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Palabrajeando - Anexión del Partido de Nicoya

Colonización, invasores, rutas, violencia... ¿Qué aspectos han configurado el habla guanacasteca?

Probablemente, alguna vez hemos identificado el origen geográfico de alguien por su forma de hablar. ¿Qué hace que un mismo idioma suene diferente según la región?
3 ago 2021Artes y Letras

 

La herencia africana tiene una importante influencia en la formación de la cultura guanacasteca. La marimba, tan popular en las celebraciones por la Anexión del Partido de Nicoya, tiene sus ancestros en África. Su nombre deriva de una de las tantas lenguas que nacieron y crecieron en ese continente.  

En el español de Costa Rica, “marimba” también hace referencia a “una prole muy numerosa. (Es una comparación con el orden gradual en el tamaño de las teclas del instrumento musical)” (Nuevo diccionario de costarriqueñismos (2018), de Miguel Ángel Quesada Pacheco). Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.

 

Al finalizar julio, mes en el que celebramos la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, no queremos dejar pasar la oportunidad de referirnos al español del Noroeste del país. Para hacerlo, debemos volver la mirada a los estudios dialectológicos. En esta ocasión, nos concentraremos sobre todo en dos investigaciones del Dr. Miguel Ángel Quesada Pacheco, filólogo y lingüista.

Antes de acercarnos a tal análisis, es pertinente recordar que las lenguas, como productos socioculturales, se transforman. Dicho cambio conduce al origen de diferentes variedades de un idioma, las cuales pueden obedecer a la ubicación geográfica de una comunidad de hablantes.

A esa variedad motivada por aspectos regionales la llamamos "dialecto". Cabe rescatar que ese término no tiene un sentido peyorativo en la lingüística, pues se refiere a una manera de hablar un idioma compartido por una comunidad. Existen dialectos nacionales (el español de México, el de Perú, el de España, etc.), así como dialectos a lo interno de un país. En nuestro caso, podemos citar el español del Valle Central, el de Limón, el de Puntarenas, entre otros. En este sentido, todas las personas hablamos un dialecto y no hay razones idiomáticas para señalar que uno sea superior a otro.

Hoy nos ocuparemos del dialecto guanacasteco que es ampliamente examinado por el Dr. Quesada en su libro El español de Guanacaste (1991). Dicho análisis se enmarca en los estudios lingüísticos descriptivos, en los cuales el investigador caracteriza a la variedad en cuestión desde una perspectiva científica. Este enfoque difiere de los acercamientos prescriptivos que, a partir de posturas puristas, censuran las modalidades de habla que no responden al ideal.

En esta segunda edición de "Palabrajeando", nos interesa revisar las razones históricas que intervinieron en el desarrollo del español de Guanacaste, así como los orígenes del léxico de tal región.

 


La diferencia dialectal es parte de la riqueza cultural de las comunidades. Foto: cortesía de Jorge Vindas.

 

LEA: La popular frase "pura vida" traspasó las fronteras y fue acogida por la sociedad costarricense

El movimiento de los colonizadores españoles por el actual territorio costarricense

En cuanto a los factores que incidieron en el desarrollo de la variedad guanacasteca, el profesor Quesada indica que "las bases histórico-lingüísticas que caracterizan y diferencian el Pacífico Norte del Valle Central estaban dadas desde principios de la época colonial" por los recorridos y asentamientos de los invasores españoles (p. 53).

Un análisis histórico le permite al filólogo plantear tres épocas de cambio en la evolución de tal dialecto: el período de gestación, contacto con el Sur (1519-1730), el período de contacto con Nicaragua (1730-1824) y el período de contacto con el Valle Central (1824 en adelante).

Cabe señalar que "la inclusión de fechas exactas tiene que ver más con hechos históricos que lingüísticos", pues un fenómeno de este tipo no evoluciona de modo tajante, sino más bien gradual, "según la intensidad del cambio y la recepción de los hablantes, entre otros factores". Tampoco se debe encasillar al español del Noroeste de Costa Rica como "la suma de la influencia de tres dialectos americanos". Los nombres que formuló el lingüista para esos períodos son solo una manera de enfatizar uno de los factores que incidieron en el camino que dicha variedad del español tomó (p. 41).

