Hijo de padres ingenieros y con un hermano mayor que es abogado, David Villafranco Peña rompió el molde familiar al decidir convertirse en médico y estudiar en la Universidad de Costa Rica (UCR). Sí, es la “oveja” médica de la familia y con una voz firme y segura responde “no me arrepiento de la decisión”.
Esa pasión por la Medicina ahora se ve claramente reflejada al lograr un 94, la nota más alta de un total de 1 027 estudiantes provenientes de las siete universidades del país en donde se imparte la carrera.
Pero eso no es todo. El informe de la National Board of Medical Examiners (NBME), entidad encargada de elaborar el IFOM, indica que este año 4 499 estudiantes de Medicina de distintos países del orbe se enfrentaron al examen. En total, son cuatro continentes en los cuales se aplica la prueba: Asia, Europa, América y Oceanía.
En la escala internacional presentada por la NBME, David se ubica en el selecto grupo del 1 % (casi 44 estudiantes de todo el mundo), que alcanzaron una nota superior a 89.
“Es realmente un premio y el fruto del esfuerzo. Hace casi dos años nos tuvimos que ir a la casa y la pandemia nos afectó. No podíamos realizar prácticas en los hospitales y fue muy frustrante. Sin embargo, fue una gran oportunidad para identificar mis vacíos de conocimientos e irlos llenando. Estoy muy satisfecho con el rendimiento de la prueba y feliz. Medicina tiene una gran parte humana en cuanto al trato del paciente y siento que el próximo año será una gran oportunidad para poner en práctica lo aprendido a fin de lograr el bienestar de otros. Esto es muy gratificante”, dijo David.
En la Escuela de Medicina su desempeño ha sido ejemplar. Con una nota de admisión a la UCR de 763, David logró mantener su excelencia académica con un promedio ponderado de 8.5.
Pero, más allá de esa calificación se esconde el verdadero motivo que lo mueve a ser mejor cada día: “no se hace por la nota, sino por la vida del paciente”. Y no solo será una, sino varias vidas que tendrá en sus manos cuando finalmente alcance la titulación y logre convertirse en médico general.
“En él se demuestra nuestro compromiso con el país, en ofrecerle los mejores profesionales que podamos formar. El interés y el esfuerzo individual de cada estudiante, así como la posibilidad de utilizar los recursos tecnológicos y de apoyo a las bases bibliográficas especiales, fue garantía para asegurar con éxito la obtención de estos excelentes resultados”, indicó la Dra. Lizbeth Salazar Sánchez, directora de la Escuela de Medicina de la UCR.
Antes de que inicie su internado en enero de 2022, David Villafranco Peña, un joven oriundo de Moravia que también disfruta del ejercicio y de los videojuegos, decidió brindar unos minutos para relatar su vida académica, el reto emocional vivido en la pandemia y lo que experimenta un estudiante de Medicina de la UCR durante su formación.
Asimismo, habló sobre sus mejores momentos y los retos que se deben superar de forma constante pues, a su criterio, “el médico es un estudiante eterno, cuyo aprendizaje jamás finaliza”.
-David, gracias por el tiempo. Vos sos hijo de padres ingenieros y con un hermano mayor que es abogado ¿Qué te inspiró a estudiar Medicina?
-David Villafranco Peña (DVP): “En general, desde el colegio siempre me ha gustado la ciencia. Mis materias favoritas siempre eran Química, Biología y Física. Entonces, a partir de ahí sabía que iba a estudiar algo relacionado con las ciencias y no tanto otro tipo de carreras como Derecho o Economía. Empecé a valorar qué opciones habían, dentro de las cuales tenía a las ingenierías y a la Medicina, esta última más relacionada con las ciencias de la salud y eso me llamó la atención.
Medicina permite tanto esa parte científica y como el trato con las personas y de pacientes, que siempre me ha llamado la atención y es muy enriquecedora. También, el poder brindar el servicio a otros y que las personas puedan sentirse mejor, satisfechos con el trato. Eso fue lo que realmente me movió para estudiar Medicina.
