El docente de la Escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica y músico Eduardo Madrigal Muñoz, fue designado como el galardonado con el Premio Nacional de Historia Cleto González Víquez 2020, otorgado por la Academia de Historia y Geografía de Costa Rica a través de su Comisión de Premiaciones y Recomendaciones Honoríficas.
Dicho galardón fue creado en 1958, con motivo de la conmemoración del centenario del nacimiento de este abogado, político, historiador y escritor costarricense quien llegó a la Presidencia de la República durante los períodos de 1906 a 1910 y de 1928 a 1932.
La obra que otorgó el galardón a Madrigal Muñoz lleva por título Cartago República Urbana. Élites y poderes en la Costa Rica colonial (1564-1718) y se encuentra disponible en la Editorial de la Universidad de Costa Rica y Presses Universitaires du Midi (en francés significa las Prensas Universitarias del Mediodía) en Francia. En ella, el autor investigó de manera profunda las dinámicas de poder político en esa época de colonialismo en que el país era parte de España, y logró adaptar al formato de un libro lo que había sido su tesis de doctorado defendida en Francia con validez también en Costa Rica.
El galardón consiste en una medalla y en un diploma conmemorativo, así como una mesa redonda de presentación del libro mencionado.
A continuación, la entrevista que le hizo esta oficina con motivo de su reconocimiento.
—¿Qué significado reviste para usted este reconocimiento a su obra premiada?
—Eduardo Madrigal Muñoz (EMM): Debo decir que para mí fue una sorpresa recibir este premio. Evidentemente no trabajo en función de ser premiado ni mucho menos. Mi intención siempre es brindar un aporte al conocimiento y llevar a cabo una labor investigativa, entonces mi objetivo no es ganar premios de ninguna manera; sin embargo fue una grata sorpresa porque efectivamente es una satisfacción muy grande cuando uno ha hecho un trabajo de estas magnitudes de ser reconocido y tener el apoyo de los colegas. Sobretodo de una institución tan reconocida como la Academia Nacional de Historia y Geografía, entonces evidentemente fue una gran satisfacción . Debo decirle que estoy muy contento de haberlo recibido.
—¿Cuándo y cómo desarrolló la investigación que le permitió recoger insumos para su obra?
—EMM: Debo decir que esta fue mi investigación de tesis doctoral. Yo ingresé al doctorado en Historia de la Universidad de Costa Rica en 1999, fue la primera promoción que se abrió, y como parte de la formación se incluía que había que hacer una pasantía de por lo menos tres meses en una universidad extranjera. En ese momento había muchísimos fondos de la cooperación francesa, de hecho con eso se abrió el doctorado, y yo siempre había tenido una admiración por la historiografía francesa que es conocida en gruesos términos como escuela de los annales, es una escuela de pensamiento que se inicia a finales de la década de 1920 e inicios de la de los 30 y que transformó el concepto que se tenía hasta ese momento para convertir la historia en una ciencia social. Desde que inicié mi formación en la Escuela de Historia siempre tuve una gran admiración por la escuela francesa y tenía la aspiración de hacer un posgrado en Francia. Hasta el momento en que ingresé al doctorado de acá no se había dado la oportunidad, era muy difícil conseguir becas, pero ya adentro y como había que ir a hacer una pasantía y había fondos de la cooperación francesa yo elegí irme para Francia a estudiar con un conocido historiador francés Michel Bertrand, que es especialista en los temas que a mí me interesaban, el asunto de las élites coloniales, el poder en la época colonial, las instituciones políticas... y él vino dentro del convenio de cooperación a dar un curso corto de una semana, conversamos y quedamos en que yo iba a hacer la pasantía en donde él trabajaba, en Toulouse.