 

 

 


La iglesia Católica jugó un papel importante en la imposición del español durante la época colonial. Foto: Archivo, ODI. Imagen con fines ilustrativos, en ella observamos la iglesia de Santa Cruz. 

 

 

El período de gestación, contacto con el Sur (1519-1730)

En esta etapa, la presencia del español en Guanacaste y su respectiva evolución responden a varios hechos. Primero, destaca el tránsito de los colonos españoles por la zona Noroeste, quienes salían de Panamá y usaban la península de Nicoya como puente para sus viajes a las ciudades de León y Granada en Nicaragua (p. 43).

Segundo, "los centros de población que fundaron en territorio costarricense no fueron prósperos". Durante la primera mitad del siglo XVI, no se conformaron nuevos poblados. La excepción es Nicoya, que "ya existía como centro bien establecido y poblado por los indígenas chorotegas" (p. 43).

Tercero, en 1524 se fundó el primer asentamiento español en el territorio costarricense: villa Bruselas, en el Golfo de Nicoya, pero su vida fue corta. También ese año "se hace la primera repartición de indígenas en el país" (p. 53). Así pues, Nicoya queda sometida al dominio español y pasa a ser una región que proveía esclavos. Esa realidad conlleva consecuencias lingüísticas significativas, pues —en términos del Dr. Quesada— "da pie para que el indígena comience a tener contacto directo con la lengua de los vencedores" (p. 43). Luego, con la fundación de iglesias católicas en Nicoya y Chomes, "el elemento religioso se une al político en la difusión del castellano" (p. 43).

Cuarto, a partir de 1564, se estableció el comercio (ganado caballar, mular y sebo) con el actual Panamá (p. 44). De allí venían los colonos andaluces que viajaban al Noroeste. Es importante recalcar ese punto: el lugar de origen de los colonizadores. Si bien los datos no abundan, el profesor Quesada pudo averiguar la procedencia de 41 españoles que estuvieron en Nicoya entre 1519 y 1561: el 35 % venía de Andalucía, el 14 % de Castilla la Nueva, el 21 % de Castilla la Vieja y el 14 % de Extremadura. Otros pocos provenían de Aragón, León y Vascongadas, además de dos extranjeros (pp. 50-51). De este modo, el dialecto del Noroeste de Costa Rica está mayormente influido por el dialecto andaluz de España.

Quinto, esos colonos andaluces que llegaron a Nicoya desde Panamá habían pasado antes por las Antillas, "donde se estaba formando, desde 1492, un tipo de castellano que ya no era peninsular, sino americano" (p. 52).

Todos estos aspectos ayudaron a "conformar un tipo de español en el Pacífico Norte divergente del español vallecentraleño". Si bien el influjo lingüístico mencionado también llega a "impregnar" el español del resto del país, es más fuerte en el Noroeste con palabras de origen sureño (p. 44).

  

 

 


Las vías marítimas fueron clave en el comercio colonial. Imagen con fines ilustrativos. Laura Rodríguez Rodríguez
Además de los puntos anteriores, debemos indicar que, a diferencia del contacto marítimo relativamente frecuente en las zonas bajas costeras (Nicoya, Bagaces, Esparza), el Valle Central estaba aislado. De hecho, en Historia de la lengua española en Costa Rica (2009, p. 45), el Dr. Quesada nos señala que el proceso de conquista y el poblamiento de Costa Rica puede dividirse en dos períodos bien definidos: la conquista de Nicoya (primera mitad del siglo XVI) y la conquista del Valle Central (a partir de 1561).

 

Esta diferencia cronológica posee particular importancia lingüística, pues cuando el Valle Central fue conquistado y poblado, ya "habían pasado 40 años de evolución en el castellano de América". El investigador Boyd-Bowman (citado por Quesada) postula que en América, en 25 años, "se estaba dando ya un tipo de español distinto del de la Península Ibérica", por tanto —indica el profesor Quesada—, "podremos inferir que el español que llegó al Valle Central, a mediados del siglo XVI, era también distinto del que había llegado a Nicoya 40 años antes" (1991, p. 53).