-¿Y la investigación? Me han comentado que también te encanta indagar en nuevo conocimiento.
-DVP: “Me gusta la atención a pacientes. Quiero ser clínico y no dedicarme tanto a la academia. Sin embargo, dentro del área clínica está la investigación al tratar pacientes. Aquí se suele aplicar la estadística (y otros elementos) para generar evidencia científica que alimente el campo de la Medicina.
Recordemos que en el pasado la Medicina era algo más empírico y luego pasó a ser algo más científico gracias a la evidencia. El objetivo de la evidencia es tener información respaldada, a fin de aplicar ciertos tratamientos que sabés que van a tener un beneficio claro para un determinado paciente.
Entonces sí, me encanta el área clínica y, eventualmente, me gustaría sacar una maestría en epidemiología a fin de realizar investigación y contribuir al conocimiento científico general. Al mismo tiempo, el obtener evidencia científica es muy gratificante porque a la larga puede ayudar a aportar y a recomendar modificaciones de medicamentos en pro de brindar una mejor atención a las personas”.
-De todos estos años que llevás estudiando en la UCR, ¿cuáles han sido tus mejores momentos en la carrera y por qué?
-DVP: “Mi mejor momento estuvo en mi segundo año de la carrera, en el 2017. El primer año fue mucho estudio de conocimiento general, materias de Cálculo, Química, cosas no tan relacionadas con la carrera. En el segundo año ya uno empieza a tener contacto con las materias más propias como Anatomía, Bioquímica y Fisiología. Ahí reafirmé que me gustaba lo que había escogido y me parecía divertido estudiar Bioquímica, vías de transmisión de señales, etc.
Además, conocí a varios amigos que actualmente nos mantenemos unidos, hicimos el examen de internado y haremos el internado juntos.
El segundo año fue muy significativo porque entré en contacto con materias más aplicables a la carrera y por conocer personas que hacen que todo sea más llevadero. La carga académica de Medicina es fuerte y es muy frecuente encontrarse con cansancio o frustraciones. Por lo tanto, tener esa red de apoyo con amigos hace que todo sea más fácil de llevar”.
-Me llama la atención que describás como divertido estudiar Bioquímica. Eso es algo que uno no suele escuchar de manera muy frecuente.
-DVP: “Yo sé que es difícil, pero es por el modelo de educación actual. Este hace que uno solo piense en los exámenes y en sacar buenas notas. Esto nos distrae del verdadero objetivo de la educación que es el aprender y obtener conocimientos.
A mí me gusta mucho la Medicina y en mi tiempo libre me pongo a leer de otras cosas. El obtener conocimiento que antes no tenía me divierte y me satisface, y ese debería ser el ideal. Aprender porque realmente a vos te genera un sentimiento adicional que va más allá del deber. No hay que preocuparse tanto por los exámenes, lo valioso es lo que aprendemos y que lo vayamos a usar en nuestro futuro profesional”.
-Ese segundo año fue muy importante para vos. Pero, ¿cómo podrías describir todos tus años de carrera?
-DVP: “Los describiría como la mejor etapa de mi vida hasta el momento. El darse cuenta que uno tomó una buena decisión en la selección de la carrera que hizo, que me llenaba y me divertía, es muy importante.
Pero, tal vez, lo más importante es a la gente que he conocido. Personas muy inteligentes, amigables, siempre dispuestas a realizar favores y no egoístas para compartir conocimiento. Si alguien tiene dudas yo las respondo; si yo tengo preguntas, alguien más me ayuda. Si no lo sabemos, investigamos.
En general, esas relaciones que uno va construyendo en la carrera han sido muy importantes para mí. Definitivamente no soy el mismo quien entró a la Escuela de Medicina de la UCR en el 2016. Siento que crecí bastante y con eso me quedo de esos años”.
-David, ¿y hay algún profesional que te inspire y que sea un referente clave para vos en cuanto a lograr esa excelencia académica que te caracteriza?
