Imprenta Nacional.
Sánchez Corrales, Víctor. (2006). Ma(j)e. De la denotación a la apelación. Káñina, 30(1), 71-81.
Sánchez Corrales, Víctor. (2010). Comunicación de masas y emigración léxica. Del cine clásico mexicano a la conformación de la costarriqueñidad. Káñina, 34 (Especial), 173-192.
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