En suma, la conquista tardía del Valle Central y, por tanto, de contacto con el español tienen también consecuencias en la configuración del habla de ambas regiones y de sus diferencias. Lo mismo sucedió en otros lugares de América, "donde las zonas interiores —generalmente altas— se mantenían aisladas respecto de las zonas costeras", indica el Dr. Quesada (p. 53).

Tal y como vemos en todos los puntos anteriores, la conformación de los dialectos en Costa Rica tiene bases históricas que se remontan al inicio de la época colonial.

  

 


A partir de 1564, se estableció el comercio (ganado caballar, mular y sebo) con la actual Panamá. Imagen con fines ilustrativos. Foto: Dennis Castro Incera.

 

 

El período de contacto con Nicaragua (1730-1824)

A diferencia de la primera época, en la cual sobresalía la colonización de Nicoya al sur del actual territorio guanacasteco; en este segundo momento destacan las migraciones hacia el norte de la provincia. Al igual que en el período anterior, hay acontecimientos históricos que tienen implicaciones lingüísticas.

Primero, cambian las condiciones comerciales. Miguel Ángel Quesada nos relata que, alrededor de 1730, el comercio con Panamá se debilita por diversas razones (sobreexplotación del ganado para extraer el sebo, el cierre de las ferias de Portobelo y el incendio de la ciudad de Panamá). La historiadora Elizabeth Fonseca Corrales (citada por Quesada, p. 61), subraya que, a partir de ese momento, el comercio del Pacífico Norte se dirige a los mercados de Guatemala y Nicaragua.

Segundo, el puerto de Caldera en el sur decae debido a que grandes áreas ganaderas se desplazan hacia la cuenca del Tempisque, la cual tenía mejores condiciones para el desarrollo de la actividad.

Esos dos acontecimientos, principalmente, son los que marcan "una nueva etapa en el desarrollo del español del Noroeste, pues ayudaron a fomentar y fortalecer los lazos lingüísticos entre la sección norte de la actual provincia de Guanacaste con Nicaragua", nos cuenta el Dr. Quesada (p. 61).

Tercero, las invasiones de piratas, a mediados del siglo XVII, ocasionaron el declive de Granada. El profesor Quesada, al retomar los estudios del historiador Carlos Meléndez Chaverri, apunta que esos hechos producen un "éxodo hacia el sur, donde en 1720 se fundó la villa de la Purísima Concepción de Nicaragua de Rivas" (p. 61).

Cuarto, la migración no se detuvo allí. Meléndez (mencionado por el Dr. Quesada) constata que los habitantes de Rivas continuaron su camino más al sur y fundaron importantes haciendas ganaderas. En vista de que estaban lejos tanto de Rivas como de Nicoya y Bagaces, en 1769 unos pobladores solicitaron la construcción de una ermita en El Guanacaste (hoy ciudad de Liberia). Por su posición geográfica, dicho poblado empezó a tener importancia comercial (p. 61).

La realidad de esos latifundios en el norte contrasta con la de Nicoya en el sur. El historiador menciona que diferentes indicadores —como factores geográficos, tenencia de tierra y el origen de los dueños de las propiedades— desembocaron en que el área de influencia nicaragüense incluyera el norte del actual territorio guanacasteco hasta el río Tempisque en el sur y el río Salto en el este. Por su parte, Nicoya tenía una importante relación comercial con Puntarenas, donde había prosperado el comercio de Tabaco (p. 62). De hecho, el profesor Quesada menciona que "las ventajas que le producía a Nicoya el comercio con Puntarenas fueron un factor determinante en el deseo de este pueblo por anexarse a Costa Rica en 1824, mientras que El Guanacaste (hoy Liberia) quería permanecer unido a Nicaragua" (p. 62).

 

Mapa elaborado por el arquitecto Roberto Villalobos Ardón. Tomado del libro Nicoya: su pasado colonial y su anexión o agregación a Costa Rica, de Luis Fernando Sibaja y Chéster Zelaya (EUNED, 2015), p. 72.