-DVP: “Sí. Hay varios, en realidad. En la Escuela hay grandes profesores y grandes médicos. Podría decir que en la parte de ciencias básicas, como Fisiología. Ese curso lo impartió el Dr. Guido Ulate, una persona muy prominente y que genera gran admiración. Uno aprende mucho y espera tomar las mejores cosas de él, pues su curso es la base del resto de la carrera y uno queda marcado.
Ya más en la parte clínica está el Dr. Agustín Arguedas y el Dr. Chen que me parecen excelentes profesores. Ellos se preocupan por la calidad académica. En sus clases suelen incluir estudios científicos y cómo se analizan. En definitiva, en nuestra era de la medicina basada en evidencia esto es fundamental. A parte de ser grandes médicos, poseen un gran compromiso con la formación de sus estudiantes”.
-David, ahora abordemos un poco tu preparación para este examen y partamos del contexto de la pandemia. Si no fuera por el COVID-19, ya estarías graduado como médico general. ¿Qué implicó a nivel emocional esta situación mundial en tu formación y cómo la afrontaste para, aun así, lograr esa calificación tan alta en el IFOM?
-DVP: “En el 2020, cuando entré a clases, me había empezado a leer un material que tiene un resumen de la materia que se evalúa en el IFOM. Esto lo hacía siempre después de clases por una o dos horas al día.
Cuando llega la pandemia, pasé por todas las etapas del duelo y se empezó a vivir un periodo de gran ansiedad. Dejé de estudiar para este examen y me enfoqué en los cursos teóricos que estaba llevando, porque la cosa no pintaba muy bien. Era evidente que nos íbamos a tardar por no poder concluir con las rotaciones y así fue.
El año pasado llevé la parte teórica de las materias de Medicina Interna y Cirugía. Para enero del 2021 lo que hice fue hacer una introspección y ver qué vacíos de conocimiento tenía de los años que llevaba. A partir de ahí, empecé a leer para llenar esos vacíos.
En junio, la Escuela de Medicina generó un espacio de preparación para el examen y comencé a estudiar ‘en serio’, por decirlo así. Inicié con el material de lectura y leyendo mucho en foros para ver en qué coincidían las personas que hacían el examen. La mayoría indicaba que el practicar con bancos de preguntas era una parte fundamental de la preparación.
Al inicio no hacía muchas preguntas. La plataforma arrojaba las áreas que uno debía mejorar y ahí luego me enfocaba y reforzaba. En un simulacro de la prueba saqué 500 sobre 800. Con eso se podía pasar la prueba pero pensé: ¿y si sigo estudiando para mejorar el resultado? Eso me motivó a estudiar más y leer artículos científicos”.
-¿Cuánto tiempo estudiabas al día?
-DVP: “A partir de junio estudiaba unas cuatro horas al día. Siempre hacía ejercicio, iba a correr, dormía las ocho horas porque, si no lo hacía, me sentía cognitivamente más lento.
De igual forma, traté siempre de comer bien a la medida de lo posible. Es necesario no estar metido en el estrés del día a día. Eso es crucial para lograr un buen balance en la salud física y mental.
Ya para octubre, cuando volví a rotar, había hecho un montón de preguntas, me sentía preparado, pero siempre reforzando los conocimientos y respondiendo preguntas de los bancos de exámenes”.
-¿Cómo fue el día de la prueba? El examen es de 160 preguntas que deben ser respondidas en cuatro horas.
-DVP: “El día del examen me sentía tranquilo y preparado. Lo hice con calma y hasta pude revisarlo. Por dicha el esfuerzo se vio reflejado en la nota. La verdad, siempre he sido ambicioso y es algo que me han inculcado mis padres: ‘que si puedo dar más de mí, debería hacerlo’. Al estar tanto tiempo en la casa mentalmente se genera mucha ansiedad, por lo que es gratificante el haberme demostrado a mí mismo que sí podía dar más”.
-En la escala internacional presentada por la NBME, vos te ubicás en el selecto grupo del 1 % (casi 44 estudiantes de todo el mundo), que alcanzaron una nota superior a 89. ¿Esperabas este resultado?
