Gustavo Fallas se enamoró del cine a los 10 años, cuando siendo estudiante del Conservatorio de Castella fue elegido para participar en una película. Aquel hecho, que califica como “inusual para la época”, marcó su vida y desde entonces no ha dejado de prepararse en esta disciplina, tanto dentro como fuera del país.
El cineasta, que actualmente cursa la Maestría en Diseño de Lenguaje Audiovisual y Multimedia del Posgrado en Comunicación de la Universidad de Costa Rica (UCR), acaba de ser reconocido con el Premio Nacional de Artes Audiovisuales Amando Céspedes Marín en la categoría de Dirección, por su película Río Sucio.
Río Sucio presenta la historia de Víctor (interpretado por Elías Jiménez), un hombre solitario que vive en un pequeño rancho y cuyo principal enemigo es su vecino indígena (protagonizado por Edgar Maroto), la única persona que tiene cerca en kilómetros a la redonda.
La soledad del ermitaño se transforma cuando de manera inesperada llega a vivir con él su nieto de 12 años, Ricardo (encarnado por Fabricio Martí). El acontecimiento enfrenta al protagonista a fantasmas de su infancia que se mezclan con temores del presente.
La trama está inspirada en un solitario hombre que vivía en los márgenes del río Sucio, a quien el guionista y director conoció hace algunos años. Asegura que tomó diversos elementos de ese particular entorno para escribir la historia y abordar temas sociales que siempre han sido de su interés.
“Escribí una historia que tiene mucho que ver con ese hombre que conocí. Y aunque la película no se grabó en el río Sucio, el nombre se mantiene porque no se refiere al lugar, sino al legado sucio que, como el agua, corre a través de ese linaje familiar”, afirmó el cineasta.
Según el director, la trama propuesta intenta cuestionar la construcción social de ciertas masculinidades que, además de afectar a las mujeres y a las poblaciones que no responden a las lógicas heteronormativas, les generan un profundo sufrimiento a los propios hombres.
“Hay un sufrimiento en la instalación de una masculinidad tóxica y agresiva, que reprime, y donde de alguna manera, la afectividad está bloqueada. Pienso que las armas, el enfrentamiento y el odio que retrata la película son el cultivo de ese tipo de masculinidades”, afirmó el creador.
Río Sucio es la segunda película de Fallas, tiene una duración de 75 minutos y se grabó en el 2018 en la localidad de San Marcos de Tarrazú. Su lanzamiento, previsto para marzo del 2020, se vio obstaculizado por la pandemia y ocurrió de manera digital en setiembre.
La limitación de presentar su trabajo en la sala de cine obligó al director a replantearse “el orden en que se concibe un estreno cinematográfico”. Ahora, celebra la posibilidad que le brinda el reconocimiento recibido para retomar el proceso cuando mejore la situación nacional frente al COVID-19.
“Siempre es hermoso que a uno le reconozcan su trabajo y más aún, si es en su país. Creo que de alguna forma esto significa que, aunque no hemos tenido ese espacio en el cine, la película logra una comunicación con la gente y ese siempre es uno de mis anhelos”, enfatizó el galardonado.
Fallas cataloga el reconocimiento como “una gran motivación para seguir creando” y asegura recibirlo “en nombre de todo el grupo creativo que llevó a cabo la película y de las personas que saben que el gran premio está en la creación en sí misma”.
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