Costa Rica está sufriendo un cambio en la tasa de natalidad y en su esperanza de vida, aspectos que, aunados, a los cambios en los mercados laborales y los intereses de las personas jóvenes, crean un duro golpe a las finanzas del sistema de salud. Todo lo anterior hace necesario un mejor uso de los recursos con la idea de suplir las necesidades cada día más costosas para el tratamiento de enfermedades propias de una población adulta mayor que requerirá servicios por mucho más tiempo, luego de dejar de cotizar al sistema.
Si analizamos lo anteriormente expuesto, las autoridades de salud de nuestro país no lo tienen fácil. Las amenazas provienen de distintos frentes, todos sumamente complejos y difíciles de analizar.
Es por ello por lo que, con el objetivo de maximizar los recursos, se presenta la necesidad de hacer evaluaciones de tecnologías sanitarias en una forma más técnica y menos emocional; con un pensamiento a mediano y largo plazo y no solo con soluciones cortoplacistas y que no benefician en forma equitativa a las personas.
Antes de continuar, debemos partir desde una primicia: lo mejor es prevenir las enfermedades, no curarlas.
Sin embargo, debemos entender que nos enfrentamos al hecho de que las enfermedades cardiovasculares, hematooncológicas y degenerativas seguirán siendo las principales causas de muerte en nuestro país y que por tanto debemos atender a esas poblaciones, y a otros grupos minoritarios que requieren cuidados según sus padecimientos.
Entonces, surgen miles de preguntas, según el caso, como, por ejemplo: ¿Cuál medicamento utilizar?, ¿Cuándo va a durar un equipo para el tratamiento del cáncer?, ¿Será el lugar escogido, el adecuado para construir un hospital o colocar un nuevo servicio cardiológico?
Estas preguntas y muchas otras, son parte de lo que día a día las autoridades deben responder, no solo desde un punto de vista técnico y financiero, sino también social y político.
En este punto del estudio se presenta un nuevo problema, el cual consiste en la falta de información precisa para la toma de decisiones.
Mucha de la información para la toma de decisiones se desconoce, esta desactualizada o en manos de alguien que es desconocido para el analista. Esto conlleva a que se planteen soluciones con información sesgada en el mejor de los casos o incorrecta en el peor de los mismos. Desafortunadamente, se deben tomar las decisiones, pues las enfermedades no esperan a que se orden los datos, entonces ¿qué se puede hacer?
Lo primero es admitir el problema que se tiene, no resignarse a ello, sino buscar la forma de corregirlo.
La Caja Costarricense del Seguro Social tiene en sus manos una gran oportunidad para solucionar esto por medio del Expediente Digital Único en Salud (EDUS), el cual recopila toda la información de cada persona que recibe los servicios de salud en nuestro país. Allí quedan registrados todos los tratamientos recibidos y las patologías del paciente, con esto, se pueden establecer mecanismos para analizar la información, manteniendo la confidencialidad del enfermo y obteniendo la información para que se puedan caracterizar las enfermedades en todo el territorio nacional, contando entonces, con lo necesario para la toma de decisiones precisas.
Con esta información la CCSS podría realizar un análisis con datos reales a nivel nacional, sobre la efectividad de una tecnología sanitaria específica que ya funciona, según los resultados o cuantificar los posibles casos que se pretenden beneficiar según una nueva propuesta. Este estudio vendría a ser parte de un análisis financiero, basado en las tendencias de salud, en los costos directos e indirectos de cada posible escenario, pero además ayudaría a realizar un análisis en el tiempo para conocer la factibilidad de la implementación de nueva tecnología, que tal vez no es costo-beneficiosa ahora, pero lo podría ser a mediano plazo; sin olvidar incluir un análisis sobre el costo de sustitución o reemplazo.
También, se deben analizar los aspectos sociales y políticos de cada tecnología sanitaria, pues, si bien es cierto todos tenemos derecho a la salud, esto no significa que se van a instalar tecnologías en todo lado, causando que estas puedan estar subutilizadas.
No debemos olvidar los aspectos ambientales, legales y éticos en este análisis multivariado, pues muchas técnicas de atención médica, generan desechos que deben manejarse con especial atención, además de que debemos revisar los efectos segundarios en el cuidado del paciente.
Cada evaluación de tecnologías sanitarias es único y diferente. El riesgo financiero, operativo o cualquier otro, en unos casos pueden ser más alto que en otros, pero en general toda tecnología sanitaria tiene un conjunto de riesgos inherentes que deben ser revisados, analizados y cuantificados, con la finalidad de darle a las autoridades la información más oportuna para la toma de decisiones y el uso adecuado de los recursos.
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