-DVP: “Quiero decir primero que el mejor médico no es, necesariamente, el que más sabe. Hay más aspectos que forman un buen médico.
¡Claro! El tener conocimiento actualizado ayuda, pero tal vez el componente más importante es la empatía, saber que esa persona tiene una familia y que por eso es necesario alimentar un aprendizaje constante que permita brindar el mejor servicio a los pacientes. Eso es lo que hacemos. Brindar servicios de salud y, entre más preparación, un mejor servicio a las personas.
En cuanto a la calificación, no esperaba sacar una nota tan alta. Sí esperaba más de un 80, pero no un 94. Cuando leí el resultado me puse muy feliz. Fue emocionante”.
-Ahora, que tocás ese punto de los aspectos que forman a un buen médico, ¿cuáles crees que son los tres valores más importantes que deben estar presentes y que para vos serán una guía con cada paciente con el cual estés durante tu internado?
-DVP: “Definitivamente la empatía. Los servicios de salud tienden a ser lugares muy estresantes tanto para los que trabajan ahí como para los pacientes que están enfermos e inquietos. En el trato con los pacientes es vital ser una persona empática, ponerse en los zapatos de los demás y establecer la mejor relación médico-paciente.
Hay que ver al paciente como lo que es: un ser humano, una persona con una historia y una familia. Alguien que ya tiene problemas y, por lo tanto, nosotros debemos brindar algo de alivio.
Otro componente es la comunicación asertiva para transmitir el conocimiento en palabras sencillas y que las personas puedan tomar las mejores decisiones respecto a sus terapias.
El tercero es tener claridad que los servicios de salud hoy en día no están formados solo por médicos. Hay múltiples profesionales de salud de muchos ámbitos y el trabajo en equipo, así como la buena comunicación, te permite tener los mejores resultados en beneficio de los pacientes”.
-La rotación siempre se compone de varias áreas de la medicina. ¿Hay alguna que te atraiga más y que hayas estado esperando todo este tiempo?
-DVP: “Sí. La Medicina Interna es lo que más me seduce por el manejo de pacientes con múltiples comorbilidades y hospitalizados. Esta parte genera emoción y experimentar más de cerca el manejo y el seguimiento al paciente. El estar ahí, observar cómo se desarrollan ciertos casos, ver el día a día de los médicos y demás profesionales, pues es como lo que más me emociona y espero experimentarlo el año que viene”.
-¿Y ahora qué sigue para David? ¿Ya has pensado en alguna especialización después de que logrés tu título de médico general?
-DVP: “Sí. Me gusta mucho la especialidad de Cuidados Intensivos. Este año empecé a leer un poco de ventilación mecánica y me gustó bastante. Los cuidados intensivos incluyen las áreas que más me gustan aplicadas a un paciente crítico. Aquí hay que efectuar análisis complejos, tener un buen entendimiento de la fisiología y de la fisiopatología, lo cual me cautiva.
Por supuesto, la prioridad ahora es pasar el internado y luego entrar a Medicina Interna. Luego está ver si me gusta algo más. De momento, Cuidados Intensivos me gusta mucho. Otras opciones en la baraja son Nefrología y Neumología”.
-Ya para concluir, ¿qué mensaje le das a tus compañeros que también iniciarán contigo el internado?
-DVP: “Estoy sumamente feliz por mi generación, que pasamos por una pandemia que nos truncó un poco los planes. Estoy muy orgulloso de que al 99 % de la generación nos haya ido superbién. Yo vi a la gente esforzarse, estudiar y me alegra bastante que ese esfuerzo también se haya visto recompensado al pasar el examen e ingresar al último año de la carrera.
También, estoy muy orgullo ser de la Universidad de Costa Rica. Los resultados estuvieron excelentes, mucha gente que uno conoció a lo largo de la carrera logró el certificado de honor. Uno puede dar seguridad de que son personas muy inteligentes, que les gusta la profesión, estudiar y aprender. Estoy feliz por ellos y les deseo los mayores de los éxitos y que jamás dejemos nuestra salud mental de lado”.
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