La precariedad de un grupo de trabajadores que da mantenimiento a las torres de transmisión de radio y televisión en la cima del volcán Irazú es captada por medio de la palabra y la fotografía por Paulo Ruiz Cubillo, vulcanólogo de la Escuela Centroamericana de Geología de la Universidad de Costa Rica (UCR). La zona se ha visto afectada en los últimos años por varios deslizamientos y esto ha afectado la estabilidad de las antenas.
El volcán Irazú se localiza al este de la ciudad de San José, y es el volcán más alto de Costa Rica, con una altitud cercana a los 3420 metros sobre el nivel del mar. Debido a su altura e inactividad en las últimas décadas, las estaciones de radio y televisión del país instalaron sus antenas de transmisión más importantes en la cumbre de este macizo.
A partir del año 1978, las torres de transmisión y las antenas se fueron construyendo y colocando en el sector oeste de la cima del volcán, aprovechando una zona que tenía una topografía plana. En 1985, las autoridades del Parque Nacional Volcán Irazú implementaron una regulación sobre la construcción de nuevas torres de transmisión, lo que generó que las estaciones de televisión y radio utilizaran la infraestructura existente.
La construcción de las torres de transmisión en el volcán Irazú requirió del acompañamiento de una fuerza de trabajo humana que viviera en el volcán y desempeñara labores de mantenimiento y construcción. Con el paso de los años, estos trabajadores fueron creando una pequeña comunidad en la cima del volcán y hasta llegaron a instalarse con sus familias. Aunque sea poco conocido, en algún momento pudieron haber habitado unas 15 pequeñas familias en la cumbre del Irazú, siendo así la comunidad permanente que vivía a mayor altitud en Costa Rica.
En el año 2014, debido a una combinación de factores, como una serie de temblores y lluvias intensas, un deslizamiento empezó a afectar la zona donde se ubican las torres. Grietas de gran tamaño empezaron a aparecer rápidamente en el terreno. Esto falseó las fundaciones estructurales de algunas de las torres de transmisión y sus respectivas casetas.
El desplazamiento del terreno generó agrietamiento en las paredes, inclinación de las torres, y rompimiento de los cables de soporte, hasta que finalmente un bloque del terreno colapsó a finales del 2014, llevándose consigo al precipicio las primeras torres y antenas. Posteriormente, con los años, el deslizamiento fue avanzando lentamente y nuevas aberturas fueron apareciendo.
En agosto del 2020, otro gran bloque colapsó y destruyó algunas de las antenas más importantes de este sitio, así como las casetas donde habitaban algunos de los operadores junto con sus familias.
Se ha observado cómo la velocidad de la erosión y el deterioro del terreno se ve acelerado durante las estaciones lluviosas, especialmente si son muy intensas, como la del año anterior. Esto ha sido documentado en otras partes del país y plantea cómo los cambios en las condiciones de la lluvia, causados por la variabilidad climática, y eventualmente el cambio climático, desempeñan un papel fundamental en la generación de nuevos deslizamientos, o la reactivación de algunos antiguos.
Como resultado de las condiciones adversas en el sector de las torres, desde hace unos años, las estaciones de radio y televisión han ido colocando nuevas torres de transmisión con antenas en otros cerros del Valle Central. Esto ha generado que algunas familias que habitaban la cima del volcán Irazú también dejaran sus hogares.
Las últimas familias salieron en el 2020 y quedaron solo ocho trabajadores en las casetas, quienes dan mantenimiento a las 78 antenas que aún permanecen en el sitio. Los ocho operadores que laboran en la cima rotan su tiempo en turnos de una semana, por lo que solamente hay cuatro personas por semana en la cima y viven en las casas más alejadas de la corona principal del deslizamiento.
Los trabajadores de las antenas son gente muy valiente, pues viven cada día concientes de la precariedad del terreno en el que están ubicados. Ellos continúan realizando sus responsabilidades para que el resto del país pueda seguir escuchando radio y viendo televisión. Tienen una gran fe en Dios y rezan para que las cosas mejoren.
Casi sin darse cuenta, son emblemáticos en cómo los procesos de la Tierra y el clima impactan fuertemente a las comunidades más vulnerables. Hemos alcanzado un punto en el que la lucha entre las actividades humanas, su impacto y el azar de la naturaleza, siempre van a estar presentes, de una u otra forma, en nuestras vidas.