Allá recibí la información de que uno podía matricular en un programa por medio del cual uno podía tener un director de tesis en Francia otro en Costa Rica y presentar la tesis en uno de los dos países y graduarse de ambas universidades. Obviamente ni lerdo ni perezoso me matriculé y ya para 2001 hice la pasantía, regresé y empecé a realizar la investigación, a ir al Archivo Nacional y al de la Curia Metropolitana a recopilar información y empecé a elaborar el trabajo hasta que terminé y lo entregué en 2006. Se hizo la defensa de tesis en Francia, y fue aprobado con recomendación de publicación. Se decidió que como se había hecho en un contexto de cooperación entre la Universidad de Costa Rica y la Jean Jaures, se hizo una coedición entre ambas. Yo tardé dos o tres años sin tocar el trabajo, pero luego lo revisé de nuevo, lo reescribí, quité cosas y le puse otras que no estaban originalmente, y le modifiqué el formato de tesis para variarlo a libro, se lo llevé a un amigo filólogo para que me lo revisara, y lo mandé a publicar en las dos editoriales. Costó una barbaridad coordinar con las dos editoriales para que lo que en una se decía se incorporara en la otra, hubo muchas revisiones en los dos lados y en eso se fueron muchos años, hice dos viajes a Francia como profesor invitado y aproveché para coordinar la publicación hasta que finalmente se publicó en ambos lados.
—¿Cuáles fueron los principales hallazgos que encontró sobre las dinámicas de poder de entonces?
—EMM: El principal hallazgo es que el estilo de ejercicio del poder en el período colonial era aristocrático. Para poder tener un puesto político, había que ser de la nobleza, era necesario tener un prestigio y una posición social que daba el solo hecho de pertenecer a la nobleza. Estamos hablando de una sociedad de antiguo régimen, donde existían unas distancias sociales jurídicamente establecidas y la sociedad se dividía en tres estamentos: la nobleza, el clero y la plebe. Había leyes diferentes para cada uno de ellos. Por ejemplo los nobles estaban exentos de pagar impuestos, mientras que los que pagaban los impuestos eran los plebeyos. También si un noble cometía algún delito le daban un castigo relativamente leve pero si un plebeyo hacía el mismo delito le daban 200 latigazos en la picota, y los clérigos tenían un régimen de derecho aparte que se les aplicaba solo a ellos. La antropología política de esa sociedad era totalmente estamental, y había sido establecida desde la edad media, con pensadores como Tomás de Aquino y la escolástica, y así siguió hasta el siglo XVIII en la Europa moderna.
Tambien se aplicó en Costa Rica, existía ese ideal nobiliario, todo giraba en torno a lograr conquistar la nobleza, lo cual se hacía en un campo de batalla o sirviendo al rey como oficial de Real Hacienda o en el ejército. Pero cuando se lograba esos mecanismos se cerraban y eran de muy difícil acceso para las personas que no eran de la nobleza, solo por una guerra o conquista. Solamente el estamento dominante podía desempeñar un puesto político, algo que yo llamo monopolio del estado social. Este monopolio se puede desgajar en cuatro: 1- El monopolio de las armas: Casi todos los miembros de las clases políticas en el periodo que yo estudié eran capitanes o superiores en el ejército, se necesita ser conquistador o descendiente de conquistadores. 2-El monopolio del saber, que incluía saber leer y escribir como mínimo para acceder a un puesto político; algo que hoy es cualquier cosa pero en ese entonces era muy importante ya que el 80-90% no sabía leer ni escribir; manejar libros de cuentas en el caso de puestos de poder económico, lo cual se aprendía con una persona que sabía y para eso había que tener conexiones, lo cual era transmisible de generación en generación o de suegros a yernos generalmente; o conocimiento de las leyes y saber aplicar el derecho de Indias. 3-El monopolio de las conexiones sociales, entre sí, principalmente por lo familiar, ya sea por ser descendiente o estar casado con una heredera de familias dominantes, para lo cual habría que servir al rey en alguna guerra o en el ejército, haber estado en un consejo o una audiencia. Nótese con esto que en ese entonces la mujer no tenía poder político, pero era el canal para transmitir el poder mediante el matrimonio. Claro, no se casaban con indígenas o mulatos, se casaban con otros integrantes de la clase dominante. Y el cuarto monopolio y el más evidente es el de las riquezas. Tenían el control de los mejores medios de riqueza que existían en la época, las fincas más productivas, las grandes haciendas. Controlaban el comercio marítimo, que era el único que había; exportaban principalmente a Panamá, que era un país por donde sacaban todo el oro traído a lomo de mula desde Panamá y se lo llevaban a España desde el puerto de Portobelo. Todos esos productos los monopolizaba el grupo en el poder, ese grupo controlaba todo lo que pasó en la colonia en términos políticos y económicos.
