¿Alguna vez pensó que la vacuna contra el COVID-19 no era de fiar? Si fue así, le podemos asegurar que no era la única persona. Como usted había, y todavía hay, mucha gente inmersa entre la desinformación, los mensajes falsos y las explicaciones científicas que son, en ocasiones, bastante incomprensibles.
Pero ¿y si en este momento le decimos que varios de esos mitos son derribados en una sola canción? Porque “Por ahí me dicen” que es momento de que usted escuche esta cumbia y se deje llevar por una de las producciones más sentidas, que busca romper algunos de los mitos más frecuentes en torno a la vacuna contra el COVID-19. Esta iniciativa es liderada por la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva (ECCC) de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Junto con esa canción también está la pieza “Mientras dure la vida” y el rap “Antídoto-19”, las cuales con mucho sabor musical tocan las fibras más profundas del sentimiento humano. El objetivo es intentar concientizar a todas las personas jóvenes para quienes —debido a sus realidades particulares— el COVID-19 sigue siendo una enfermedad compleja de entender.
Ahora bien, si piensa que la generación de estos productos musicales se debe a una ocurrencia, se equivoca. Estas piezas tienen todo un análisis social detrás.
De acuerdo con Miguel Regueyra Edelman, coordinador del énfasis de Comunicación Social en la ECCC-UCR, estas composiciones nacen luego de un arduo proceso de investigación que llevó a un revelador hallazgo: la información y la comunicación generada en torno al COVID-19 no estaba llegando a toda la población de la misma forma.
Lo anterior ocasiona la existencia de sectores sociales que, por sus condiciones de vida o de conocimiento, no tienen la forma de asimilar y actuar en consecuencia al llamado de las autoridades gubernamentales y sanitarias.
Esto fue constatado con una de las poblaciones de estudio: las mujeres campesinas y la población indígena del país de la zona norte y del Caribe sur. De la mano con una de las copartícipes de la iniciativa y coordinadora del proyecto Economía Solidaria y Feminismo del Consejo Nacional de Rectores (Conare), la investigadora Alejandra Bonilla Leiva, se encontró que en esas zonas se tenía una importante cantidad de fallecidos por COVID-19.
Uno de los motivos estaba en que las personas más jóvenes salían y traían consigo el contagio y también varios mitos. ¿El más común? Que no se iban a contagiar.
“Encontramos varias perspectivas seudorreligiosas, como que no se iban a contagiar y que la pandemia era un invento. Es decir, información que reñía con la ciencia y era necesario verificar de qué manera recibían la información”, expresó Bonilla.
“Muy preocupados ante esa situación, intentamos generar las condiciones para producir algunos materiales que pudieran aludir, de una manera más precisa, a estas poblaciones. Iniciamos con un diagnóstico para identificar los conocimientos que tenían las personas alrededor del COVID-19, las necesidades, las formas de comunicación y los medios adecuados para hablar de la temática, así como las personas interlocutoras a las cuales le darían credibilidad. En las diferentes poblaciones encontramos que el personal médico y del área de salud eran los que, casi de manera unánime, tenían esa credibilidad”, comentó Regueyra.
Las composiciones musicales van dirigidas a la población adolescente, mujeres campesinas indígenas y a la población Ngäbe de Sixaola. Para lograrlas, la ECCC-UCR realizó alianzas con distintos entes involucrados.
Entre ellos está la fundación Fundamentes, desde su Programa Casas EscuchArte Juveniles, que trabaja con jóvenes adolescentes en barriadas del sur de San José, la Escuela de Medicina de la UCR, la Organización Tinamaste y el proyecto Conare Interuniversitario: Economía Solidaria y Feminismo que colabora con la Red de Mujeres Rurales: una organización de mujeres campesinas e indígenas de todo el país.
Asimismo, en ese proyecto de Conare hay otras unidades académicas inmersas como la Escuela de Psicología de la UCR, la carrera de Trabajo Social de la Sede de Occidente, el Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Nacional (UNA) y el Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (Cicde) de la Universidad Estatal a Distancia (UNED).
“Los estudiantes de Medicina, supervisados por sus profesores, nos dieron los insumos médicos para poder construir los diferentes materiales de comunicación. No solo somos comunicadores y comunicadoras quienes estamos haciendo los materiales con nuestro mejor criterio, sino que son con un criterio médico y científico”, amplió Regueyra.
