Según el equipo investigador, la creencia en controversias y conspiraciones pueden ser una barrera para el cumplimiento de las medidas de prevención contra el COVID-19. Imagen con fines ilustrativos.
Laura Rodríguez RodríguezLa Encuesta Nacional sobre el COVID-19 realizada por la Escuela de Estadística de la Universidad de Costa Rica (UCR) revela que casi la mitad de la ciudadanía cree en las teorías de la conspiración alrededor del surgimiento del virus.
El 55,9 % de las personas consultadas piensa que el virus SARS-CoV-2 fue creado en un laboratorio, mientras que el 48 % asegura que se trata de un arma biológica y el 47 % manifiesta que este tiene la intención de disminuir la población mundial.
Por otro lado, un agrupamiento de la escala de conspiraciones expone que el 38,2 % de las personas tiene una creencia alta en conspiraciones, el 36,9 % una creencia media y el 24,9 % una baja. Según el equipo investigador, esto demuestra que existe una parte importante de la población que cree en tales ideas.
De acuerdo con Benjamín Reyes Fernández, psicólogo de la salud, docente de la Escuela de Psicología e investigador del Instituto de Investigaciones en Psicología de la UCR, este tipo de creencias surgen y toman fuerza en contextos de crisis. El motivo es que se mezcla un rasgo de la personalidad llamado “conspiracionismo” (según el cual se tiende a pensar que "eventos importantes" son orquestados en secreto por actores malévolos y poderosos) con el denominado “negacionismo”, que es la tendencia a rechazar la información experta y autorizada de relatos importantes.
A pesar de la significativa creencia en conspiraciones en torno al COVID-19, expuesta por el estudio, no se encontró evidencia de algún vínculo entre estas posturas y la prevención o el riesgo de infección. Es decir, las personas que manifestaron estar de acuerdo con estas teorías no necesariamente traducen sus creencias en irrespeto a las normas sanitarias de prevención.
Sin embargo, Reyes considera que, en general, quienes sostienen estas creencias tienden a descuidar más las medidas sanitarias y no guardan la distancia con otras personas, rompen su “burbuja social” y no se lavan las manos con frecuencia. Para el investigador, estos comportamientos encierran un gran peligro, porque no solo ponen en riesgo la salud de las personas que irrespetan las medidas sanitarias, sino también a otras personas, eventualmente, más vulnerables.
“Unos cientos de muertos pueden no ser perceptibles a simple vista. A fin de cuentas, la mortalidad por COVID-19 en Costa Rica anda ligeramente sobre el 1 %. Entonces, la mayoría de los conocidos se recuperan y la gente confía más en su "simple vista" que en la ciencia. Es como que le dijeras a la gente que vivió antes de Galileo que crea que la Tierra gira alrededor del Sol, cuando lo "evidente" (evidencia anecdótica) es que el Sol sale por el este y se oculta por el oeste. Es decir, a simple vista, el Sol gira alrededor de la Tierra", ilustró Reyes.
Lo que sí logró constatar la encuesta es que quienes han adoptado un bajo grado de medidas preventivas para protegerse del COVID-19 consideran, con más frecuencia, que el virus es poco peligroso. Para el equipo investigador, “esto significa que algunas controversias pueden ser una barrera para cumplir con las medidas preventivas”.
El estudio también consultó sobre las controversias y descubrió que es poco frecuente la creencia de que el virus surgió por comer carne de murciélago (20,2 %), que es un castigo divino (18,6 %) o que es poco peligroso (15,5 %).
Cerca de la mitad de las personas entrevistadas manifestaron haber leído o escuchado noticias sobre el COVID-19 consideradas falsas (47,9 %), entre las que destacan una exageración en la cantidad de casos reportados (22,4 %), un abultamiento en la cantidad de muertes reportadas (13,3 %) y la manipulación de datos por parte de los Gobiernos (9,5 %).
En este sentido, Reyes manifiesta que quienes consideran una exageración la cantidad de fallecimientos reportados por la pandemia puede ser porque no comprendan que, por un asunto de protocolo, se debe clasificar a las personas como “muertas por COVID-19”, aunque la interacción o afectación fisiológica del virus con cada organismo, distintos factores de riesgo y condiciones de salud, todavía esté en estudio.
“No se trata de que los científicos estén mintiendo o intentando manipular. Es que el papel del COVID-19 en cada fallecimiento está siendo esclarecido. Hay estudios internacionales, con autopsias, que han encontrado que, en la mayoría de muertes de personas con COVID-19, esta enfermedad parece haber jugado un papel relevante en el fallecimiento”, apuntó.
La Encuesta Nacional sobre COVID-19 fue desarrollada por los estudiantes del curso Diseño de Encuestas por Muestreo de la Escuela de Estadística de la UCR, del 10 al 27 de octubre, y es la décima versión de la Encuesta Actualidades que realiza esta unidad académica anualmente. El estudio incluyó una muestra probabilística de 1 287 personas mayores de edad, usuarias de telefonía celular y abordó los siguientes temas: percepciones de vulnerabilidad hacia el COVID-19 y el bienestar subjetivo, preferencia y confianza en los medios de comunicación que informan sobre el COVID-19, conocimiento de los síntomas del COVID-19, adopción de medidas preventivas para protegerse del COVID-19, práctica de medidas preventivas contra el COVID-19, actitudes hacia las regulaciones impuestas por el COVID-19, actitud hacia las pruebas masivas para diagnosticar el COVID-19, manifestaciones de ansiedad debido al COVID-19, creencia en conspiraciones y controversias en torno al COVID-19, impacto del COVID-19 en la economía de los hogares, variaciones en el consumo de los hogares debido al COVID-19 y tradiciones de fin de año en época de pandemia.
Josué González Carrillo, Paula Rodríguez Mora y Sergio Varela Soto son los estudiantes que tuvieron a cargo el desarrollo de la parte de la encuesta que profundizó en la creencia en conspiraciones y controversias. Ellos explican que, como ha sucedido en otras ocasiones, a la par de la proliferación del nuevo virus, también surgió una ola de mensajes relacionados con conspiraciones y controversias en torno al tema. Este fenómeno es interpretado por Johann Vega Dientsmaier, psiquiatra peruano, como un intento por entender una situación mundial que requiere explicaciones y que aún no encuentra respuesta.
“Aunque las controversias son poco frecuentes, lo cierto es que se perfilan como una barrera para cumplir con las medidas que contribuyen a prevenir el contagio (particularmente la que reza que el virus es poco peligroso)”, destacan los estudiantes en su análisis.
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