—¿Cuánto se parece esa realidad estudiada en su libro al presente?
—EMM: No hay la menor duda de que todavía somos gobernados por familias dominantes. Vea a los Figueres por ejemplo, todavía se necesita tener apellido para ser Presidente de Costa Rica, se necesita ser Figueres, Arias Sánchez, Calderón ,etcétera, vos mismo podés dar los ejemplos de personas que nos gobiernan y siempre ganan las elecciones pero siempre votamos por ellos pero porque tienen los apellidos dominantes. Muchos remontan sus raíces a la época colonial, por ejemplo, actualmente tenemos una familia muy poderosa que no figura en el poder político pero sí en el fáctico, como los Jiménez de la Guardia, Jiménez Borbón, Jiménez Solera, dueños de La Nación y la FIFCO, ellos remontan sus orígenes a Ramón Jiménez de Robredo, quien firmó el acta de la independencia, y los descendientes fueron Ricardo Jiménez Oreamuno, Jesús Jiménez Zamora, y los Jiménez de la Guardia. Como decía un amigo mío, el ADN de la clase política está en la colonia. La mayor parte de la clase dominante actual está ligada al comercio exterior, todos ellos son exportadores y manejan la política de este país, porque como lo ha demostrado el politólogo Randall Blanco, la gente que ha estado situada en el Ministerio de Comercio Exterior, el de Hacienda, el de Economía o el Banco Central, entre otros puelstos claves, como negociadores del TLC, embajadores en Estados Unidos y en China, todos están ligados a familias exportadoras, que tienen su riqueza en el sector exportador igual que en el período colonial. No tiene nada de raro que anden promoviendo TLCs y anden diciendo que la mejor forma de desarrollarse es mediante las exportaciones y el comercio exterior porque ahí está el negocio de ellos. Todos esos factores muestran que hay una continuidad. Las familias no son las mismas, pero eso no quita que se siga manteniendo el mismo estilo de política.
—¿Cómo interpretar esos hechos en su justo contexto?
—EMM: Lo fundamental es que el régimen colonial se puede entender como un todo, porque si uno se pone a pensar los reyes españoles nunca pusieron un pie en América en 300 años de colonización, no existía un ejército español que estuviera situado en América que mantuviera el poder de España, ni una burocracia como en el estado moderno. Sí existían personajes semejantes a los funcionarios actuales pero no se aproximaban a la burocracia moderna. ¿Cómo hacían para gobernar América así? Establecían una relación de intercambio de favores contra servicios entre ellos y las élites locales. Ellas gobernaban a nombre del Rey y a cambio el Rey le hacía todo tipo de favores con títulos de nobleza, encomiendas de indígenas, tierras o mercedes, favorecerles en los pleitos judiciales, dispensas matrimoniales para casarse entre primos sin dividir patrimonios. Las élites locales mantuvieron el orden de la corona por 300 años y esos eran los verdaderos gobernantes locales empoderados por la Corona.
—¿Eso todavía se sigue dando?
—EMM: El estado moderno ha variado mucho. Ya no tenemos ese sistema aristocrático tan evidente, hay elecciones cada cierto tiempo donde cualquier ciudadano se puede postular a la Presidencia, también un sistema de administración pública basado en el mérito, pero todavía tenemos apellidos dominantes, al sector dominante ligado con la exportación, y los políticos son testaferros de un grupo de poder fáctico, que están callados, en silencio y en la sombra pero que manipulan la clase política, y los grupos de orden económico que le hablan al oído al Presidente. Ya los que tienen el poder no son el grupo verdaderamente formal, sino que hay un poder detrás.
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