En el estudio diagnóstico realizado, las piezas musicales mostraron ser los mejores recursos para derribar los mitos de la vacunación y llevar el mensaje de cómo enfrentar el COVID-19 a un nivel de comprensión apto para los diferentes sectores sociales de interés.
Las canciones, al usar un lenguaje sencillo, logran una plena identificación en las personas y facilitan interiorizar los mensajes. Para Regueyra, al conocer verdaderamente las realidades que viven estas poblaciones, es cuando se logra responder a los requerimientos de información. En este caso, las cumbias forman parten de los aliados.
“El COVID-19 vino a demostrar algunas de las facetas más cuestionables de nuestra sociedad. Por un lado, políticas estatales que no dan respuesta a las necesidades de todos los sectores; una sociedad en la cual se priorizan las perspectivas económicas por encima del tema de la salud. Por el otro lado, afloran múltiples formas de solidaridad y maneras de enfrentar colectivamente lo que estamos viviendo”, manifestó Regueyra.
El productor y músico de estas piezas musicales, Francisco Murillo, indicó que las dos composiciones colaborativas son un claro llamado a la reflexión ante la crisis sanitaria.
“La producción de las canciones fue complicada. Empezamos en enero a hacer este proyecto y no dábamos con la canción que realmente pudiera funcionar para estos casos. Era un tema delicado. Tuvimos que abordarlo varias veces y que pasara por varios oídos. Finalmente, llegamos al acuerdo de estas dos canciones que ya están listas para compartir con las personas”, relató Francisco.
En compañía de Pedro Víquez, así como de otros artistas colombianos y costarricenses, se culminaron los arreglos musicales en un proceso donde se incorporan muchas voces que se comunican a través de dos canciones.
“En medio de la pandemia aceptamos el reto de trabajar estas canciones, aun sabiendo que lo íbamos a hacer de manera colaborativa, solidaria y con recursos limitados. Todos llegamos a la conclusión de que como músicos también requerimos ese lugar de retribución a la sociedad. Es poner el arte en un espacio funcional y como elemento de transformación”, afirmó Francisco y cuyo nombre artístico es Rialengo.
En este proyecto participaron más de 30 estudiantes de la ECCC, de la Escuela de Medicina, Antropología, Biología, entre otros. El trabajo estudiantil hizo real que cada acorde sonara de la mano con la realidad científica. “Sin los estudiantes, esto no hubiera sido posible”, enfatizó Regueyra.
Para los más jóvenes se generó un rap llamado “Antídoto-19”, una pieza que combina elementos del hiphop. Esta vez, muy preventivo ante un virus colectivo.
El análisis que permitió desarrollar, paso a paso, esta obra es descrito por Carlos Umaña, director de Fundamentes, como una investigación breve pero intensa, para comprender cómo los jóvenes, de lugares urbano-marginales de San José y el Caribe, estaban entendiendo la pandemia.
“Con esa comprensión encontramos las claves para la creación de insumos y productos que estuvieran en un lenguaje que permitiera el diálogo. Nos percatamos de que los mensajes que se estaban dando desde el Ministerio de Salud estaban cifrados, de un lenguaje particular que no permitía la comprensión. Por eso, pensamos en dos canales de consolidación de un producto más dirigido a la población juvenil: la canción y el videoclip”, ahondó Umaña.
El Dr. Jorge Vargas Carmiol, docente de la Escuela de Medicina de la UCR y coordinador del Trabajo Comunal Universitario (TCU) “Procesos de educación no formal en poblaciones con vulnerabilidad con énfasis en la epidemiología de las parasitosis emergentes y emergentes”, abordó que tanto el rap como las cumbias son sumamente valiosas en los principios de la educación no formal y que llevan una rigurosa revisión para evitar inconsistencias científicas.
“Realmente estamos muy contentos con los productos, porque es una forma para que la gente se apropie de estos conocimientos. Las noticias falsas son pavorosas. Hemos llegado al extremo de que algunos sectores de la población piensan que lo que decimos los profesionales en salud es falso, porque ya leyeron una noticia falsa que nos contradecía. Hasta hemos visto personas que creen que el coronavirus se cura con café, por citar un ejemplo”, narró el Dr. Vargas.
Adicional a las canciones, también se hicieron infografías adaptadas a los diferentes públicos y productos con testimonios de personas contagiadas.
Se invita a todas las personas e instancias a compartir, sin restricción alguna, las canciones para llegar a todas aquellas poblaciones costarricenses que así lo necesitan ante un momento tan crítico para la salud nacional.
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