 

 

En síntesis, la información que presenta el Dr. Quesada evidencia que ya en el siglo XVIII existía "una clara división geográfica, económica y cultural entre las zonas de la actual provincia de Guanacaste: el norte y el sur. Desde el punto de vista lingüístico, estos hechos constituyen con certeza la base de una subdivisión dialectal latente en esta provincia" (p. 62).

 El período de contacto con el Valle Central (1824 en adelante)

En esta tercera época, la coyuntura fundamental fue el desplazamiento de habitantes del Valle Central hacia el Noroeste. Nuevamente, varios acontecimientos influyeron en la evolución del idioma. Primero, nos explica Lowell Gudmundson (a quien Quesada hace referencia), hacendados de Cartago se adueñaron de latifundios en Guanacaste mediante la expropiación de terrenos eclesiásticos. Esas apropiaciones se dieron, incluso, antes de concluir el período colonial y de anexarse Guanacaste a Costa Rica (p. 66).

Segundo, se empezó a comerciar ganado en el Valle Central y, a partir de 1860, se mantuvo la venta de ganado guanacasteco en Alajuela (p. 67). De este modo, "la presencia del elemento vallecentraleño, en un principio débil y discontinua, comenzó a tomar mayor fuerza y mejor control de la región noroeste del país" (p. 67).

Tercero, a finales del siglo XIX y principios del XX, unos grupos de colonizadores vallecentraleños se asentaron en las tierras altas o hacia las costas de Guanacaste. Los nuevos pobladores llevaron un nuevo tipo de vida y, por supuesto, una variedad del idioma diferente a la guanacasteca. Bien lo indica el Dr. Quesada: de la comunicación entre los nuevos y antiguos habitantes "surgen transferencias lingüísticas a nivel local" (p. 67).

 

 

 


“Güila” y “chacalín” son dos términos del náhuatl usados para referirse a los niños o muchachos. Laura Rodríguez Rodríguez

 

 

Cuarto, en el siglo XIX, así como en la primera mitad del XX, el contacto entre Guanacaste y el interior de Costa Rica fue indirecto. Dicho profesor señala que se dio a través de Puntarenas, por vía marítima (p. 68). Es hasta la segunda mitad del siglo pasado, particularmente con la apertura de la carretera Panamericana en 1956, cuando "aumenta el contacto constante y los medios de difusión, y la consiguiente incorporación y dependencia de Guanacaste respecto del Valle Central se hace patente (p. 68).

Cabe rescatar que, en este caso, la interacción demográfica no implica que haya una interacción lingüística bidireccional, pues, por razones sociales, económicas y de prestigio, el contacto "no se logra horizontalmente, sino más bien en forma vertical, donde la capital del país se ha convertido en el gran centro irradiador, tanto lingüístico como extralingüístico" (p. 69). El Valle Central pasó a ser la región que representaba mejores oportunidades sociales (trabajo, estudios, etc.), a la cual migran las personas de los "rincones del país" (p. 69). En el plano lingüístico, esa realidad social hace que las personas identifiquen el habla vallecentraleña como la forma "prestigiosa" o "deseable" y se evite la variedad del Noroeste.

Así las cosas, el Dr. Quesada considera posible que los dialectos del Noroeste y del Valle Central se lleguen a nivelar. Sin embargo, eso también dependerá de la actitud de los hablantes hacia su forma de expresarse. Si se comprende que la diferencia dialectal no es ignorancia ni falta de educación, sino que es parte de la riqueza cultural de las comunidades, es posible que se mantengan las características particulares de la variedad guanacasteca (p. 107).

 


Las lenguas son entidades socioculturales y, como tales, están en constante cambio. Se avivan y se construyen en cada conversación. Queda esperar cómo cambiará el habla guanacasteca en las generaciones jóvenes y si los procesos de nivelación lingüística afectarán sustancialmente el dialecto del Noroeste.  Laura Rodríguez Rodríguez

 

 

 

El léxico de Guanacaste: origen castellano, náhuatl, africano y chorotega

El estudio del Dr. Quesada concluye que, claramente, la gran mayoría de las palabras empleadas en Guanacaste son castellanas o de base castellana (p. 85). De los idiomas indígenas, el azteca o náhuatl es el que más voces le ha heredado al léxico del español guanacasteco.

 

 

 


El árbol nacional de Costa Rica debe su nombre a una palabra náhuatl. Este suele ser confundido con el higuerón. Sin embargo, el Dr. en Biología Alfredo Cascante Marín nos explica que ambas especies son muy diferentes. “El primero pertenece a la familia Fabaceae (familia de las leguminosas, donde está también el frijol y el árbol de poró). Tiene hojas divididas en pequeños foliolos y el fruto es una legumbre seca que tiene forma de “oreja”. Mientras tanto, el higuerón pertenece a la familia Moraceae (familia del higo), sus hojas no son divididas (son hojas simples) y posee una secreción blanca que no está presente en el árbol de Guanacaste. El fruto es similar a un higo. Existen varias especies en el país del mismo género (Ficus) que son llamados comúnmente "higuerones". Además, la forma de la copa del árbol de Guanacaste es usualmente semiesférica y amplia, con ramas largas (principalmente cuando crece solitario en los potreros), y pueden ser más altos que los higuerones típicos. Estos últimos, por lo general, tienen la copa más compacta y ramas relativamente más cortas". Imagen de uso libre.
 

 

 

De esta lengua vienen palabras para designar a seres de la flora y de la fauna, y también para referirse a actividades gastronómicas y culturales. En el primer campo, se encuentran términos como "coyol", "guanacaste" (el árbol), "olote", "chilote", "pinol", "pujagua", etc. Es decir, el nombre de la provincia es un préstamo náhuatl que se convirtió en un topónimo. En el segundo caso, podemos citar "zanate", "zopilote", "chachagua", entre otros. Y en el tercer grupo están "agüizote", "atol", "nacatamal", "chacalín", "chilaquila", "chinamo", "güila" y más (pp. 85, 86 y 87).

 Además, existen algunas palabras de probable etimología africana: "marimba", "mandinga", "quijongo", "guineo", etc. Sin embargo, tomando en cuenta la influencia que tuvo la herencia africana en la formación de la cultura guanacasteca, ese léxico es escaso (p. 20). Tal dato manifiesta que, por lo menos en el plano lingüístico, hubo "un alto grado de aculturación al que estaban sometidos los negros [...] Por tanto, es muy probable que los negros hubieran perdido sus respectivas lenguas antes de llegar al Noroeste de Costa Rica", señala Quesada (p. 93).

 


El vocablo “guanacaste” proviene del náhuatl “quautl nacastl”, que significa árbol de orejas, ya que su fruto posee esa forma (Diccionario de Guanacastequismos (2010), de Marco Tulio Gardela). Imagen tomada de Áreas de Conservación Guanacaste: www.acguanacaste.ac.cr.

 

Por último, tenemos las palabras de etimología chorotega, de las cuales se han encontrado muy pocas. Esto no es ninguna sorpresa, pues los colonizadores, así como atropellaron a los pueblos autóctonos, terminaron "aniquilando más de una lengua indígena de la región, como son, por ejemplo, el chorotega, el huetar, el corobicí y, en la actualidad, el térraba y el boruca" (Quesada, Historia de la lengua española en Costa Rica, 2009, p. 446).

En esta misma línea, aclara el profesor en El español de Guanacaste (1991), la escasa presencia chorotega en el léxico del Noroeste se explica por "el poco espacio de participación lingüística al que estuvo sometida la cultura chorotega durante la dominación española, y se puede comparar con el mismo proceso al que estuvieron sometidos los huetares en el Valle Central o, en la actualidad los indígenas talamanqueños en la parte sur, y los guatusos en el norte del país" (p. 93).

Asimismo, hay que considerar que la desmesurada venta de chorotegas como esclavos y las enfermedades que trajeron los españoles causaron una significativa disminución en la población que hablaba chorotega o mangue, "cuya extinción quedó asegurada a mitad del siglo XIX", señala el profesor Quesada (2009, pp. 449, 450)".

Las palabras chorotegas que se han encontrado son solo cuatro: "nacume" ('jefe de cofradía'), "nambira" ('recipiente hecho con la mitad de una calabaza'), "nambiro" ('cucurbitácea usada como recipiente de uso doméstico') y "nimbuera" ('calabaza empleada para transportar agua y beber de ella'). A estas se suman algunos nombres de lugares: Nicoya, Nandayure, Nosara, Nambí, Diriá (Quesada, 2009, p. 450).

Es oportuno aclarar que el gran número de palabras del náhuatl (y la mínima cantidad de términos chorotegas), en el español de Costa Rica, no significa que hubiera una gran presencia física de "mexicanos" o "chichimecas" (como se les conocía en la época) en el actual territorio guanacasteco. Por el contrario, Quesada explica que, si bien hubo enclaves de habla náhuatl en Bagaces y en la hoy zona fronteriza con Panamá por la vertiente atlántica (p. 453), esa comunidad fue escasa, en comparación con la "amplia y arraigada presencia chorotega en Guanacaste" (p. 455).

De tal forma, la gran cantidad de nahuatlismos en Costa Rica en general (no solo en Guanacaste) es producto de la conquista tardía del hoy territorio costarricense. El investigador explica que cuando los colonizadores invadieron la actual Costa Rica, la mayoría de ellos ya había vivido en otros países de América, donde adoptaron las palabras indígenas que necesitaban para referirse a la realidad americana, la cual no siempre podía ser descrita con términos castellanos. Pensemos, por ejemplo, en la flora y fauna que solo se encontraba aquí y, por tanto, no contaba con una palabra en español.

 


Cuando vamos a la feria utilizamos muchas palabras de base náhuatl: camote, elote, tomate, aguacate, ayote, chayote, jocote y más. Laura Rodríguez Rodríguez

 

 

Algunas de las palabras de origen azteca que ya los colonos traían arraigadas en su habla, y que se asentaron en el español costarricense, son "achote", "aguacate", "camote", "ayote", "atol", "chayote", "chapulín", "guachipelín", "elote", "guanacaste", "jícara", "jocote", "tepezcuintle", "tomate", "tamal", "mecate", "milpa", "zacate", etc. (p. 453).

En palabras del Dr. Quesada: "fueron muy pocos los grupos de inmigrantes que vinieron directamente de España a Costa Rica, como para haber conformado léxicamente el mundo costarricense a partir de la experiencia de contacto directo con el habitante indígena de la región, tal como sucedió con los españoles en las Antillas, México, Perú, Paraguay, etc. Por regla general, el español que llegó a este país, con grupos de colonos, había habitado en otras regiones americanas, en particular Guatemala, Nicaragua y, en menor grado, Panamá, y por consiguiente venía ya con su nueva realidad americana llena de palabras de las regiones donde le había tocado vivir primero. Ya desde 1561 se hace presente una cantidad apreciable de palabras indígenas americanas, en especial de origen azteca, mientras que las voces de origen costarricense no se registran durante todo el siglo XVI” (p. 450).

  

“Palabrajeando” es una sección del proyecto Esta palabra es mía, un espacio de divulgación lingüística y literaria.

 

Referencias

Gardela, Marco Tulio. (2001). Diccionario de guanacastequismos. Costa Rica: Instituto Costarricense de Educación Radiofónica (ICER).

Quesada Pacheco, Miguel Ángel. (1991). El español de Guanacaste. San José, Costa Rica: Editorial de la Universidad de Costa Rica.

Quesada Pacheco, Miguel Ángel. (2018). Nuevo diccionario de costarriqueñismos. Cartago, Costa Rica: Editorial Tecnológica de Costa Rica.

Quesada Pacheco, Miguel Ángel (coordinador). (2020, primera edición digital). Atlas lingüístico-etnográfico de Costa Rica (ALECORI). San José, Costa Rica: Editorial de la Universidad de Costa Rica.

Sibaja, Luis Fernando y Zelaya, Chéster. (2015). Nicoya: su pasado colonial y su anexión o agregación a Costa Rica. San José, Costa Rica: Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.

Amanda Vargas Corrales
Filóloga, Oficina de Divulgación e Información
amanda.varvmotgascorrales  @ucrigat.ac.cr

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